El ser
humano ha intentado imaginar su futuro miles de veces. Películas, literatura,
ilustraciones, cómics… Son muchos los medios que hemos empleado para comunicar
nuestras ideas y reflexiones sobre lo que le espera a la humanidad, sobre lo
que vivimos y podremos vivir, y también son muchas las visiones que se nos han
ofrecido al respecto. Appleseed, de Masamune Shirow, es una de ellas. En
este manga, el autor de Ghost in the shell nos presenta un mundo en
ruinas por culpa de una tercera guerra mundial y de los muchos conflictos que
enfrentan a las diferentes naciones. Sin embargo, en medio de esa desolación ha
surgido un resquicio de esperanza: Olimpo, una ciudad que pretende erigirse
como un modelo para acabar con la desolación y la violencia. Es allí adonde
llegan Deunan Knute, una humana, y Briareos Hecatonchiros, un cyborg, cuando
una habitante de Olimpo, Hitomi, los recluta. Lo que no imaginan es que ese
mundo idílico es más complicado de lo que parece y la paz tiene un precio.
Además
de plantear cuestiones muy interesantes sobre el ser humano y el uso que hace
de la tecnología, entre otros temas, Appleseed rescata elementos de la
cultura grecolatina para darle un trasfondo al «paraíso artificial» de Olimpo.
El año pasado, os hablé por primera vez de este título —concretamente, de la
manera en que Masamune Shirow trasladaba a su obra a los cíclopes y los
hecatónquiros; podéis leer la entrada aquí—. Hoy regreso a ese universo para
hablaros de otro mito, el de la caja de Pandora, y ver de qué forma se integra
en la narrativa del manga. Como siempre, una advertencia: hay spoilers
de la trama, así que, si no habéis leído Appleseed y tenéis
intención de hacerlo, os recomiendo que os detengáis aquí. Ahora, sin más
dilación, ¡vamos allá! 😊
Un
castigo para la humanidad
Pandora, de John William Waterhouse (1896) |
Hay
muchas cosas que tener en cuenta sobre los dioses griegos, y una de las más
importantes es que uno no debe enfurecerlos si quiere llevar una vida sin
sobresaltos. Son muchos los personajes que se vuelven objeto de su ira en los
mitos grecolatinos por motivos muy diversos, desde creerse comparable —o
superior— a ellos hasta engañarlos. Esto es precisamente lo que hizo Prometeo,
hijo del titán Jápeto, con el mismísimo padre de los dioses, y no solo en una
ocasión, sino en varias. Su astucia lo llevó incluso a sufrir un castigo
terrible…
Pero
volvamos al principio para ver qué relación tiene Pandora con este personaje.
Cierto día, Prometeo engañó por primera vez a Zeus con algo que para la
divinidad era muy preciado: los sacrificios. Y lo hizo para beneficiar a los
seres humanos, a quienes siempre intentaba favorecer, aunque sus tretas luego
conllevaran un escarmiento. En esta ocasión, lo que hizo fue ofrecer un buey a
los dioses y, para ello, separó los restos del animal en dos partes: una
contenía la carne y las vísceras, cubiertas por la piel; la otra, los huesos.
Prometeo los disfrazó con grasa para que parecieran una mejor elección.
Después, le pidió a Zeus que escogiera la parte del buey que prefiriese; la
otra se la concedería a los hombres.
El padre
de los dioses, llevado por las apariencias, eligió los huesos, lo que no le
sentó demasiado bien, como podéis imaginar. Así, decidió castigar a los seres
humanos por las triquiñuelas de Prometeo: les quitó el fuego, necesario para la
civilización. Por suerte, el titán acudió de nuevo en su ayuda y logró
recuperarlo, valiéndose de su inteligencia.
