El
nombre de Kentaro Miura seguro que os trae a la cabeza Berserk. Y no es
para menos, ya que no es solo su obra más importante, sino uno de los mangas más
famosos a nivel mundial. La historia de Guts ha cautivado a muchos lectores y
se ha convertido en un título de culto. Pero hoy no voy a hablaros de Berserk,
no. En esta entrada voy a centrarme en un manga de Miura menos conocido que
Panini publicó el año pasado en España: Gigantomaquia.
Gigantomaquia nos
cuenta la historia de Delos y Prome, una pareja un tanto curiosa que deambula
por un mundo postapocalíptico lleno de peligros. Pero no solo por las condiciones
que lo hacen inhabitable ni por las bestias. El imperio se expande y lo arrasa todo
a su paso. Delos y Prome tendrán que hacerle frente para devolver un poco de tranquilidad
a su mundo.
En Gigantomaquia
se dan cita muchos elementos que lo hacen un manga muy disfrutable: una trama
sencilla pero emocionante y con un mensaje profundo, el impresionante estilo de
Miura… Y, además, tiene relación con la cultura grecolatina, motivo por el que
protagoniza la entrada de hoy. 😊 ¡Empezamos!
El día en que dioses y gigantes se enfrentaron
Encélado bajo el Etna,de Bernard Picart. Atenea derrotó a este gigante y lo enterró bajo el Etna. Otras versiones afirman que la diosa le lanzó la isla de Sicilia. |
Los
gigantes, hijos de Gea, la tierra, tienen un lugar especial en la mitología
griega. Nacieron, según nos cuenta Hesíodo en la Teogonía —obra en la
que el poeta griego nos habla de los orígenes del cosmos y los dioses— cuando
la diosa, harta de que Urano, el cielo, retuviera a los hijos de ambos en su
vientre, suplicó ayuda. Fue Cronos el único de sus otros hijos que se atrevió a
desafiar la ira de su padre. Armado con una hoz que le había proporcionado su
madre, castró al dios. Gea recogió las gotas de sangre que se derramaron sobre
la tierra, y de ellas nacieron, entre otras criaturas, los gigantes. Sobre su
aspecto, Hesíodo apenas dice nada: se refiere a su gran tamaño y a que están
armados.
[…] μεγάλους τε Γίγαντας, τεύχεσι λαμπομένους, δολίχ᾽ ἔγχεα χερσὶν [ἔχοντας […]. (Hes. Th.
185-186) |
“[…] y a los grandes gigantes de armas
resplandecientes, que llevan largas lanzas en sus manos […]”. |
En la Biblioteca
de Apolodoro, sin embargo, los gigantes son fruto de la furia. Y, además, se
los relaciona desde el principio con el episodio mitológico que nos ocupa hoy:
la gigantomaquia, la lucha entre estas criaturas y los dioses. ¿Dónde tuvo su
origen? Precisamente, en la ira de Gea. Zeus y los demás dioses habían
encerrado a los titanes, también hijos de la diosa, en el Tártaro, un lugar donde
sufrirían un castigo eterno. Por ello, Gea engendró a los gigantes, con la
esperanza de que pudieran hacer frente a Zeus y los suyos, y así resarcir la
ofensa.
En
efecto, los gigantes parecían unos rivales dignos de tener en consideración.
Apolodoro vuelve a hacer referencia a su gran tamaño, pero no solo eso: también
nos habla de su increíble fuerza y de su aspecto inquietante.
[…] μεγέθει μὲν σωμάτων ἀνυπερβλήτους, δυνάμει δὲ ἀκαταγωνίστους, οἳ φοβεροὶ μὲν ταῖς ὄψεσι
κατεφαίνοντο,
καθειμένοι
βαθεῖαν
κόμην
ἐκ κεφαλῆς καὶ γενείων, εἶχον δὲ
τὰς
βάσεις
φολίδας
δρακόντων.
[…] (Apollod. Bibliotheca, I.6) |
“[…] insuperables por el tamaño de su
cuerpo, por su fuerza invencibles; aparecían temibles ante la mirada, recubiertos
con una espesa cabellera en la cabeza y el mentón. Tenían por pies las escamas
de un dragón […]”. |
Los
dioses no las tenían todas consigo. Por si fuera poco, un oráculo había
vaticinado que no podrían vencer sin la ayuda de un mortal. El tiempo corría
en su contra. Gea, al enterarse, empezó a buscar una manera de conseguir que
los gigantes se volvieran del todo inmortales. Por suerte para los dioses, Zeus
fue más rápido: logró que Eos, la aurora, Selene, la luna, y Helios, el sol, se
mantuvieran ocultos. Eso le permitió destruir la sustancia que buscaba Gea y,
por supuesto, suplicar la ayuda de un mortal. ¿Y quién mejor que Heracles/Hércules,
uno de los héroes más famosos, para combatir a su lado? Gracias a la
colaboración entre las divinidades y el guerrero, los gigantes fueron
derrotados y la amenaza desapareció.
La
colaboración para vencer a los mitos
© Kentaro Miura 2014. |
Es
precisamente esta lucha, como puede deducirse a partir del título, la que le
sirve a Kentaro Miura como base para su manga Gigantomaquia. En el mundo
de Delos y Prome —un humano y una criatura con habilidades increíbles denominada
khaa—, los gigantes están más vivos que nunca. Son mitos hechos realidad
de los que se sirve el imperio para conquistar nuevas regiones y acabar con sus
habitantes.
