miércoles, 15 de septiembre de 2021

Manga y mundo clásico: el hechizo de una mirada

Hay algunos personajes de la mitología grecolatina que aparecen de forma recurrente en los mangas. Puede aludirse a ellos, pueden dar nombre a un elemento del mundo creado por el mangaka, pueden incluso protagonizar la historia o aparecer como personajes secundarios. Siempre me hace ilusión encontrármelos, sea de la forma que sea, en las páginas de un cómic japonés. Vuelven a mí desde otra mirada, con otras interpretaciones.

Uno de los que más aparece en mis lecturas es, precisamente, Medusa. Desde que empecé a investigar para mi TFG, me he topado con ella en bastantes historias y siempre de diferente manera. La he visto hacer frente a su soledad de monstruo en nuestro presente, dar nombre a varios antagonistas, disfrutar de una historia de amor inocente y feliz. Y convertirse en símbolo, como sucede en el manga que voy a comentar hoy: «La serpiente», de Ryoichi Ikegami, historia breve recogida en el recopilatorio Yuko que publicó la editorial Satori hace unos meses. En ella, Ikegami utiliza la figura de Medusa como personificación de la tentación, del deseo, y traslada al monstruo al Japón actual. Hoy quiero contaros cómo lo hace. 😊 Como siempre, os advierto de que puede haber spoilers, así que, si no habéis leído Yuko y «La serpiente» y tenéis intención de hacerlo, podéis volver al artículo cuando lo hayáis hecho.

La joven que provocó la ira de Atenea

Voy a empezar hablando de las gorgonas —y, más concretamente, de Medusa, por supuesto—. Como suele pasar con muchos de los mitos clásicos, hay varias versiones sobre la más famosa de ellas, sobre su aspecto y la razón por la que terminó siendo un monstruo. Hesíodo, en su Teogonía, no establece ninguna diferencia física entre las tres hermanas. Lo único que las separa es la inmortalidad: mientras que Esteno y Euríale disfrutaban de una vida eterna, el tiempo de Medusa era limitado. Así nos lo cuenta cuando habla de los hijos de Forcis y Ceto, dos divinidades vinculadas con el mar:

 

Φόρκυϊ δ α Κητ Γραίας τέκε [καλλιπαρους

κ γενετς πολιάς, τς δ Γραίας καλέουσιν

θάνατοί τε θεο χαμα ρχόμενοί τ [νθρωποι,

Πεμφρηδώ τ ύπεπλον νυώ τε [κροκόπεπλον,

Γοργούς θ, α ναίουσι πέρην κλυτο [κεανοο

σχατι πρς Νυκτός, ν σπερίδες [λιγύφωνοι,

Σθεννώ τ Ερυάλη τε Μέδουσά τε λυγρ [παθοσα.

μν ην θνητή, α δ θάνατοι κα γήρ,

α δύο: τ δ μι παρελέξατο Κυανοχαίτης

ν μαλακ λειμνι κα νθεσιν εαρινοσιν.

 

(Hes. Th. 270-279).

 

 

Con Forcis a su vez engendró Ceto a las grayas de hermosas mejillas, canosas desde su nacimiento; las llaman ancianas los dioses inmortales y los seres humanos que caminan por la tierra. Y también a Penfredo, de hermoso peplo; a Enío, de peplo de color azafrán, y a las gorgonas, que habitan al otro lado del ilustre Océano, en los extremos, hacia la noche, donde las Hespérides de voz sonora: Esteno, Euríale y Medusa, padecedora de desgracias. Esta era mortal, inmortales y sin vejez las otras dos. Con ella solo se acostó el de cabellera azulada en una suave pradera, entre flores primaverales.

 

 

Las gorgonas, en este texto, son criaturas preolímpicas. También alude Hesíodo a la unión entre Medusa y Poseidón, dios del mar. Fruto de ella nacieron Crisaor, un gigante, y el famoso caballo alado Pegaso. ¡Pero hablaremos de todo esto un poco más adelante!

