GoGo
Monster ha sido una de mis eternas lecturas pendientes. Me lo
regalaron cuando salió porque tenía muchas ganas de leerlo, pero al final quedó
relegado para un momento que no parecía llegar nunca. Ese es el problema de tener
tantos títulos en la lista: al final, una termina aplazando muchos de ellos y
pueden pasar meses o años hasta que se adentra en sus páginas.
En el
caso de GoGo Monster, me arrepentí mucho. ¡Tendría que haberle dado una
oportunidad antes! Taiyô Matsumoto es un autor que me fascina, no importa lo
que lea. Tekkon Kinkreet me descubrió a un mangaka diferente cuyo
estilo e historias me cautivaron. Por eso sabía que GoGo Monster iba a
gustarme, pero no tenía ni idea de hasta qué punto. Yuki, Makoto, IQ y los
misteriosos seres invisibles que pueblan su colegio me atraparon y no pude
parar de leer hasta que terminé el tomo.
El misterio de la cuarta planta
Yuki
Tachibana no es un niño como los demás. Mientras sus compañeros de clase viven
una vida despreocupada de deberes, exámenes y salidas con los amigos, él no
puede relajarse. En el cuarto piso de su escuela, cuyo acceso está vedado a los
estudiantes, habitan unas criaturas invisibles amigas de Yuki que, sin embargo,
se ven amenazadas por unos terribles enemigos. Esos enemigos, los “otros”, han
empezado a cambiar su escuela: los cristales se rompen solos, las plantas
florecen fuera de fecha… Y lo peor es que a nadie parece preocuparle, salvo,
quizá, a Ganz, el conserje, el único que cree en sus palabras.
Pero
Yuki no solo tiene que enfrentarse a los “otros”, sino también a las burlas e
incomprensión de sus compañeros. Para ellos es tan solo un bicho raro del que
reírse. Cuando a la escuela llegan varios estudiantes nuevos, Yuki encontrará a
un compañero con el que pasar buenos ratos: Makoto Suzuki, un niño que, pese a
los consejos de los demás, intenta acercarse a él.
La
imaginación como huida
© Taiyô Matsumoto 2000. |
GoGo
Monster no es solo una historia fantástica. No trata solo sobre los
seres invisibles de la cuarta planta ni de los planes que tienen para hacerse
notar. Taiyô Matsumoto quiere hablarnos de algo mucho más importante: la
sensación de no encajar en tu entorno, por diversas razones.
Yuki, el
protagonista, es un niño especial. Tiene una imaginación desbordante y concibe
el mundo de una manera distinta, de ahí que sus compañeros crean que le falta
un tornillo y se rían de él. Algo similar ocurre con IQ, un misterioso alumno
que oculta su rostro con una caja de cartón. Su apariencia inquietante y su
peculiar forma de ser hacen que los demás estudiantes se alejen de su lado.
Ninguno de ellos tiene amigos —salvo el señor Ganz en el caso de Yuki y los
conejos del corral del colegio en el de IQ—; nadie hace un esfuerzo por
comprenderlos. Por eso, ambos pasan los días en soledad y cada uno tiene su
propia manera de afrontar su situación. Yuki se centra en la jardinería y la
botánica; IQ se encarga de cuidar a los animales de la escuela.
© Taiyô Matsumoto 2000. |
De todos
modos, el colegio no es el único mundo en el que los personajes no encajan. Hay
otro en el que Yuki tampoco desea entrar, por diversas razones: el de los
adultos. Así lo expresa a lo largo del manga: no quiere crecer porque, si lo
hace, entonces se le pudrirá el cerebro. GoGo Monster también nos habla
de las dudas y el miedo que nos asaltan cuando dejamos la infancia atrás. Volverse
adulto supone asumir nuevas responsabilidades, preocuparse por nuevos asuntos.
Y Yuki no está preparado para hacerlo.
La
situación en la que se encuentran Yuki e IQ es la que los lleva a adentrarse en
la cuarta planta del colegio, un viaje del que no saben si podrán regresar.
Taiyô Matsumoto plasma sus sentimientos en una historia compleja y exigente con
el lector, llena de metáforas y símbolos, en la que la imaginación supone una
válvula de escape ante una realidad que asusta y genera rechazo a partes iguales.
© Taiyô Matsumoto 2000. |
Pero lo
que me gusta de GoGo Monster no es solo los temas que trata ni la forma
en que lo hace, sino el mensaje final que, en mi opinión, se extrae de la
historia. Puede que muchas veces nos sintamos fuera de lugar en el mundo en el que
vivimos, puede que tengamos que enfrentarnos a situaciones complicadas. Pese a
todo, siempre podemos a encontrar a alguien que nos saque de la oscuridad, que
haga lo imposible por entendernos y permanecer a nuestro lado. Así lo vemos en
el personaje de Makoto, que, a pesar de las habladurías y las burlas, se
esfuerza por entender a Yuki y consigue ganarse su confianza. Es esa amistad la
que permite que Yuki supere sus miedos y encuentre un poco de comprensión entre
tantas burlas e indiferencia.
Taiyô
Matsumoto: plasmar lo imposible en el papel
Taiyô Matsumoto tiene un estilo único. Basta con ver una de sus viñetas para reconocer la mano del mangaka. Pero no es solo eso lo que lo hace un autor imprescindible: los universos que crea y los personajes a los que da vida son memorables. En GoGo Monster demuestra, una vez más, que es capaz de plasmar sobre el papel todo lo que se le pase por la cabeza, aunque sea una locura.
© Taiyô Matsumoto 2000. |
No es fácil ponerse en la piel de Yuki para mostrarnos el mundo a través de sus ojos. Aun así, Matsumoto se las arregla para hacer de su manga un regalo visual para el lector. El peso de la historia no lo tienen tanto los diálogos como las imágenes, en las que se entremezclan el mundo real y el de la imaginación, lo que Yuki percibe y lo que los demás le dicen que es verdadero. Para trasladarnos a ese universo, Matsumoto se vale de infinidad de técnicas, y las utiliza con mucho acierto. Planos impactantes de los personajes, juegos de luces y sombras, distorsiones de los escenarios… y esas magníficas escenas, muchas veces inquietantes, en las realidad e ilusión se fusionan. Las viñetas de Matsumoto maravillan y nos ayudan a adentrarnos en esta historia tan compleja y oscura.
¡Hasta
aquí la reseña de hoy! 😊 Si no habéis leído GoGo Monster, espero
que le deis una oportunidad. El miércoles que viene publicaré la última
entrada del mes, sobre manga y mundo clásico. ¡Espero que os guste, estoy
deseando ponerme con ella!
Aprovecho
para decir que, a partir de octubre, tendré un poco más de tiempo para
dedicarle al blog y podré hacer un calendario aproximado de las entradas. Así
no volverá a pasarme lo de este mes, que, al final, las dos últimas
publicaciones van a salir poco espaciadas entre sí.
¡Os
espero la semana que viene! ¡Hasta entonces!
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