lunes, 31 de mayo de 2021

Reseña: Héroes

Inio Asano es un autor que me fascina. Lo conocí con Nijigahara holograph, un manga que me llamó la atención porque en mi tienda de confianza lo recomendaban muy encarecidamente. Así que lo compré en una feria del libro y lo empecé una tarde tranquila. Recuerdo que le eché un vistazo a la portada, leí la sinopsis… y enseguida descubrí que se trataba de una historia muy diferente a lo que había imaginado. Compleja, oscura… No es, de hecho, la obra que le recomendaría a alguien que quisiera empezar a leer a Asano —creo que en ese caso es mejor Solanin, por poner un ejemplo—, pero consiguió despertar mi curiosidad. Desde entonces, son muchos los títulos que he leído de este mangaka y siempre logra sorprenderme.

Por eso, cuando Norma anunció que iba a publicar Héroes, se fue directo a mi lista de deseos. Ha sido una de mis últimas lecturas y me ha gustado bastante: es un manga distinto dentro de la producción de Asano, pero con el sello inconfundible del autor. Hoy quiero hablaros de él. 😊

El mundo sin Tenebroso

La amenaza del terrible Tenebroso es ya historia. Los héroes han triunfado y han acabado con él para siempre… O eso creen. Porque Tenebroso, antes de ser derrotado, los amenaza con una inquietante afirmación: su alma seguirá entre ellos hasta que todo vuelva a la nada. Aunque sus fatídicas palabras se ciernen sobre los héroes, ninguno les hace caso y se ponen en marcha para regresar a su hogar, dondequiera que esté. Al principio, todo son risas y felicitaciones, pero enseguida empiezan los problemas. El grupo no está tan unido como parecía en un principio. Hay discrepancias sobre el camino que deben seguir. Afloran el rechazo y la ira que habían enterrado en lo más profundo de su ser. Y, poco a poco, algunos de los héroes se ven atraídos por esa oscuridad a la que habían creído vencer.

© Inio Asano 2018.

Héroes no es una historia sobre un viaje épico para derrotar al peor de los enemigos. Inio Asano no quiere contarnos cómo sus personajes, tan variopintos, acabaron con Tenebroso y salvaron su mundo. Héroes nos habla del después, se centra en lo que sucede con los protagonistas de una increíble hazaña cuando todo termina y ya no tienen un objetivo común que cumplir. Os adelanto que la respuesta que Asano da a estos interrogantes no es muy optimista.

¿Dónde está el verdadero mal?

El hecho de que nuestro mangaka decida partir del final de una historia épica para contar la suya propia no es casualidad. Durante su viaje en busca del enemigo más poderoso y malvado, no hay muchas discrepancias entre los héroes. Su meta es más importante que las diferencias que puedan separarlos. Sin embargo, ¿qué queda de esas buenas intenciones cuando la aventura concluye? Ese momento final es mucho más interesante para el mensaje que Inio Asano nos quiere transmitir: que el mundo no se divide tan claramente en un bien y un mal absolutos. Es bastante más complicado. Hay oscuridad en todos nosotros, incluso en quienes se consideran a sí mismos unos salvadores, unos verdaderos héroes. Las citas que sirven de introducción a los capítulos del manga nos advierten de que lo que vamos a encontrarnos no es esa historia de fantasía heroica a la que estamos acostumbrados. Inio Asano parodia el género con un humor ácido que deja traslucir una crítica a nuestra sociedad.

© Inio Asano 2018.

Entre los protagonistas, por ejemplo, hay muchos prejuicios. Hasta entonces se habían obligado a aguantar porque era Tenebroso quien se erigía ante ellos, el mal en estado puro, pero, una vez la amenaza desaparece, solo queda lugar para el desprecio. El aspecto de sus compañeros, sus aficiones, sus costumbres, su manera de hablar… Todo es una excusa para juzgarse los unos a los otros. Esos prejuicios únicamente consiguen agrandar la brecha entre los héroes y separarlos.