Por
supuesto, cuando Zeus descubrió lo que había ocurrido, decidió que no podía
dejar las cosas así. ¡Faltaría menos! Prometeo había vuelto a hacer de las
suyas. Sin embargo, no solo lo castigaría a él, sino también a los mortales. Así
se lo dijo al titán, según recoge Hesíodo en su Los trabajos y los días —habla
sobre el mito tanto en esta obra como en la Teogonía, así que iré
alternando fragmentos de ambas—:
«Ἰαπετιονίδη,
πάντων πέρι μήδεα εἰδώς, χαίρεις πῦρ κλέψας καὶ ἐμὰς φρένας [ἠπεροπεύσας, σοί τ᾽ αὐτῷ μέγα πῆμα καὶ ἀνδράσιν [ἐσσομένοισιν. τοῖς δ᾽ ἐγὼ ἀντὶ πυρὸς δώσω κακόν, ᾧ κεν [ἅπαντες τέρπωνται κατὰ θυμὸν ἑὸν κακὸν [ἀμφαγαπῶντες». (Hes. Op. 54-58) |
«Japetónida, conocedor de los designios
sobre todas las cosas, te alegras al haberme robado el fuego y engañado a mi
mente, terrible desgracia para ti mismo y los hombres del futuro. A ellos, a
cambio del fuego, les daré un mal con el que todos gozarán en su ánimo,
abrazando su propia ruina». |
Prometeo, Mercurio y Pandora, de Josef Abel (1814) |
Para
ello, urdió un plan en el que colaboraron los demás dioses: dio forma a una
mujer, Pandora, para enviarla más tarde a las tierras de los seres humanos.
Todos participaron en su creación: Hefesto la moldeó, Atenea le dio
inteligencia, Afrodita, las Gracias y las Horas la engalanaron… y Hermes le
concedió la capacidad de mentir y seducir.
ὣς ἔφατ᾽: ἐκ δ᾽ ἐγέλασσε πατὴρ ἀνδρῶν τε [θεῶν τε. Ἥφαιστον δ᾽ ἐκέλευσε περικλυτὸν ὅττι [τάχιστα γαῖαν ὕδει φύρειν, ἐν δ᾽ ἀνθρώπου θέμεν [αὐδὴν καὶ σθένος, ἀθανάτῃς δὲ θεῇς εἰς ὦπα ἐίσκειν παρθενικῆς καλὸν εἶδος ἐπήρατον: αὐτὰρ [Ἀθήνην ἔργα διδασκῆσαι, πολυδαίδαλον ἱστὸν [ὑφαίνειν: καὶ χάριν ἀμφιχέαι κεφαλῇ χρυσέην [Ἀφροδίτην καὶ πόθον ἀργαλέον καὶ γυιοβόρους [μελεδώνας: ἐν δὲ θέμεν κύνεόν τε νόον καὶ ἐπίκλοπον [ἦθος Ἑρμείην ἤνωγε, διάκτορον Ἀργεϊφόντην. (Hes. Op. 59-68) |
Así dijo, y se rio a carcajadas el padre
de hombres y dioses. Al muy ilustre Hefesto le ordenó que rápidamente
mezclara la tierra con el agua, le concediera la voz y la vida de un ser
humano e hiciera la bella y encantadora figura de una doncella, igual en el
rostro a las diosas inmortales; a Atenea, que le enseñara las labores, a
tejer una tela muy bien trabajada; a la áurea Afrodita, que vertiera gracia
en torno a su cabeza y el terrible deseo y cuitas que muerden los miembros. Y
ordenó a Hermes, el mensajero Argifonte, que le otorgara una mente cínica y
un carácter embaucador. |
Como
muchos de los olímpicos habían participado en su creación, llamaron a la mujer
Pandora:
[…] ἐν δ᾽ ἄρα φωνὴν θῆκε θεῶν κῆρυξ, ὀνόμηνε δὲ τήνδε γυναῖκα Πανδώρην, ὅτι πάντες Ὀλύμπια δώματ᾽ [ἔχοντες δῶρον ἐδώρησαν, πῆμ᾽ ἀνδράσιν [ἀλφηστῇσιν. (Hes. Op. 79-82) |
Le concedió voz el heraldo de los dioses
y llamó a esta mujer Pandora porque todos los que habitan las moradas
olímpicas le habían regalado un don, desgracia para los hombres comedores de
pan. |
Pandora, de Odilon Redon (ca. 1914) |
¿Y a
quién le enviaron a Pandora? A Epimeteo, el hermano de Prometeo, que, a
diferencia del titán, no pensaba con anticipación, sino que se percataba de las
cosas cuando ya era demasiado tarde. De hecho, el propio Prometeo le había
advertido que no aceptara ningún regalo que procediese del Olimpo, pues podía
encerrar alguna desgracia. No obstante, cuando vio a Pandora, hizo caso omiso
de las palabras de su hermano: la belleza de la mujer lo conquistó por
completo. A él y a todo el mundo.
