lunes, 19 de diciembre de 2022

Manga y mundo clásico: una guerra en las profundidades del mar

Hace mucho desde la última vez que me pasé por aquí, ¿verdad? No sabéis las ganas que tenía de escribir, de revisitar los clásicos y los mangas para continuar indagando en la forma en que la Antigüedad grecolatina queda representada en el cómic japonés. Sin embargo, han sido meses muy ajetreados, por motivos laborales y personales, y las obligaciones apenas me han dejado tiempo para dedicárselo al blog, por desgracia… Pero ya estoy aquí. Y espero no volver a ausentarme tanto tiempo. 😊

Eso sí, pese a no poder escribir, mi cabeza no ha dejado de darle vueltas al contenido del blog, a los temas que me apetecía tratar en las siguientes entradas. Y hoy voy a saldar una deuda con una obra sobre la que iba a escribir hace unos meses —hubo ciertas complicaciones y, al final, no pude hacerlo—: Umi no Triton, de Osamu Tezuka, que todavía no podemos leer en español, pero sí en inglés —esta es la edición que tengo yo—. Serializado originalmente entre 1969 y 1971, en este título —que contó con una adaptación al anime—, el dios del manga nos cuenta la historia de Tritón, un habitante del mar que, por diversas circunstancias, es criado por una familia japonesa. Lo que no sabe es que en sus manos está el destino de todo su clan, masacrado por el temible Poseidón, al que los humanos llegaron a adorar como divinidad marina… y que quiere acabar con el muchacho porque, según piensa, es el único superviviente de su familia. A partir de entonces, Tritón tendrá que luchar por sobrevivir y enfrentarse a un enemigo formidable, a la vez que busca venganza por el asesinato de los suyos.

En la entrada de hoy, quiero centrarme en los personajes de Poseidón y Tritón de la mitología clásica y ver de qué forma Osamu Tezuka los ha empleado para contarnos una historia de aventuras en la que también reconocemos algunos de los temas que preocupaban al autor, como el cuidado del medioambiente. Como siempre, una advertencia: hay spoilers de la trama, así que, si tenéis interés en leer la obra antes de que os destripe nada, podéis volver cuando lo hayáis hecho. 😊

El dios de los mares…

Neptuno y Anfitrite, de Frans Francken II
(principios del siglo XVII)

En primer lugar, antes de centrarme en el manga, quiero hablaros un poco de Poseidón. Son muchas cosas las que podrían decirse del dios del mar, muchas las historias que podrían contarse, pero voy a fijarme en algunos aspectos importantes para el contexto de Umi no Triton y la imagen que Tezuka nos ofrece de esta divinidad: su carácter, sus dominios, sus amantes y su linaje. Todo ello aparece, de una forma u otra, en el manga, como veremos más adelante.

El primer aspecto que me parece importante destacar es, precisamente, el ámbito sobre el que gobierna: el mar. Poseidón lo obtuvo después de que su hermano Zeus obligara al padre de ambos, Cronos, a vomitar a todos los hijos a los que había devorado y estos reemplazaran a los antiguos dioses. En el caso de Poseidón, hubo antes otras divinidades primigenias, como Nereo, que dominaban las aguas, pero él se las quedó una vez que los dioses olímpicos derrotaron a los titanes. Os hablé de esta historia en una de las entradas sobre Appleseed.

Poseidón con su tridente en una placa de
cerámica corintia

De todas formas, no podría haber conseguido un dominio más acorde con él: su carácter, hosco, malhumorado y terrible, es el mismo que el del mar revuelto, el del oleaje que hunde los barcos hasta el fondo. Poseidón hace gala de él en numerosos mitos de la Antigüedad grecolatina: provoca terremotos —no en vano, uno de sus epítetos es «el que sacude la tierra»—, causa inundaciones, hace naufragar barcos, envía a violentas criaturas marinas para castigar a los humanos. Puede ser un dios benévolo que ayuda a las naves a continuar con su travesía, pero también una divinidad atroz cuya ira es mejor no despertar.

Son muchos los mortales que la sufrieron. Por ejemplo, el rey troyano Laomedonte, padre de Príamo —uno de los personajes más importantes de la guerra de Troya—, con quien se encolerizó tras construir las murallas de su ciudad. Zeus los había castigado a él y a Apolo a bajar a la tierra y servir a un mortal durante un tiempo determinado, así que ambos se ocuparon de alzar los muros de Troya a cambio de un salario que nunca recibieron. Poseidón, entonces, envió un monstruo marino, al que debían ofrecerle sacrificios para aplacarlo.

Andrómeda, de Juan Antonio de Frías
y Escalante (siglo XVII)

¿Y qué hay de Andrómeda, la princesa de Etiopía? Su madre había presumido de su belleza y había afirmado que incluso superaba la de las nereidas, divinidades marinas que, ofendidas, le pidieron ayuda a su soberano. De nuevo, el dios castigó a los mortales con una bestia marina. A fin de restaurar la paz, los reyes de Etiopía debían sacrificar a su hija; por suerte, un héroe apareció en el momento oportuno para rescatarla de su destino fatal: Perseo.

Otro ejemplo muy famoso de la cólera de Poseidón es, precisamente, el de Ulises y sus compañeros. El dios del mar, enfurecido porque el héroe griego había cegado a su hijo Polifemo, uno de los cíclopes, decidió torturarlo a él y a sus compañeros. Tal y como se aprecia en la Odisea, los pobres son víctimas de numerosas tormentas que los hacen naufragar y los alejan de su destino: Ítaca, el hogar al que desean regresar después de años y años de guerra en Troya.

Pero no fueron solo los mortales los que suscitaron su ira, también los dioses —aunque, por supuesto, con ellos no podía resolver sus diferencias de la misma forma que con los humanos—. Y es que Poseidón quiso hacerse con el patrocinio de ciertas ciudades griegas, para lo que tuvo que medirse con otras divinidades… y la verdad es que las cosas no le fueron demasiado bien. Algunas de las ciudades que no consiguió pagaron las consecuencias de su furia.

