En julio
os mencioné por primera vez Olympus no Pollon, el manga en el que Hideo
Azuma nos cuenta las aventuras de una diosa muy traviesa que pone el Olimpo
patas arriba. Esta pequeña enciclopedia de mitos clásicos es un muy buen
ejemplo de cómo los mangakas han conseguido adaptar a la suya una
cultura totalmente ajena, como ya os mencioné. Hideo Azuma consigue que la
mitología grecolatina se vuelva cercana a sus lectores, unos lectores que no
tienen por qué conocerla, a través del humor y la utilización de elementos
propios de la cultura japonesa.
Realmente,
hay muchas cosas que podrían decirse de Olympus no Pollon, tantas que no
caben en una única entrada. Por eso, hoy voy a centrarme en el episodio de
Apolo y Dafne, en el que Hideo Azuma aprovecha además un mito japonés para
ofrecernos una nueva visión de esta historia. ¡Veamos cuál es la ocurrencia de
Pollon para alterar la vida de los dioses! 😊
Dafne:
uno de los amores no correspondidos de Apolo
Apolo y Dafne, de Bernini. |
Apolo no
es uno de los dioses más afortunados en el amor. Algunos de sus amantes
murieron, como Jacinto, y otros simplemente rechazaron sus atenciones. Ese es
el caso de Casandra, princesa troyana a la que el dios le concedió el don de la
profecía, aunque Apolo la condenó a que nadie creyera en sus palabras. Y es,
por supuesto, el caso de Dafne, la ninfa que protagoniza el mito del que voy a
hablaros hoy y que tanta influencia ha tenido en el arte occidental. Son muchos
los pintores, escultores, poetas…, que han recreado la historia de amor
frustrado de Apolo. Una de las obras más famosas es la escultura de Bernini. ¡Pero
también en la literatura española tenemos ejemplos! Por poner uno, Garcilaso de
la Vega, en su Soneto XIII, nos muestra al dios arrodillado frente a la
ninfa y de su dolor nos dice: ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,/que con
llorarla crezca cada día/la causa y la razón por que lloraba!
El autor
latino Ovidio nos cuenta la historia de Apolo y Dafne en el primer libro de sus
Metamorfosis. Apolo se vanagloriaba de haber matado a la terrible
serpiente Pitón y menospreciaba a Cupido —Eros en la mitología griega— por
dedicarse a los amores, impropios de los valientes. Pero Cupido, lejos de
aceptar las palabras del dios, se vengó con la misma arma de la que Apolo se
burlaba. Le disparó una flecha de oro para que se enamorara de Dafne, mientras
que a ella le tocó la de plomo, que provocaba rechazo.
Apolo y Dafne, de John William Waterhouse. |
Dafne
deseaba permanecer virgen, así que no quiso oír hablar de los amores de Apolo.
Y huyó de él. Sin embargo, el dios no podía aceptar su negativa y empezó a
perseguirla entre súplicas. La ninfa sintió que sus fuerzas flaqueaban, por lo
que le pidió ayuda a su padre, el río Peneo según Ovidio —en otras versiones,
el nombre cambia—, que la convirtió en un laurel. Hasta transformada en árbol
Dafne rechazaba a Apolo, como el propio poeta nos dice:
Hanc
quoque Phoebus [amat, positaque in stipite dextra sentit adhuc trepidare novo [sub cortice pectus complexusque suis ramos, [ut membra, lacertis oscula dat ligno: refugit [tamen oscula lignum. (Ov. Met. I, 552-555).
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También la ama Febo y, tras colocar su
mano derecha en el tronco, siente que su pecho aún se mueve bajo la nueva
corteza, y, abrazando sus ramas con los brazos, como si fueran miembros, da
besos a la madera: sin embargo, la madera rehúye sus besos.
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Apolo eligió entonces que el laurel sería su árbol, el que adornaría las sienes de los poetas.
Amaterasu:
la diosa que condenó al mundo a la oscuridad
¿Y con
qué mito decide Hideo Azuma fusionar el de Apolo y Dafne? Con uno sobre
Amaterasu, la diosa sintoísta del sol. Podría parecer que no tiene mucho que
ver con la historia contada por Ovidio, pero, en el fondo, están relacionadas.
