Son
muchas las formas que tienen los mangakas de reflejar la cultura
grecolatina en sus viñetas, como sabréis si lleváis un tiempo en el blog, pero
una de las que más me llama la atención es cómo se adaptan los textos clásicos,
cómo los autores los toman, los reinterpretan y los hacen suyos. Esto es lo que
sucede en Plinivs, de Mari Yamazaki y Tori Miki, un título muy especial
en el que ambos nos hablan sobre la figura de Plinio el Viejo, célebre por su
obra enciclopédica Historia natural: imaginan su personalidad, su vida —son
muy pocos los datos que tenemos sobre él—, y nos la cuentan, combinándola con
ciertos elementos de la cultura japonesa y utilizando como inspiración para el autor
grecolatino a algunos personajes del país del sol naciente con los que podría tener
cosas en común. El año pasado os hablé por primera vez de este manga, publicado
en España por Ponent Mon, y me apetecía regresar a él para seguir indagando en
el trabajo de Yamazaki y Miki y en cómo integran pasajes de la obra de Plinio
en sus viñetas. 🤗
En la entrada de hoy, voy a centrarme
en el libro II, algunos de cuyos pasajes sirven como base a los autores para
escribir y dibujar el segundo capítulo de su manga, en el que Plinio el Viejo
conoce a su futuro asistente, Eukles, uno de los personajes principales de la
historia. Como siempre, os advierto que voy a hablar de él en
profundidad, así que, si no habéis leído Plinivs y tenéis intención, podéis volver al blog cuando lo hayáis hecho. Sin más dilación,
¡empezamos! 😊
Los
fascinantes misterios del cielo
Como os
comentaba en la anterior entrada sobre Plinivs —que podéis leer aquí—, la Historia
natural, única obra conservada de Plinio el Viejo, es un compendio del
saber de su época, de la visión del mundo que se tenía en aquellos tiempos, y
el propio autor deseaba que resultase útil a quien se acercase a ella. Así, en
sus páginas se tratan temas muy diversos pertenecientes a infinidad de
disciplinas científicas.
En concreto, el libro II se dedica a
cuestiones relacionadas con la astronomía y la meteorología, desde la forma, el
movimiento y los elementos del mundo hasta los astros, sus fases, el cielo y
los diferentes fenómenos atmosféricos que se aprecian: la nieve, las tormentas,
el granizo… Plinio el Viejo los va desarrollando de forma gradual, mezclando los
conocimientos más estrictamente «científicos» con anécdotas e historias. De la
cantidad de cuestiones que aborda, voy a fijarme en los pasajes que les dedica
a los rayos, ya que son los más importantes para el segundo capítulo de Plinivs,
en el que Plinio, sus acompañantes y Eukles se ven sorprendidos por una
tormenta que da pie a una conversación.
En la Historia natural, se habla
sobre las siguientes cuestiones: dónde caen los rayos, cómo se clasifican y qué
características tienen, qué dicen las diferentes culturas sobre ellos, qué relación
tienen con determinadas ceremonias e invocaciones, qué leyes los rigen y sobre
qué objetos nunca caen. Como veis, son unas cuantas cosas y, por supuesto, no
todas se emplean en el manga, así que voy a hacer un recorrido únicamente por
los fragmentos que después se trasladan a las viñetas y, de esa manera, ver
cómo se insertan en su narrativa y con qué efectos.
Antes de empezar, os pongo en contexto
sobre la situación en la que se encuentran los personajes de Plinivs para
ir relacionándola con el texto original. Eukles, que vive en la Magna Grecia,
acaba de perder su casa y sus bienes debido a una erupción del volcán Etna. Lo único
que le queda es una tablilla de cera que perteneció a su padre, muerto antes
del desastre. Así, Eukles se plantea marcharse en busca de una nueva vida. Sin
embargo, mientras reflexiona sobre su futuro, llega un extraño hombre que entabla
una conversación con él: se trata de Plinio, a quien se le ha encargado la
tarea de informar a Roma sobre la erupción y sus consecuencias. De repente, los
sorprende una tormenta y es entonces cuando Plinio le pide a Eukles que le
preste su tablilla: hay cosas que le gustaría dejar anotadas para recordarlas
en el futuro. El muchacho se resiste al principio, pero, cuando cae un rayo y
el sabio empieza a contarle datos sobre ellos, se percata de lo mucho que le gustaría
aprender a su lado. Aunque la conversación se interrumpe a causa de los
soldados que escoltan a Plinio, el joven insiste en que le cuente más y le
hace preguntas que el sabio responde con mucho gusto.
