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martes, 6 de junio de 2023

Anime y mundo clásico: el precio del saber

Hoy hace tres años que empecé Afrodita L. Tres años que, como siempre digo, me han traído muchas cosas buenas. Abrir el blog ha sido una de las mejores decisiones que he tomado y no puedo estar más contenta. 😊 Esta vez, sin embargo, no quería escribir una entrada de aniversario como las que he hecho otras veces. El último año ha sido muy raro tanto para mí como para el blog y llevo unos meses parada por diversas razones. Por ello, cuando me puse a pensar en qué podría hacer para este tercer aniversario, decidí publicar una nueva entada sobre manganime y mundo clásico, una normal. Me pareció la mejor forma de celebrarlo: volver. Y, aunque sea de manera más pausada, escribir de nuevo en este pequeño rinconcito de internet. 😊

Empiezo otro año en el blog regresando a Ulises 31 para hablaros de uno de mis personajes favoritos de la mitología clásica: Circe, una hechicera con la que el héroe griego se topó en su periplo de vuelta a Ítaca. Es un personaje que siempre me ha fascinado por su poder y su vasto conocimiento. Por supuesto, no podía faltar en este anime que nos propone una Odisea futurista, un viaje a Ítaca por el espacio. Sin más dilación, ¡vamos allá! 

De poderosas hechiceras y marineros incautos

Son muchas las cosas que pueden decirse de Circe, un personaje interesantísimo de la mitología y la literatura grecolatinas y, como os comentaba al principio, uno de mis preferidos —junto con otra poderosa hechicera, Medea; además, existe entre ambas un vínculo al que ahora me referiré—. Y es que esta maga está presente en ciertos episodios de algunos de los viajes mitológicos más importantes: en el de los argonautas, cuando estos regresan a su hogar, y, por supuesto, en el de Ulises. En ambos utiliza sus poderes con diferentes fines: o ayudar a sus protagonistas o causarles un mal —aunque luego lo remedie—.

Circe, de Frederick Stuart Church (1910)

Circe está emparentada, además, con otros importantes personajes: es hija de Helios, el Sol, y de Perseis, una de las oceánides, de cuya unión también nacieron Pasífae —tal vez os suene por ser la madre del famoso minotauro— y Eetes, rey de la Cólquide, la región donde se encontraba el vellocino de oro que Jasón y los argonautas fueron a buscar. Así nos lo cuenta Hesíodo en su Teogonía:

 

ελί δ κάμαντι τέκεν κλυτς κεανίνη

Περσης Κίρκην τε κα Αήτην βασιλα.

 

(Hes. Th. 956-957)

 

 

Con el infatigable Helios, la ilustre oceánide Perseis engendró a Circe y al rey Eetes.

Eetes, por cierto, es el padre de Medea, hechicera que ayudó a Jasón a superar las diferentes pruebas que se le impusieron en la Cólquide y a conseguir el vellocino. Por tanto, es sobrina de Circe, y fue esta quien purificó a ambos jóvenes en su viaje de regreso, después de que obtuvieran la piel dorada del carnero y huyeran de Eetes y los suyos dejando tras de sí un rastro de sangre. 

Pero esa es otra historia. Ahora voy a centrarme en su relación con Ulises, que Homero nos cuenta en los cantos X, XI y XII de la Odisea. Y es que Circe fue uno de los muchos personajes con los que el héroe griego se encontró en su accidentada travesía de vuelta a Ítaca. Al principio, la hechicera fue para él un obstáculo más, pero terminó convirtiéndose en una valiosa aliada y sus consejos le sirvieron de mucho.

Ulises en el palacio de Circe, de Willem Schubart
von Ehrenberg (1667)

La historia comienza cuando Ulises y sus compañeros, tras abandonar la isla de Eolo —os hablé de este episodio aquí— y haber sufrido nuevos infortunios a mano de los lestrigones, continúan con su travesía hasta la isla de Eea, morada de Circe. Agotados, los viajeros descansan unos días en sus playas, pero enseguida Ulises se propone explorar aquellas tierras, en las que hay señales de vida humana: a lo lejos puede ver una columna de humo. Es entonces cuando decide mandar a algunos de sus compañeros de avanzadilla: les expone la situación, les cuenta lo que ha visto y los divide en dos grupos, uno liderado por Euríloco y otro por él mismo. Tras echarlo a suertes, se decide que sean los primeros quienes exploren el lugar, así que abandonan la playa y se internan en la isla. Es entonces cuando se encuentran con una maravilla: el palacio de Circe, un lugar espléndido y lleno de fieras exóticas que encierra un terrible secreto. A lo lejos, se oye la dulce voz de la hechicera.