Pero no solo eso. Inio Asano también traslada a sus viñetas el egoísmo, la frivolidad, la vanidad. Muchos de los personajes se consideran superiores al resto. Otros prefieren salvarse a sí mismos antes que mirar por el bien de todo el grupo. Hay algún secundario que, incluso, hace referencia a una sociedad en la que no importa la verdad, sino el impacto de los titulares y los escándalos. Son muchos los temas que se tratan en Héroes.

Sin embargo, los protagonistas no solo son verdugos del resto. También son víctimas del mundo en el que viven, que no siempre los aceptó, sino que les causó sufrimiento. Ese fue el motivo que los llevó a embarcarse en su aventura contra Tenebroso, con la esperanza de ofrecer la ayuda que ellos no recibieron en su día. Y aun así caen de nuevo: ni siquiera los adalides del bien con intachables. Ellos mismos, de un modo u otro, son también parte del mal que intentan combatir. Esa verdad que de repente rige sus vidas hace que, en mi opinión, se sientan perdidos: todo aquello de lo que tan seguros habían estado no es cierto. En ese sentido, me parece muy acertado el mecanismo narrativo que utiliza el autor: la historia se repite una y otra vez, con pequeñas diferencias, en un ciclo.

© Inio Asano 2018.

Héroes no es una obra alegre. Las carcajadas que pueden despertar en nosotros determinados personajes y situaciones enseguida se nos congelan en los labios. Pero, pese a todo, es un viaje que merece mucho la pena. Asano sabe muy bien cómo trasladar a sus viñetas esa crítica y esos temas que tanto le interesan y que ya ha tratado en otras de sus obras.

Retorcer la fantasía: el dibujo de Inio Asano

© Inio Asano 2018.

Aunque sus trazos sigan siendo reconocibles, Inio Asano hace gala de un estilo un poco diferente en Héroes. Su punto fuerte, en este caso, es la creación de personajes. El grupo protagonista está compuesto por criaturas muy diferentes entre sí, cada una con su propio diseño. En él encontramos desde humanos aparentemente normales, como Yamamoto, hasta animales antropomorfos y monstruos. Incluso tenemos al típico caballero de brillante armadura. Se trata, por tanto, de un grupo muy diverso que desde el principio resulta paródico. Inio Asano dibuja a sus protagonistas con ese humor tan peculiar que tiene y los retuerce hasta darles la vuelta a los tópicos y, sobre todo, a la idea tradicional que tenemos del concepto de héroe. Esta intención se aprecia también en otros personajes que aparecen en el tramo final de la historia y de los que no os voy a deciros mucho para no destriparos el final. 

¿Y qué hay de Tenebroso? Inio Asano lo convierte en una masa negra, sin apenas forma definida, para que encarne a la oscuridad más absoluta. De ese modo, consigue reforzar el mensaje que quiere transmitir con su manga: muchas veces, el mal no se encuentra en lo que parece representarlo, sino en los lugares más insospechados… y en nuestro interior.

© Inio Asano 2018.

En lo que respecta a la ambientación, Asano logra trasladarnos a un mundo de fantasía típico. Los bosques, las aldeas de estilo medieval y los castillos; las armaduras de algunos personajes… E incluso las criaturas que, de vez en cuando, se dejan ver —goblins malvados incluidos—. Todo nos remite a las historias más épicas. Sin embargo, al igual que en el caso de los personajes, el mundo es una caricatura, una parodia un tanto amarga. El hecho de que se trate de un manga con viñetas bitono le da un toque aún más especial. 