El ejemplo más famoso es su intento por conseguir Atenas. En ese momento, se enfrentó a Atenea y, pese a sus esfuerzos, perdió contra su sobrina: él hizo brotar un pequeño mar en la parte alta de la ciudad para reclamarla, pero Atenea, siempre tan astuta, plantó un olivo y se ocupó de que Cécrope, el primer rey de Atenas, lo viera y se convirtiera en su testigo. Os hablé de este mito aquí. La rivalidad entre Poseidón y Atenea se aprecia, por ejemplo, en la Odisea.

Odiseo en la cueva de Polifemo, de Jacob Jordaens
(primera mitad del siglo XVII)

El último punto que quiero tratar es el de su descendencia, muy importante para Umi no Triton. Al igual que muchos de los dioses de la mitología grecolatina, Poseidón tuvo diversas amantes —además de su esposa, Anfítrite, y de los hombres por los que se sintió atraído—: Clito, Medusa, Amimone… Y con ellas engendró infinidad de hijos, algunos de ellos bastante célebres, como Pegaso, que nació de la cabeza de Medusa cuando el héroe Perseo se la cercenó. Varios tenían un aspecto monstruoso y eran terribles; si no, que se lo digan a Ulises cuando tuvo que enfrentarse a Polifemo.

…y su linaje

El segundo personaje de la mitología clásica que Tezuka toma para su obra es, precisamente, el que le da nombre: Tritón, una divinidad marina menor. Según algunos testimonios, es el hijo de Poseidón y su esposa, Anfítrite. Así nos lo encontramos, por ejemplo, en la Teogonía, de Hesíodo:

 

κ δ μφιτρίτης κα ρικτύπου ννοσιγαίου

Τρίτων ερυβίης γένετο μέγας, στε θαλάσσης

πυθμέν χων παρ μητρ φίλ κα πατρ [νακτι

ναίει χρύσεα δ, δεινς θεός.

 

(Hes. Th. 930-146)

 

 

De Anfítrite y el resonante Sacudidor de la Tierra nació el poderoso y gran Tritón, que, poseyendo el fondo del mar, junto con su madre y su soberano padre vive en una morada de oro, terrible dios.

Triunfo de Neptuno, de Vittorio Maria Bigari (ca. 1765)

No obstante, esta denominación sirve también para identificar a una serie de criaturas que forman parte del séquito de Poseidón, mitad hombre y mitad pez, a quienes solemos ver representados soplando conchas. De todas formas, sea quien sea Tritón, apreciamos que se trata de un ser vinculado estrechamente con Poseidón, ya sea porque proviene de su linaje, ya sea porque lo acompaña y aparece junto a él en las representaciones. Ahora bien, ¿cómo lo transforma Tezuka en Umi no Triton? Ahora lo veremos.

La crueldad de Poseidón, la bondad de Tritón

Para crear su mundo submarino, con una rivalidad ancestral, Tezuka se vale de dos grupos rivales: el de Tritón y los suyos, por un lado, y el de Poseidón, sus hijos y sus sirvientes, por otro. En este caso, el mangaka elimina cualquier vínculo de familia entre ambos. Aquí Tritón no es hijo del dios del mar, pero sí se encuentra bajo su dominio, contra el que se rebela, tanto él como sus ancestros —ese es el motivo, precisamente, por el que son asesinados—. Así, la divinidad marina más importante de la mitología grecolatina se muestra también poderosa e implacable en Umi no Triton; sin embargo, el que era un dios secundario se alza aquí como un rival difícil de batir. En ese sentido, Tezuka se vale de una figura más desconocida y le otorga un papel más importante que el que tenía en la mitología clásica: se convierte en el liberador contra la opresión del tirano.

© Osamu Tezuka, 1969-1971

Aparte de eso, Tritón encarna ciertos valores que Tezuka defiende en su manga. No siempre acierta, eso es verdad, y en ocasiones se deja llevar por impulsos negativos, por ese deseo de venganza que nace en él cuando se entera de quién es su verdadera familia y de lo que sucedió en el pasado. No obstante, la mayoría de las veces se da cuenta de sus errores, recapacita, intenta solucionar el conflicto de otra forma. No son pocos los momentos en los que pretende resolver su situación con Poseidón mediante el diálogo, intentando pactar con él y los suyos para alcanzar una convivencia más o menos pacífica. Esa es, precisamente, una de las ideas que permean la historia: la violencia no es la solución. Hay otras maneras de afrontar un problema, una rivalidad.

Lo mismo sucede en el caso de los humanos. En Umi no Triton, se aborda el tema de la contaminación del mar y el medioambiente. Las personas parecen haber nacido para destruir su entorno, de ahí que uno de los objetivos de Poseidón sea acabar con ellas. Por supuesto, a Tritón tampoco le gusta lo que están haciéndole a la naturaleza, pero la manera que ambos tienen de enfrentarse a esta cuestión es distinta: mientras que Poseidón construye una base —utilizando esclavos— para aniquilar a la humanidad, Tritón no lo considera un plan válido. Los dos personajes tienen un objetivo común, salvar el mar, pero sus ideas al respecto son muy diferentes y reflejan los valores que cada uno encarna. 

© Osamu Tezuka, 1969-1971

Porque Poseidón, en Umi no Triton, se caracteriza por su crueldad. Al igual que el dios de la mitología griega, es malhumorado y terrible: causa maremotos para castigar a los humanos por ayudar a los miembros del clan de Tritón, impone su poder por la fuerza… Eso sí, mientras que el Poseidón original tenía un lado benévolo, el de Tezuka lleva su maldad al extremo. También cuando se muestra más «amable» esconde terribles intenciones y uno nunca sabe si está actuando de buena voluntad o pretende seguir con sus engaños. Incluso está dispuesto a sacrificar a todos sus hijos para matar a su enemigo acérrimo, a esclavizar a miles de personas, sin preocuparse por su suerte, para construir la base submarina que acabará con la humanidad.

