viernes, 30 de abril de 2021

Manga y mundo clásico: los gigantes del nuevo Olimpo

Si alguien os menciona el nombre de Masamune Shirow, probablemente os venga a la cabeza Ghost in the Shell, y no es para menos. Fue este título de ciencia ficción el que lo consolidó como uno de los grandes autores de manga de todos los tiempos. Ha tenido secuelas, series de anime, películas…, y se ha ganado el corazón de miles de lectores alrededor del mundo. Pero hoy no voy a hablaros de Ghost in the Shell, sino de uno de los primeros títulos que publicó y que también tuvo bastante éxito: Appleseed, publicado en España por Planeta de Agostini y Planeta Cómic. Un manga de ciencia ficción en el que Masamune Shirow nos hace reflexionar sobre las consecuencias de los avances tecnológicos y el desarrollo de la inteligencia artificial.

Appleseed sigue a Deunan Knute y Briareos Hecatonchiros en un mundo que ha quedado devastado tras una tercera guerra mundial. De la civilización humana tan solo quedan ruinas, y es ahí, en la Malatierra, donde malviven los protagonistas. Hasta que un día una extraña joven, Hitomi, va a buscarlos con un objetivo: trasladarlos a la ciudad de Olimpo, el futuro —y la esperanza— de la humanidad. Un lugar idílico que pretende convertirse en el baluarte de la paz y la concordia. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y Deunan y Briareos pronto se dan cuenta de ello. Bajo el paraíso hay podredumbre: luchas por el poder, intrigas y conflictos y un plan que puede cambiar el mundo que conocen para siempre.

© Masamune Shirow 1985.

Appleseed es una buena historia de ciencia ficción, pero hay algo más. Masamune Shirow le da forma a ese mundo del futuro a partir de elementos de la mitología griega, empezando por el nombre de la ciudad que surge tras la guerra. Y todo tiene su lugar, aunque al principio pueda parecernos que las menciones son aleatorias. Hay mucho que decir sobre Appleseed y la manera en que su autor emplea la Antigüedad clásica, pero hoy quiero centrarme en un aspecto concreto: el papel de algunos monstruos mitológicos en la configuración del nuevo paraíso que es Olimpo. Como siempre, si no habéis leído el manga y queréis hacerlo, os recomiendo que no continuéis a partir de aquí: es posible que haya spoilers de la trama y no quiero destriparos nada. 😊 Dicho esto, ¡empezamos!

Monstruos de un solo ojo: los cíclopes

Seguro que muchos conocéis a los cíclopes, esos gigantes de un único ojo que, entre otras cosas, causaron problemas a Ulises durante su viaje. Pero la mitología distingue varias especies y hoy no voy a centrarme en quien devoró a los compañeros del héroe, Polifemo, hijo de Poseidón, sino en los primeros cíclopes, los que nacieron de la unión entre Urano, el cielo, y Gea, la tierra. De ellos nos habla Hesíodo en la Teogonía, obra en la que el poeta griego nos relata el origen del cosmos y los dioses. Destacan, además de por su único ojo, por su increíble fuerza y su tamaño descomunal:

 

γείνατο δ α Κύκλωπας πέρβιον τορ [χοντας,

Βρόντην τε Στερόπην τε κα ργην [βριμόθυμον,

ο Ζην βροντήν τε δόσαν τεξάν τε [κεραυνόν.

ο δή τοι τ μν λλα θεος ναλίγκιοι σαν,

μονος δ φθαλμς μέσσ νέκειτο [μετώπ.

Κύκλωπες δ νομ σαν πώνυμον, ονεκ [ρα σφέων

κυκλοτερς φθαλμς εις νέκειτο μετώπ:

σχς δ δ βίη κα μηχανα σαν π [ργοις.

(Hes. Th. 139-146)

 

 

Dio a luz, además, a los cíclopes, de soberbio corazón, a Brontes, a Estéropes y a Arges, de poderoso espíritu, que a Zeus le otorgaron el trueno y le fabricaron el rayo. Estos eran en lo demás semejantes a los dioses, pero un único ojo había en medio de su frente. Cíclopes era su nombre epónimo, puesto que un único ojo redondo había en su frente. La fuerza, la violencia y los ingenios estaban presentes en sus actos.