 

Con esto termino la reseña de hoy. 😊 ¡Espero que os haya gustado! Por mi parte, os espero el domingo con una nueva entrada, una muy especial para mí. ¡Hasta entonces!


miércoles, 26 de mayo de 2021

Manga y mundo clásico: la locura de amar a un reflejo

Narciso es un personaje que ha cautivado a artistas y estudiosos durante siglos. Y no es para menos: su historia, tan sugerente, da pie a infinidad de lecturas e interpretaciones. No es de extrañar entonces que haya llamado también la atención de algunos mangakas y, más concretamente, de Hideo Azuma, que no dudó en incluir este mito en Olympus no Pollon. Os he hablado en varias ocasiones de este manga, ¡pero hay tanto que decir sobre él! La relectura que hace su autor de la mitología griega y la manera en que la traslada a sus viñetas es muy interesante. Utiliza el humor para acercarla a sus lectores. La actualiza e incluye en ella elementos de nuestro presente. Y también de la cultura japonesa, claro. Os puse un ejemplo hace unos meses con el mito de Apolo y Dafne. Podéis leer la entrada aquí.

¡Pero hoy es el turno de Narciso! Os adelanto ya que la versión de Hideo Azuma es tan gamberra como el resto de las historias protagonizadas por la pequeña Pollon y su amigo Eros. Además, he encontrado durante la relectura algunos elementos que me apetecía mucho comentar. ¿Me acompañáis? 😊

El muchacho que se enamoró de sí mismo

Seguro que os suena el mito de Narciso. O, al menos, la versión que nos ha llegado a través de Ovidio en sus Metamorfosis. La historia del joven que se enamoró de su reflejo tiene algunas variantes. Una de ellas nos cuenta, por ejemplo, que un muchacho llamado Aminias se había enamorado de él, pero que Narciso lo rechazó. En su soberbia, llegó a enviarle una espada como regalo, con la que el propio Aminias se suicidó ante la puerta de su casa. Eso sí, no sin antes maldecirlo: las cosas no podían quedar así. Fue esa maldición la que hizo que Narciso, cierto día, se descubriera en una fuente, se enamorara con pasión de sí mismo y terminara matándose por la desesperación. El joven muestra una arrogancia que supera los límites impuestos por la divinidad, lo que los antiguos griegos llamaban βρις, ‘hýbris’.

Eco y Narciso, de John William Waterhouse (1903).

Sin embargo, la versión más famosa es, como he dicho antes, la que transmite Ovidio. Es en ella donde encontramos el destino fatal del joven y a un personaje que suele aparecer ligado a él: el de Eco. Una ninfa con el don de la palabra, capaz de entretener a la mismísima Hera cuando su esposo, Zeus, se ausentaba para disfrutar con las ninfas del monte. La diosa, por supuesto, acabó dándose cuenta. Y castigó a Eco. La que un día pudo pronunciar las palabras más hermosas fue condenada a desprenderse de ellas. A partir de entonces, su voz solo pudo repetir las últimas palabras que la ninfa hubiera oído.

Pero volvamos a Narciso. Tal y como nos cuenta Ovidio en el tercer libro de sus Metamorfosis, sobre él pesaba un horrible destino. Su madre, la ninfa Liríope, le preguntó al famoso adivino Tiresias si su hijo llegaría a ser anciano. Estas fueron las palabras del sabio:

 

Enixa est utero pulcherrima pleno

infantem, nymphis iam tunc qui posset [amari,

Narcissumque vocat. De quo consultus, an [esset

tempora maturae visurus longa senectae,

fatidicus vates “si se non noverit” inquit.

 

(Ov. Met. III, 342-346).

 

 

La hermosísima ninfa parió de su útero pleno un niño que ya entonces era digno objeto de amor, y lo llama Narciso. Al consultar sobre él si iba a poder ver los largos tiempos de una vejez plena, el profético vate le dijo: «si no se conoce».

 Narciso creció y se convirtió en un muchacho de gran belleza. Fueron muchos los que se enamoraron de él, aunque el joven siempre se mostró orgulloso e indiferente. Ninguno logró acercarse a su corazón, tal y como señala Ovidio:

 

Namque ter ad quinos unum Cephisius [annum

addiderat poteratque puer iuvenisque videri:

multi illum iuvenes, multae cupiere puellae.

Sed fuit in tenera tam dura superbia forma:

nulli illum iuvenes, nullae tetigere puellae.

