Hay
algunos personajes de la mitología grecolatina que aparecen de forma recurrente
en los mangas. Puede aludirse a ellos, pueden dar nombre a un elemento del
mundo creado por el mangaka, pueden incluso protagonizar la historia o
aparecer como personajes secundarios. Siempre me hace ilusión encontrármelos,
sea de la forma que sea, en las páginas de un cómic japonés. Vuelven a mí desde
otra mirada, con otras interpretaciones.
Uno de
los que más aparece en mis lecturas es, precisamente, Medusa. Desde que empecé
a investigar para mi TFG, me he topado con ella en bastantes historias y
siempre de diferente manera. La he visto hacer frente a su soledad de monstruo
en nuestro presente, dar nombre a varios antagonistas, disfrutar de una
historia de amor inocente y feliz. Y convertirse en símbolo, como sucede en el
manga que voy a comentar hoy: «La serpiente», de Ryoichi Ikegami, historia
breve recogida en el recopilatorio Yuko que publicó la editorial Satori
hace unos meses. En ella, Ikegami utiliza la figura de Medusa como
personificación de la tentación, del deseo, y traslada al monstruo al Japón
actual. Hoy quiero contaros cómo lo hace. 😊 Como siempre, os advierto de que puede
haber spoilers, así que, si no habéis leído
Yuko y «La serpiente» y
tenéis intención de hacerlo, podéis volver al artículo cuando lo hayáis hecho.
La joven
que provocó la ira de Atenea
Voy a
empezar hablando de las gorgonas —y, más concretamente, de Medusa, por
supuesto—. Como suele pasar con muchos de los mitos clásicos, hay varias
versiones sobre la más famosa de ellas, sobre su aspecto y la razón por la que
terminó siendo un monstruo. Hesíodo, en su Teogonía, no establece
ninguna diferencia física entre las tres hermanas. Lo único que las separa es
la inmortalidad: mientras que Esteno y Euríale disfrutaban de una vida eterna,
el tiempo de Medusa era limitado. Así nos lo cuenta cuando habla de los hijos
de Forcis y Ceto, dos divinidades vinculadas con el mar:
Φόρκυϊ
δ᾽ αὖ Κητὼ Γραίας τέκε [καλλιπαρῄους ἐκ γενετῆς πολιάς, τὰς δὴ Γραίας καλέουσιν ἀθάνατοί τε θεοὶ χαμαὶ ἐρχόμενοί τ᾽ [ἄνθρωποι, Πεμφρηδώ
τ᾽ ἐύπεπλον Ἐνυώ τε [κροκόπεπλον, Γοργούς
θ᾽, αἳ ναίουσι πέρην κλυτοῦ [Ὠκεανοῖο ἐσχατιῇ πρὸς Νυκτός, ἵν᾽ Ἑσπερίδες [λιγύφωνοι, Σθεννώ
τ᾽ Εὐρυάλη τε Μέδουσά τε λυγρὰ [παθοῦσα. ἣ μὲν ἔην θνητή, αἳ δ᾽ ἀθάνατοι καὶ ἀγήρῳ, αἱ δύο: τῇ δὲ μιῇ παρελέξατο Κυανοχαίτης ἐν μαλακῷ λειμῶνι καὶ ἄνθεσιν εἰαρινοῖσιν. (Hes. Th. 270-279). |
Con Forcis a su vez engendró Ceto a las grayas
de hermosas mejillas, canosas desde su nacimiento; las llaman ancianas los
dioses inmortales y los seres humanos que caminan por la tierra. Y también a
Penfredo, de hermoso peplo; a Enío, de peplo de color azafrán, y a las gorgonas,
que habitan al otro lado del ilustre Océano, en los extremos, hacia la noche,
donde las Hespérides de voz sonora: Esteno, Euríale y Medusa, padecedora de
desgracias. Esta era mortal, inmortales y sin vejez las otras dos. Con ella
solo se acostó el de cabellera azulada en una suave pradera, entre flores
primaverales. |
Las gorgonas,
en este texto, son criaturas preolímpicas. También alude Hesíodo a la unión
entre Medusa y Poseidón, dios del mar. Fruto de ella nacieron Crisaor, un
gigante, y el famoso caballo alado Pegaso. ¡Pero hablaremos de todo esto un
poco más adelante!