Sus nombres, además, recuerdan a la palabra griega correspondiente al elemento que cada uno tiene asociado: Brontes y el trueno, Estéropes y el relámpago, Arges y el rayo —en este caso, el nombre del cíclope está relacionado con el brillo—. Eran terribles, eran enormes, y todo eso hizo que su propio padre los encadenara, temeroso. Fue el titán Cronos el que los liberó, aunque temporalmente, ya que luego los devolvió a su prisión. Fueron destinados al Tártaro, la región más terrible del inframundo, donde sufrieron hasta que, esta vez sí, Zeus les concedió la libertad. ¿Y por qué lo hizo, si eran atroces y monstruosos? La respuesta es sencilla: necesitaba su ayuda.

Saturno devorando su hijo,
de Francisco de Goya
(1819-1823)

Cronos, el titán que había engendrado a Zeus y a sus hermanos, devoraba a sus hijos porque uno de ellos estaba llamado a derrocarlo. Sin embargo, su esposa, Rea, cansada de perderlos a todos, consiguió librar al más pequeño, el futuro padre de los dioses, de tan terrible destino. Zeus creció y regresó para cumplir con su tarea: obligó a su padre a vomitar a sus hermanos y se enfrentó tanto a él como a los demás titanes. No obstante, la lucha se alargaba y ninguno de los bandos lograba hacerse con la victoria… hasta que Gea les dijo a Zeus y sus aliados que, para ganar, necesitaban ayuda. Concretamente, la de los cíclopes y los hecatónquiros —¡de los que os voy a hablar enseguida!—. El dios, por supuesto, los liberó, y estos le entregaron el trueno, el rayo y el relámpago:

λσε δ πατροκασιγνήτους λον π [δεσμν

Ορανίδας, ος δσε πατρ [εσιφροσύνσιν:

ο ο πεμνήσαντο χάριν υεργεσιάων,

δκαν δ βροντν δ αθαλόεντα κεραυνν

κα στεροπήν: τ πρν δ πελώρη Γαα [κεκεύθει:

τος πίσυνος θνητοσι κα θανάτοισιν [νάσσει.

 

(Hes. Th. 501-506)

 

Liberó a sus tíos paternos de sus funestas cadenas, a los Uránidas, a los que encadenó su padre por su insensatez. Estos le agradecieron su buen obrar, le otorgaron el trueno y el llameante rayo y el relámpago. Antes los tenía escondidos la monstruosa Gea. Con ellos, con seguridad, gobierna a los mortales y a los inmortales.

 

¡Pero no solo eso! Los cíclopes son famosos también por sus habilidades manuales, y fueron ellos quienes fabricaron las armas más célebres de algunos de los dioses olímpicos. Durante la titanomaquia, Poseidón recibió de ellos su famoso tridente; Hades, el casco de la invisibilidad. Con estos ingenios y la ayuda de los monstruosos gigantes, Zeus y los suyos lograron derrotar a Cronos y establecer, de esa manera, un nuevo orden en el mundo.

La forja de los cíclopes, de Cornelis Cort (1572)

Los cíclopes sufrieron una terrible muerte a manos de Apolo. Y es que el dios los consideró culpables de la muerte de uno de sus hijos, Asclepio, quien había hallado la manera de devolver la vida a los muertos. Zeus no podía tolerarlo: todas esas resurrecciones podían cambiar la forma en la que el mundo estaba orquestado. Así que lo mató con un rayo. Apolo, como venganza, acabó con los forjadores del arma y, por eso, fue condenado a servir a un mortal, Admeto. El propio dios nos lo cuenta al principio de la tragedia Alcestis, de Eurípides:

δώματ δμήτει, ν ος τλην γ

θσσαν τράπεζαν ανέσαι θεός περ ν.

Ζες γρ κατακτς παδα τν μν ατιος

σκληπιόν, στέρνοισιν μβαλν φλόγα:

ο δ χολωθες τέκτονας Δίου πυρς

κτείνω Κύκλωπας: καί με θητεύειν πατρ

θνητ παρ νδρ τνδ ποιν νάγκασεν.

 

(E. Alc. 1-7)

 

¡Oh moradas de Admeto, en las que me resigné a las mesas jornaleras, pese a ser un dios! Pues Zeus, al matar a mi hijo, a Asclepio, lanzándole un rayo al pecho, es el responsable. Encolerizado por esto, a los forjadores del rayo de Zeus, los Cíclopes, los mato, y a mí mi padre me obligó a servir a sueldo a un hombre mortal como castigo.

