No
recuerdo cómo llegué a El secreto de Madoka. No sé qué estaba buscando
en internet ni quién lo recomendó, pero de lo que sí estoy segura es de que me
llamó la atención en cuanto lo vi. Me gustó el dibujo de Kingyobachi Deme y,
cuando leí la sinopsis, me entraron muchas ganas de leerlo. Así que cuando la
editorial Kodai lo anunció hace unos meses decidí que iba a darle una
oportunidad: un tomo único con un argumento que parecía interesante por el tema
que trataba era una opción de lectura perfecta. Lo que me aguardaba en sus
páginas era una historia muy tierna, de las que terminas con una sonrisa en los
labios, de esas que dejan un buen sabor de boca. 😊 Y es que Madoka e Itsuki consiguen emocionar
a los lectores, por muchos motivos. Hoy quiero hablaros de ellos.
Madoka e
Itsuki: vestidos y balones de fútbol
A Madoka
le gusta ponerse los vestidos que le cose su hermana, jugar con sus muñecas y
abrazar muy fuerte a sus peluches. Es feliz en ese mundo tan dulce como él,
lleno de cosas monas y achuchables. Sin embargo, cuando se cambia de colegio,
decide mantener ese mundo en secreto y comportarse como un «verdadero chico».
De esa forma, nadie volverá a meterse con él y podrá hacerse amigo de sus
compañeros, a salvo de un rechazo que siempre acecha cuando Madoka conoce a
gente nueva.
A Itsuki
le apasiona el fútbol y jugar a videojuegos con su hermano. Su ropa, su pelo
corto y sus modales un tanto bruscos están muy lejos de la imagen de «chica normal»
que sus compañeros de clase tienen en mente. A Itsuki, sin embargo, le da igual
lo que los demás digan sobre su forma de comportarse o de vestir, aunque las
demás niñas no quieran pasar tiempo con ella y la llamen «marimacho».
© Kingyobachi Deme 2019. |
El
secreto de Madoka es un manga que nos habla sobre la incomprensión
que sufre quien escapa de los límites establecidos por la sociedad, sobre el
miedo al rechazo y lo difícil que resulta enfrentarse a él. Sin embargo, es
también una obra llena de esperanza. Madoka e Itsuki no se dejan vencer por el
desaliento y luchan por ser ellos mismos, pese a las dudas y a los obstáculos.
Secretos
para defenderse de los prejuicios
© Kingyobachi Deme 2019. |
El
secreto de Madoka transmite, sin duda, un mensaje muy importante: seamos
nosotros mismos, sin importar lo que los demás
opinen. La sociedad impone límites, una imagen de lo que es «normal» y lo que
no, un papel que cumplir según nuestro sexo y nuestro género, pero eso no es lo importante, sino nuestra felicidad y el sentirnos bien en
nuestra propia piel. Kingyobachi Deme nos muestra, a través de Madoka e Itsuki,
que estamos llenos de prejuicios, ideas preconcebidas que pueden hacerle mucho
daño a quienes tenemos a nuestro alrededor. No obstante, también defiende que
es posible, y muy necesario, acabar con ellos.
Al
principio, hasta Madoka e Itsuki tienen los suyos. Cuando Madoka ve por primera
vez a su vecina, la identifica con un «chico de verdad» por su manera de vestir
y de comportarse. Al encontrarse a su vecino vestido con uno de los trajes que
su hermana le cose, Itsuki le pregunta qué hace comportándose de esa manera. Pero
son ellos los primeros en deshacerse de sus prejuicios, en disculparse con el
otro por haberle hecho sentir mal. Y lo mismo sucede con sus familias, que los
quieren y los aceptan tal y como son.
© Kingyobachi Deme 2019. |
El
problema son los demás. El resto de vecinos. Los compañeros de clase. Madoka
tiene mucho miedo de mostrarles su verdadera personalidad porque teme que se
alejen de él. Su secreto es un escudo que, sin embargo, no consigue protegerlo. Madoka finge ser otra persona, le angustia que el resto descubra quién
es realmente, y eso le arrebata su felicidad. Los prejuicios lo único que
consiguen es ponerle obstáculos que, muchas veces, son difíciles de superar. Por
suerte, su fuerza y la de Itsuki les permiten sortearlos y darles la vuelta a situaciones
que podrían haberles hecho mucho daño. ¡No quiero deciros mucho más para no
destriparos la trama!
Para
transmitir su mensaje, Kingyobachi Deme construye una historia enternecedora y
llena de luz. Además, es muy fácil encariñarse con los personajes, no solo con
los dos protagonistas, sino también con los secundarios. Madoka e Itsuki, cada
uno a su manera, se ganan enseguida nuestro corazón, y es bonito acompañarlos a
medida que se desarrolla su amistad. Pero también destacan sus hermanos, esos
que les cosen vestidos, juegan con ellos a la consola y los apoyan en los
momentos decisivos, siempre con una sonrisa en los labios. Kingyobachi Deme
consigue que nos quedemos con ganas de saber más sobre ellos cuando cerramos el
tomo.
Kingyobachi
Deme: dibujar la diferencia
© Kingyobachi Deme 2019. |
El
secreto de Madoka no es una historia tierna solo por sus
personajes y la trama, sino también por su estilo. Kingyobachi Deme hace gala
de un dibujo sencillo en apariencia, con líneas sueltas, y de ese modo consigue
transmitirnos el encanto natural de Madoka, la brusquedad de Itsuki, la
amabilidad de sus hermanos. Todos ellos son muy expresivos, tanto en los
momentos más duros como en los más alegres. Porque Madoka e Itsuki también
viven situaciones divertidas en las que Kingyobachi Deme se permite un estilo
con ciertas notas de humor. Por otro lado, destaca la ropa de los personajes,
en especial la de Madoka, tan llena de detalles.
Con esto
termino la reseña de hoy. 😊 Si no habéis leído aún El secreto de
Madoka, os animo a que lo hagáis. ¡Merece mucho la pena! Y podemos aprender
mucho de Madoka e Itsuki.
Antes de
concluir, me gustaría comentaros que, al parecer, el servicio de suscripción de
e-mails que tengo ahora mismo en el blog va a desaparecer dentro de poco. Intentaré
solucionarlo en cuanto pueda para que sigáis recibiendo las entradas en vuestro
correo electrónico, si queréis. 😊 Os informaré de los avances en los próximos
posts.
¡Ahora
sí! Termino por hoy. Os espero dentro de unos días con una nueva entrada sobre
manga y mundo clásico. ¡Hasta entonces! ¡Gracias por leer! 😊
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