Cabeza de medusa, de Rubens (ca. 1617-1818). |
Ahora
bien, ¿cuál era el aspecto de las tres hermanas? Apolodoro nos ofrece una
descripción más detallada en su Biblioteca:
μόνη δὲ ἦν
θνητὴ Μέδουσα:
διὰ τοῦτο ἐπὶ τὴν ταύτης κεφαλὴν Περσεὺς ἐπέμφθη. εἶχον δὲ αἱ Γοργόνες κεφαλὰς μὲν περιεσπειραμένας φολίσι δρακόντων,
ὀδόντας δὲ μεγάλους ὡς συῶν, καὶ χεῖρας χαλκᾶς, καὶ πτέρυγας χρυσᾶς, δι᾽ ὧν
ἐπέτοντο. τοὺς δὲ ἰδόντας λίθους ἐποίουν. (Apollod. Bibliotheca, II, 4). |
La única mortal era Medusa: por eso
Perseo fue enviado a por su cabeza. Tenían las gorgonas cabezas rodeadas por
escamas de dragón, grandes dientes como de jabalí, manos de bronce y alas
doradas, con las que volaban. A quienes las miraban los convertían en piedra. |
La cabeza de Medusa, de Caravaggio (1597). |
Monstruosas,
¿verdad? Y ya no solo por el famoso cabello de serpientes que todos tenemos en
mente cuando se nos menciona a Medusa. En este fragmento, se hace referencia a
otro de los aspectos que relacionamos siempre con las gorgonas en general y con
Medusa en particular —y que es especialmente importante en el manga del que voy
a hablar hoy—: su capacidad para petrificar. A partir de las palabras de
Apolodoro, se puede entender por qué en los mitos de la Antigüedad las gorgonas
despertaban tanto miedo.
Pero
todavía hay más. De momento, hemos visto textos en los que se nos muestra a
unas gorgonas cuyo aspecto temible las había acompañado desde su nacimiento.
Siempre habían tenido serpientes en los cabellos, siempre esos enormes
colmillos y esas manos de metal. Sin embargo, la leyenda de las tres hermanas
fue cambiando con el paso del tiempo, y posteriormente se consideró que la más
famosa de ellas no había sido siempre un monstruo, sino una joven de increíble
belleza. ¿Y por qué acabó transformada en una criatura de pesadilla? Por algo
bastante habitual en los mitos grecolatinos: un castigo de los dioses.
Perseo y Medusa en un fresco de Pompeya. |
Si bien
los textos que recogen esta idea suelen concordar en que Medusa recibió un
escarmiento, difieren en la razón del mismo. Algunos afirman que se atrevió a
compararse con Atenea, a decir que sus cabellos eran más hermosos que los de la
diosa. Y claro, ella no se lo permitió: convirtió esa melena de la que tanto se
enorgullecía en un nido de serpientes. Otros, por el contrario, nos cuentan una
historia más oscura que un simple caso de orgullo excesivo —esa hýbris tan
frecuente en los mitos griegos, ese traspasar los límites impuestos a los
mortales— por la belleza de una mortal.