El Poseidón de Tezuka conserva también otros de los rasgos que observamos en los mitos clásicos. Por ejemplo, en un momento determinado afirma que ha tenido muchas esposas, con las que ha engendrado a sus numerosos hijos —para él, como ya hemos dicho, una mera herramienta—. El método para conseguirlas —al menos en el caso de Pippy, la sirena del clan de Tritón que sobrevivió a la masacre y está destinada a casarse con el protagonista del manga— es muy similar al que observamos en la mitología grecolatina, no solo en el caso del dios del mar, sino de otras divinidades: la secuestra. Por otra parte, muchos de sus vástagos son monstruosos, en especial el que tiene con una esponja a la que confunde con Pippy: una bestia enorme, con un hambre insaciable, que devora y aniquila todo lo que encuentra en su camino. Estas características sirven para acentuar su maldad, esa maldad detestable a la que nadie debería llegar nunca. El hecho de que, además, tenga dificultades para comunicarse —en sus bocadillos apenas aparecen palabras, solo unas rayas incomprensibles— acentúan esa idea de que no está dispuesto a dialogar, sino a destruir y matar, el único lenguaje que conoce.

© Osamu Tezuka, 1969-1971

Su crueldad se ve, además, en su afán por conservar su poder, sin admitir réplicas. La rivalidad que mantiene con Tritón está presente en el Poseidón original: recordemos que intentó hacerse con el patrocinio de diversas ciudades; además, tanto él como los otros dioses se enfrentaron contra los titanes en una terrible guerra por la soberanía del mundo. Sin embargo, en el caso de Umi no Triton, no es Poseidón el que se impone, sino el que ve amenazada su posición continuamente por un personaje que encierra unos valores de los que él carece y que deberían prevalecer.

Un último apunte que me parece curioso: en el manga de Tezuka, Poseidón no es exactamente el dios del mar, sino el descendiente de un antiguo linaje de terribles criaturas que se hicieron con el dominio de las aguas y a las que la humanidad empezó a adorar como si fueran divinidades. Al igual que sucede en otros títulos, como Olympos, se contrapone la idea de lo que es real y lo que los mortales piensan que es real: estos se aferran a un dios para explicar lo que no entienden. Desde luego, al Poseidón de Tezuka no podría importarle menos la adoración de unos seres a los que desea destruir.

El mundo marino: Grecia y Japón

Antes de terminar, me gustaría comentar un último aspecto de Umi no Triton, algo muy frecuente en la cultura popular y de lo que ya he hablado en otras entradas: la mezcla entre la Antigüedad grecolatina, la cultura japonesa y otros elementos para conformar una unidad. Son varios los elementos del manga que difieren con respecto a su base clásica.

Cartel de Godzilla (1954) y monstruo de Umi no Triton
(Osamu Tezuka, 1969-1971)

El primero de ellos es la apariencia de los personajes. El propio Poseidón, de hecho, se aleja bastante de la iconografía grecolatina —el dios del mar aparecía representado como un hombre maduro, con barba y un tridente—. El único elemento que conserva es, precisamente, dicho tridente; por lo demás, su aspecto es monstruoso: cuernos, hocico de animal, colmillos… Hay quien lo ha relacionado con los onis, ogros o demonios nipones, enlazando así la cultura grecolatina y la del país del sol naciente. Por otro lado, sus vástagos —cuyos nombres, por cierto, tienen un aire griego en varias ocasiones— parecen sacados de una obra de ciencia ficción y se alejan de los cíclopes y las bestias de los mitos originales, aunque algunos mantengan una apariencia monstruosa. Cabe destacar la del hijo que tiene con la esponja, que nos recuerda a los kaijûs japoneses, como Godzilla.

© Osamu Tezuka, 1969-1971

Las sirenas, por otro lado, no son las criaturas marinas mitad ave mitad mujer de las que nos hablan autores como Homero u Ovidio: tienen cola de pez y torso humano, representación que no llegó hasta finales de la Antigüedad. En lo que respecta a Tritón, su aspecto es completamente humano: lo único que lo diferencia son sus pies, carentes de dedos, que le permiten nadar mejor. Eso sí, su vestimenta sí recuerda a la cultura griega: la túnica que se pone para enfrentarse a Poseidón y «asumir» su papel como salvador nos remite de inmediato a la Antigüedad clásica.

 

Con esto termino la entrada de hoy. 😊 ¡Espero que os haya gustado! Y, de nuevo, disculpad la tardanza. Por mi parte, os espero dentro de unos días con una nueva reseña. ¡Hasta entonces!

 

Bibliografía

Como siempre, os dejo aquí una lista de referencias por si queréis consultarlas. 😊

Castello, Maria G. & Scilabra, Carla (2015). “Theoi becoming Kami: Classical mythology in the anime world”, en Carlà, Filippo & Berti, Irene (eds.). (2015). Ancient Magic and the Supernatural in the Modern Visual and Performing Arts, Londres: Bloomsbury, pp. 177-196.

Grimal, Pierre (1981). Diccionario de mitología griega y romana (trad. de Francisco Payarols), Barcelona: Paidós.

Scilabra, Carla (2018). “When Apollo tasted sushi for the first time. Early examples of the reception of Classics in Japanese comics”, en Bièvre-Perrin, Fabien & Pampanay, Élise (eds.), Antiquipop: La référence à l’Antiquité dans la culture populaire contemporaine, Lyon: MOM Éditions, pp. 253-266. Disponible en: <https://books.openedition.org/momeditions/3371>.

domingo, 23 de octubre de 2022

Mangas escritos por autoras III

El tiempo pasa muy rápido: casi sin que nos hayamos dado cuenta, ya estamos otra vez en octubre. Y, como todos los años, con la llegada de este mes viene también la iniciativa #LeoAutorasOct, que busca visibilizar y reivindicar el trabajo de las escritoras. Para ello, todos los años se propone leer a lo largo del mes obras escritas por mujeres y personas no binarias. Si os llama la atención, os invito a que visitéis la página y las redes sociales del proyecto: siempre comparten un montón de contenido y hacen diferentes propuestas de lectura para disfrutar, conocer nombres nuevos y, de paso, reducir la pila de pendientes.

Como todos los años desde que empecé con el blog, en 2022 quería también escribir una entrada sobre mangas escritos y dibujados por autoras que me han gustado mucho o han sido importantes para mí. ¡Y aquí estoy! 😊 Un poco tarde, eso sí, porque he tenido un mes de octubre muy ajetreado… Pero, pese a que las obligaciones me han quitado mucho tiempo, no podía faltar a esta cita. Sin más dilación, ¡empezamos! 🤗

Tokyo girls, de Akiko Higashimura

Comienzo con un manga de una de las autoras de cómic japonés más importantes de la actualidad: Tokyo girls, de Akiko Higashimura, publicada por Planeta Cómic. Cuando se anunció, hace ya un par de años, no pude alegrarme más por su llegada a nuestro mercado: esta mangaka es una gran contadora de historias.