Apolo, dios de las artes, de la música, de los oráculos, dios flechador y
médico, se identificó con el sol ya en la Antigüedad. ¡Y eso que los griegos
tenían a Helios!
Este
mito aparece recogido en el Kojiki, la primera obra literaria de Japón,
en la que se cuentan tradiciones del país del sol naciente desde la era de los
dioses hasta la emperatriz Suiko (siglo VII). Según el Kojiki, el dios
Susanô comenzó a destruir los arrozales y las tierras de Amaterasu porque la
diosa lo había superado cuando ambos habían engendrado hijos. No contento con
eso, esparció excrementos sobre los altares donde se ofrecían los primeros
frutos de la cosecha, e incluso irrumpió en la estancia sagrada de Amaterasu
para lanzar un caballo celestial que él mismo había desollado. La visión fue
tan horrible para la hilandera que allí se encontraba que, al intentar huir, se
clavó la lanzadera de su telar y murió.
Amaterasu saliendo de la cueva. Shunsai Toshimasa. |
La
diosa, horrorizada, no pudo soportarlo más y se encerró en la Casa Rocosa del
Cielo. El mundo entonces se sumió en la oscuridad. Los demás dioses,
preocupados por la situación, se reunieron para solucionar el problema… y
trazaron un plan. Reunieron a todos los gallos del mundo para que no dejaran de
cantar, fabricaron un espejo que colocaron frente a la cueva, además de un
rosario de jade. Consultaron a un oráculo y después colgaron de un árbol tanto
el rosario como unas telas de algodón y lino, objetos que fueron bendecidos.
Uno de los dioses, Ame-no-ta-jikara, se ocultó al lado de la caverna que servía
de refugio a Amaterasu, mientras su compañera Ame-no-uzume-no-mikoto se ponía a
bailar con frenesí frente a la cueva. El baile hizo que se le soltara el
cíngulo de la túnica, por lo que se le vieron los pechos y sus partes íntimas.
Los dioses comenzaron a reírse a carcajadas.
Amaterasu
se preguntó qué estaba ocurriendo fuera. Al asomarse, se sorprendió al verse
reflejada en el espejo que los demás dioses habían colocado delante de la
cueva. Ame-no-ta-jikara aprovechó para agarrarla y sacarla de su escondrijo. La
luz entonces volvió al mundo.
El día
en que Pollon quiso una madre
© Hideo Azuma 2005. |
Hideo
Azuma toma la historia de Dafne y la de Amaterasu para crear su propia versión,
una más gamberra y alocada. Todo empieza cuando la pequeña Pollon visita a su
amigo Eros. Al verlo con su madre, Afrodita, se apena y añora lo que ella no ha
tenido. Le pregunta a su padre, Apolo, pero lo único que él puede ofrecerle es
una desgraciada historia de amor. Ya he mencionado que este dios no tenía mucha
suerte con sus amantes, ¿verdad?
Así que
Pollon decide solucionar el problema por sí misma. Le coge el arco y las
flechas a Eros y los prueba en su padre. Para Hideo Azuma, también es
Eros/Cupido el culpable del enamoramiento de Apolo, aunque no sea su causante
directo.
© Hideo Azuma 2005. |
Entonces,
empieza el humor. Apolo se vuelve loco —literalmente— de amor, y empieza a
comportarse de una manera absurda y ridícula. ¡Hasta les pide matrimonio a
varios animales! Su desesperada búsqueda termina cuando conoce a Dafne, que,
por supuesto, lo rechaza. Y el dios vuelve a humillarse. Se transforma en
insecto, esquiva las rocas que Dafne le lanza, atrapa con los dientes las
flechas que le dispara la ninfa. Se arrastra por el suelo para evitar que huya.
Pero nada de eso le sirve: Dafne se transforma en laurel. Eso sí, sin ayuda de
su padre. Y Hideo Azuma tampoco se recrea en la transformación que con tanto
detalle cuenta Ovidio en las Metamorfosis: Apolo, para terminar de
humillarse, de pronto se encuentra abrazando a un árbol que tiene el rostro de
Dafne y que lo sigue mirando con desprecio.
Los
intentos de Pollon por conseguir una madre se frustran, igual que el amor de
Apolo.