αὐτὰρ ἐπεὶ δὴ
τεῦξε
καλὸν
κακὸν
ἀντ᾽
[ἀγαθοῖο. ἐξάγαγ᾽, ἔνθα περ ἄλλοι ἔσαν
θεοὶ ἠδ᾽
[ἄνθρωποι, κόσμῳ ἀγαλλομένην
γλαυκώπιδος [ὀβριμοπάτρης. θαῦμα δ᾽ ἔχ᾽ ἀθανάτους
τε θεοὺς θνητούς τ᾽ [ἀνθρώπους, ὡς εἶδον δόλον αἰπύν, ἀμήχανον [ἀνθρώποισιν.
(Hes. Th.
585-590) |
Pero, cuando preparó el bello mal a
cambio de un bien, lo condujo adonde estaban los demás dioses y los hombres,
engalanada con el atavío de la hija de poderoso padre, la de ojos glaucos. El
asombro se adueñó de los dioses inmortales y de los hombres mortales cuando
vieron el profundo engaño, inevitable para el ser humano. |
Pandora, de Alexandre Cabanel (1873) |
En aquel
momento, no se le pasó por la cabeza que aceptarla y hacerla su esposa
acarrearía la ruina a los hombres… porque Pandora llevaba consigo una vasija —¡no
una caja!— tapada en cuyo interior se agazapaban todos los males: la
enfermedad, la pobreza, lo que se os pueda ocurrir. Y cierto día, movida por la
curiosidad, la muchacha destapó el recipiente. Fue entonces cuando la vida de
los seres humanos dejó de ser idílica, ya que los males se extendieron por sus
dominios y los conquistaron. A partir de entonces, vivieron siempre acechados
por la desgracia. Eso sí, no todos los males consiguieron escapar. Los dioses
hicieron que la vasija se cerrase antes de que el último saliera del
recipiente: la esperanza, que se quedó en su interior.
Πρὶν μὲν γὰρ ζώεσκον ἐπὶ χθονὶ φῦλ᾽ [ἀνθρώπων νόσφιν
ἄτερ τε κακῶν καὶ ἄτερ χαλεποῖο [πόνοιο νούσων
τ᾽ ἀργαλέων, αἵ τ᾽ ἀνδράσι Κῆρας [ἔδωκαν. αἶψα γὰρ ἐν κακότητι βροτοὶ
[καταγηράσκουσιν. ἀλλὰ γυνὴ χείρεσσι πίθου μέγα πῶμ᾽ [ἀφελοῦσα ἐσκέδασ᾽: ἀνθρώποισι δ᾽ ἐμήσατο κήδεα [λυγρά. μούνη δ᾽ αὐτόθι Ἐλπὶς ἐν ἀρρήκτοισι [δόμοισιν ἔνδον ἔμιμνε πίθου ὑπὸ χείλεσιν, οὐδὲ [θύραζε ἐξέπτη: πρόσθεν γὰρ ἐπέλλαβε πῶμα πίθοιο αἰγιόχου βουλῇσι Διὸς νεφεληγερέταο. (Hes. Op. 90-99) |
Pues antes las tribus de los hombres
vivían en la tierra lejos de los males y lejos del duro trabajo y de las
terribles enfermedades que a los hombres les dan la muerte. Pues, al punto,
en la desgracia envejecen los mortales. Pero la mujer, al quitar con las
manos la gran tapa de la tinaja, los esparció y a los hombres procuró
funestas preocupaciones. Solo permaneció en el interior la esperanza, en
irrompible morada, bajo los bordes de la tinaja, y no voló hacia la puerta,
pues antes se echó la tapa encima de la tinaja por voluntad de Zeus, el
portador de la Égida, el amontonador de nubes. |
Pandora, de Dante Gabriel Rosetti (1878) |
Hay
muchas teorías de diferentes estudiosos sobre el significado del mito y por qué
precisamente la esperanza —que hoy en día tiene connotaciones positivas— se
encontraba también en la «caja» de Pandora. Lo que me contaban mis profesores
es que, para los griegos, este sentimiento no era tan bueno. Al fin y al cabo,
la esperanza nos mantiene aguardando algo que posiblemente nunca se cumpla. A
veces, nos hace tener unas expectativas que, al final, se quedan en algo vano,
vacío.