En esta
segunda versión, Medusa sigue siendo una muchacha hermosa. Tanto que llamó la
atención del dios del mar, Poseidón, quien la violó en un templo dedicado a
Atenea. Esta terminó castigando a la joven y la transformó en ese monstruo
capaz de petrificar con la mirada. Ovidio recoge esta historia en sus Metamorfosis
y la pone en boca del héroe que mató a Medusa, Perseo:
Ante exspectatum tacuit tamen. Excipit [unus ex numero procerum quaerens, cur sola [sororum gesserit
alternis inmixtos crinibus angues. Hospes
ait: «Quoniam scitaris digna relatu, accipe quaesiti causam. Clarissima forma multorumque fuit spes invidiosa procorum illa: neque in tota conspectior ulla
capillis pars fuit. Inveni, qui se vidisse
referret. Hanc pelagi rector templo vitiasse
Minervae dicitur. Aversa est et castos aegide
vultus nata
Iovis texit; neve hoc inpune fuisset, Gorgoneum
crinem turpes mutavit in [hydros. Nunc
quoque, ut attonitos formidine terreat [hostes, pectore
in adverso, quos fecit, sustinet [angues». (Ov. Met. IV, 791-804). |
Antes de lo esperado, sin embargo, se
calló. Prosiguió uno de los próceres preguntando por qué solo una de las hermanas
tenía serpientes entremezcladas en los cabellos. El huésped dijo: «Puesto que
lo que preguntas es digno de relato, escucha la causa de lo que quieres
saber. Fue aquella de una hermosura ilustrísima y la esperanza que provocó
los celos de muchos pretendientes. En toda ella no había ninguna parte más
notable que sus cabellos. Conocí a uno que aseguraba haberla visto. Se dice
que a esta el que gobierna el mar la violó en un templo de Minerva. Se dio la
vuelta la hija de Júpiter y se cubrió con la égida el casto rostro. Para que
esto no quedara sin castigo, transformó el cabello gorgóneo en repugnantes
serpientes. Ahora también, para aterrorizar hasta el espanto a sus atónitos
enemigos, en la parte frontal del pecho lleva las serpientes que creó. |
Medusa se quedó embarazada. Cuando Perseo le cortó la cabeza, de su cuello nacieron
Crisaor y Pegaso, a los que he mencionado antes. Atenea, por su parte, colocó
su cabeza en la égida, y así la vemos representada en muchas imágenes. Pero me
dejo los detalles de esta historia para otra ocasión. De momento, quedémonos
con la idea de que fue Perseo quien terminó con la amenaza de la gorgona.
La
Medusa del siglo XXI
© Ryoichi Ikegami 1997, 2010. |
«La
serpiente», como gran parte de los relatos incluidos en Yuko, es una
historia sobre el deseo, sobre lo prohibido. Amenomori, un estudiante, choca un
día con un coche mientras va en bicicleta. Por suerte, el golpe no es muy
grave, pero ese pequeño accidente cambia su vida para siempre. La conductora
del automóvil es una mujer muy hermosa y, cuando ella se agacha para comprobar
que el muchacho está bien, Amenomori ve que tiene tatuada en su entrepierna una
serpiente. Las cosas se complican cuando descubre que esa mujer es Ritsuko Sono,
su nueva profesora. El chico se obsesiona con ella hasta el punto de que no
puede concentrarse en nada más. Sin embargo, no es el único al que le sucede:
Terasaki, un hombre muy extraño que lleva años intentando aprobar los exámenes
de acceso a la universidad, afirma que Ritsuko y su belleza le han robado el
alma. Lo único que hace es pensar en ella y en su tatuaje.
Ryoichi
Ikegami construye una trama en la que los personajes se dejan arrastrar por una
obsesión enfermiza y, para conseguir esa atmósfera opresiva y oscura, utiliza
diferentes recursos. Entre ellos, a Medusa, que aparece en medio del relato
para caracterizar, en cierto modo, a Ritsuko y explicar simbólicamente qué
efectos tiene su belleza en los demás.
La
gorgona entra en escena hacia el final de la primera parte de «La serpiente».
Amenomori se encuentra con Terasaki y este le cuenta su historia con Ritsuko:
cómo la conoció en los pasillos del instituto donde estudiaba, cómo lo
encandiló, cómo su hechizo le imposibilitó llevar una vida normal a partir de
entonces. Y la compara con Medusa. De hecho, según Terasaki, la mujer es «la
Medusa del siglo XXI» y la única forma de librarse de su influencia es matarla,
como sucede en el mito de Perseo.
© Ryoichi Ikegami 1997, 2010. |
¿En qué
sentido Ritsuko es como la más célebre de las gorgonas? En primer lugar, por ese
poder paralizador que tiene. En cuanto alguien se encuentra con su belleza y ve
el tatuaje de la serpiente, se «petrifica» en el sentido de que pasa a la total
inactividad. Amenomori no se concentra en los estudios. Terasaki fracasa en
todos sus intentos de entrar en la universidad. La profesora y el deseo que
sienten por ella pasan a ser el centro de sus vidas; ellos se transforman en «estatuas»
que solo pueden sumirse aún más en su obsesión.