Cabeza de medusa, de Rubens (ca. 1617-1818).


Ahora bien, ¿cuál era el aspecto de las tres hermanas? Apolodoro nos ofrece una descripción más detallada en su Biblioteca:

 

μόνη δ ν θνητ Μέδουσα: δι τοτο π τν ταύτης κεφαλν Περσες πέμφθη. εχον δ α Γοργόνες κεφαλς μν περιεσπειραμένας φολίσι δρακόντων, δόντας δ μεγάλους ς συν, κα χερας χαλκς, κα πτέρυγας χρυσς, δι ν πέτοντο. τος δ δόντας λίθους ποίουν.

 

(Apollod. Bibliotheca, II, 4).

 

 

La única mortal era Medusa: por eso Perseo fue enviado a por su cabeza. Tenían las gorgonas cabezas rodeadas por escamas de dragón, grandes dientes como de jabalí, manos de bronce y alas doradas, con las que volaban. A quienes las miraban los convertían en piedra.

 

 

La cabeza de Medusa, de Caravaggio
(1597).

Monstruosas, ¿verdad? Y ya no solo por el famoso cabello de serpientes que todos tenemos en mente cuando se nos menciona a Medusa. En este fragmento, se hace referencia a otro de los aspectos que relacionamos siempre con las gorgonas en general y con Medusa en particular —y que es especialmente importante en el manga del que voy a hablar hoy—: su capacidad para petrificar. A partir de las palabras de Apolodoro, se puede entender por qué en los mitos de la Antigüedad las gorgonas despertaban tanto miedo.

Pero todavía hay más. De momento, hemos visto textos en los que se nos muestra a unas gorgonas cuyo aspecto temible las había acompañado desde su nacimiento. Siempre habían tenido serpientes en los cabellos, siempre esos enormes colmillos y esas manos de metal. Sin embargo, la leyenda de las tres hermanas fue cambiando con el paso del tiempo, y posteriormente se consideró que la más famosa de ellas no había sido siempre un monstruo, sino una joven de increíble belleza. ¿Y por qué acabó transformada en una criatura de pesadilla? Por algo bastante habitual en los mitos grecolatinos: un castigo de los dioses.

Perseo y Medusa en un fresco
de Pompeya.

Si bien los textos que recogen esta idea suelen concordar en que Medusa recibió un escarmiento, difieren en la razón del mismo. Algunos afirman que se atrevió a compararse con Atenea, a decir que sus cabellos eran más hermosos que los de la diosa. Y claro, ella no se lo permitió: convirtió esa melena de la que tanto se enorgullecía en un nido de serpientes. Otros, por el contrario, nos cuentan una historia más oscura que un simple caso de orgullo excesivo —esa hýbris tan frecuente en los mitos griegos, ese traspasar los límites impuestos a los mortales— por la belleza de una mortal.

En esta segunda versión, Medusa sigue siendo una muchacha hermosa. Tanto que llamó la atención del dios del mar, Poseidón, quien la violó en un templo dedicado a Atenea. Esta terminó castigando a la joven y la transformó en ese monstruo capaz de petrificar con la mirada. Ovidio recoge esta historia en sus Metamorfosis y la pone en boca del héroe que mató a Medusa, Perseo:

 

Ante exspectatum tacuit tamen. Excipit [unus

ex numero procerum quaerens, cur sola [sororum

gesserit alternis inmixtos crinibus angues.

Hospes ait: «Quoniam scitaris digna relatu,

accipe quaesiti causam. Clarissima forma

multorumque fuit spes invidiosa procorum

illa: neque in tota conspectior ulla capillis

pars fuit. Inveni, qui se vidisse referret.

Hanc pelagi rector templo vitiasse Minervae

dicitur. Aversa est et castos aegide vultus

nata Iovis texit; neve hoc inpune fuisset,

Gorgoneum crinem turpes mutavit in [hydros.