 

ερον δ ν βήσσσι τετυγμένα δώματα [Κίρκης

ξεστοσιν λάεσσι, περισκέπτ ν χώρ:

μφ δέ μιν λύκοι σαν ρέστεροι δ [λέοντες,

τος ατ κατέθελξεν, πε κακ φάρμακ [δωκεν.

οδ ο γ ρμήθησαν π νδράσιν, λλ [ρα τοί γε

ορσιν μακρσι περισσαίνοντες νέσταν.

ς δ τ ν μφ νακτα κύνες δαίτηθεν [όντα

σαίνωσ, αε γάρ τε φέρει μειλίγματα θυμο,

ς τος μφ λύκοι κρατερώνυχες δ [λέοντες

σανον: το δ δεισαν, πε δον αν [πέλωρα.

σταν δ ν προθύροισι θες [καλλιπλοκάμοιο,

Κίρκης δ νδον κουον ειδούσης π καλ,

στν ποιχομένης μέγαν μβροτον, οα [θεάων

λεπτά τε κα χαρίεντα κα γλα ργα [πέλονται.

(Od. X, 210-223)

 

 

Encontraron en un valle, en un lugar visible, la casa de Circe, construida en piedra pulida. A su alrededor había lobos salvajes y leones, a los que ella misma transformó cuando les dio el maligno brebaje. No atacaron a mis hombres, sino que entonces, moviendo sus colas, se alzaron. Como cuando alrededor de un soberano que abandona un banquete los perros lo halagan moviendo la cola, pues siempre les lleva restos para calmar el hambre, así a su alrededor los lobos de fuertes garras y los leones movían la cola. Pero tuvieron miedo, puesto que los vieron como terribles bestias. Se colocaron en las puertas de la diosa de hermosas trenzas y dentro escucharon a Circe cantando con hermosa voz mientras trabajaba en un divino y extenso tejido, como suelen ser de finos, hermosos y brillantes los trabajos de las diosas.

 

Circe, de Wright Barker (1889)
Animados, los compañeros de Ulises llaman a la mujer, que los recibe con los brazos abiertos. El único que sospecha de sus malas intenciones es Euríloco: hay algo en ella que le da mala espina, aunque no sepa por qué. Y el tiempo le da la razón. Además de comida y bebida, Circe les ofrece un bebedizo que les hace olvidar su hogar, su propósito. Pero no solo eso: con su magia, los transforma en cerdos. Este pasaje es estremecedor: los hombres de Ulises ya no tienen forma humana, pero conservan su mente y son conscientes de que han sido víctimas de la magia de Circe.

 

εσεν δ εσαγαγοσα κατ κλισμούς τε [θρόνους τε,

ν δέ σφιν τυρόν τε κα λφιτα κα μέλι [χλωρν

ον Πραμνεί κύκα: νέμισγε δ σίτ

φάρμακα λύγρ, να πάγχυ λαθοίατο [πατρίδος αης.

ατρ πε δκέν τε κα κπιον, ατίκ [πειτα

άβδ πεπληγυα κατ συφεοσιν έργνυ.

ο δ συν μν χον κεφαλς φωνήν τε τρίχας [τε

κα δέμας, ατρ νος ν μπεδος, ς τ [πάρος περ.

ς ο μν κλαίοντες έρχατο, τοσι δ Κίρκη

πάρ ῥ᾽ κυλον βάλανόν τε βάλεν καρπόν τε [κρανείης

δμεναι, οα σύες χαμαιευνάδες αἰὲν [δουσιν.

 

(Od. X, 233-243)

 

 

Tras hacerlos entrar, los sentó en sillones y tronos, y les ofreció queso y harina de cebada, y mezcló miel verde con un vino de Pramno. Mezcló con la comida brebajes perniciosos para que se olvidaran por completo de su tierra patria. Cuando se los dio y bebieron, al punto, tras golpearlos con su vara, los encerró en las pocilgas. Tenían la cabeza y la voz y los pelos y la figura de los cerdos, pero su mente no había cambiado. Así, ellos, encerrados, lloraban, y Circe les echaba para alimentarlos bellotas y hayucos y el fruto del conejo, como los que los cerdos que duermen en el suelo acostumbran a comer.

