Hace
unos meses, os hablé por primera vez de Ulises 31 en el blog. Esta
producción franco-japonesa que muchos recordaréis es una manifestación de la
cultura popular que da para reflexionar bastante sobre cómo se adapta la
Antigüedad grecolatina en nuestro presente y de qué forma la conciben en el
país del sol naciente. Ya entonces os adelanté que quería dedicarle una entrada
cada cierto tiempo y analizar el papel de la mitología en sus episodios. ¡Bien!
Pues hoy os traigo la segunda. 🤗 Podéis leer la anterior aquí.
En esta
ocasión, voy a centrarme en el cuarto episodio, que trata sobre el encuentro entre
Ulises y Eolo. Antes de empezar, os hago la advertencia de siempre: puede haber
spoilers de la trama. Si queréis ver la serie sin
que os destripe nada, os recomiendo que os detengáis aquí. Dicho esto,
¡empezamos! 😊
El señor
de los vientos
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Eolo, de Pedro Pablo Rubens (principios del siglo XVII) |
A muchos
probablemente os suene el nombre de Eolo. En la mitología grecolatina, hay
varios personajes que se llaman igual y, muchas veces, en los relatos se confunden.
El primero es un rey de Magnesia, descendiente de Deucalión y Pirra, dos
personajes muy interesantes dentro de los mitos clásicos —tras un diluvio que
acabó con la mayoría de los seres humanos, Zeus les concedió el deseo de
repoblar la tierra y, para ello, tuvieron que lanzar piedras por encima de sus
hombros, de las que surgieron nuevos hombres y mujeres—. Al segundo lo
abandonaron nada más nacer junto con su hermano gemelo, fue criado por unos
pastores y cedido después a los reyes de Icaria; finalmente, tuvo que luchar
por su vida debido a las intrigas de su madrastra —la historia es un poco más
larga y enrevesada, hay además diferentes versiones, ¡pero supongo que más o
menos os hacéis una idea!—. El tercero es el Eolo al que se alude en la Odisea:
según las versiones, los otros dos personajes del mismo nombre se identifican
con él. No me voy a detener en este asunto, pero me parecía importante
señalarlo. Muchos mitos y leyendas se entrecruzan; el resultado son estas
mezclas y confusiones.
Una vez
dicho todo esto, en el poema homérico Eolo aparece como el señor de los
vientos: se trata de un personaje capaz de controlarlos gracias a un don
concedido por la divinidad; los contiene y los libera según sus deseos. Ulises
y sus compañeros llegan a su hogar, la isla de Eolia, después del terrible
episodio de Polifemo y los cíclopes —así que, de alguna forma, este artículo
continúa el que escribí sobre Ulises 31 hace unos meses—. Allí los recibe
Eolo, muy amablemente. El propio héroe griego nos cuenta lo siguiente al
principio del canto x:
Αἰολίην δ᾽ ἐς νῆσον ἀφικόμεθ᾽: ἔνθα δ᾽ ἔναιεν Αἴολος Ἱπποτάδης, φίλος ἀθανάτοισι θεοῖσιν, πλωτῇ ἐνὶ νήσῳ: πᾶσαν δέ τέ μιν πέρι τεῖχος χάλκεον ἄρρηκτον, λισσὴ δ᾽ ἀναδέδρομε πέτρη. τοῦ καὶ δώδεκα παῖδες ἐνὶ μεγάροις γεγάασιν, ἓξ μὲν θυγατέρες, ἓξ δ᾽ υἱέες ἡβώοντες: ἔνθ᾽ ὅ γε θυγατέρας πόρεν υἱάσιν εἶναι ἀκοίτις. οἱ δ᾽ αἰεὶ παρὰ πατρὶ φίλῳ καὶ μητέρι κεδνῇ δαίνυνται, παρὰ δέ σφιν ὀνείατα μυρία κεῖται, κνισῆεν δέ τε δῶμα περιστεναχίζεται αὐλῇ ἤματα: νύκτας δ᾽ αὖτε παρ᾽ αἰδοίῃς ἀλόχοισιν εὕδουσ᾽ ἔν τε τάπησι καὶ ἐν τρητοῖσι λέχεσσι. (Od.