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© Mari Yamazaki, Tori Miki 2014 |
Dicho esto, empecemos ya con la Historia
natural. Lo primero que Plinio nos cuenta, un poco antes del pasaje
específico sobre los rayos, es por qué se producen. Por otra parte, intenta
explicar cómo se vincula este fenómeno con la mitología y, en concreto, con el
dios Júpiter, el Zeus de los romanos, que, como sabréis, tenía los rayos como
atributo principal. Así lo expone:
Latet plerosque magna caeli adsectatione
compertum principibus doctrinae viris, superiorum trium siderum ignes esse
qui decidui ad terras fulminum nomen habeant, sed maxime iovis medio loco
siti, fortassis quoniam contagium nimii umoris ex superiore circulo atque
ardoris ex subiecto per hunc modum egerat, ideoque dictum iovem fulmina
iaculari. Ergo ut e flagrante ligno carbo cum crepitu, sic a sidere caelestis
ignis exspuitur praescita secum adferens, ne abdicata quidem sui parte in
divinis cessante operibus. Idque maxime turbato
fit aere, quia collectus umor abundantiam stimulat aut quia turbatur quodam
ceu gravidi sideris partu.
(Plin. HN. II, 28)
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Muchos no advierten lo que se ha
descubierto a partir de una gran observación del cielo por parte de los
principales hombres de la ciencia: que los fuegos de los tres astros
superiores son los que, tras caer a la tierra, tienen el nombre de rayos, y
sobre todo los de Júpiter, ubicado en el lugar del centro, quizá porque de
este modo expulsa la contaminación de la humedad excesiva que obtuvo del
círculo superior y el ardor del inferior. Por esto se dice que Júpiter lanza
rayos. Así pues, como el carbón se suelta de la madera en llamas con un
crujido, así del astro es escupido el fuego celestial que lleva consigo los
augurios, sin que la parte exhalada cese siquiera en sus labores divinas. Esto
se produce con una atmósfera muy turbada porque la humedad acumulada estimula
una sobrecarga o porque se perturba de alguna forma como en el parto de un
astro preñado.
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Un poco más adelante, nos habla de lo
que pensaban otras culturas sobre los rayos y con qué dioses los vinculaban. Por
supuesto, tampoco deja a un lado lo que creían los propios romanos:
Tuscorum litterae novem deos emittere
fulmina existimant, eaque esse undecim generum; Iovem enim trina iaculari.
romani duo tantum ex iis servavere, diurna attribuentes Iovi, nocturna Summano,
rariora sane eadem de causa frigidioris caeli.
(Plin. HN. II, 57)
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Los escritos de los etruscos estiman que
nueve dioses arrojan rayos y que estos son de once tipos; de hecho, Júpiter
los lanza de tres. Los romanos conservaron solo dos de ellos, atribuyendo los
diurnos a Júpiter y los nocturnos a Sumano, sin duda estos más raros a causa
de que el cielo es más frío.
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Por cierto, ese Sumano al que menciona debía
de ser una divinidad etrusca en su origen que después tuvo su culto en Roma y
se asoció con Júpiter.
En Plinivs, esta información se
nos da en dos instantes diferentes. Al principio de la tormenta, cuando cae un
rayo que hace arder un árbol, Plinio explica cómo se produce este fenómeno y
menciona las condiciones que deben darse para ello, solo que sus acompañantes
no dejan de interrumpirlo para meterle prisa y marcharse de allí antes de que haya
problemas. Esas distracciones hacen que el sabio introduzca en su discurso una
serie de datos relacionados con otros temas. Retoma la explicación sobre cómo
se generan los rayos cuando Eukles, admirado por sus conocimientos, le pregunta
al respecto para ampliar información y le habla de sus propias creencias: a él,
de ascendencia griega, le explicaron que era Zeus el que lanzaba los rayos, pero
Plinio lo desmiente utilizando este pasaje de la Historia natural. Habla
sobre los tres planetas, sobre el principal, Júpiter, y sobre cómo la
explicación racional se fue mezclando con la mitología.
Si continuamos buceando en los pasajes
del libro II, lo siguiente a lo que se refiere Plinio es a cuándo se producen
las tormentas, en qué momento son más o menos habituales. Y dice:
Hieme et aestate rara fulmina contrariis
de causis, quoniam hieme densatus aer nubium crassiore corio spissatur,
omnisque terrarum exhalatio rigens ac gelida quicquid accipit ignei vaporis
exstinguit.