En concreto, Tokyo girls se centra en la vida de Rinko, Kaori y Koyuki, tres treintañeras que no han tenido demasiada suerte en el amor y siguen solteras, mientras a su alrededor otras chicas encuentran pareja y comienzan una vida de color de rosa. Pero no van a tirar la toalla tan fácilmente: antes de que se celebren los Juegos Olímpicos de Tokio, estarán felizmente casadas. Lo que no saben es que la vida no se lo va a poner tan fácil y, desengaño tras desengaño, las tres amigas continuarán reuniéndose en su tasca preferida para compartir sus frustraciones.

Con un tono irónico y bastante humor, Akiko Higashimura nos cuenta las desventuras de sus protagonistas a la vez que pone sobre el papel los muchos prejuicios y dificultades a los que tienen que enfrentarse las mujeres en Japón, y también lo complicado que es no cumplir con una serie de expectativas —sociales o personales— y asumir lo que consideramos un fracaso. Tokyo girls es una de mis series favoritas ahora mismo. En cuanto sale un tomo nuevo, lo devoro: ¡disfruto mucho con estas doñas «y si»! 

Signos de afecto, de Suu Morishita

En segundo lugar, quiero hablaros de otro de mis mangas en publicación preferidos, esta vez por la ternura de la historia: Signos de afecto, de Suu Morishita, editado por Arechi. Antes de que se anunciara la licencia, lo había visto en redes sociales y me había llamado la atención —el estilo de dibujo es muy tierno, en línea con el argumento—, así que me puse muy contenta cuando se confirmó que iba a llegarnos en español. 

El manga comienza con un encuentro casual entre Yuki, una estudiante universitaria con sordera, e Itsuomi, un chico misterioso que habla varios idiomas y siempre está viajando. Durante un trayecto en tren, este ayuda a Yuki a comunicarse con un extranjero y, a partir de entonces, empieza a formarse un vínculo entre los dos. A medida que pasan los días, ambos intercambian mensajes, muestran interés por la vida del otro, se ven en la universidad —no lo sabían, pero comparten campus—… De esa forma, poco a poco se van conociendo y su relación se hace más profunda.

Signos de afecto, como os decía al principio, es un manga muy dulce, lleno de sensibilidad y con un mensaje precioso: la importancia de esforzarse para entender al otro, sea quien sea. En esto se basa el vínculo de los dos protagonistas, que transmiten mucho a través de sus miradas, de sus gestos, de los silencios. 

Skip and loafer, de Misaki Takamatsu

Hay momentos en los que tu vida cambia para siempre, y eso es precisamente lo que le sucede a Mitsumi cuando se traslada a Tokio para estudiar bachillerato en un prestigioso instituto. Desde pequeña ha tenido claro que ha venido este mundo para convertirse en alguien importante —¡de hecho, su gran aspiración es trabajar en el Gobierno!— y su mudanza es un paso más hacia su objetivo. Eso sí, no contaba con encontrarse en su camino varios problemas y obstáculos: las complicadas líneas de metro, la dificultad para orientarse en una gran ciudad, un comienzo de curso un tanto bochornoso… Además, tampoco es la mejor a la hora de relacionarse. Por suerte, enseguida se hace amiga de Shima, su guapísimo compañero de clase, y de otros estudiantes, quienes la ayudarán en su nueva vida.

Si buscáis una historia amena y desenfadada, sin duda Skip loafer es una buena opción. Sabía que me iba a gustar —ya había leído a la autora en La barca de los canarios, un tomo único con el que Milky Way Ediciones nos la presentó antes de embarcarse en la publicación de las «aventuras» de Mitsumi—, ¡pero no que iba a parecerme tan divertida! La protagonista tiene mucha personalidad y me resultó sencillo conectar con ella: al fin y al cabo, todos hemos tenido que adaptarnos a ciertos cambios y ese proceso no siempre es fácil. Además, la lectura deja con una sensación de buen rollo muy agradable gracias a la protagonista, su empeño por salir adelante y los vínculos que, poco a poco, va forjando con sus nuevos amigos.

My broken Mariko, de Waka Hirako

My broken Mariko, publicado en español por Milky Way Ediciones, fue el debut de Waka Hirako, su primera obra larga, ¡y menuda forma de empezar una carrera! La autora consiguió escribir y dibujar una historia desgarradora que ha llegado al corazón de infinidad de lectores y se ha hecho con importantes galardones, todos muy merecidos: el viaje de su protagonista, Shiino, en busca de una redención personal es muy emocionante, también por la narrativa de Hirako.

El desencadenante de los acontecimientos es el momento en el que Shiino descubre que su mejor amiga, Mariko, se ha suicidado. Es entonces cuando, en su interior, la culpa comienza a torturarla, pues siente que podría haber hecho algo por ella. A decir verdad, Mariko nunca lo tuvo fácil: su vida estuvo llena de desgracias. Sin embargo, Shiino se percata de que aún puede «ayudarla», así que le arrebata sus cenizas a su padre y se las lleva al cabo Marigaoka, a donde su amiga quería viajar.

My broken Mariko es un manga doloroso que nos enfrenta a una realidad durísima, pero merece mucho la pena. Waka Hirako ha hecho un gran trabajo para transmitir con sensibilidad las emociones de sus personajes: la culpa, la frustración, la tristeza, la necesidad de sanar y seguir adelante… Para mí es un tomo único imprescindible en cualquier mangateca.

La amiga de mi hermana, de Battan

El amor no siempre es fácil, ni en la adolescencia ni en la edad adulta. De esto precisamente nos habla Battan en La amiga de mi hermana, un tomo único publicado por Ediciones Fújur. Todo empieza cuando Ruriko, una estudiante de secundaria, se encuentra por casualidad con Kyoko, la antigua mejor amiga de su hermana Natsu, una mujer fascinante, misteriosa y con mucho estilo. Sin embargo, desapareció de sus vidas de repente, sin que Ruriko supiera el porqué. A partir de entonces, cuando terminan las clases, la chica visita a Kyoko y se deja cautivar por sus encantos hasta el punto de que, al final, le resulta imposible verla solo como una vieja amiga de Natsu.