 

(Ov. Met. III, 349-353).

 

 

Así pues, el Cefiso había añadido un año a los quince y podía parecer un niño y un joven: a él muchos jóvenes, muchas muchachas lo desearon. Pero (había en su hermosura una soberbia tan dura) ninguno de los jóvenes ni ninguna de las muchachas lo conmovió.

Narciso, de Caravaggio (ca. 1600)

También Eco, como no podía ser de otra forma, se enamoró de él. Lo vio un día mientras el muchacho cazaba y lo siguió. Sin embargo, no pudo expresar sus sentimientos: su castigo tan solo le permitía repetir las palabras que Narciso le decía. Lo único que consiguió fue que el joven la rechazara, como había sucedido con tantos y tantos otros. Eco, sumida en la tristeza, vivió desde entonces en lugares solitarios, en los que su pena terminó consumiéndola hasta que de ella solo quedó la voz, esa voz que repetía sin cesar y que es el origen mitológico del eco, como el propio nombre de la ninfa indica.

Narciso, sin embargo, no quedó indemne. Una de las personas a las que había rechazado lo maldijo y Némesis, la diosa encargada de castigar a quienes pecaban de βρις, escuchó sus plegarias: el muchacho amaría, pero jamás lograría alcanzar ese amor. Eso fue lo que sucedió un día de caza cuando Narciso, cansado y agobiado por el calor, se inclinó sobre una fuente. Ovidio nos cuenta cómo, poco a poco, se descubre a sí mismo y se recrea en su rostro, en su cuerpo:

 

Dumque bibit, visae correptus imagine [formae

spem sine corpore amat: corpus putat esse, [quod unda est,

adstupet ipse sibi, vultuque inmotus eodem

haeret, ut e Pario formatum marmore [signum.

Spectat humi positus geminum, sua lumina, [sidus

et dignos Baccho, dignos et Apolline crines

impubesque genas et eburnea colla [decusque

oris et in niveo mixtum candore ruborem,

cunctaque miratur, quibus est mirabilis ipse.

Se cupit imprudens et qui probat, ipse [probatur,

dumque petit, petitur, pariterque accendit et [ardet.

(Ov. Met. III, 414-424).

 

 

Mientras bebe, arrebatado por el reflejo de la belleza que ve, ama una esperanza sin cuerpo, piensa que es un cuerpo lo que es agua. Se queda atónito consigo mismo e, inmovilizado con la misma expresión, permanece quieto como una estatua hecha de mármol de Paros. Mira, echado en la tierra, el astro doble, sus ojos, sus cabellos dignos de Baco, dignos de Apolo, las mejillas imberbes y el cuello de marfil y la nobleza de la boca, y el rubor mezclado con nívea blancura, y admira todas las cosas por las que él mismo es admirable. Se desea a sí mismo, ignorante, y él mismo alaba y es alabado, mientras busca, es buscado, y a la vez enciende y arde.

Eco y Narciso, de Nicolas Poussin (ca. 1630).

Su amor apasionado se convirtió en locura. Intentó abrazarse, besarse, pero le fue imposible. Su dolor terminó por arrebatarle las fuerzas, y fue en esa fuente donde encontró su fin. No obstante, no estuvo solo: Eco lo vio y lo acompañó en sus últimos momentos:

 

Quae tamen ut vidit, quamvis irata [memorque,

indoluit, quotiensque puer miserabilis [“eheu”

dixerat, haec resonis iterabat vocibus “eheu”;

cumque suos manibus percusserat ille [lacertos,

haec quoque reddebat sonitum plangoris [eundem.

Ultima vox solitam fuit haec spectantis in [undam,

“heu frustra dilecte puer!” totidemque [remisit

verba locus, dictoque vale “vale!” inquit et [Echo.

(Ov. Met. III, 492-499).