Hesíodo,
en la Teogonía, termina la historia de una forma categórica: por mucho
que uno intente engañar a los dioses, estos siempre salen victoriosos y quienes
han tratado de embaucarlos se llevan su correspondiente castigo. Prometeo
terminó encadenado en el Cáucaso, sometido a una tortura eterna:
ὣς οὐκ ἔστι
Διὸς
κλέψαι νόον οὐδὲ
[παρελθεῖν. οὐδὲ
γὰρ
Ἰαπετιονίδης ἀκάκητα Προμηθεὺς τοῖό γ᾽ ὑπεξήλυξε
βαρὺν
χόλον, ἀλλ᾽ ὑπ᾽ [ἀνάγκης καὶ πολύιδριν ἐόντα μέγας κατὰ δεσμὸς [ἐρύκει. (Hes. Th.
613-616) |
Así, no es posible engañar la voluntad
de Zeus ni transgredirla, pues ni el Japetónida, Prometeo, el salvador, se
libró de su violenta cólera, sino que a él una gran cadena lo retuvo por la
fuerza, aun siendo tan astuto. |
¿Un paso
hacia el progreso o una catástrofe mundial? El Proyecto Esperanza
© Masamune Shirow, 1985 |
Ahora
volvemos al Olimpo, pero no al de los dioses griegos, al de ese Zeus furioso
porque Prometeo lo ha dejado en evidencia, sino al de Appleseed: una utopía
futurista que, pese a las buenas intenciones de quienes la gobiernan, tiene sus
luces y sus sombras. Y es que muchas veces buscar el bien común conlleva
equivocarse. Establecer un nuevo equilibrio supone acabar, en muchos aspectos,
con el que ya imperaba, y eso no es siempre positivo. No del todo, al menos.
Esto es
lo que sucede con el Plan Esperanza, una idea de los ancianos que constituyen
el Consejo, uno de los órganos de gobierno de Olimpo. En un mundo devastado por
las guerras, donde es increíblemente complicado mantener la estabilidad, la
ciudad se erige como un bastión de una paz muy deseada y una vida feliz. Sin
embargo, incluso en esa utopía es difícil conservar la estabilidad y la calma:
los ataques terroristas se suceden, hay diferentes intereses en juego que en
ocasiones entran en conflicto y, por si fuera poco, Olimpo está en el punto de
mira de las naciones que aún quedan en el mundo.
© Masamune Shirow, 1985 |
El Plan
Esperanza, que lleva el nombre de ese último mal que permaneció en la vasija de
Pandora —el propio Masamune Shirow así lo indica en una nota a pie de página—,
pretende ser una solución para acabar con la violencia y restaurar el equilibrio.
¿Su idea principal? Modificar a los seres humanos, regular sus emociones al
igual que se hace con los bioroides, los clones artificiales perfeccionados que
habitan en Olimpo y se encargan de administrar la ciudad, carentes de
sentimientos. De acuerdo con el consejo, si el plan se lleva a cabo, todo lo
que hace inestables y complicados a los seres humanos —su materialismo, sus
ambiciones, su individualismo, sus dificultades para entender conceptos como el
de «familia»— desaparecerá y, por fin, se alcanzará la verdadera utopía. Según
sus palabras, para conseguir una sociedad perfecta es preciso que sus miembros
también sean perfectos, ya que una comunidad es el reflejo de la manera en que
estos conviven y ven el mundo.
