Hoy hace
tres años que empecé Afrodita L. Tres años que, como siempre digo, me
han traído muchas cosas buenas. Abrir el blog ha sido una de las mejores
decisiones que he tomado y no puedo estar más contenta. 😊 Esta
vez, sin embargo, no quería escribir una entrada de aniversario como las que he
hecho otras veces. El último año ha sido muy raro tanto para mí como para el
blog y llevo unos meses parada por diversas razones. Por ello, cuando me puse a
pensar en qué podría hacer para este tercer aniversario, decidí publicar una
nueva entada sobre manganime y mundo clásico, una normal. Me pareció la mejor
forma de celebrarlo: volver. Y, aunque sea de manera más pausada, escribir de
nuevo en este pequeño rinconcito de internet. 😊
Empiezo
otro año en el blog regresando a Ulises 31 para hablaros de uno de mis
personajes favoritos de la mitología clásica: Circe, una hechicera con la que
el héroe griego se topó en su periplo de vuelta a Ítaca. Es un personaje que
siempre me ha fascinado por su poder y su vasto conocimiento. Por supuesto, no
podía faltar en este anime que nos propone una Odisea futurista, un
viaje a Ítaca por el espacio. Sin más dilación, ¡vamos allá!
De
poderosas hechiceras y marineros incautos
Son
muchas las cosas que pueden decirse de Circe, un personaje interesantísimo de
la mitología y la literatura grecolatinas y, como os comentaba al principio,
uno de mis preferidos —junto con otra poderosa hechicera, Medea; además, existe
entre ambas un vínculo al que ahora me referiré—. Y es que esta maga está
presente en ciertos episodios de algunos de los viajes mitológicos más
importantes: en el de los argonautas, cuando estos regresan a su hogar, y, por
supuesto, en el de Ulises. En ambos utiliza sus poderes con diferentes fines: o
ayudar a sus protagonistas o causarles un mal —aunque luego lo remedie—.
Circe
está emparentada, además, con otros importantes personajes: es hija de Helios,
el Sol, y de Perseis, una de las oceánides, de cuya unión también nacieron
Pasífae —tal vez os suene por ser la madre del famoso minotauro— y Eetes, rey
de la Cólquide, la región donde se encontraba el vellocino de oro que Jasón y
los argonautas fueron a buscar. Así nos lo cuenta Hesíodo en su Teogonía:
ἠελίῳ δ᾽ ἀκάμαντι τέκεν κλυτὸς Ὠκεανίνη
Περσηὶς Κίρκην τε καὶ Αἰήτην βασιλῆα.
(Hes. Th.
956-957)
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Con
el infatigable Helios, la ilustre oceánide Perseis engendró a Circe y al rey
Eetes.
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Eetes,
por cierto, es el padre de Medea, hechicera que ayudó a Jasón a superar las
diferentes pruebas que se le impusieron en la Cólquide y a conseguir el
vellocino. Por tanto, es sobrina de Circe, y fue esta quien purificó a ambos
jóvenes en su viaje de regreso, después de que obtuvieran la piel dorada del
carnero y huyeran de Eetes y los suyos dejando tras de sí un rastro de sangre.
Pero esa
es otra historia. Ahora voy a centrarme en su relación con Ulises, que Homero
nos cuenta en los cantos X, XI y XII de la Odisea. Y es que Circe fue
uno de los muchos personajes con los que el héroe griego se encontró en su
accidentada travesía de vuelta a Ítaca. Al principio, la hechicera fue para él
un obstáculo más, pero terminó convirtiéndose en una valiosa aliada y sus
consejos le sirvieron de mucho.