Cuando
Delos y Prome terminan, por casualidad, en el territorio de los scarabe,
los hombres-insecto, se ven inmersos en la lucha por la libertad que gran
cantidad de pueblos mantienen con el imperio todos los días. De pronto, hay una
alerta: el enemigo se está acercando y, como siempre, viene acompañado de su
herramienta más poderosa. Los gigantes. Esos gigantes que se han transformado
en una pesadilla. Los scarabe están dispuestos a luchar, aunque no
pueden vencerlos solos. El imperio es implacable. Pero Delos y Prome no se
quedan de brazos cruzados y son ellos quienes asumen el papel principal en la
batalla.
Hay
algunos aspectos en los que la trama de Gigantomaquia se parece al mito
original, ¿verdad? El enemigo temible al que aparentemente no se puede vencer,
la imposibilidad de salir adelante sin la cooperación de alguien ajeno. Incluso
los gigantes proceden de Gaia —otro de los nombres para Gea—, a la que, en el
manga, se identifica con la naturaleza. La propia Prome afirma que son “parte
carnal” de ella y, además, en los lugares en los que muere un gigante la tierra
reverdece y florece de nuevo. El vínculo original entre la diosa y
sus hijos se mantiene.
© Kentaro Miura 2014. |
Sin embargo, Kentaro Miura le da una vuelta de tuerca al mito para contarnos una historia con mensaje. Aquí quienes han de enfrentarse a los gigantes no son dioses, ni mucho menos: es un pobre pueblo al que el imperio amenaza y que está más bien indefenso. Los dioses son poderosos, los scarabe no. El más fuerte pretende abusar del más débil y arrebatarle todo lo que tiene.
Pero hay una vía de escape: la colaboración. Con ayuda todo puede conseguirse, incluso derrotar al enemigo más temible. Y eso es lo que demuestran Delos y Prome cuando se unen a la causa de los scarabe. Aunque son solo ellos dos quienes luchan contra los gigantes del imperio, la idea de la cooperación se mantiene. Prome, mediante sus habilidades de hkaa, logra convertir temporalmente a Delos en un poderoso gigante. Si ambos no hubieran unido fuerzas, no habrían conseguido nada.
Al igual
que en el mito original, son criaturas totalmente diferentes las que se ayudan.
Los scarabe y su apariencia de insecto no tienen nada que ver con Delos,
y este es muy distinto a Prome, aunque la chica tenga aspecto humano. De esa
forma, Miura nos demuestra que no importa lo que nos separa cuando se trata de
hacer frente a una dificultad. ¡Y menos cuando la libertad y el bienestar están
en juego!
De todas
formas, Delos es un protagonista que no solo se caracteriza por su fuerza.
Tiene también un lado humano y compasivo que lo aleja de un héroe implacable y
frío. Pese a que su enemigo ha perpetrado crímenes y ha subyugado por la fuerza
a miles de pueblos, es capaz de perdonar. En su mundo postapocalíptico también
hay lugar para la bondad y la esperanza. Los gigantes del imperio son
aniquilados, pero no el enemigo que los controla. En el mito que Apolodoro
recoge en su Biblioteca, la amenaza desaparece por completo.
El
imperio… ¿romano?
© Kentaro Miura 2014. |
La
gigantomaquia es la base del manga de Miura, sí, aunque no es el único elemento
grecolatino que aparece en él. Los nombres de Delos y Prome tienen una
resonancia clásica y, además, se menciona el Olimpo, aunque no se nos dan muchos
datos sobre él. Pero, además, el propio Delos y el imperio pertenecen a otro
mundo, uno que tiene su origen en Roma, una de las mayores potencias de la
Antigüedad y que, como sabéis, logró expandir sus límites más allá de lo
imaginable.
Delos es
un gladiador, un esclavo condenado a luchar en coliseos sin descanso. Matar o
morir, esas son las directrices por la que se ha regido su vida hasta que
consigue alcanzar la libertad. De hecho, en Gigantomaquia incluso
podemos ver una lucha en una especie de anfiteatro: antes de que Delos y los scarabe
se entiendan, uno de sus campeones desafía al protagonista. Los hombres-insecto
lo consideran una amenaza, tal vez un agente del imperio. Pero Delos demuestra
ser todo lo contrario. Y, además, lucha con ese honor y esa templanza que lo caracterizan.
Creo que el hecho de que Delos sea un esclavo y un gladiador contribuye, en cierto modo, a engrandecerlo. Hércules es un héroe formidable, un semidiós; Delos pertenece a un grupo marginado, pese a su fuerza y su condición de guerrero. Aun así, logra derrotar a los gigantes con la ayuda de su compañera, que posee unos poderes increíbles y a la que el propio guerrero llama “diosa” en alguna ocasión. Prome es el elemento “divino” de la pareja.
© Kentaro Miura 2014. |
Por otro
lado, ese imperio tan temible tiene una estética totalmente romana. Sus
armaduras son muy parecidas a las de los legionarios. Y, además, su afán de
dominación —visto de forma negativa, por supuesto— recuerda también al del
imperio romano.
Hasta
aquí la entrada de hoy. ¡Espero que os haya gustado y que le deis una
oportunidad a Gigantomaquia si no lo habéis leído ya! 😊 Os
espero dentro de unos días. ¡Hasta entonces!
No hay comentarios:
Publicar un comentario