 

 

Sin embargo, esta, cuando lo vio, aunque airada y rencorosa, se dolió, y cuantas veces el desgraciado muchacho decía: «¡ay!», ella repetía con su voz resonadora: «¡ay!»; y cuando él golpeaba sus brazos con sus manos ella también reproducía el mismo sonido del golpe. La última palabra del que se contemplaba en la acostumbrada fuente fue: «¡Ay, muchacho querido en vano!», y el lugar le devolvió otras tantas palabras. Y cuando dijo «adiós», «adiós» también dijo Eco.

Al morir, Narciso se transformó en la flor que lleva su nombre.

Por cierto, no a todos los antiguos les convencía esta versión del mito. Pausanias, en su Descripción de Grecia, cuando habla del monte Helicón, nos ofrece otra muy distinta que pretende racionalizar la historia. Según él mismo nos dice, «τοτο μν δ παντάπασιν εηθες, λικίας δη τιν ς τοσοτο κοντα ς π ρωτος λίσκεσθαι μηδ ποόν τι νθρωπος κα ποόν τι νθρώπου σκι διαγνναι:», «esto es absolutamente ridículo, que quien ya ha llegado a una edad tal como para ser dominado por el amor no distinga a un hombre de la imagen de un hombre» (Paus. 9.31.7). A continuación, afirma que, en realidad, Narciso se enamoró de su hermana gemela y, cuando ella murió, encontraba consuelo al verse reflejado en las fuentes, ya que ambos eran exactamente iguales. Era consciente de que estaba viendo su propio reflejo, pero de ese modo podía recordar a la joven.

Narciso… ¿en el colegio?

¿Y qué sucede con Narciso en Olympus no Pollon? Que Hideo Azuma lo actualiza y, sobre todo, le da un toque humorístico a su historia, como suele hacer en sus peculiares adaptaciones de los mitos griegos. Con Pollon de por medio no podía ser de otra manera: ¡la pequeña diosa solo sabe meterse en líos!

© Hideo Azuma 2005.
Los mecanismos que utiliza nuestro mangaka para volver divertido el mito original son muchos. En primer lugar, como ya he dicho, acerca la historia a nuestra actualidad: aunque transcurre en un ambiente mitológico que reconocemos bien —hay bosques ideales, hay templos griegos—, introduce en él nuestro presente. En este caso, a través de una escuela, con sus pupitres, su pizarra… y sus maestros. Dioniso, que también es el director, enseña a sus alumnos a beber alcohol. Poseidón se transforma en un exigente profesor de Educación Física. Afrodita se centra en la asignatura en la que es experta: seducir y resultar atractivo. Por supuesto, ninguno se pone de acuerdo en qué materia es más importante para la educación de los estudiantes, así que el proyecto de escuela termina en desastre.

© Hideo Azuma 2005.

Pero aún hay más. Eco, en Olympus no Pollon, no es esa ninfa incapaz de hablar salvo para repetir las palabras del resto: es una chica especialmente guapa, muy popular entre sus compañeros. Narciso es el chico feo de la clase, quien, por supuesto, suspira por Eco, aunque ella lo rechace. Y es ahí donde surge el conflicto, que empieza cuando Pollon recibe de Afrodita el poder de conceder belleza. Lo que en principio podría ser un don útil y beneficioso para el resto genera problemas en manos de la pequeña diosa, que siempre se ve obligada a aprender de sus errores. Lo mismo ocurre en este episodio: Pollon pretende ayudar a los demás, pero sin pensar en las consecuencias de sus actos, y termina recibiendo una lección que la ayudará a convertirse en una verdadera divinidad.

