sábado, 27 de marzo de 2021

Reseña: El diario gatuno de Junji Ito: Yon y Mû

Junji Ito es, sin duda, uno de los maestros del manga de terror. Gracias a su imaginación sin límites, es capaz de volver espeluznante cualquier situación cotidiana y de inventar las peores pesadillas que puedan venirnos a la cabeza. Y es precisamente por eso, por su buen hacer a la hora de sorprender —e inquietar— a sus lectores, por lo que sus mangas tienen tanto éxito. En España, podemos disfrutar de muchos de sus títulos gracias a Tomodomo —que ha traído, entre otras obras, la maravillosa Aula demoníaca— y, sobre todo, a ECC, que se ha encargado de publicar la mayoría de sus historias: Black paradox, Las caprichosas maldiciones de Sôichi, Relatos terroríficosEn el blog de Otaku Center, hablé hace algún tiempo de Frankenstein e Indigno de ser humano, en las que Junji Ito nos ofrece su peculiar visión de estas dos grandes obras de la literatura universal, manteniendo la esencia de ambas, pero aportando ese toque suyo tan particular.

El manga del que os voy a hablar hoy, sin embargo, es un poco diferente. No encontramos en él muertos que han revivido, extrañas criaturas de pesadilla, maldiciones o crímenes. Y, a pesar de ello, Junji Ito sigue fiel a su estilo y a su manera de contar. Me estoy refiriendo a El diario gatuno de Junji Ito: Yon y Mû, manga publicado en España por Tomodomo en el que el autor plasma en viñetas algunas de las anécdotas que ha vivido con sus gatos. Una obra muy divertida que se lee en un suspiro y deja buen sabor de boca. ¡Empezamos! 😊

Cuando los gatos de rostro diabólico llegaron a casa

«¿Tú eres más de perros o gatos?». Esa pregunta, tan inocente en apariencia, es la que cambia por completo la vida de J., álter ego del autor, justo cuando se dispone a empezar una nueva vida con su prometida. Ha comprado una casa nueva y preciosa en la que todo está impecable y piensa que, a partir de entonces, su día a día será más o menos tranquilo. Pero nada más lejos de la realidad… Porque su novia quiere traerse a uno de los gatos que hay en casa de sus padres, Yon, el animal de rostro diabólico del que J. tanto ha oído hablar. Y, por si fuera poco, para que no se sienta solo su prometida decide comprar otro gatito sobre el que le ha hablado una amiga.

© Junji Ito 2009.

A J. no le gustan demasiado los gatos, pero no opone ningún tipo de resistencia. De repente, sin poder hacer nada para evitarlo, se encuentra montando una torre para gatos y pegando en las paredes de su casa un plástico antiarañazos. Lo que no sabe es que Yon y Mû no solo irán conquistando cada rincón de su vivienda, sino también de su corazón.

El diario gatuno de Junji Ito: Yon y Mû es una historia sobre cómo nos adaptamos a los cambios, aunque al principio nos cueste o nos parezca que son para mal. Todo aderezado con ese humor tan particular del que Junji Ito siempre hace gala en sus mangas, por muy espeluznantes que puedan ser.

Vivir los cambios: J. y sus mascotas

© Junji Ito 2009.

A lo largo de El diario gatuno de Junji Ito, vemos cómo evoluciona, poco a poco, la relación entre J. y sus dos inesperados inquilinos. Y es que el protagonista no puede resistirse a los encantos de Yon y Mû, aunque a veces no le hagan caso e incluso rechacen sus muestras de cariño. Pero si hay algo por lo que J. se caracteriza es porque nunca se rinde en lo que respecta a sus dos gatos, y esa perseverancia le permite ganarse, poco a poco, algo de su confianza.

A través de varios capítulos breves, Junji Ito nos permite asomarnos al día a día de sus personajes. Este es uno de los puntos positivos del manga: el hecho de que la historia se desarrolle en pequeñas píldoras de humor la hace mucho más disfrutable. Cuando terminamos uno de los capítulos, no podemos sino preguntarnos a qué se enfrentará J. en el siguiente y queremos leer más. Encontramos todo tipo de situaciones entre sus páginas: desde la incertidumbre que sentimos cuando llega una mascota nueva a casa y no sabemos qué tal nos irá hasta la angustia que nos atenaza cuando desaparece y somos conscientes de que tal vez no volvamos a verla. Sin olvidar, por supuesto, todos los buenos momentos que vivimos en su compañía.