La
historia comienza cuando Ulises y sus compañeros, tras abandonar la isla de
Eolo —os hablé de este episodio aquí— y haber sufrido nuevos infortunios a mano
de los lestrigones, continúan con su travesía hasta la isla de Eea, morada de
Circe. Agotados, los viajeros descansan unos días en sus playas, pero enseguida
Ulises se propone explorar aquellas tierras, en las que hay señales de vida
humana: a lo lejos puede ver una columna de humo. Es entonces cuando decide mandar
a algunos de sus compañeros de avanzadilla: les expone la situación, les cuenta
lo que ha visto y los divide en dos grupos, uno liderado por Euríloco y otro
por él mismo. Tras echarlo a suertes, se decide que sean los primeros quienes
exploren el lugar, así que abandonan la playa y se internan en la isla. Es
entonces cuando se encuentran con una maravilla: el palacio de Circe, un lugar
espléndido y lleno de fieras exóticas que encierra un terrible secreto. A lo
lejos, se oye la dulce voz de la hechicera.
εὗρον δ᾽ ἐν βήσσῃσι τετυγμένα δώματα [Κίρκης
ξεστοῖσιν λάεσσι, περισκέπτῳ ἐνὶ χώρῳ:
ἀμφὶ δέ μιν λύκοι ἦσαν ὀρέστεροι ἠδὲ [λέοντες,
τοὺς αὐτὴ κατέθελξεν, ἐπεὶ κακὰ φάρμακ᾽ [ἔδωκεν.
οὐδ᾽ οἵ γ᾽ ὡρμήθησαν ἐπ᾽ ἀνδράσιν, ἀλλ᾽ [ἄρα τοί γε
οὐρῇσιν μακρῇσι περισσαίνοντες ἀνέσταν.
ὡς δ᾽ ὅτ᾽ ἂν ἀμφὶ ἄνακτα κύνες δαίτηθεν [ἰόντα
σαίνωσ᾽, αἰεὶ γάρ τε φέρει μειλίγματα θυμοῦ,
ὣς τοὺς ἀμφὶ λύκοι κρατερώνυχες ἠδὲ [λέοντες
σαῖνον: τοὶ δ᾽ ἔδεισαν, ἐπεὶ ἴδον αἰνὰ [πέλωρα.
ἔσταν δ᾽ ἐν προθύροισι θεᾶς [καλλιπλοκάμοιο,
Κίρκης δ᾽ ἔνδον ἄκουον ἀειδούσης ὀπὶ καλῇ,
ἱστὸν ἐποιχομένης μέγαν ἄμβροτον, οἷα [θεάων
λεπτά τε καὶ χαρίεντα καὶ ἀγλαὰ ἔργα [πέλονται.
(Od. X, 210-223)
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Encontraron en un valle, en un
lugar visible, la casa de Circe, construida en piedra pulida. A su
alrededor había lobos salvajes y leones, a los que ella misma transformó cuando
les dio el maligno brebaje. No atacaron a mis hombres, sino que
entonces, moviendo sus colas, se alzaron. Como cuando alrededor de un soberano
que abandona un banquete los perros lo halagan moviendo la cola, pues siempre
les lleva restos para calmar el hambre, así a su alrededor los lobos de fuertes
garras y los leones movían la cola. Pero tuvieron miedo, puesto que los vieron
como terribles bestias. Se colocaron en las puertas de la diosa de hermosas
trenzas y dentro escucharon a Circe cantando con hermosa voz mientras trabajaba
en un divino y extenso tejido, como suelen ser de finos, hermosos y brillantes
los trabajos de las diosas.
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Animados,
los compañeros de Ulises llaman a la mujer, que los recibe con los brazos
abiertos. El único que sospecha de sus malas intenciones es Euríloco: hay algo
en ella que le da mala espina, aunque no sepa por qué. Y el tiempo le da la
razón. Además de comida y bebida, Circe les ofrece un bebedizo que les hace
olvidar su hogar, su propósito. Pero no solo eso: con su magia, los transforma
en cerdos. Este pasaje es estremecedor: los hombres de Ulises ya no tienen
forma humana, pero conservan su mente y son conscientes de que han sido
víctimas de la magia de Circe.
εἷσεν δ᾽ εἰσαγαγοῦσα κατὰ κλισμούς τε [θρόνους τε,
ἐν δέ σφιν τυρόν τε καὶ ἄλφιτα καὶ μέλι [χλωρὸν
οἴνῳ Πραμνείῳ ἐκύκα: ἀνέμισγε δὲ σίτῳ
φάρμακα λύγρ᾽, ἵνα πάγχυ
λαθοίατο [πατρίδος αἴης.