El
Olimpo se sume en las tinieblas
© Hideo Azuma 2005. |
El dios
griego se siente devastado. Y Hideo Azuma le hace tomar una decisión que extrae
de su propia cultura, de sus propios mitos: se encierra en una cueva, como
Amaterasu. Hay otros detalles de la historia narrada en el Kojiki que se
mantienen: los dioses se reúnen —esta vez, frente a la cueva— y le ruegan a
Apolo que termine con su encierro. Algunas de sus súplicas son de lo más
divertidas: Poseidón le ofrece daifuku, un pastelito de arroz relleno, y
Dioniso y sus acompañantes le dicen que lo necesitan para sus juegos de mesa.
A
diferencia del mito japonés, las divinidades griegas no idean un plan. Eso
queda en manos de Pollon que, por casualidad, termina en el fondo del mar, en
la casa del doctor Nahaha. Hideo Azuma le da una nueva vuelta de tuerca a la
historia de Apolo y Dafne para mezclarlo con elementos propios de la fantasía y
la ciencia ficción. Nahaha es un científico que vive bajo el agua, rodeado de
tecnología, y resulta tener la solución a los problemas de Pollon: una poción
que permitirá devolverle su forma original a Dafne. El brebaje surte efecto y
los dioses gritan, sorprendidos. Es entonces cuando Apolo decide salir de la
cueva.
Al igual
que en el mito de Amaterasu, Apolo abandona su refugio al escuchar un
escándalo, pero las razones son diferentes. No hay carcajadas. Tampoco hay un
espejo que refleje al dios, sino una muchacha cuya belleza admira y que es
capaz de arrastrarlo al exterior.
El
desastre final
Pero las
cosas no pueden ser tan fáciles. No, al menos, en el mundo de Pollon. La poción
de Nahaha no solo hace que Dafne vuelva a ser ella misma, sino que la
transforma en un monstruo que empieza a perseguir a Apolo, aunque no para
ofrecerle su amor precisamente. El científico le da a Pollon otra poción que
busca arreglar el lío, pero que únicamente consigue enredar más la situación.
Apolo, Dafne y el resto de los dioses empiezan a transformarse rápidamente en
monstruos de distinta clase, su forma va cambiando una y otra vez, hasta que
todos terminan siendo árboles.
Tetis y Peleo. |
Esa
rápida transformación recuerda a otros episodios de la mitología clásica. En
muchos de ellos, los dioses se convierten en animales o plantas por diversas
causas. Este es el caso de Tetis, la madre de Aquiles, a quien Peleo atrapó
para poder casarse con ella. La diosa se transformó en multitud de bestias,
pero Peleo no la soltó en ningún momento y ella terminó accediendo a casarse
con él. Así aparece representada en muchas vasijas y platos griegos: Peleo
abrazado a ella y Tetis rodeada de los animales cuya forma adopta. Pero no es
el único caso: en el canto IV de la Odisea, Menelao, rey de Esparta y
esposo de Helena de Troya, se vio obligado a atrapar al dios marino Proteo para
que le revelara el camino de vuelta a casa. Aunque se convirtió en león,
dragón, pantera, jabalí, agua y un árbol, Menelao no lo soltó.
© Hideo Azuma 2005. |
¿Cómo termina
la historia de Pollon? Con un castigo, claro. Apolo es un padre estricto y no
va a dejar las cosas así. Aunque claro, primero tiene que dejar de ser un
laurel.
Como
vemos, Hideo Azuma mantiene elementos del mito grecolatino —la implicación de
Eros, la persecución de Apolo, el rechazo de la ninfa incluso cuando ya se ha
transformado— y de la historia de Amaterasu —la reunión de los dioses, los
gritos para que la divinidad abandone la cueva, la oscuridad del mundo—. Pero
también es capaz de reinterpretarlos y contarnos su propia historia.
Hasta
aquí la entrada de hoy. 😊 ¡Espero que os haya gustado! Os espero
dentro de unos días. ¡Hasta entonces!
[Por
desgracia, Olympus no Pollon no está editado en España, pero podéis leer
la edición italiana, publicada por Magic Press. Al hacer clic en las imágenes de las obras de arte, se puede acceder a su fuente].
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