A través de cuatro capítulos en los que la autora se mueve entre el pasado y el presente para mostrarnos los diferentes puntos de vista de Ruriko, Natsu y Kyoko, Battan nos cuenta una historia sobre las inseguridades, las esperanzas y la dificultad de cumplir ciertos deseos por infinidad de razones, muchas autoimpuestas. Los sentimientos de las protagonistas se nos transmiten con gran acierto en un manga que destaca por su sutileza y un dibujo muy característico, de líneas finas, curvas y delicadas.

 

Con esto termino la entrada de hoy. 🤗 De nuevo, disculpad por la tardanza; octubre ha sido un mes bastante complicado. 😅 ¡Pero más vale tarde que nunca! Dicho esto, os espero dentro de unos días —si nada me lo impide— con un nuevo post sobre manganime y mundo clásico. ¡Hasta entonces!


domingo, 2 de octubre de 2022

Reseña: Si te pudiera decir «gracias»

Son muchas las situaciones complicadas a las que tenemos que enfrentarnos a lo largo de la vida, y una de las más difíciles es la enfermedad, nuestra o de alguien cercano. Este es precisamente el punto de partida de Si te pudiera decir «gracias», un tomo único publicado por Ponent Mon hace un par de años cuya autora, Yukari Takinami, nos habla sobre el cáncer y las consecuencias tan devastadoras que tiene tanto para el enfermo como para sus seres queridos. Llevaba un tiempo con ganas de leerlo: de entrada, me resultó llamativa la sencillez de su dibujo, también el título, pero, cuando descubrí de qué trataba, me decidí a darle una oportunidad. Quería ver la perspectiva desde la que la autora enfocaba su historia, cómo hablaba de la enfermedad y de las relaciones familiares en un trasfondo tan complicado. Lo que me encontré fue una historia tremendamente sincera y muy emotiva, una lectura que te deja con el corazón encogido pero que merece mucho la pena por la forma en que Yukari Takinami plasma sus vivencias en el papel. Hoy quiero hablaros de ella en el blog. 😊

Noticias que lo cambian todo

© Yukari Takinami, 2018

Una mañana, la mangaka Yukari Takinami recibe una llamada de teléfono que cambiará su vida para siempre: su hermana mayor le comunica que a su madre le han diagnosticado un cáncer de páncreas. Entre la incredulidad y los nervios, se pone a buscar información en internet, se acuerda de casos de personas famosas que han padecido esta enfermedad, lee infinidad de blogs sobre gente cuyos familiares han pasado por la misma situación… Le cuesta asumir algo tan demoledor, y más cuando hace nueve años perdió a su padre por una apoplejía que lo dejó ingresado en el hospital hasta que falleció. Los recuerdos de esa época se unen a los sentimientos que le genera la relación con su madre: los últimos años se los han pasado entre discusión y discusión, y el cáncer ha aparecido justo en el momento en el que las cosas habían empezado a mejorar.

Si te pudiera decir «gracias» es una historia sobre el duro proceso por el que tienen que pasar tanto los enfermos como sus familias, viviendo siempre el día a día, sin saber qué sucederá mañana. En ese camino tan difícil, hay muchos momentos de tristeza y preocupación, pero Yukari Takinami nos muestra también los pequeños instantes felices que, pese a todo, la vida les concede. Su relato es agridulce.

El duro proceso de la enfermedad

© Yukari Takinami, 2018

En Si te pudiera decir «gracias», Takinami refleja a la perfección los distintos sentimientos por los que pasan tanto ella como su familia durante la enfermedad de su madre: la desesperación y la impotencia cuando no se sabe qué hacer; el agotamiento después de las noches en el hospital y durante los cuidados; la preocupación cuando el proceso avanza y nuestro ser querido sufre algo inesperado; la impotencia al saber que, se haga lo que se haga, hay un final inevitable, entre otros. Muchos de ellos son contradictorios, duros y difíciles de asumir. Sin embargo, la autora no los silencia, por incómodos que resulten. 

© Yukari Takinami, 2018

Pero, además, este manga se centra en las relaciones familiares y en cómo la autora intenta recuperar el vínculo que la unía a su madre y que, con el paso de los años, había quedado un poco maltrecho. En este sentido, ambas no solo comparten momentos difíciles: hay escenas que resultan tiernas precisamente por los esfuerzos que hace para arreglar las cosas, aunque no siempre sea fácil. A lo largo de los dieciocho capítulos, compuestos en general por breves episodios autoconclusivos —con más continuidad hacia el final del volumen—, vemos cómo van dando pequeños pasos a medida que avanza la enfermedad. Esos avances y las emociones que traen consigo conectan con el lector. Resulta sencillo empatizar con los personajes, no solo por lo que acabo de comentar, sino también por sus imperfecciones, por sus momentos de debilidad, por los «errores» que cometen o creen cometer.

Otro aspecto destacable del manga es que la autora adereza su historia con un poco de humor. Sus vivencias nos dejan muchas veces con el corazón en un puño por la situación que su familia atraviesa, pero de vez en cuando nos saca una sonrisa. Y es que la madre de Takinami tiene carácter, no siempre es fácil lidiar con ella. Sus peticiones, los roces con sus hijas, algunos recuerdos de cuando la mujer estaba bien… se nos muestran a través de este filtro, por lo que se realza ese carácter agridulce que la mangaka le confiere a su obra.

Retratar lo que la enfermedad trae consigo: el dibujo de Yukari Takinami

Para contar su historia, Yukari Takinami se sirve de un dibujo sencillo, caricaturesco en ocasiones —en la línea de otros autores que también dibujan manga biográfico— que en mi opinión funciona muy bien con el tono que utiliza para contar su experiencia. Precisamente esa sencillez en el trazo y las expresiones exageradas le permiten transmitir a la perfección las muchas emociones por las que pasan tanto ella como su familia durante la enfermedad de su madre. 