Circe ofreciéndole la copa a Ulises, de
John William Waterhouse (1891)
No es, por cierto, la única vez que Circe utiliza sus poderes para convertir a alguien en una bestia. Ovidio, en sus Metamorfosis, nos cuenta, por ejemplo, que la hechicera había transformado a la joven Escila en un monstruo —la parte inferior de su cuerpo estaba formada por varios perros, muy fieros y de hambre insaciable— a causa de sus amores. Y es que el joven Glauco la quería, por lo que había rechazado a Circe… y a la maga eso no le sentó muy bien. Algo parecido sucedió con el rey Pico, que, enamorado de otra mujer, terminó convertido en pájaro.

Pero volvamos a la Odisea. Después de lo ocurrido en el palacio, Euríloco regresa a donde están las naves y se lo cuenta a sus compañeros. Por supuesto, Ulises no puede quedarse de brazos cruzados: pese a las advertencias del hombre se pone en camino para salvar a su tripulación. De camino, se le aparece Hermes para ayudarlo. El mensajero de los dioses le repite lo que Euríloco ha relatado y, además, le indica cómo puede vencer a Circe.

 

«τεύξει τοι κυκε, βαλέει δ ν φάρμακα [σίτ.

λλ οδ ς θέλξαι σε δυνήσεται: ο γρ [άσει

φάρμακον σθλόν, τοι δώσω, ρέω δ [καστα.

ππότε κεν Κίρκη σ λάσ περιμήκεϊ [άβδ,

δ τότε σ ξίφος ξ ρυσσάμενος παρ [μηρο

Κίρκ παξαι, ς τε κτάμεναι μενεαίνων.

δέ σ ποδείσασα κελήσεται ενηθναι:

νθα σ μηκέτ πειτ πανήνασθαι θεονήν,

φρα κέ τοι λύσ θ τάρους ατόν τε [κομίσσ:

λλ κέλεσθαί μιν μακάρων μέγαν ρκον [μόσσαι,

μή τί τοι ατ πμα κακν βουλευσέμεν [λλο,

μή σ πογυμνωθέντα κακν κα νήνορα [θή».

(Od. X, 290-301)

 

 

«Te preparará un brebaje y echará el bebedizo en la comida. Pero ni así podrá hechizarte, pues no lo permitirá el buen remedio que voy a darte. Te explicaré cada paso. Cuando Circe se te acerque con su larga vara, entonces tú, tras desenvainar tu afilada espada al lado de tu muslo, lánzate sobre ella como deseando vehementemente matarla. Acobardándose un poco, te invitará a que te acuestes con ella. Entonces no rechaces el lecho de la diosa para que libere a tus compañeros y a ti mismo te muestre hospitalidad. Pero ordénale que pronuncie el gran juramento de los bienaventurados de que no planeará ninguna otra calamidad contra ti para que, cuando estés desnudo, no te traiga un mal y te quite la hombría».

Circe devuelve la forma humana a los compañeros de Ulises, de
Giovanni Battista Trotti (ca. 1610)

Aparte de eso, le entrega una planta especial llamada moly para que Ulises no caiga en el hechizo de Circe. A partir de ese momento, al héroe todo le resulta mucho más sencillo: al proceder como el dios le ha aconsejado —utiliza la planta para evitar la transformación y amenaza a Circe con matarla—, la maga se rinde y le ofrece su lecho. Ulises acepta cuando ella rompe el hechizo de sus compañeros. A partir de entonces, se convierte en una valiosa aliada para el héroe griego: es ella quien le explica cómo bajar al Hades para encontrar el alma de Tiresias, uno de los adivinos más célebres de la mitología clásica, y preguntarle por el camino de regreso a su hogar; es ella quien le indica los pasos que ha de seguir cuando haga la ofrenda a los muertos. También es ella quien le advierte sobre las sirenas y le dice lo que debe hacer si quiere escuchar su bello y terrible canto, quien le señala los posibles caminos que lo aguardan: el de las rocas Simplégades, que se cerraban cuando pasaban los barcos y los aplastaban, y el de Escila y Caribdis —de las que os hablé aquí—. Asimismo, le cuenta que, cuando pase por la isla del Sol, debe respetar sus rebaños.

Antes de ir al Hades y partir de nuevo hacia Ítaca, Ulises permaneció un año en el palacio de Circe —de hecho, tuvo hijos con ella, cuyo número varía según las tradiciones—. Sin embargo, el destino del héroe era volver a casa: la añoranza de su hogar hizo que emprendiera de nuevo el camino. Para ello, como acabamos de ver, el vasto conocimiento de Circe fue fundamental.

El poder absoluto: el conocimiento

© DiC Entertainment y Tokyo Movie Shinsha (TMS) 1981

¿Cómo se traslada el episodio de Circe al anime de Ulises 31? Como siempre, con referencias al mito original, pero con ciertos cambios que obedecen al objetivo de la serie, a cómo se configura ese nuevo Ulises del futuro.