Nunc quoque, ut attonitos formidine terreat [hostes,

pectore in adverso, quos fecit, sustinet [angues».

 

(Ov. Met. IV, 791-804).

 

 

Antes de lo esperado, sin embargo, se calló. Prosiguió uno de los próceres preguntando por qué solo una de las hermanas tenía serpientes entremezcladas en los cabellos. El huésped dijo: «Puesto que lo que preguntas es digno de relato, escucha la causa de lo que quieres saber. Fue aquella de una hermosura ilustrísima y la esperanza que provocó los celos de muchos pretendientes. En toda ella no había ninguna parte más notable que sus cabellos. Conocí a uno que aseguraba haberla visto. Se dice que a esta el que gobierna el mar la violó en un templo de Minerva. Se dio la vuelta la hija de Júpiter y se cubrió con la égida el casto rostro. Para que esto no quedara sin castigo, transformó el cabello gorgóneo en repugnantes serpientes. Ahora también, para aterrorizar hasta el espanto a sus atónitos enemigos, en la parte frontal del pecho lleva las serpientes que creó.

 

 

Medusa se quedó embarazada. Cuando Perseo le cortó la cabeza, de su cuello nacieron Crisaor y Pegaso, a los que he mencionado antes. Atenea, por su parte, colocó su cabeza en la égida, y así la vemos representada en muchas imágenes. Pero me dejo los detalles de esta historia para otra ocasión. De momento, quedémonos con la idea de que fue Perseo quien terminó con la amenaza de la gorgona.

La Medusa del siglo XXI

© Ryoichi Ikegami 1997, 2010.

«La serpiente», como gran parte de los relatos incluidos en Yuko, es una historia sobre el deseo, sobre lo prohibido. Amenomori, un estudiante, choca un día con un coche mientras va en bicicleta. Por suerte, el golpe no es muy grave, pero ese pequeño accidente cambia su vida para siempre. La conductora del automóvil es una mujer muy hermosa y, cuando ella se agacha para comprobar que el muchacho está bien, Amenomori ve que tiene tatuada en su entrepierna una serpiente. Las cosas se complican cuando descubre que esa mujer es Ritsuko Sono, su nueva profesora. El chico se obsesiona con ella hasta el punto de que no puede concentrarse en nada más. Sin embargo, no es el único al que le sucede: Terasaki, un hombre muy extraño que lleva años intentando aprobar los exámenes de acceso a la universidad, afirma que Ritsuko y su belleza le han robado el alma. Lo único que hace es pensar en ella y en su tatuaje.

Ryoichi Ikegami construye una trama en la que los personajes se dejan arrastrar por una obsesión enfermiza y, para conseguir esa atmósfera opresiva y oscura, utiliza diferentes recursos. Entre ellos, a Medusa, que aparece en medio del relato para caracterizar, en cierto modo, a Ritsuko y explicar simbólicamente qué efectos tiene su belleza en los demás.

La gorgona entra en escena hacia el final de la primera parte de «La serpiente». Amenomori se encuentra con Terasaki y este le cuenta su historia con Ritsuko: cómo la conoció en los pasillos del instituto donde estudiaba, cómo lo encandiló, cómo su hechizo le imposibilitó llevar una vida normal a partir de entonces. Y la compara con Medusa. De hecho, según Terasaki, la mujer es «la Medusa del siglo XXI» y la única forma de librarse de su influencia es matarla, como sucede en el mito de Perseo.

© Ryoichi Ikegami 1997, 2010.

¿En qué sentido Ritsuko es como la más célebre de las gorgonas? En primer lugar, por ese poder paralizador que tiene. En cuanto alguien se encuentra con su belleza y ve el tatuaje de la serpiente, se «petrifica» en el sentido de que pasa a la total inactividad. Amenomori no se concentra en los estudios. Terasaki fracasa en todos sus intentos de entrar en la universidad. La profesora y el deseo que sienten por ella pasan a ser el centro de sus vidas; ellos se transforman en «estatuas» que solo pueden sumirse aún más en su obsesión.