© Junji Ito 2009.

Junji Ito, además, nos lo cuenta todo de una manera muy especial. Aunque El diario gatuno de Junji Ito es una obra fundamentalmente cómica, su autor deja en sus viñetas la huella de lo espeluznante, de lo sobrenatural. La cotidianeidad se fusiona con ciertos toques de terror: los gatos se transforman en misteriosas presencias inquietantes que apenas se ven de reojo, adquieren formas extrañas cuando el protagonista pasa una noche en vela, se convierten en pesadillas y maldiciones en sus pensamientos… Esa mezcla le da un toque único al manga y contribuye a reforzar el humor tan peculiar que lo caracteriza. 

Lo grotesco para despertar carcajadas: el dibujo de Junji Ito

© Junji Ito 2009.

El dibujo de Junji Ito es, en El diario gatuno de Junji Ito, tan personal como siempre. ¿Para qué cambiarlo, si funciona a la perfección en una historia humorística? De hecho, es uno de los puntos fuertes del manga. No son solo las propias situaciones cómicas las que nos hacen reírnos —a veces, porque nos sentimos identificados si hemos tenido gatos o conocemos a alguien que los tiene—, sino también la forma en la que Junji Ito nos las presenta. Las muecas siniestras, los rostros sin pupilas, los gestos exagerados, la disposición de los dibujos para destacar lo terrorífico… Todo lo que en otro título le habría servido al mangaka para volver aún más inquietante la historia —o para introducir alguna nota de humor en sus pesadillas gráficas— aquí se utiliza con el único objetivo de divertir. Y con mucho acierto, además. Merece una mención especial la expresividad de la que dota a los gatos protagonistas, sobre todo a Yon. Junji Ito sabe cómo transmitirnos sus sentimientos en cada momento: sus ansias por huir de casa, su envidia cuando ve la cantidad de comida que le han servido a su compañero, su enfado cuando ocurre algo que no le gusta…

 

Con esto termino la reseña de hoy. 😊 ¡Espero que os haya gustado y que disfrutéis de El diario gatuno de Junji Ito si no lo habéis hecho aún! Por mi parte, como siempre, os espero dentro de unos días con una nueva entrada sobre manga y mundo clásico. ¡Hasta entonces!

Y prometo darle cierta regularidad al blog en cuanto pueda. 😅


miércoles, 17 de marzo de 2021

Manga y mundo clásico: el monstruo del violonchelo

Algunos mangakas saben muy bien cómo llegar al corazón de sus lectores por su sensibilidad a la hora de contar una historia, por los personajes tan emotivos que crean, por las ideas que plasman en sus páginas. Y Hozumi lo consigue, sin duda. Es una de mis autoras favoritas y, de momento, todos los títulos que nos han llegado a España gracias a Milky Way han conseguido emocionarme. Sayonara sorcier, La víspera de la boda, La posada de los objetos perdidos… Y, por supuesto, Mi Giovanni, la obra de la que os voy a hablar hoy. 😊 Si no conocéis a Hozumi y queréis saber un poco más de ella, podéis leer aquí la entrada que le dediqué hace un tiempo en el blog de Otaku Center.

Mi Giovanni, concretamente, es una obra muy especial. Nos habla de la pasión por la música, del miedo al fracaso, de lo mucho que a veces cuesta alcanzar nuestros sueños… de las consecuencias que eso puede tener en una amistad. Hozumi lo plasma todo en la historia de Tetsuo, un apasionado del chelo que acaba de ganar un concurso, e Ikumi, un náufrago que llega de repente al pueblo en el que Tetsuo vive. De pronto, Tetsuo encuentra un compañero con el que aliviar su soledad y compartir lo que más le gusta: la música. Sin embargo, las cosas no salen como espera e Ikumi no se vuelve un amigo, sino un rival. 

© Hozumi, 2016.

Mi Giovanni no es como otros de los títulos de los que os he hablado en la sección de manganime y mundo clásico. No transcurre en el mundo de los dioses de la Antigüedad, como Olympus no Pollon u Olympos; sus personajes no reviven un mito clásico, como en La ventana de Orfeo; en sus páginas no se recupera un antiguo pasado para ofrecernos una nueva visión al respecto, como en Mazinger Z. De hecho, la presencia de la cultura grecolatina es muy sutil y se limita a una referencia muy concreta en un momento determinado del manga. Pero dicha referencia me parece interesante porque contribuye a la construcción de uno de los personajes y, según creo, le da una nueva dimensión de la historia. En las páginas de Mi Giovanni se menciona a Caribdis, un terrible monstruo de la mitología, para equipararlo a Ikumi. Y de eso quiero hablaros hoy. 😊 ¡Por cierto! Si no habéis leído el manga pero os gustaría hacerlo, podéis deteneros aquí: es posible que haya spoilers de la trama. Siempre podéis volver cuando hayáis terminado la historia. 😊 Dicho esto, y sin más dilación, ¡empezamos!