 

 

Gigantes de cien brazos: los hecatónquiros

Y pasamos al segundo tipo de gigantes de los que os voy a hablar hoy: los hecatónquiros, también llamados centímanos —este es el nombre que procede del latín—. Al igual que los cíclopes de la primera generación, nacieron de la unión entre Urano y Gea y son tan monstruosos como ellos, solo que de una manera diferente. El gran tamaño, la fuerza y la violencia se mantienen, pero lo que de verdad los caracteriza es que tienen cincuenta cabezas y cien brazos. De hecho, su nombre quiere decir eso, literalmente: «cien brazos». Así nos lo cuenta Hesíodo en la Teogonía, en la que además nos da sus nombres:

λλοι δ α Γαίης τε κα Ορανο [ξεγένοντο

τρες παδες μεγάλοι τε κα βριμοι, οκ [νομαστοί,

Κόττος τε Βριάρεώς τε Γύης θ, περήφανα [τέκνα.

τν κατν μν χερες π μων ίσσοντο,

πλαστοι, κεφαλα δ κάστ πεντήκοντα

ξ μων πέφυκον π στιβαροσι μέλεσσιν:

σχς δ πλητος κρατερ μεγάλ π εδει.

 

(Hes. Th. 147-153)

 

Otros tres hijos nacieron de Gea y de Urano, enormes y poderosos, a los que no se debe nombrar: Coto, Briareo y Giges, hijos orgullosos. Cien brazos salían de sus hombros, sin forma, a cada uno cincuenta cabezas de sus hombros le brotaban, sobre sus robustos miembros. Había una fuerza terrible y violenta en su enorme cuerpo.

 

Briareo —también llamado Egeón—. Coto. Giges. Tres nombres que, junto con los de los cíclopes, fueron fundamentales para Zeus y los demás dioses olímpicos cuando se enfrentaron a los titanes. También los hecatónquiros fueron encerrados en las profundidades de la tierra. ¿La causa? Lo de siempre. Su gran fuerza. Su poder. Los gigantes de cien manos, al igual que los cíclopes, eran temibles, y eso fue su condena:

Βριάρε δ ς πρτα πατρ δύσσατο [θυμ

Κόττ τ δ Γύ, δσεν κρατερ ν [δεσμ

νορέην πέροπλον γώμενος δ κα εδος

κα μέγεθος: κατένασσε δ π χθονς [ερυοδείης.

νθ ο γ λγε χοντες π χθον [ναιετάοντες

εατ π σχατι, μεγάλης ν πείρασι γαίης,

δηθ μάλ χνύμενοι, κραδί μέγα πένθος [χοντες.

 

(Hes. Th. 617-623)

 

A Briareo, a Coto y a Giges, cuando al principio su padre se enojó con ellos en su corazón, los ató con fuertes cadenas, temiendo su valor formidable, su aspecto y su grandeza. Los obligó a vivir bajo la tierra de anchos caminos. Allí, estos, con dolor, habitando bajo la tierra, permanecieron en la lejanía, en los confines de la anchurosa tierra, por largo tiempo, afligidos, con gran dolor en su corazón.

 

 Pero Zeus los liberó para que lo ayudaran en su lucha. Gea había predicho que su papel sería fundamental en el triunfo de los Olímpicos contra los titanes, y así ocurrió:

λλά σφεας Κρονίδης τε κα θάνατοι θεο [λλοι,

ος τέκεν ύκομος είη Κρόνου ν φιλότητι,

Γαίης φραδμοσύνσιν νήγαγον ς φάος [ατις:

ατ γάρ σφιν παντα διηνεκέως κατέλεξε

σν κείνοις νίκην τε κα γλαν εχος [ρέσθαι.

 

(Hes. Th. 624-628)

 

Pero a ellos el Cronida y los demás dioses inmortales, a los que concibió Rea, de hermosos cabellos, en amor con Cronos, con las astucias de Gea los condujeron de nuevo hacia la luz. Pues esta les explicó muy detalladamente que, con su colaboración, obtendrían la victoria y una gloria resplandeciente.

 

 

El nuevo orden: la ciudad de Olimpo

La tercera guerra mundial de la que nos habla Masamune Shirow en Appleseed supone la destrucción del mundo tal y como lo conocemos. La civilización humana, con sus luces y sus sombras, se hace polvo, se convierte en ceniza. Pero hay muchos que no quieren rendirse, y es en ese contexto en el que nace la ciudad utópica de Olimpo. Allí todo el mundo parece llevar una vida tranquila y feliz. Aegis, la organización encargada de gobernar la ciudad, se encarga de ello. Y también el Consejo y Gaia, el superordenador que controla Olimpo.

© Masamune Shirow 1985.