Cuando Pollon se encuentra con Narciso, terriblemente apenado porque Eco ha rechazado su amor, decide transformarlo en un muchacho bellísimo. De ese modo, cree que podrá evitar su sufrimiento. Sin embargo, Narciso no utiliza su hermosura para alcanzar sus sueños, sino para vengarse. Dolido por todo el daño recibido, se dedica a seducir a las chicas, que caen rendidas a sus pies, para después abandonarlas. Ellas, en su desesperación, se marchan corriendo para llorar a solas con tan mala suerte que siempre terminan chocándose con algo. Una roca gigante, por ejemplo. Así se vuelven feas. Pollon se da cuenta entonces de lo que ha hecho y decide pedirle ayuda a su amigo Eros. Es él quien hace que Narciso se enamore de sí mismo disparándole una flecha. Sin embargo, lo que parece una solución definitiva solo contribuye a agrandar el problema: Narciso deja de comer y se obsesiona consigo mismo. Solo la ayuda de los dioses —Afrodita en este caso— puede solucionarlo todo y devolver a los afectados a su estado original.

© Hideo Azuma 2005.

El poder de Pollon y lo que sus buenas intenciones generan le sirve a Hideo Azuma para suavizar el mito original y conseguir que despierte la risa de los lectores. Las ideas locas de Pollon y Eros, la comparación de Narciso con idols japoneses famosos en el momento de publicación del manga, la manera en que Eco y las demás chicas se lamentan… Y también las disputas entre los dioses, al principio de la historia. ¡El Olimpo de Hideo Azuma no podría ser más caótico!

Narciso y Eco: dos caras de la misma moneda

© Hideo Azuma 2005.

Son bastantes los elementos del mito original que están presentes en este episodio de Olympus no Pollon. La atracción que Eco siente por Narciso, al menos cuando este se vuelve hermoso. El rechazo del amor por parte del joven, pese a que las causas sean diferentes. La desesperación de Narciso cuando se enamora de sí mismo y se da cuenta de que sus anhelos son imposibles. Incluso empieza a consumirse, aunque Pollon y Afrodita actúan antes de que la situación sea irremediable. Sin embargo, Hideo Azuma obvia otros, probablemente por el giro que quiere darle a su historia.

En Olympus no Pollon, Eco y Narciso también están separados, pero de una manera diferente. No hay un problema de comunicación entre ellos, ya que la ninfa puede hablar con total normalidad. Hera no la castiga por distraerla mientras Zeus está con sus amantes; esa parte del mito no aparece en el manga. Lo que les impide estar juntos, en este caso, es el rechazo. Y creo que este elemento es, precisamente, el que hace que los dos amantes se conviertan en dos caras de la misma moneda: Eco se vuelve Narciso, Narciso se vuelve Eco, y comparten también ciertos roles.

Al principio, es el propio Narciso el que no recibe el amor de Eco y no al revés. ¿La causa? Su fealdad. El Narciso de Hideo Azuma no es un muchacho orgulloso desde el principio —no existe esa βρις inicial aquí—: lo único que ansía es que lo quieran. Pero Eco es superficial y solo se fija en las apariencias, así que se burla de él. En este sentido, los papeles del mito original se invierten.

© Hideo Azuma 2005.

Pero los personajes los recuperan a continuación. Cuando Pollon le otorga la belleza a Narciso, este no se contenta con rechazar únicamente a Eco, sino también al resto de muchachas. Ninguna se salva de su desprecio. Hideo Azuma acerca a su personaje al Narciso tradicional, con la misma soberbia, solo que la causa de esta es diferente: en el manga, es el deseo de venganza. Y Eco recibe un castigo, aunque no de la misma manera que la ninfa de la que nos habla Ovidio ni por la misma razón. Su orgullo la ha llevado a la desesperación, como le sucedía al Narciso del mito griego.

¿Y qué sucede con el Narciso de Azuma cuando se enamora de sí mismo? También se desespera, también se vuelve loco. Como comenté antes, se encuentra a punto de consumirse. Está muy solo, y esta vez ni siquiera hay una Eco que se compadezca de él. Sí, Pollon se encuentra a su lado e intenta ayudarlo, pero le preocupa más el hecho de ser ella misma la culpable de lo que le sucede al joven. Es cierto que no hay maldiciones ni un destino fatal, y Eros hizo que se enamorara de su reflejo para solucionar un problema, pero el sufrimiento de Narciso puede entenderse también como una suerte de castigo por todo lo que ha hecho.