El terror de los marineros

Son bastantes los héroes de la cultura clásica que tuvieron que hacer frente a Caribdis en sus viajes, y todos lo hicieron con las mismas inseguridades y el mismo miedo. Y es que este monstruo, al que se ubica tradicionalmente en el estrecho de Mesina, suponía un gran peligro para cualquier nave que se atreviese a navegar en sus inmediaciones. En otro tiempo, Caribdis había sido una ninfa a la que Zeus castigó por varias razones, según la versión que se consulte. Algunas dicen que ya en vida se había caracterizado por una gran voracidad que la había llevado incluso a robarle a Hércules algunos animales de los rebaños que el héroe le había quitado a Gerión, un monstruo con tres cuerpos, en el décimo de sus doce trabajos. Otras sostienen, sin embargo, que Caribdis había inundado ciertas tierras para complacer a su padre, Poseidón.

El resultado final fue el mismo, escojamos la versión que escojamos: Caribdis terminó transformada en un monstruo que absorbía el agua del mar y se tragaba todo lo que había en ella, barcos y marineros incluidos, para luego devolverlo todo. Así nos la describe Homero en la Odisea, y pone en palabras de Circe, la hechicera con la que Ulises pasó un tiempo, los horrores que Caribdis provocaba:

 

τν δ τερον σκόπελον χθαμαλώτερον ψει, [δυσσε.

πλησίον λλήλων: καί κεν διοϊστεύσειας.

τ δ ν ρινες στι μέγας, φύλλοισι [τεθηλώς:

τ δ π δα Χάρυβδις ναρροιβδε μέλαν [δωρ.

τρς μν γάρ τ νίησιν π ματι, τρς δ [ναροιβδε

δεινόν: μ σύ γε κεθι τύχοις, τε [οιβδήσειεν:

ο γάρ κεν ύσαιτό σ πκ κακο οδ [νοσίχθων.

λλ μάλα Σκύλλης σκοπέλ πεπλημένος [κα

να παρξ λάαν, πε πολ φέρτερόν στιν

ξ τάρους ν νη ποθήμεναι μα πάντας.

 

 (Od. XII, 101-110)

 

 

 

Verás otro escollo más bajo, Odiseo, cerca del primero, y podría alcanzarse con un tiro de flecha. En este hay una gran higuera, frondosa; bajo el mismo, la divina Caribdis sorbe ruidosamente las aguas sombrías. Tres veces al día las vomita, tres veces las sorbe terriblemente. No estés allí cuando las sorba, pues de la desgracia no podría salvarte ni el que sacude la tierra [Poseidón]. Por el contrario, pegado al escollo de Escila, rápidamente conduce la nave, pues es mucho mejor echar de menos a seis compañeros en la nave que a todos juntos.

 

Pese a los consejos de Circe para emprender el viaje de regreso, y aunque la primera vez Ulises pudo evitar a la terrible Caribdis, su viaje no estuvo exento de peligros. Había otro monstruo en el estrecho de Mesina, como acabáis de leer: Escila. Una mujer que tenía en la parte inferior de su cuerpo seis perros que todo lo devoraban. Ulises eligió el mal menor: sacrificar a unos pocos de sus hombres a cambio de sobrevivir a Caribdis.

 

μες μν στεινωπν νεπλέομεν γοόωντες:

νθεν μν Σκύλλη, τέρωθι δ δα Χάρυβδις

δεινν νερροίβδησε θαλάσσης λμυρν [δωρ.

τοι τ ξεμέσειε, λέβης ς ν πυρ πολλ

πσ ναμορμύρεσκε κυκωμένη, ψόσε δ [χνη

κροισι σκοπέλοισιν π μφοτέροισιν [πιπτεν:

λλ τ ναβρόξειε θαλάσσης λμυρν [δωρ,

πσ ντοσθε φάνεσκε κυκωμένη, μφ δ [πέτρη

δεινν βεβρύχει, πένερθε δ γαα φάνεσκε

ψάμμ κυανέη: τος δ χλωρν δέος ρει.