αὐτὰρ ἐπεὶ δῶκέν τε καὶ ἔκπιον, αὐτίκ᾽ [ἔπειτα
ῥάβδῳ πεπληγυῖα κατὰ συφεοῖσιν ἐέργνυ.
οἱ δὲ συῶν μὲν ἔχον κεφαλὰς φωνήν τε τρίχας [τε
καὶ δέμας, αὐτὰρ νοῦς ἦν ἔμπεδος, ὡς τὸ [πάρος περ.
ὣς οἱ μὲν κλαίοντες ἐέρχατο, τοῖσι δὲ Κίρκη
πάρ ῥ᾽ ἄκυλον βάλανόν τε βάλεν καρπόν τε [κρανείης
ἔδμεναι, οἷα σύες χαμαιευνάδες αἰὲν [ἔδουσιν.
(Od. X, 233-243)
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Tras hacerlos entrar, los sentó en
sillones y tronos, y les ofreció queso y harina de cebada, y mezcló miel
verde con un vino de Pramno. Mezcló con la comida brebajes perniciosos para
que se olvidaran por completo de su tierra patria. Cuando se los dio y bebieron,
al punto, tras golpearlos con su vara, los encerró en las pocilgas. Tenían la
cabeza y la voz y los pelos y la figura de los cerdos, pero su mente no había
cambiado. Así, ellos, encerrados, lloraban, y Circe les echaba para
alimentarlos bellotas y hayucos y el fruto del conejo, como los que los
cerdos que duermen en el suelo acostumbran a comer.
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No es,
por cierto, la única vez que Circe utiliza sus poderes para convertir a alguien
en una bestia. Ovidio, en sus Metamorfosis, nos cuenta, por ejemplo, que
la hechicera había transformado a la joven Escila en un monstruo —la parte
inferior de su cuerpo estaba formada por varios perros, muy fieros y de hambre
insaciable— a causa de sus amores. Y es que el joven Glauco la quería, por lo
que había rechazado a Circe… y a la maga eso no le sentó muy bien. Algo
parecido sucedió con el rey Pico, que, enamorado de otra mujer, terminó
convertido en pájaro.
Pero
volvamos a la Odisea. Después de lo ocurrido en el palacio, Euríloco
regresa a donde están las naves y se lo cuenta a sus compañeros. Por supuesto,
Ulises no puede quedarse de brazos cruzados: pese a las advertencias del hombre
se pone en camino para salvar a su tripulación. De camino, se le aparece Hermes
para ayudarlo. El mensajero de los dioses le repite lo que Euríloco ha relatado
y, además, le indica cómo puede vencer a Circe.
«τεύξει τοι κυκεῶ, βαλέει δ᾽ ἐν φάρμακα [σίτῳ.
ἀλλ᾽ οὐδ᾽ ὣς θέλξαι σε δυνήσεται: οὐ γὰρ [ἐάσει
φάρμακον ἐσθλόν, ὅ τοι δώσω, ἐρέω δὲ [ἕκαστα.
ὁππότε κεν Κίρκη σ᾽ ἐλάσῃ περιμήκεϊ [ῥάβδῳ,
δὴ τότε σὺ ξίφος ὀξὺ ἐρυσσάμενος παρὰ [μηροῦ
Κίρκῃ ἐπαῖξαι, ὥς τε κτάμεναι μενεαίνων.
ἡ δέ σ᾽ ὑποδείσασα κελήσεται εὐνηθῆναι:
ἔνθα σὺ μηκέτ᾽ ἔπειτ᾽ ἀπανήνασθαι θεοῦ [εὐνήν,
ὄφρα κέ τοι λύσῃ θ᾽ ἑτάρους αὐτόν τε [κομίσσῃ:
ἀλλὰ κέλεσθαί μιν μακάρων μέγαν ὅρκον [ὀμόσσαι,
μή τί τοι αὐτῷ πῆμα κακὸν βουλευσέμεν [ἄλλο,
μή σ᾽ ἀπογυμνωθέντα κακὸν καὶ ἀνήνορα [θήῃ».