Así, en una espiral de rechazo, soberbia y sufrimiento, los dos protagonistas de la historia se unen en cierto modo. No hay un único Narciso, sino dos, aunque no lleven el mismo nombre. Y me parece que eso es lo más interesante de la nueva lectura que Hideo Azuma hace del mito griego. Ambos personajes sirven para mostrar las consecuencias que conlleva dejarse cautivar por las apariencias, sin conocer al otro con mayor profundidad.

 

Con esto termino la entrada de hoy. 😊 ¡Espero que os haya gustado! Por desgracia, Olympus no Pollon no está publicado en español, pero, si os manejáis en italiano, podéis leer la edición italiana, que es la que tengo yo. Dicho esto, os espero dentro de unos días con la última reseña del mes. ¡Hasta entonces!

Bibliografía

Como siempre, aquí tenéis la lista de referencias que me han servido para elaborar la entrada. 😊

Grimal, Pierre (1981). Diccionario de mitología griega y romana (trad. de Francisco Payarols), Barcelona: Paidós.

 


sábado, 15 de mayo de 2021

Reseña: El secreto de Madoka

No recuerdo cómo llegué a El secreto de Madoka. No sé qué estaba buscando en internet ni quién lo recomendó, pero de lo que sí estoy segura es de que me llamó la atención en cuanto lo vi. Me gustó el dibujo de Kingyobachi Deme y, cuando leí la sinopsis, me entraron muchas ganas de leerlo. Así que cuando la editorial Kodai lo anunció hace unos meses decidí que iba a darle una oportunidad: un tomo único con un argumento que parecía interesante por el tema que trataba era una opción de lectura perfecta. Lo que me aguardaba en sus páginas era una historia muy tierna, de las que terminas con una sonrisa en los labios, de esas que dejan un buen sabor de boca. 😊 Y es que Madoka e Itsuki consiguen emocionar a los lectores, por muchos motivos. Hoy quiero hablaros de ellos. 

Madoka e Itsuki: vestidos y balones de fútbol

A Madoka le gusta ponerse los vestidos que le cose su hermana, jugar con sus muñecas y abrazar muy fuerte a sus peluches. Es feliz en ese mundo tan dulce como él, lleno de cosas monas y achuchables. Sin embargo, cuando se cambia de colegio, decide mantener ese mundo en secreto y comportarse como un «verdadero chico». De esa forma, nadie volverá a meterse con él y podrá hacerse amigo de sus compañeros, a salvo de un rechazo que siempre acecha cuando Madoka conoce a gente nueva.

A Itsuki le apasiona el fútbol y jugar a videojuegos con su hermano. Su ropa, su pelo corto y sus modales un tanto bruscos están muy lejos de la imagen de «chica normal» que sus compañeros de clase tienen en mente. A Itsuki, sin embargo, le da igual lo que los demás digan sobre su forma de comportarse o de vestir, aunque las demás niñas no quieran pasar tiempo con ella y la llamen «marimacho».

© Kingyobachi Deme 2019.

Madoka e Itsuki no empiezan con muy buen pie el primer día de clase. ¡Y lo peor es que son vecinos! No obstante, poco a poco, hacen buenas migas, van compartiendo cosas y consiguen entenderse mejor. Hasta que, de repente, un acontecimiento inesperado amenaza el equilibrio que han logrado alcanzar.  

El secreto de Madoka es un manga que nos habla sobre la incomprensión que sufre quien escapa de los límites establecidos por la sociedad, sobre el miedo al rechazo y lo difícil que resulta enfrentarse a él. Sin embargo, es también una obra llena de esperanza. Madoka e Itsuki no se dejan vencer por el desaliento y luchan por ser ellos mismos, pese a las dudas y a los obstáculos.

Secretos para defenderse de los prejuicios

© Kingyobachi Deme 2019.