μες μν πρς τν δομεν δείσαντες λεθρον:

τόφρα δέ μοι Σκύλλη γλαφυρς κ νης [ταίρους

ξ λεθ, ο χερσίν τε βίηφί τε φέρτατοι [σαν.

 

 (Od. XII, 234-246)

 

 

 

Navegábamos por el estrecho, lamentándonos. A un lado, Escila; al otro la divina Caribdis sorbía terriblemente las saladas aguas del mar. Cuando las vomitaba, como una caldera en el fuego, toda ella borboteaba mucho, revolviéndose; hacia arriba la espuma caía sobre lo alto de ambos escollos. Pero, cuando sorbía las saladas aguas del mar, se mostraba toda agitada en su interior. Alrededor, la roca rugía terriblemente; en el fondo se veía la tierra azulada mezclada con la arena. De los míos se apoderó el pálido miedo. Mirábamos hacia ella, temiendo la muerte. Entretanto, Escila me arrebató de la cóncava nave a seis compañeros, que eran los mejores por sus manos y su fuerza.

 

No obstante, la segunda vez que Ulises terminó en el estrecho de Mesina no pudo escapar. Caribdis se tragó su nave y él sobrevivió porque había conseguido agarrarse a una higuera que crecía en la entrada de una gruta cercana.

Odiseo luchando contra Escila y Caribdis,
de Heinrich Füssli (1794-1796).

De todas formas, Ulises no es el único héroe que tuvo problemas con Caribdis. También Jasón, en su viaje de regreso a su tierra tras conseguir el vellocino de oro, pudo haber encontrado la perdición en el estrecho de Mesina. Sin embargo, tuvo suerte: Hera, protectora del héroe, le pidió a la nereida Tetis que ayudara a los Argonautas. Así nos lo cuenta Apolonio de Rodas en sus Argonáuticas:

 

μηδ σύγ ἠὲ Χάρυβδιν μηχανέοντας άσς

σβαλέειν, μ πάντας ναβρόξασα φέρσιν,

ἠὲ παρ Σκύλλης στυγερν κευθμνα [νέεσθαι,

Σκύλλης Ασονίης λοόφρονος, ν τέκε [Φόρκυι

νυκτιπόλος κάτη, τήν τε κλείουσι Κράταιιν,

μή πως σμερδαλέσιν παΐξασα γένυσσιν

λεκτος ρώων δηλήσεται. λλ χε να

κεσ, θι περ τυτθή γε παραίβασις σσετ [λέθρου.

(A.R. Argonautica, IV, 825-832)

 

 

 

Y no permitas que se introduzcan, ignorantes, en Caribdis, no sea que, tragándoselos, se los lleve a todos; ni que pasen al lado del horrible escondrijo de Escila, la funesta Escila de Ausonia, a quien dio a luz para Forco la noctívaga Hécate, a la que llaman Crateis, no sea que, arrojándose con sus terribles fauces, mate a los escogidos de entre los héroes. Por el contrario, mantén la nave allí donde haya una salida de la desgracia, aunque sea pequeña.

 

 

De esa forma, Jasón y los suyos lograron escapar del peligro, tal y como narra Apolodoro en su Biblioteca:

 

μετ δ τς Σειρνας τν ναν Χάρυβδις ξεδέχετο κα Σκύλλα κα πέτραι πλαγκταί, πρ ν φλξ πολλ κα καπνς ναφερόμενος ωρτο. λλ δι τούτων διεκόμισε τν ναν σν Νηρηίσι Θέτις παρακληθεσα π ρας.

 

(Apollod. Bibliotheca, I.9, 25)

 

 

 

Después de las sirenas, aguardaban a la nave Caribdis y Escila y las Rocas Errantes, sobre las cuales se veía, elevándose, mucho fuego y humo. Pero a través de estas guio a la nave Tetis con las Nereidas, puesto que Hera se lo había pedido.

 

Y estos son solo algunos ejemplos. En la Eneida, Virgilio también nos habla de Caribdis y Escila, a las que Eneas y los suyos decidieron evitar durante su travesía. 

Caribdis significa, por tanto, la perdición. Esa voracidad que algunas versiones le atribuían antes de transformarse en monstruo la llevó, después del castigo divino, a tragárselo todo, a destruirlo todo. Y es ese rasgo el que aparece en Mi Giovanni asociado al personaje de Ikumi.  