Olimpo representa, al igual que la victoria de Zeus y los demás dioses, el establecimiento de un nuevo orden. Tras la guerra, sus dirigentes pretenden recuperar la paz perdida, con mayor o menor acierto. Hay quien quiere salvar al ser humano de sí mismo modificándolo y creando clones artificiales perfeccionados, los bioroides. Es ese uno de los principales conflictos de la historia, especialmente en los dos primeros tomos.

Por supuesto, una nueva ciudad tiene que contar con nuevos mecanismos para garantizar su estabilidad. Y es aquí donde entran los nuevos cíclopes y hecatónquiros: Masamune Shirow los utiliza para dar forma a los cuerpos que se encargan de la seguridad del nuevo paraíso, el FBI y el ESWAT, así como a las armas y la tecnología que utiliza cada uno de ellos. Esas nuevas fuerzas son las que «ayudan» a que Olimpo se mantenga, igual que los gigantes de los que acabo de hablaros ayudaron a Zeus a derrotar a los titanes —aunque en el mundo de Appleseed no haya un dios padre gobernando—.

© Masamune Shirow 1985.

Comencemos por los nuevos cíclopes. En Appleseed, son ellos quienes lideran el FBI, dependiente del Ministerio de Justicia de Olimpo. Brontes, Arges —Arugess como fruto de la transliteración de los nombres— y Estéropes —Strepos— se dedican a perseguir todos aquellos delitos relacionados con los bioroides para mantener el orden en la ciudad. Por supuesto, no son los gigantes de la mitología griega: son humanos y bioroides unidos por un bien común. Aunque resulta curioso que Arugess, precisamente, tenga una cicatriz en uno de sus ojos, como si, de alguna forma, recordara a los cíclopes originales.

¿Y que hay de los hecatónquiros? Para empezar, uno de ellos es el coprotagonista: Briareos Hecatonchiros, en el que, además, se hace explícito el nombre general de los gigantes de cien brazos. Al igual que sucede con los cíclopes, no es un gigante, como en los mitos griegos, y tampoco tiene tantas extremidades. No de manera patente, al menos. Porque Briareos es un cyborg, y remite al modelo clásico original a través de sus implantes y sus terminales, que le permiten operar con diferentes armas y aparatos electrónicos a la vez o en un tiempo muy corto. Esos son sus cien brazos. Y, por supuesto, también termina formando parte de las fuerzas de Olimpo, pese a su desconfianza inicial: junto con Deunan, termina uniéndose al ESWAT, dependiente del Ministerio de Asuntos Internos de la ciudad, para mantener la paz en sus calles.

© Masamune Shirow 1985.

Por su parte, Giges y Coto son también, en Appleseed, elementos utilizados para garantizar la estabilidad en Olimpo. El primero, Guges en el manga, se corresponde con un modelo de landmate, armadura utilizada por las fuerzas especiales y, en concreto, por la propia Deunan. El segundo, Kotus, es un robot que participa en ciertas operaciones delicadas. En Appleseed, por tanto, los nuevos hecatónquiros, adopten la forma que adopten, apoyan otra vez ese orden impuesto tras un terrible conflicto, al igual que en el mito original.

© Masamune Shirow 1985.

Como puede verse, el mundo que Masamune Shirow ha creado está lleno de elementos procedentes de la mitología griega. Sin embargo, no constituyen una mera referencia para hacer más interesante ese nuevo Olimpo del que la tecnología se ha adueñado, sino los mimbres que le permiten al autor entretejer una historia llena de significado en la que se tratan cuestiones tan interesantes como la inmortalidad o el uso de la tecnología. La cultura clásica se convierte, por ello, en un vehículo de expresión de ideas.


¡Con esto termino la entrada de hoy! 😊 Espero que os haya gustado. Ya hablaré más de Appleseed en el futuro porque se me han quedado muchas cosas en el tintero. Dicho esto, os espero dentro de unos días con una nueva entrada. ¡Hasta entonces!

 

Bibliografía

Como siempre, os dejo una lista de las referencias que he utilizado para escribir la entrada por si queréis consultarlas. 😊

Grimal, Pierre (1981). Diccionario de mitología griega y romana (trad. de Francisco Payarols), Barcelona: Paidós.

Nisbet, Gideon (2016). “Mecha in Olympus: Shirow Masamune’s Appleseed”, en Marshall, C. W. & Kovacs, George (eds.) (2016). Son of classics and comics, Oxford: Oxford University Press, pp. 67-78.