Con esto termino la entrada de hoy. 😊 Espero que os animéis a leer Si te pudiera decir «gracias» en caso de que no lo hayáis hecho; es una lectura muy interesante. Dicho esto, os espero dentro de unos días con una nueva entrada. ¡Hasta entonces! 🤗


martes, 20 de septiembre de 2022

Manga y mundo clásico: la esperanza de un mundo mejor

El ser humano ha intentado imaginar su futuro miles de veces. Películas, literatura, ilustraciones, cómics… Son muchos los medios que hemos empleado para comunicar nuestras ideas y reflexiones sobre lo que le espera a la humanidad, sobre lo que vivimos y podremos vivir, y también son muchas las visiones que se nos han ofrecido al respecto. Appleseed, de Masamune Shirow, es una de ellas. En este manga, el autor de Ghost in the shell nos presenta un mundo en ruinas por culpa de una tercera guerra mundial y de los muchos conflictos que enfrentan a las diferentes naciones. Sin embargo, en medio de esa desolación ha surgido un resquicio de esperanza: Olimpo, una ciudad que pretende erigirse como un modelo para acabar con la desolación y la violencia. Es allí adonde llegan Deunan Knute, una humana, y Briareos Hecatonchiros, un cyborg, cuando una habitante de Olimpo, Hitomi, los recluta. Lo que no imaginan es que ese mundo idílico es más complicado de lo que parece y la paz tiene un precio.

Además de plantear cuestiones muy interesantes sobre el ser humano y el uso que hace de la tecnología, entre otros temas, Appleseed rescata elementos de la cultura grecolatina para darle un trasfondo al «paraíso artificial» de Olimpo. El año pasado, os hablé por primera vez de este título —concretamente, de la manera en que Masamune Shirow trasladaba a su obra a los cíclopes y los hecatónquiros; podéis leer la entrada aquí—. Hoy regreso a ese universo para hablaros de otro mito, el de la caja de Pandora, y ver de qué forma se integra en la narrativa del manga. Como siempre, una advertencia: hay spoilers de la trama, así que, si no habéis leído Appleseed y tenéis intención de hacerlo, os recomiendo que os detengáis aquí. Ahora, sin más dilación, ¡vamos allá! 😊

Un castigo para la humanidad

Pandora, de John William Waterhouse
(1896)

Hay muchas cosas que tener en cuenta sobre los dioses griegos, y una de las más importantes es que uno no debe enfurecerlos si quiere llevar una vida sin sobresaltos. Son muchos los personajes que se vuelven objeto de su ira en los mitos grecolatinos por motivos muy diversos, desde creerse comparable —o superior— a ellos hasta engañarlos. Esto es precisamente lo que hizo Prometeo, hijo del titán Jápeto, con el mismísimo padre de los dioses, y no solo en una ocasión, sino en varias. Su astucia lo llevó incluso a sufrir un castigo terrible…

Pero volvamos al principio para ver qué relación tiene Pandora con este personaje. Cierto día, Prometeo engañó por primera vez a Zeus con algo que para la divinidad era muy preciado: los sacrificios. Y lo hizo para beneficiar a los seres humanos, a quienes siempre intentaba favorecer, aunque sus tretas luego conllevaran un escarmiento. En esta ocasión, lo que hizo fue ofrecer un buey a los dioses y, para ello, separó los restos del animal en dos partes: una contenía la carne y las vísceras, cubiertas por la piel; la otra, los huesos. Prometeo los disfrazó con grasa para que parecieran una mejor elección. Después, le pidió a Zeus que escogiera la parte del buey que prefiriese; la otra se la concedería a los hombres.

El padre de los dioses, llevado por las apariencias, eligió los huesos, lo que no le sentó demasiado bien, como podéis imaginar. Así, decidió castigar a los seres humanos por las triquiñuelas de Prometeo: les quitó el fuego, necesario para la civilización. Por suerte, el titán acudió de nuevo en su ayuda y logró recuperarlo, valiéndose de su inteligencia.

Por supuesto, cuando Zeus descubrió lo que había ocurrido, decidió que no podía dejar las cosas así. ¡Faltaría menos! Prometeo había vuelto a hacer de las suyas. Sin embargo, no solo lo castigaría a él, sino también a los mortales. Así se lo dijo al titán, según recoge Hesíodo en su Los trabajos y los días —habla sobre el mito tanto en esta obra como en la Teogonía, así que iré alternando fragmentos de ambas—:

 

«Ἰαπετιονίδη, πάντων πέρι μήδεα εδώς,

χαίρεις πρ κλέψας κα μς φρένας [περοπεύσας,

σοί τ ατ μέγα πμα κα νδράσιν [σσομένοισιν.

τος δ γ ντ πυρς δώσω κακόν, κεν [παντες

τέρπωνται κατ θυμν ἑὸν κακν [μφαγαπντες».

 

(Hes. Op. 54-58)

 

 

«Japetónida, conocedor de los designios sobre todas las cosas, te alegras al haberme robado el fuego y engañado a mi mente, terrible desgracia para ti mismo y los hombres del futuro. A ellos, a cambio del fuego, les daré un mal con el que todos gozarán en su ánimo, abrazando su propia ruina».

Prometeo, Mercurio y Pandora, de Josef Abel
(1814)

Para ello, urdió un plan en el que colaboraron los demás dioses: dio forma a una mujer, Pandora, para enviarla más tarde a las tierras de los seres humanos. Todos participaron en su creación: Hefesto la moldeó, Atenea le dio inteligencia, Afrodita, las Gracias y las Horas la engalanaron… y Hermes le concedió la capacidad de mentir y seducir.

 

ς φατ: κ δ γέλασσε πατρ νδρν τε [θεν τε.

φαιστον δ κέλευσε περικλυτν ττι [τάχιστα

γααν δει φύρειν, ν δ νθρώπου θέμεν [αδν

κα σθένος, θανάτς δ θες ες πα ίσκειν

παρθενικς καλν εδος πήρατον: ατρ [θήνην

ργα διδασκσαι, πολυδαίδαλον στν [φαίνειν:

κα χάριν μφιχέαι κεφαλ χρυσέην [φροδίτην

κα πόθον ργαλέον κα γυιοβόρους [μελεδώνας:

ν δ θέμεν κύνεόν τε νόον κα πίκλοπον [θος

ρμείην νωγε, διάκτορον ργεϊφόντην.