Antes de entrar en materia, sin embargo, voy a hacer un breve resumen del episodio para refrescaros la memoria. El capítulo comienza con la voz de Circe llamando a Ulises: lleva mucho tiempo esperándolo. Ambos, de alguna forma, son iguales y ella quiere compartir con él el trono del universo, ya que es el único mortal digno de ello. Sin embargo, el héroe está lejos de imaginar lo que le espera: al mando de su nave, piensa que está ya cerca del Hades, adonde debe ir si quiere salvar a su tripulación y regresar a casa. La travesía sigue sin contratiempos hasta que, de repente, tanto él como Telémaco y Thais son víctimas de un extraño encanto que los duerme. El único que permanece despierto es Nono, inmune a esa suerte de magia, que comienza a llamarlos desesperado. Es él quien ve cómo, de pronto, el viaje se trunca: una fuerza arrastra la nave hacia el planeta de Eea, se lleva a los compañeros de Ulises y los hipnotiza. Ese alguien, por supuesto, es la hechicera Circe, que de esa forma quiere cumplir con su sueño: construir una inmensa torre que albergue todo el conocimiento del universo, una enorme biblioteca llena de saber.

© DiC Entertainment y Tokyo Movie Shinsha (TMS) 1981

Para ello, transforma a los compañeros de Ulises en sus esclavos. Ahora ya no tienen forma humana, sino de animales, y continúan construyendo la torre, unidos a todos aquellos que habían caído antes en las garras de Circe. Ulises, por su parte, despierta y ve que se encuentra en un lugar desconocido. Mientras comienza a explorar ese nuevo entorno, se encuentra con un hombre que, aterrorizado, le desvela su identidad —se trata del capitán de una nave que viajó hasta el planeta, el único de su tripulación que logró escapar— y le advierte sobre Circe: su ambición no conoce límites y quiere incluso superar a los dioses. Como Ulises se dispone a ir a su encuentro, el hombre le indica que pase por una cascada protectora: sus aguas lo inmunizarán contra los sortilegios de su enemiga.

Cuando llega a la torre, acompañado de un Nono asustado que ha sido testigo de cómo sus compañeros eran hechizados, Ulises se enfrenta a Circe, quien, nada más reconocerlo, cura las heridas que le inflige durante la lucha, le dice que lo estaba esperando y le propone un trato: está dispuesta a liberar a todos sus esclavos si el héroe accede a quedarse con ella. Asimismo, les hablará sobre el Hades para que puedan regresar a casa. Ulises acepta permanecer allí y compartir el conocimiento con la mujer. Sin embargo, alguien decide impedírselo: Hermes, bibliotecario de Circe, que en realidad es un espía de los dioses y se revela como el hombre que advirtió a Ulises sobre la maga. Trata de engatusar a los antiguos esclavos de Circe, diciéndoles que solo él puede liberarlos; no obstante, Ulises se mantiene firme en sus convicciones y se enfrenta a Hermes mientras este intenta destruir la torre del conocimiento. Además, el espía le roba una cinta de vídeo con información sobre el Hades que la hechicera le proporciona para ayudarlo en su viaje de vuelta. Al final, esta consigue expulsar a Hermes de su planeta, pero hay algo que no puede evitar: la ruina de su torre, que apenas se mantiene en pie, y la ira de los dioses, que se cierne sobre ella. Ulises logra escapar con una promesa: no la olvidará nunca. El episodio termina con una Circe derrotada que ha de someterse al juicio divino, ya que nadie debe entregar la sabiduría de los dioses a un ser humano.

© DiC Entertainment y Tokyo Movie Shinsha (TMS) 1981

Hay varias cosas que comentar con respecto al episodio. Para empezar, voy a referirme a la propia Circe, que comparte ciertos rasgos con la hechicera de la mitología, aunque entre ambas también haya diferencias. Lo primero que tienen en común es su vasto conocimiento, esa sabiduría que ayuda a Ulises en su viaje —pese a que, en el caso del anime, el intento de ofrecerle conocimiento se frustre por culpa de Hermes—. Circe sabe mucho de muchas cosas: en la Odisea, sobre el ritual que el héroe griego debe llevar a cabo para obtener información a las puertas del Hades, los peligros que entrañan las sirenas, las diferentes rutas que pueden seguirse desde su isla, Eea, y los obstáculos que se erigen en cada una; en el anime, además de lo mucho que ha podido recopilar en su biblioteca, tiene información sobre cómo llegar al Hades —al igual que en la obra homérica—. No obstante, ese conocimiento es diferente. La Circe original, emparentada con los dioses, no pretende superarlos, no comete un acto de hýbris, concepto del que hemos hablado bastante en el blog. La de Ulises 31 sí. Ampliar su biblioteca y construir la torre es un acto de rebeldía y de ambición: quiere llegar a lo más alto, incluso a lugares que no le están permitidos, de ahí su castigo final.