Por otro lado, tanto Ritsuko como Medusa —antes del castigo que Atenea le impuso— son increíblemente hermosas. Ryoichi Ikegami, de hecho, cuenta en las páginas del manga el mito en el que la gorgona se atrevió a compararse con la diosa de la sabiduría. Sin embargo, en «La serpiente» no hay una divinidad castigadora. Tampoco hay una muchacha que después se transforma en monstruo: en Ritsuko conviven las dos facetas de Medusa. La que se aprecia a primera vista es la Medusa bella, el monstruo está escondido y entra en acción cuando alguien descubre el tatuaje, esa serpiente que en la mitología conformaba los cabellos de la gorgona —y que en nuestra cultura se relaciona, además, con el pecado—.

Las consecuencias de un deseo malsano

© Ryoichi Ikegami 1997, 2010.

Pero no se terminan ahí las semejanzas entre Ritsuko y Medusa —al menos, según la lectura que yo he hecho—. Ya he comentado que Ryoichi Ikegami sigue la versión en la que la gorgona recibe su castigo por enorgullecerse de su hermosura; no se menciona a Poseidón en ningún momento. No obstante, la obsesión de Terasaki me recuerda, en cierto modo, a lo que le sucede al dios del mar. Ambos sienten deseo por sus respectivas Medusas y ambos cometen una atrocidad: en la mitología grecolatina, Poseidón la fuerza; en el manga de Ikegami, Terasaki la desnuda en la azotea del instituto, la ata y la humilla, como queriendo exponer su perversión y al monstruo que Ritsuko es en realidad, según piensa él. Así, hay en ambos casos una figura masculina que se deja arrastrar por su deseo y vulnera al objeto del mismo, que, además, recibe un castigo: la transformación en monstruo en el caso de Medusa, la humillación y el miedo en el de Ritsuko —recordemos que en ella, según Terasaki, el monstruo está presente desde el principio, en su interior, así que no puede volverse uno, solo mostrarse tal y como es—. Por suerte para la profesora, su final no es el mismo que el de la gorgona: Amenomori la ayuda y todo termina más o menos bien.

© Ryoichi Ikegami 1997, 2010.

Hay un último aspecto sobre «La serpiente» que me gustaría comentar. Tanto el tatuaje de Ritsuko como algunos de sus encuentros con los demás personajes están envueltos en un halo de ensoñación, de irrealidad. Así sucede, por ejemplo, cuando Amenomori sufre el accidente al principio de la historia, o cuando libera a su profesora y cree ver la serpiente en su entrepierna. Ikegami juega con lo que es real y lo que no. ¿Dónde están los límites de la ilusión? En ese sentido, creo que el verdadero monstruo no es la «Medusa del siglo XXI», sino esa obsesión paralizante que lleva a los personajes a imaginar una Ritsuko Sono que induce a la perversión. Me parece que el monstruo no está tanto en la propia profesora como en la mirada de los demás.

«La serpiente» es un buen ejemplo de cómo la mitología grecolatina puede utilizarse en el manga para enriquecer una trama y aportarle nuevos matices. Y esta es, desde mi punto de vista, una de las formas de integración de la cultura clásica más interesantes. 😊

 

Hasta aquí la primera entrada sobre Medusa. 😊 Espero que os haya gustado. ¡En el futuro habrá más! La gorgona por excelencia tiene muchas facetas dentro del manga y quiero seguir indagando al respecto. 😃

Por mi parte, os espero, como siempre, dentro de unos días con una nueva reseña. ¡Hasta entonces!

 

Bibliografía

Como es habitual, os dejo por aquí una lista de las fuentes que me han servido para escribir el artículo, por si tenéis interés. 😊

Grimal, Pierre (1981). Diccionario de mitología griega y romana (trad. de Francisco Payarols), Barcelona: Paidós.


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