(Od. X, 290-301)
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«Te preparará un brebaje y
echará el bebedizo en la comida. Pero ni así podrá hechizarte, pues no lo
permitirá el buen remedio que voy a darte. Te explicaré cada paso. Cuando
Circe se te acerque con su larga vara, entonces tú, tras desenvainar tu afilada
espada al lado de tu muslo, lánzate sobre ella como deseando vehementemente
matarla. Acobardándose un poco, te invitará a que te acuestes con ella.
Entonces no rechaces el lecho de la diosa para que libere a tus compañeros y a
ti mismo te muestre hospitalidad. Pero ordénale que pronuncie el gran
juramento de los bienaventurados de que no planeará ninguna otra calamidad
contra ti para que, cuando estés desnudo, no te traiga un mal y te quite la
hombría».
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Aparte
de eso, le entrega una planta especial llamada moly para que Ulises no
caiga en el hechizo de Circe. A partir de ese momento, al héroe todo le resulta
mucho más sencillo: al proceder como el dios le ha aconsejado —utiliza la
planta para evitar la transformación y amenaza a Circe con matarla—, la maga se
rinde y le ofrece su lecho. Ulises acepta cuando ella rompe el hechizo de sus
compañeros. A partir de entonces, se convierte en una valiosa aliada para el
héroe griego: es ella quien le explica cómo bajar al Hades para encontrar el
alma de Tiresias, uno de los adivinos más célebres de la mitología clásica, y
preguntarle por el camino de regreso a su hogar; es ella quien le indica los
pasos que ha de seguir cuando haga la ofrenda a los muertos. También es ella
quien le advierte sobre las sirenas y le dice lo que debe hacer si quiere
escuchar su bello y terrible canto, quien le señala los posibles caminos que lo
aguardan: el de las rocas Simplégades, que se cerraban cuando pasaban los
barcos y los aplastaban, y el de Escila y Caribdis —de las que os hablé aquí—.
Asimismo, le cuenta que, cuando pase por la isla del Sol, debe respetar sus
rebaños.
Antes de
ir al Hades y partir de nuevo hacia Ítaca, Ulises permaneció un año en el
palacio de Circe —de hecho, tuvo hijos con ella, cuyo número varía según las
tradiciones—. Sin embargo, el destino del héroe era volver a casa: la añoranza
de su hogar hizo que emprendiera de nuevo el camino. Para ello, como acabamos
de ver, el vasto conocimiento de Circe fue fundamental.
El poder
absoluto: el conocimiento
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© DiC Entertainment y Tokyo Movie Shinsha (TMS) 1981 |
¿Cómo se
traslada el episodio de Circe al anime de Ulises 31? Como siempre, con
referencias al mito original, pero con ciertos cambios que obedecen al objetivo
de la serie, a cómo se configura ese nuevo Ulises del futuro.
Antes de
entrar en materia, sin embargo, voy a hacer un breve resumen del episodio para
refrescaros la memoria. El capítulo comienza con la voz de Circe llamando a
Ulises: lleva mucho tiempo esperándolo. Ambos, de alguna forma, son iguales y
ella quiere compartir con él el trono del universo, ya que es el único mortal
digno de ello. Sin embargo, el héroe está lejos de imaginar lo que le espera:
al mando de su nave, piensa que está ya cerca del Hades, adonde debe ir si
quiere salvar a su tripulación y regresar a casa. La travesía sigue sin contratiempos
hasta que, de repente, tanto él como Telémaco y Thais son víctimas de un
extraño encanto que los duerme. El único que permanece despierto es Nono,
inmune a esa suerte de magia, que comienza a llamarlos desesperado. Es él quien
ve cómo, de pronto, el viaje se trunca: una fuerza arrastra la nave hacia el
planeta de Eea, se lleva a los compañeros de Ulises y los hipnotiza. Ese
alguien, por supuesto, es la hechicera Circe, que de esa forma quiere cumplir
con su sueño: construir una inmensa torre que albergue todo el conocimiento del
universo, una enorme biblioteca llena de saber.