© DiC Entertainment y Tokyo Movie Shinsha (TMS) 1981

Sin embargo, esta hýbris no es negativa. En los mitos, quienes cometen esta falta reciben su merecido porque no asumen su lugar en el mundo y ansían algo más. No obstante, en el caso de la Circe de Ulises 31, no se nos muestra que haya recibido su merecido por su atrevimiento. En este sentido, se nos aparece más bien como una igual de Ulises: ambos luchan contra los dioses, contra ese poder establecido y autoritario que lo controla todo —o se cree con derecho a hacerlo—. No solo la inteligencia une a ambos personajes, también ese afán por alcanzar sus metas aunque lo tengan todo en contra. Circe, por desgracia, se queda en el camino, pero Ulises es su esperanza: no solo no se olvidará de ella, sino que logrará volver a casa.

Creo que el resto de cambios que vemos en Circe obedecen a esa identificación entre ella y el protagonista de la serie: lo está esperando, anhelando compartir su sabiduría con él; Ulises no tiene que amenazarla para conseguir sus objetivos. Todo lo que la hechicera le ofrece es fruto de su amor y su admiración. En la Odisea, la maga sabe que el héroe llegará a su palacio algún día porque así se lo han comunicado los dioses y también le da información, pero una vez que el hombre le indica que está dispuesto a acabar con su vida si no libera a sus compañeros —que, por cierto, en un guiño a la obra homérica, en la serie también se convierten en cerdos, solo que sin esa conciencia de sus males que les atribuye el poeta griego y que tan conmovedora resulta—. Por otro lado, a diferencia del Ulises del anime, que debe marcharse aunque estuviera dispuesto a quedarse en el planeta de la maga, el de la Odisea sí permanece en su palacio hasta que la nostalgia le mordisquea el corazón.

© DiC Entertainment y Tokyo Movie Shinsha (TMS) 1981

¿Y qué hay de Hermes? Al igual que sucede con Circe, también presenta ciertos cambios, aunque en cierto modo mantiene la esencia del dios griego. No en vano el Hermes de la serie es engañador e ingenioso, como el de la mitología, que hace gala de su astucia en numerosas historias. En el anime, le miente a Ulises, le miente a Circe, y consigue que ambos crean en él; también trata de ganarse a los antiguos esclavos de la hechicera para que esta caiga en desgracia. Por tanto, en este caso, vemos que tiene un punto perverso como representante del poder divino, esa autoridad que nadie debe contravenir. Incluso las advertencias que le hace a Ulises tienen una finalidad poco clara: ¿de verdad pretende ayudarlo o con ellas busca que el héroe se enfrente a la maga, cuyas intenciones para con él son buenas? En la Odisea, desde luego, busca serle útil, no perjudicarlo. Sus consejos se conservan en el anime, aunque con esas intenciones confusas y algún pequeño cambio: el moly, esa planta tan útil, es sustituido por una cascada que inmuniza contra los sortilegios.

En este Hermes que finge ser un inocente bibliotecario y un desgraciado comandante espacial vemos, de nuevo, la lucha entre el bien y el mal, entre el héroe y ese poder superior que pretende aplastarlo: al final, como representante de esos dioses un tanto caprichosos —rasgo que comparten con los originales de la mitología grecolatina—, es derrotado por Ulises, que encarna al hombre valiente y bondadoso que no se rinde jamás. Por cierto, en este caso, su inteligencia, su sabiduría, su ingenio son positivos: al igual que sucede con Circe, constituyen una forma de rebeldía y no una señal de maldad, como a veces eran vistos en la Antigüedad.

 

Con esto, termino por hoy. 😊 ¡Espero que os haya gustado la entrada! En el futuro, seguiré volviendo a Ulises 31 para ver de qué forma se adaptan otros mitos y capítulos de la Odisea. Dicho esto, os espero dentro de unos días con una nueva reseña. ¡Hasta entonces! No sabéis lo que me alegra estar de vuelta. 🤗

 

Bibliografía

Como siempre, os dejo aquí una lista de las referencias que he utilizado para escribir la entrada. 😊

Grimal, Pierre (1981). Diccionario de mitología griega y romana (trad. de Francisco Payarols), Barcelona: Paidós.