Cuando Caribdis aprendió a tocar el violonchelo

© Hozumi, 2016.

La primera persona que compara a Ikumi con Caribdis es Yuriko, Lily, una importante violonchelista que pasa algunas temporadas en casa de Tetsuo. El talento que Ikumi posee es innegable: con apenas unos días de práctica y después de que Tetsuo le enseñe lo más básico, es capaz de interpretar algunas piezas increíblemente difíciles. Y precisamente es esa habilidad la que complica la relación entre los dos chicos: Ikumi parece haberse tragado, igual que Caribdis hacía con los barcos, los sueños y las ilusiones de su amigo, pero sin devolvérselos. El día que interpreta una pieza para Tetsuo simplemente como una muestra de afecto hacia él lo decide todo. Tetsuo siente que Ikumi le ha arrebatado su música, esa música en la que buscaba sobresalir, sin que pueda hacer nada para remediarlo. Por eso Yuriko lo compara con Caribdis —y con Leviatán—: el chico salió del mar —¡recordad que su barco había naufragado!— y llegó al pueblo de Tetsuo para quedarse con su violonchelo.

© Hozumi, 2016.

Tetsuo, sin embargo, no piensa que Ikumi le haya arrebatado únicamente su pasión. Más adelante, cuando su hermano accede a asesorar a su rival, confiesa que, a veces, tiene la sensación de que este se queda con todo lo que le importa. Ikumi sigue absorbiéndolo todo, con la misma avidez de Caribdis. Tetsuo también lo identifica con el monstruo de la mitología grecolatina cuando regresa a Tokio, después de estudiar en Italia con Yuriko. Pero no está dispuesto a dejarse vencer: como Ulises y otros muchos héroes, quiere sobrevivir, solo que él no va a evitar el peligro. De hecho, aspira a convertirse en el «rayo de Zeus», como él mismo afirma: no basta con ser un héroe, solo un ser divino podría derrotar a alguien con tanto talento.

¿Y qué más «absorbe» Ikumi? El talento y las ganas de los demás violonchelistas, no solo de Tetsuo. Lo vemos cuando los dos protagonistas de Mi Giovanni se presentan a un concurso. Ikumi actúa primero, y eso supone la perdición de los demás. Tras haberlo visto actuar, ninguno de los participantes es capaz de tocar correctamente: los errores se suceden uno tras otro. La actuación de Ikumi «absorbe» su buen hacer y los deja indefensos, como sucedía con los marineros que caían víctimas de Caribdis.

La soledad de Caribdis

© Hozumi, 2016.

Sin embargo, y pese a todo lo que sucede en Mi Giovanni, Ikumi es mucho más que esa Caribdis que los demás le han impuesto. Es cierto que, en un sentido, su talento es, al igual que la condición de monstruo de la ninfa, una especie de castigo: al fin y al cabo, sus habilidades con el violonchelo le arrebatan también cosas que le son muy preciadas. Entre ellas, la amistad con Tetsuo. Caribdis es víctima de su propio poder aterrador, y eso conduce a Ikumi a algo tan terrible como la frustración y la sensación de fracaso de Tetsuo: la soledad. Realmente, lo que buscaba Ikumi era mantener ese vínculo que lo unía a su amigo y estrecharlo mediante el violonchelo y la música, sin saber que sus intenciones le traerían problemas.

Más allá del monstruo al que todos hacen frente, aun a sabiendas de que vencerlo es imposible, hay alguien que necesita amor. El Ikumi-Caribdis no es solo fruto del increíble talento del muchacho —que también—, sino de la percepción que los demás tienen de él como resultado de sus inseguridades, su envidia, sus deseos. Por suerte, a Hozumi aún le queda historia que contar. Tengo muchas ganas de ver cómo evolucionan los personajes y si consiguen o no recuperar la buena relación que tenían, pese a todo.

 

Con esto termino la entrada de hoy. 😊 ¡Espero que os haya gustado y que le deis una oportunidad a Mi Giovanni si no lo habéis hecho ya! Por mi parte, os espero dentro de unos días con una nueva reseña. ¡Hasta entonces!

 

Bibliografía

Como siempre, aquí tenéis las referencias que he utilizado para la entrada. 😊

Grimal, Pierre (1981). Diccionario de mitología griega y romana (trad. de Francisco Payarols), Barcelona: Paidós.