(Plin. HN. II, 55)
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En invierno y en verano, los rayos son
raros por razones opuestas, puesto que en invierno el aire se hace más denso
a causa de una capa de nubes más gruesa y todo el vaho de la tierra, helado y
gélido, extingue cualquier vapor ígneo que contengan.
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© Mari Yamazaki, Tori Miki 2014 |
Eso sí, después
explica que en primavera y otoño la situación es totalmente distinta, ya que las
tormentas se vuelven más habituales. Asimismo, Plinio habla sobre algunas
regiones de Italia que, debido a su clima, sufren este fenómeno atmosférico con
más frecuencia. En el manga, el personaje de Yamazaki y Miki hace comentarios sobre
los rayos, el clima y el frío justo cuando le ofrece una primera explicación
sobre estas cuestiones a Eukles, que mira asombrado cómo el fuego causado por
el rayo consume uno de los árboles que quedaban en pie.
A
continuación, en la Historia natural se clasifican los rayos y se nos
indica por qué se caracteriza cada uno:
Fulminum
ipsorum plura genera traduntur. Quae sicca veniunt, non adurunt, sed
dissipant; quae umida, non urunt, sed infuscant. Tertium est quod clarum
vocant, mirificae maxime naturae, quo dolia exhauriuntur intactis operimentis
nulloque alio vestigio relicto, aurum et aes et argentum liquatur intus,
sacculis ipsis nullo modo ambustis ac ne confuso quidem signo cerae.
(Plin. HN. II, 56)
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Está escrito que hay muchos tipos de
rayos. Los que vienen secos no queman, pero destruyen; los húmedos no queman,
pero ennegrecen. El tercero es al que llaman «claro», de naturaleza
especialmente maravillosa. Por este se vacían los toneles, quedando intactas
las tapaderas y no dejando ningún otro resto. El oro, el cobre y la plata se
funden dentro de los saquitos sin que estos se quemen y ni siquiera se
estropee el sello de cera.
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El
Plinio de Yamazaki y Miki se refiere a esta clasificación en la segunda parte
de su exposición, cuando Eukles le da a entender que quiere saber más. Incluso
hace referencia a lo que el Plinio original dice sobre los toneles que se
quedan vacíos. ¡Es como si el personaje estuviera recitando el pasaje de la
obra original! Justo en este momento, Eukles le pide al sabio que le permita
apuntar lo que está diciendo porque le parece muy interesante, ya hacia el final
del capítulo.
El
último pasaje al que me voy a referir tiene que ver con algo un poco más escabroso:
a qué tipos de seres vivos puede matar un rayo. Sobre este asunto, Plinio
recoge lo siguiente:
Unum animal, hominem, non semper
exstinguit, cetera ilico, hunc videlicet natura tribuente honorem, cum tot
beluae viribus praestent. […] Nullum animal
nisi exanimatum fulmine accenditur.
(Plin. HN. II, 60)
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A un único ser vivo, el hombre, no
siempre lo matan —a los demás al punto—, como concediéndole la naturaleza un honor cuando tantos animales lo aventajan en fuerza. […] Ningún ser vivo
arde a no ser que haya muerto por un rayo.
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© Mari Yamazaki, Tori Miki 2014 |
¿En qué
momento de Plinivs se introduce este fragmento? Justo cuando la primera
explicación del naturalista es interrumpida por sus acompañantes, que,
aterrados, quieren largarse del lugar donde se encuentran por si acaso, no vaya
a caerles un rayo encima. Plinio les da esta información para tranquilizarlos —y
que, de esa forma, le permitan quedarse un poco más para observar el fenómeno y
saciar sus ansias de conocimiento—. Además, corrobora su explicación con una
breve anécdota que, en la Historia natural, cierra el pasaje sobre los
tipos de rayos, que ya hemos visto:
Marcia, […] princeps romanorum, icta
gravida partu exanimato ipsa citra ullum aliud incommodum vixit.
(Plin. HN. II, 56)
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Marcia, una noble romana, tras ser
golpeada por un rayo cuando estaba embarazada, aunque su hijo murió, vivió
sin ningún otro daño.
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Por
supuesto, Plinio el Viejo cuenta otras muchas cosas. Si sentís curiosidad, os
animo a que leáis, al menos, ciertos pasajes de su obra. ¡Algunos son muy
curiosos!