El secreto de Madoka transmite, sin duda, un mensaje muy importante: seamos nosotros mismos, sin importar lo que los demás opinen. La sociedad impone límites, una imagen de lo que es «normal» y lo que no, un papel que cumplir según nuestro sexo y nuestro género, pero eso no es lo importante, sino nuestra felicidad y el sentirnos bien en nuestra propia piel. Kingyobachi Deme nos muestra, a través de Madoka e Itsuki, que estamos llenos de prejuicios, ideas preconcebidas que pueden hacerle mucho daño a quienes tenemos a nuestro alrededor. No obstante, también defiende que es posible, y muy necesario, acabar con ellos.

Al principio, hasta Madoka e Itsuki tienen los suyos. Cuando Madoka ve por primera vez a su vecina, la identifica con un «chico de verdad» por su manera de vestir y de comportarse. Al encontrarse a su vecino vestido con uno de los trajes que su hermana le cose, Itsuki le pregunta qué hace comportándose de esa manera. Pero son ellos los primeros en deshacerse de sus prejuicios, en disculparse con el otro por haberle hecho sentir mal. Y lo mismo sucede con sus familias, que los quieren y los aceptan tal y como son.

© Kingyobachi Deme 2019.

El problema son los demás. El resto de vecinos. Los compañeros de clase. Madoka tiene mucho miedo de mostrarles su verdadera personalidad porque teme que se alejen de él. Su secreto es un escudo que, sin embargo, no consigue protegerlo. Madoka finge ser otra persona, le angustia que el resto descubra quién es realmente, y eso le arrebata su felicidad. Los prejuicios lo único que consiguen es ponerle obstáculos que, muchas veces, son difíciles de superar. Por suerte, su fuerza y la de Itsuki les permiten sortearlos y darles la vuelta a situaciones que podrían haberles hecho mucho daño. ¡No quiero deciros mucho más para no destriparos la trama!

Para transmitir su mensaje, Kingyobachi Deme construye una historia enternecedora y llena de luz. Además, es muy fácil encariñarse con los personajes, no solo con los dos protagonistas, sino también con los secundarios. Madoka e Itsuki, cada uno a su manera, se ganan enseguida nuestro corazón, y es bonito acompañarlos a medida que se desarrolla su amistad. Pero también destacan sus hermanos, esos que les cosen vestidos, juegan con ellos a la consola y los apoyan en los momentos decisivos, siempre con una sonrisa en los labios. Kingyobachi Deme consigue que nos quedemos con ganas de saber más sobre ellos cuando cerramos el tomo.

Kingyobachi Deme: dibujar la diferencia

© Kingyobachi Deme 2019.

El secreto de Madoka no es una historia tierna solo por sus personajes y la trama, sino también por su estilo. Kingyobachi Deme hace gala de un dibujo sencillo en apariencia, con líneas sueltas, y de ese modo consigue transmitirnos el encanto natural de Madoka, la brusquedad de Itsuki, la amabilidad de sus hermanos. Todos ellos son muy expresivos, tanto en los momentos más duros como en los más alegres. Porque Madoka e Itsuki también viven situaciones divertidas en las que Kingyobachi Deme se permite un estilo con ciertas notas de humor. Por otro lado, destaca la ropa de los personajes, en especial la de Madoka, tan llena de detalles.

 

Con esto termino la reseña de hoy. 😊 Si no habéis leído aún El secreto de Madoka, os animo a que lo hagáis. ¡Merece mucho la pena! Y podemos aprender mucho de Madoka e Itsuki.

Antes de concluir, me gustaría comentaros que, al parecer, el servicio de suscripción de e-mails que tengo ahora mismo en el blog va a desaparecer dentro de poco. Intentaré solucionarlo en cuanto pueda para que sigáis recibiendo las entradas en vuestro correo electrónico, si queréis. 😊 Os informaré de los avances en los próximos posts.

¡Ahora sí! Termino por hoy. Os espero dentro de unos días con una nueva entrada sobre manga y mundo clásico. ¡Hasta entonces! ¡Gracias por leer! 😊