Por otro
lado, tanto Ritsuko como Medusa —antes del castigo que Atenea le impuso— son
increíblemente hermosas. Ryoichi Ikegami, de hecho, cuenta en las páginas del
manga el mito en el que la gorgona se atrevió a compararse con la diosa de la
sabiduría. Sin embargo, en «La serpiente» no hay una divinidad castigadora.
Tampoco hay una muchacha que después se transforma en monstruo: en Ritsuko
conviven las dos facetas de Medusa. La que se aprecia a primera vista es la
Medusa bella, el monstruo está escondido y entra en acción cuando alguien
descubre el tatuaje, esa serpiente que en la mitología conformaba los cabellos
de la gorgona —y que en nuestra cultura se relaciona, además, con el pecado—.
Las
consecuencias de un deseo malsano
© Ryoichi Ikegami 1997, 2010. |
Pero no
se terminan ahí las semejanzas entre Ritsuko y Medusa —al menos, según la
lectura que yo he hecho—. Ya he comentado que Ryoichi Ikegami sigue la versión
en la que la gorgona recibe su castigo por enorgullecerse de su hermosura; no
se menciona a Poseidón en ningún momento. No obstante, la obsesión de Terasaki
me recuerda, en cierto modo, a lo que le sucede al dios del mar. Ambos sienten deseo
por sus respectivas Medusas y ambos cometen una atrocidad: en la mitología
grecolatina, Poseidón la fuerza; en el manga de Ikegami, Terasaki la desnuda en
la azotea del instituto, la ata y la humilla, como queriendo exponer su
perversión y al monstruo que Ritsuko es en realidad, según piensa él. Así, hay
en ambos casos una figura masculina que se deja arrastrar por su deseo y
vulnera al objeto del mismo, que, además, recibe un castigo: la transformación
en monstruo en el caso de Medusa, la humillación y el miedo en el de Ritsuko —recordemos
que en ella, según Terasaki, el monstruo está presente desde el principio, en
su interior, así que no puede volverse uno, solo mostrarse tal y como es—. Por
suerte para la profesora, su final no es el mismo que el de la gorgona:
Amenomori la ayuda y todo termina más o menos bien.
© Ryoichi Ikegami 1997, 2010. |
Hay un
último aspecto sobre «La serpiente» que me
gustaría comentar. Tanto el tatuaje de Ritsuko como algunos de sus encuentros
con los demás personajes están envueltos en un halo de ensoñación, de
irrealidad. Así sucede, por ejemplo, cuando Amenomori sufre el accidente al
principio de la historia, o cuando libera a su profesora y cree ver la
serpiente en su entrepierna. Ikegami juega con lo que es real y lo que no.
¿Dónde están los límites de la ilusión? En ese sentido, creo que el verdadero
monstruo no es la «Medusa del siglo XXI», sino esa obsesión paralizante que
lleva a los personajes a imaginar una Ritsuko Sono que induce a la perversión. Me
parece que el monstruo no está tanto en la propia profesora como en la mirada
de los demás.
«La
serpiente» es un buen ejemplo de cómo la mitología grecolatina puede utilizarse
en el manga para enriquecer una trama y aportarle nuevos matices. Y esta es,
desde mi punto de vista, una de las formas de integración de la cultura clásica
más interesantes. 😊
Hasta
aquí la primera entrada sobre Medusa. 😊 Espero que os haya gustado. ¡En el futuro
habrá más! La gorgona por excelencia tiene muchas facetas dentro del manga y
quiero seguir indagando al respecto. 😃
Por mi
parte, os espero, como siempre, dentro de unos días con una nueva reseña.
¡Hasta entonces!
Bibliografía
Como es
habitual, os dejo por aquí una lista de las fuentes que me han servido para
escribir el artículo, por si tenéis interés. 😊
Grimal, Pierre
(1981). Diccionario de mitología griega y romana (trad. de Francisco
Payarols), Barcelona: Paidós.
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