 

(Hes. Op. 59-68)

 

 

Así dijo, y se rio a carcajadas el padre de hombres y dioses. Al muy ilustre Hefesto le ordenó que rápidamente mezclara la tierra con el agua, le concediera la voz y la vida de un ser humano e hiciera la bella y encantadora figura de una doncella, igual en el rostro a las diosas inmortales; a Atenea, que le enseñara las labores, a tejer una tela muy bien trabajada; a la áurea Afrodita, que vertiera gracia en torno a su cabeza y el terrible deseo y cuitas que muerden los miembros. Y ordenó a Hermes, el mensajero Argifonte, que le otorgara una mente cínica y un carácter embaucador.

Como muchos de los olímpicos habían participado en su creación, llamaron a la mujer Pandora:

 

[…] ν δ ρα φωνν

θκε θεν κρυξ, νόμηνε δ τήνδε γυνακα

Πανδώρην, τι πάντες λύμπια δώματ [χοντες

δρον δώρησαν, πμ νδράσιν [λφηστσιν.

(Hes. Op. 79-82)

 

 

Le concedió voz el heraldo de los dioses y llamó a esta mujer Pandora porque todos los que habitan las moradas olímpicas le habían regalado un don, desgracia para los hombres comedores de pan.

Pandora, de Odilon Redon (ca. 1914)

¿Y a quién le enviaron a Pandora? A Epimeteo, el hermano de Prometeo, que, a diferencia del titán, no pensaba con anticipación, sino que se percataba de las cosas cuando ya era demasiado tarde. De hecho, el propio Prometeo le había advertido que no aceptara ningún regalo que procediese del Olimpo, pues podía encerrar alguna desgracia. No obstante, cuando vio a Pandora, hizo caso omiso de las palabras de su hermano: la belleza de la mujer lo conquistó por completo. A él y a todo el mundo. 

 

ατρ πε δ τεξε καλν κακν ντ [γαθοο.

ξάγαγ, νθα περ λλοι σαν θεο δ [νθρωποι,

κόσμ γαλλομένην γλαυκώπιδος [βριμοπάτρης.

θαμα δ χ θανάτους τε θεος θνητούς τ [νθρώπους,

ς εδον δόλον απύν, μήχανον [νθρώποισιν.

 

(Hes. Th. 585-590)

 

 

Pero, cuando preparó el bello mal a cambio de un bien, lo condujo adonde estaban los demás dioses y los hombres, engalanada con el atavío de la hija de poderoso padre, la de ojos glaucos. El asombro se adueñó de los dioses inmortales y de los hombres mortales cuando vieron el profundo engaño, inevitable para el ser humano.

Pandora, de Alexandre Cabanel (1873)

En aquel momento, no se le pasó por la cabeza que aceptarla y hacerla su esposa acarrearía la ruina a los hombres… porque Pandora llevaba consigo una vasija —¡no una caja!— tapada en cuyo interior se agazapaban todos los males: la enfermedad, la pobreza, lo que se os pueda ocurrir. Y cierto día, movida por la curiosidad, la muchacha destapó el recipiente. Fue entonces cuando la vida de los seres humanos dejó de ser idílica, ya que los males se extendieron por sus dominios y los conquistaron. A partir de entonces, vivieron siempre acechados por la desgracia. Eso sí, no todos los males consiguieron escapar. Los dioses hicieron que la vasija se cerrase antes de que el último saliera del recipiente: la esperanza, que se quedó en su interior.

 

Πρν μν γρ ζώεσκον π χθον φλ [νθρώπων

νόσφιν τερ τε κακν κα τερ χαλεποο [πόνοιο

νούσων τ ργαλέων, α τ νδράσι Κρας [δωκαν.

αψα γρ ν κακότητι βροτο [καταγηράσκουσιν.

λλ γυν χείρεσσι πίθου μέγα πμ [φελοσα

σκέδασ: νθρώποισι δ μήσατο κήδεα [λυγρά.

μούνη δ ατόθι λπς ν ρρήκτοισι [δόμοισιν

νδον μιμνε πίθου π χείλεσιν, οδ [θύραζε

ξέπτη: πρόσθεν γρ πέλλαβε πμα πίθοιο

αγιόχου βουλσι Δις νεφεληγερέταο.

 

(Hes. Op. 90-99)

 

 

Pues antes las tribus de los hombres vivían en la tierra lejos de los males y lejos del duro trabajo y de las terribles enfermedades que a los hombres les dan la muerte. Pues, al punto, en la desgracia envejecen los mortales. Pero la mujer, al quitar con las manos la gran tapa de la tinaja, los esparció y a los hombres procuró funestas preocupaciones. Solo permaneció en el interior la esperanza, en irrompible morada, bajo los bordes de la tinaja, y no voló hacia la puerta, pues antes se echó la tapa encima de la tinaja por voluntad de Zeus, el portador de la Égida, el amontonador de nubes.

Pandora, de Dante Gabriel Rosetti (1878)

Hay muchas teorías de diferentes estudiosos sobre el significado del mito y por qué precisamente la esperanza —que hoy en día tiene connotaciones positivas— se encontraba también en la «caja» de Pandora. Lo que me contaban mis profesores es que, para los griegos, este sentimiento no era tan bueno. Al fin y al cabo, la esperanza nos mantiene aguardando algo que posiblemente nunca se cumpla. A veces, nos hace tener unas expectativas que, al final, se quedan en algo vano, vacío.

Hesíodo, en la Teogonía, termina la historia de una forma categórica: por mucho que uno intente engañar a los dioses, estos siempre salen victoriosos y quienes han tratado de embaucarlos se llevan su correspondiente castigo. Prometeo terminó encadenado en el Cáucaso, sometido a una tortura eterna:

 

ς οκ στι Δις κλέψαι νόον οδ [παρελθεν.

οδ γρ απετιονίδης κάκητα Προμηθες

τοό γ πεξήλυξε βαρν χόλον, λλ π [νάγκης

κα πολύιδριν όντα μέγας κατ δεσμς [ρύκει.

 

(Hes. Th. 613-616)

 

 

Así, no es posible engañar la voluntad de Zeus ni transgredirla, pues ni el Japetónida, Prometeo, el salvador, se libró de su violenta cólera, sino que a él una gran cadena lo retuvo por la fuerza, aun siendo tan astuto.