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© DiC Entertainment y Tokyo Movie Shinsha (TMS) 1981 |
Para
ello, transforma a los compañeros de Ulises en sus esclavos. Ahora ya no tienen
forma humana, sino de animales, y continúan construyendo la torre, unidos a
todos aquellos que habían caído antes en las garras de Circe. Ulises, por su
parte, despierta y ve que se encuentra en un lugar desconocido. Mientras
comienza a explorar ese nuevo entorno, se encuentra con un hombre que,
aterrorizado, le desvela su identidad —se trata del capitán de una nave que
viajó hasta el planeta, el único de su tripulación que logró escapar— y le
advierte sobre Circe: su ambición no conoce límites y quiere incluso superar a
los dioses. Como Ulises se dispone a ir a su encuentro, el hombre le indica que
pase por una cascada protectora: sus aguas lo inmunizarán contra los
sortilegios de su enemiga.
Cuando
llega a la torre, acompañado de un Nono asustado que ha sido testigo de cómo
sus compañeros eran hechizados, Ulises se enfrenta a Circe, quien, nada más
reconocerlo, cura las heridas que le inflige durante la lucha, le dice que lo
estaba esperando y le propone un trato: está dispuesta a liberar a todos sus
esclavos si el héroe accede a quedarse con ella. Asimismo, les hablará sobre el
Hades para que puedan regresar a casa. Ulises acepta permanecer allí y
compartir el conocimiento con la mujer. Sin embargo, alguien decide
impedírselo: Hermes, bibliotecario de Circe, que en realidad es un espía de los
dioses y se revela como el hombre que advirtió a Ulises sobre la maga. Trata de
engatusar a los antiguos esclavos de Circe, diciéndoles que solo él puede
liberarlos; no obstante, Ulises se mantiene firme en sus convicciones y se enfrenta
a Hermes mientras este intenta destruir la torre del conocimiento. Además, el espía le
roba una cinta de vídeo con información sobre el Hades que la hechicera le
proporciona para ayudarlo en su viaje de vuelta. Al final, esta consigue
expulsar a Hermes de su planeta, pero hay algo que no puede evitar: la ruina de su
torre, que apenas se mantiene en pie, y la ira de los dioses, que se cierne
sobre ella. Ulises logra escapar con una promesa: no la olvidará nunca. El
episodio termina con una Circe derrotada que ha de someterse al juicio divino,
ya que nadie debe entregar la sabiduría de los dioses a un ser humano.
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© DiC Entertainment y Tokyo Movie Shinsha (TMS) 1981 |
Hay
varias cosas que comentar con respecto al episodio. Para empezar, voy a
referirme a la propia Circe, que comparte ciertos rasgos con la hechicera de la
mitología, aunque entre ambas también haya diferencias. Lo primero que tienen
en común es su vasto conocimiento, esa sabiduría que ayuda a Ulises en su viaje
—pese a que, en el caso del anime, el intento de ofrecerle conocimiento se
frustre por culpa de Hermes—. Circe sabe mucho de muchas cosas: en la Odisea,
sobre el ritual que el héroe griego debe llevar a cabo para obtener información
a las puertas del Hades, los peligros que entrañan las sirenas, las diferentes
rutas que pueden seguirse desde su isla, Eea, y los obstáculos que se erigen en
cada una; en el anime, además de lo mucho que ha podido recopilar en su
biblioteca, tiene información sobre cómo llegar al Hades —al igual que en la
obra homérica—. No obstante, ese conocimiento es diferente. La Circe original,
emparentada con los dioses, no pretende superarlos, no comete un acto de hýbris,
concepto del que hemos hablado bastante en el blog. La de Ulises 31 sí.
Ampliar su biblioteca y construir la torre es un acto de rebeldía y de
ambición: quiere llegar a lo más alto, incluso a lugares que no le están
permitidos, de ahí su castigo final.