Como sabréis
si habéis leído el manga, el Plan Esperanza está lejos de ser la solución
definitiva, y más cuando Gaia, el superordenador que controla Olimpo y sirve de
intermediario entre los seres humanos y los bioroides, lo analiza para
comprobar si de verdad es tan positivo y decide que constituye un peligro para
los seres humanos. Por esa razón, toma el control de los robots y las plataformas
armadas de la ciudad para eliminar los elementos defectuosos del plan,
bioroides incluidos. Es entonces cuando los protagonistas, Deunan y Briareos,
intervienen como miembros de las fuerzas de seguridad de Olimpo para apagar el
ordenador y terminar con la ola de destrucción.
© Masamune Shirow, 1985 |
En esta
historia, que ocupa el segundo tomo de la serie —aunque en volúmenes
posteriores, de vez en cuando, se vuelve a mencionar la idea del Consejo—, hay
reflejos del mito original, de Pandora y ese caos que desata cuando la
curiosidad la lleva a esparcir los males por el mundo. El Consejo tampoco tiene
intención de generar un problema tan serio: elaboran el Plan Esperanza para
hacer aún mejor el hogar donde viven y alcanzar esa perfección a la que
aspiran. No es curiosidad, sino responsabilidad en este caso. Pero el resultado
es el mismo: al igual que los hogares de esos seres humanos que se vieron
invadidos por los males, la ciudad de Olimpo se ve asediada por la destrucción
y el horror que traen consigo los robots controlados por Gaia. En el propio
nombre del plan subyace esa dualidad que veíamos en la esperanza de la «caja»
de Pandora, sobre la que muchos se han preguntado: ¿es un bien? ¿Es un mal? Las
mismas dudas surgen cuando se trata de la idea del Consejo. Tampoco Deunan y
Briareos están seguros de qué es lo mejor: ¿es tan terrible permitir que los
seres humanos sean modificados en aras de la paz? ¿Quién decide que detener a
Gaia sea lo correcto? ¿Quién es el verdadero enemigo: el superordenador o los
bioroides? ¿Cómo deberían emplearse las máquinas para salvaguardar los
intereses y la integridad de todo el mundo? ¿Hasta qué punto debe tenerse todo
perfectamente controlado?
© Masamune Shirow, 1985 |
De esta
forma, y aprovechando lo ambigua que puede resultar la esperanza del mito si reflexionamos
al respecto, Masamune Shirow plantea a sus lectores infinidad de preguntas
sobre el bien y el mal, sobre si una utopía es posible, sobre la esencia humana.
Muchas de ellas no tienen una respuesta; es el lector quien tiene que sacar sus
propias conclusiones a partir de la historia de Deunan, Briareos y los demás. En
este caso, el elemento clásico se emplea como trasfondo del argumento y como
base para la reflexión, un componente muy propio de estas historias de ciencia ficción.
El Plan Esperanza se convierte en una representación no solo de ese sentimiento
que nos hace anhelar cosas que tal vez no se produzcan —como esa utopía que
ansían los habitantes de Olimpo—, sino en una representación de toda la «caja»
de Pandora, una «caja» que, en este caso, puede ser considerada como fuente de
males según el punto de vista desde el que se mire. Desde luego, para el
Consejo no lo era... al menos antes de que se desatara el caos y Olimpo corriese peligro por sus buenas intenciones.
Con esto
termino la entrada de hoy. ¡Espero que os haya gustado! 😊 En el
futuro, le dedicaré más entradas a Appleseed; aún queda bastante por
contar al respecto: Atenea y Nike, el consejo que participa en el gobierno de
Olimpo, la figura de Prometeo —que aparece en el título de todas las entregas—…
Por mi parte, os espero dentro de unos días con una nueva reseña. ¡Hasta entonces!
🤗
Bibliografía
Como
siempre, os dejo por aquí una lista de las referencias que he utilizado para
escribir la entrada. 😊
Grimal, Pierre
(1981). Diccionario de mitología griega y romana (trad. de Francisco
Payarols), Barcelona: Paidós.
Nisbet,
Gideon (2016). “Mecha in Olympus: Shirow Masamune’s Appleseed”,
en Marshall, C. W. & Kovacs, George (eds.) (2016). Son of
classics and comics, Oxford: Oxford University Press, pp. 67-78.