El conocimiento
que une
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© Mari Yamazaki, Tori Miki 2014 |
Ahora
bien, Mari Yamazaki y Tori Miki no solo introducen estos pasajes de la Historia
natural en su manga para dar a conocer la figura de Plinio y su obra —que
también—, sino que les conceden una función dentro de la narrativa del
capítulo 2. Al fin y al cabo, este es importante para los protagonistas, ya que Plinio
y Eukles se conocen: constituye el principio del vínculo que los va a unir en el
futuro y que se irá estrechando con el tiempo.
La base
de esa relación es, precisamente, el conocimiento, lo que Plinio sabe y lo que
Eukles ignora, lo que les parece interesante a ambos. El muchacho de la Magna
Grecia se ve frente a un fenómeno, el rayo, que le resulta sorprendente y, de
alguna forma, prodigioso porque, según él mismo dice, las historias que le
habían contado lo relacionaban con la divinidad. Las palabras de Plinio
despiertan en él un sentido de la maravilla diferente: encuentra una
explicación más racional y su curiosidad se aviva. Así, mediante dicho
conocimiento, la distancia que había entre ambos al principio —Plinio lo pilla
por sorpresa, Eukles se muestra reticente a hablar con él y a prestarle la
tablilla de cera, único recuerdo de su padre— se reduce drásticamente.
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© Mari Yamazaki, Tori Miki 2014 |
A este
objetivo obedece también el orden en el que se utilizan los pasajes de la Historia
natural. Como acabamos de ver, Mari Yamazaki y Tori Miki los trasladan a
viñetas de una manera desordenada con respecto al texto clásico, lo que también
hace la escena mucho más dinámica y espontánea. Cuando el rayo cae, la reacción
natural de Plinio, como entusiasta de la naturaleza y del saber, es explicar lo
que conoce sobre el fenómeno, también porque lo está viendo y puede comprobar
la información de primera mano. De esa forma, suscita el interés de Eukles. No
obstante, también es lógico el comportamiento de los soldados que lo acompañan,
asustados ante la magnitud de la tormenta, de ahí que Plinio se interrumpa y
recurra a algunos datos que le puedan servir para calmar los ánimos. ¿Y qué
mejor que una historia, la de Marcia, para cerrar su discurso? Una vez que lo ha
conseguido, se puede retomar el hilo inicial de la conversación y ahora
es Eukles el que empieza, mostrando su necesidad de saber y derribando esas
reticencias que sentía al principio. Él, que antes se había alejado de Plinio,
ahora se acerca al sabio. La culminación se produce cuando el propio muchacho se
ofrece a anotar las observaciones del naturalista.
De esta
forma, Mari Yamazaki y Tori Miki adaptan al manga una obra complicada de
trasladar a viñetas, generando curiosidad en el lector e integrándola plenamente
en la historia que quieren contar y en las relaciones que establecen sus
personajes entre sí. Además, tanto Plinio como Eukles quedan caracterizados
mediante sus palabras y sus reacciones, lo que nos permite conocerlos un poco
mejor.
Con
esto, termino la entrada de hoy. 😊 ¡Espero que os haya gustado! En el futuro,
volveré a Plinivs; aún quedan cosas que decir sobre la forma en que Mari
Yamazaki y Tori Miki utilizan la Historia natural. Por mi parte, os
espero dentro de unos días con una nueva reseña. ¡Hasta entonces! Y espero que
no estéis llevando muy mal la ola de calor.
Bibliografía
Como
siempre, os dejo aquí un listado de referencias que me han servido para
escribir la entrada, para que las consultéis por si sentís interés. 😊 Para ver la fuente de las fotografías, podéis clicar en ellas.
Bellisime, Marion
(2017b). «Manga
Romae (3/3): Pline», en Actualités
des études anciennes, ISSN: 2492.864X. En línea. disponible en: <https://reainfo.hypotheses.org/7698>.
Buchet,
Elisabeth (2019). «Entre
Rome et Japon: l’histoire romaine en manga», en Bièvre-Perrin, Fabien (ed.), Antiquipop
| L'Antiquité dans la culture populaire contemporaine, ISSN 2553-4114. En
línea. Disponible en: <https://antiquipop.hypotheses.org/6696>.
Fontán,
Antonio, Moure Casas, Ana María et
al. (eds. y trads.) (1995). Plinio el Viejo. Historia Natural. Libros
I-II, Madrid: Gredos.