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© DiC Entertainment y Tokyo Movie Shinsha (TMS) 1981 |
Sin
embargo, esta hýbris no es negativa. En los mitos, quienes cometen esta
falta reciben su merecido porque no asumen su lugar en el mundo y ansían algo
más. No obstante, en el caso de la Circe de Ulises 31, no se nos muestra
que haya recibido su merecido por su atrevimiento. En este sentido, se nos
aparece más bien como una igual de Ulises: ambos luchan contra los dioses,
contra ese poder establecido y autoritario que lo controla todo —o se cree con
derecho a hacerlo—. No solo la inteligencia une a ambos personajes, también ese
afán por alcanzar sus metas aunque lo tengan todo en contra. Circe, por
desgracia, se queda en el camino, pero Ulises es su esperanza: no solo no se
olvidará de ella, sino que logrará volver a casa.
Creo que
el resto de cambios que vemos en Circe obedecen a esa identificación entre ella
y el protagonista de la serie: lo está esperando, anhelando compartir su
sabiduría con él; Ulises no tiene que amenazarla para conseguir sus objetivos.
Todo lo que la hechicera le ofrece es fruto de su amor y su admiración. En la Odisea,
la maga sabe que el héroe llegará a su palacio algún día porque así se lo han
comunicado los dioses y también le da información, pero una vez que el hombre
le indica que está dispuesto a acabar con su vida si no libera a sus compañeros
—que, por cierto, en un guiño a la obra homérica, en la serie también se
convierten en cerdos, solo que sin esa conciencia de sus males que les atribuye
el poeta griego y que tan conmovedora resulta—. Por otro lado, a diferencia del
Ulises del anime, que debe marcharse aunque estuviera dispuesto a quedarse en
el planeta de la maga, el de la Odisea sí permanece en su palacio hasta
que la nostalgia le mordisquea el corazón.
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© DiC Entertainment y Tokyo Movie Shinsha (TMS) 1981 |
¿Y qué
hay de Hermes? Al igual que sucede con Circe, también presenta ciertos cambios,
aunque en cierto modo mantiene la esencia del dios griego. No en vano el Hermes
de la serie es engañador e ingenioso, como el de la mitología, que hace gala de
su astucia en numerosas historias. En el anime, le miente a Ulises, le miente a
Circe, y consigue que ambos crean en él; también trata de ganarse a los
antiguos esclavos de la hechicera para que esta caiga en desgracia. Por tanto,
en este caso, vemos que tiene un punto perverso como representante del poder
divino, esa autoridad que nadie debe contravenir. Incluso las advertencias que
le hace a Ulises tienen una finalidad poco clara: ¿de verdad pretende ayudarlo
o con ellas busca que el héroe se enfrente a la maga, cuyas intenciones para
con él son buenas? En la Odisea, desde luego, busca serle útil, no
perjudicarlo. Sus consejos se conservan en el anime, aunque con esas
intenciones confusas y algún pequeño cambio: el moly, esa planta tan
útil, es sustituido por una cascada que inmuniza contra los sortilegios.
En este
Hermes que finge ser un inocente bibliotecario y un desgraciado comandante
espacial vemos, de nuevo, la lucha entre el bien y el mal, entre el héroe y ese
poder superior que pretende aplastarlo: al final, como representante de esos
dioses un tanto caprichosos —rasgo que comparten con los originales de la
mitología grecolatina—, es derrotado por Ulises, que encarna al hombre valiente
y bondadoso que no se rinde jamás. Por cierto, en este caso, su inteligencia,
su sabiduría, su ingenio son positivos: al igual que sucede con Circe,
constituyen una forma de rebeldía y no una señal de maldad, como a veces eran
vistos en la Antigüedad.
Con
esto, termino por hoy. 😊 ¡Espero que os haya gustado la entrada! En el futuro,
seguiré volviendo a Ulises 31 para ver de qué forma se adaptan otros
mitos y capítulos de la Odisea. Dicho esto, os espero dentro de unos
días con una nueva reseña. ¡Hasta entonces! No sabéis lo que me alegra estar de
vuelta. 🤗
Bibliografía
Como
siempre, os dejo aquí una lista de las referencias que he utilizado para
escribir la entrada. 😊
Grimal, Pierre
(1981). Diccionario de mitología griega y romana (trad. de Francisco
Payarols), Barcelona: Paidós.