¿Un paso hacia el progreso o una catástrofe mundial? El Proyecto Esperanza

© Masamune Shirow, 1985

Ahora volvemos al Olimpo, pero no al de los dioses griegos, al de ese Zeus furioso porque Prometeo lo ha dejado en evidencia, sino al de Appleseed: una utopía futurista que, pese a las buenas intenciones de quienes la gobiernan, tiene sus luces y sus sombras. Y es que muchas veces buscar el bien común conlleva equivocarse. Establecer un nuevo equilibrio supone acabar, en muchos aspectos, con el que ya imperaba, y eso no es siempre positivo. No del todo, al menos. 

Esto es lo que sucede con el Plan Esperanza, una idea de los ancianos que constituyen el Consejo, uno de los órganos de gobierno de Olimpo. En un mundo devastado por las guerras, donde es increíblemente complicado mantener la estabilidad, la ciudad se erige como un bastión de una paz muy deseada y una vida feliz. Sin embargo, incluso en esa utopía es difícil conservar la estabilidad y la calma: los ataques terroristas se suceden, hay diferentes intereses en juego que en ocasiones entran en conflicto y, por si fuera poco, Olimpo está en el punto de mira de las naciones que aún quedan en el mundo.

© Masamune Shirow, 1985

El Plan Esperanza, que lleva el nombre de ese último mal que permaneció en la vasija de Pandora —el propio Masamune Shirow así lo indica en una nota a pie de página—, pretende ser una solución para acabar con la violencia y restaurar el equilibrio. ¿Su idea principal? Modificar a los seres humanos, regular sus emociones al igual que se hace con los bioroides, los clones artificiales perfeccionados que habitan en Olimpo y se encargan de administrar la ciudad, carentes de sentimientos. De acuerdo con el consejo, si el plan se lleva a cabo, todo lo que hace inestables y complicados a los seres humanos —su materialismo, sus ambiciones, su individualismo, sus dificultades para entender conceptos como el de «familia»— desaparecerá y, por fin, se alcanzará la verdadera utopía. Según sus palabras, para conseguir una sociedad perfecta es preciso que sus miembros también sean perfectos, ya que una comunidad es el reflejo de la manera en que estos conviven y ven el mundo.

Como sabréis si habéis leído el manga, el Plan Esperanza está lejos de ser la solución definitiva, y más cuando Gaia, el superordenador que controla Olimpo y sirve de intermediario entre los seres humanos y los bioroides, lo analiza para comprobar si de verdad es tan positivo y decide que constituye un peligro para los seres humanos. Por esa razón, toma el control de los robots y las plataformas armadas de la ciudad para eliminar los elementos defectuosos del plan, bioroides incluidos. Es entonces cuando los protagonistas, Deunan y Briareos, intervienen como miembros de las fuerzas de seguridad de Olimpo para apagar el ordenador y terminar con la ola de destrucción.

© Masamune Shirow, 1985

En esta historia, que ocupa el segundo tomo de la serie —aunque en volúmenes posteriores, de vez en cuando, se vuelve a mencionar la idea del Consejo—, hay reflejos del mito original, de Pandora y ese caos que desata cuando la curiosidad la lleva a esparcir los males por el mundo. El Consejo tampoco tiene intención de generar un problema tan serio: elaboran el Plan Esperanza para hacer aún mejor el hogar donde viven y alcanzar esa perfección a la que aspiran. No es curiosidad, sino responsabilidad en este caso. Pero el resultado es el mismo: al igual que los hogares de esos seres humanos que se vieron invadidos por los males, la ciudad de Olimpo se ve asediada por la destrucción y el horror que traen consigo los robots controlados por Gaia. En el propio nombre del plan subyace esa dualidad que veíamos en la esperanza de la «caja» de Pandora, sobre la que muchos se han preguntado: ¿es un bien? ¿Es un mal? Las mismas dudas surgen cuando se trata de la idea del Consejo. Tampoco Deunan y Briareos están seguros de qué es lo mejor: ¿es tan terrible permitir que los seres humanos sean modificados en aras de la paz? ¿Quién decide que detener a Gaia sea lo correcto? ¿Quién es el verdadero enemigo: el superordenador o los bioroides? ¿Cómo deberían emplearse las máquinas para salvaguardar los intereses y la integridad de todo el mundo? ¿Hasta qué punto debe tenerse todo perfectamente controlado?

© Masamune Shirow, 1985

De esta forma, y aprovechando lo ambigua que puede resultar la esperanza del mito si reflexionamos al respecto, Masamune Shirow plantea a sus lectores infinidad de preguntas sobre el bien y el mal, sobre si una utopía es posible, sobre la esencia humana. Muchas de ellas no tienen una respuesta; es el lector quien tiene que sacar sus propias conclusiones a partir de la historia de Deunan, Briareos y los demás. En este caso, el elemento clásico se emplea como trasfondo del argumento y como base para la reflexión, un componente muy propio de estas historias de ciencia ficción. El Plan Esperanza se convierte en una representación no solo de ese sentimiento que nos hace anhelar cosas que tal vez no se produzcan —como esa utopía que ansían los habitantes de Olimpo—, sino en una representación de toda la «caja» de Pandora, una «caja» que, en este caso, puede ser considerada como fuente de males según el punto de vista desde el que se mire. Desde luego, para el Consejo no lo era... al menos antes de que se desatara el caos y Olimpo corriese peligro por sus buenas intenciones.

 

Con esto termino la entrada de hoy. ¡Espero que os haya gustado! 😊 En el futuro, le dedicaré más entradas a Appleseed; aún queda bastante por contar al respecto: Atenea y Nike, el consejo que participa en el gobierno de Olimpo, la figura de Prometeo —que aparece en el título de todas las entregas—… Por mi parte, os espero dentro de unos días con una nueva reseña. ¡Hasta entonces! 🤗

 

Bibliografía

Como siempre, os dejo por aquí una lista de las referencias que he utilizado para escribir la entrada. 😊

Grimal, Pierre (1981). Diccionario de mitología griega y romana (trad. de Francisco Payarols), Barcelona: Paidós.

Nisbet, Gideon (2016). “Mecha in Olympus: Shirow Masamune’s Appleseed”, en Marshall, C. W. & Kovacs, George (eds.) (2016). Son of classics and comics, Oxford: Oxford University Press, pp. 67-78.