X, 1-12) |
Llegamos a la isla de Eolia. Allí tiene
su morada Eolo el Hipótada, querido por los dioses inmortales, en una isla
flotante: alrededor de toda ella hay un muro de bronce indestructible; los
escollos, lisos, se alzan desde el mar. Doce hijos le nacieron en su morada,
seis hijas y seis hijos en la flor de la juventud: Eolo dio las hijas a sus
hijos para que fueran sus esposas. Estos siempre celebran sus banquetes en
casa de su querido padre y su respetable madre. Junto a ellos hay infinidad
de alimentos. Las habitaciones están llenas del aroma de la grasa y resuenan
con cantos todo el día. Por las noches, junto a sus venerables esposas,
duermen en tapetes y ricos lechos. |
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Odiseo en la caverna de los vientos, de Jan van der Straet (ca. 1590-1599) |
Después
de surcar los mares durante varias jornadas, vieron a lo lejos las costas de
Ítaca, que todos añoraban. No obstante, el héroe, rendido tras tantos días de
viaje, se durmió. Quienes navegaban con él aprovecharon para comentar entre sí
sus sospechas acerca del misterioso regalo que le había hecho Eolo. Sus
palabras destilaban envidia. Así hablaban, según se recoge en la Odisea:
«ὦ πόποι,
ὡς ὅδε πᾶσι φίλος καὶ τίμιός ἐστιν ἀνθρώποις, ὅτεών τε πόλιν καὶ γαῖαν ἵκηται. πολλὰ μὲν ἐκ Τροίης ἄγεται κειμήλια
καλὰ ληίδος, ἡμεῖς δ᾽ αὖτε ὁμὴν ὁδὸν [ἐκτελέσαντες οἴκαδε νισσόμεθα
κενεὰς σὺν χεῖρας ἔχοντες: καὶ νῦν οἱ τάδ᾽ ἔδωκε χαριζόμενος φιλότητι Αἴολος. ἀλλ᾽ ἄγε θᾶσσον ἰδώμεθα ὅττι τάδ᾽ [ἐστίν, ὅσσος τις χρυσός τε καὶ ἄργυρος ἀσκῷ [ἔνεστιν». (Od.
X, 38-45) |
«¡Ay, cómo quieren y admiran a este
todos los hombres a cuya ciudad o tierra llega! Muchos hermosos tesoros se
lleva del botín de Troya y nosotros, aun habiendo hecho el mismo camino, a
casa regresamos con las manos vacías. Y ahora a él le ha entregado estos
regalos Eolo en su amor. Pero, ¡ea!, veamos rápidamente qué hay aquí, cuánto
oro y cuánta plata contiene el odre». |
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Eolo dándole los vientos a Odiseo, de Isaac Moillon (siglo XVII) |
«ἔρρ᾽ ἐκ νήσου θᾶσσον, ἐλέγχιστε ζωόντων: οὐ γάρ μοι θέμις ἐστὶ κομιζέμεν οὐδ᾽ [ἀποπέμπειν ἄνδρα τόν, ὅς κε θεοῖσιν ἀπέχθηται
[μακάρεσσιν: ἔρρε, ἐπεὶ ἄρα θεοῖσιν ἀπεχθόμενος τόδ᾽ [ἱκάνεις.». (Od.
X, 72-75) |
«¡Márchate de la isla enseguida, tú, el
más miserable de los seres vivos! Pues no es ley para mí acoger ni ayudar en
su vuelta a ningún hombre que les sea detestable a los dioses dichosos.
¡Márchate, pues has venido odiado por los dioses!». |
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Juno pidiéndole a Eolo que libere a los vientos, de François Boucher (1769) |
De todas
formas, este no es el único episodio de la literatura clásica en el que interviene
Eolo. Si a Ulises intentó ayudarlo, en el caso de otro famoso héroe, Eneas,
hizo todo lo contrario a petición de una de las diosas más importantes del
panteón grecolatino: Hera/Juno. Así nos lo cuenta Virgilio al principio del
canto i de la Eneida, poema
épico sobre la huida de Eneas de Troya y su llegada al Lacio para reinar allí y
poner las bases de lo que más tarde sería Roma.
Juno
tenía mucho en contra de Eneas y sus compañeros; para empezar, el juicio de
Paris, que había perdido porque el príncipe troyano había preferido a
Afrodita/Venus —os lo conté con más detalle aquí—. Además, Virgilio nos habla
de la eterna rivalidad entre Roma y Cartago introduciéndola en su poema. La diosa
tenía preferencia por la segunda ciudad y, como una profecía había vaticinado
que un pueblo de origen troyano llegaría al Lacio y conseguiría derrotarla en
el futuro, se esforzó por impedir que Eneas alcanzara su destino. Con estas
pinceladas, Virgilio empieza ya a ensalzar a Roma y establece una rivalidad
entre la divinidad y un héroe que recuerda, precisamente, a la de la Odisea entre Poseidón y Ulises.
En este
canto, cuando Eneas y sus compañeros ven a lo lejos la isla de Sicilia, Juno
decide tomar cartas en el asunto: se dirige a Eolia para hacerle una petición a
Eolo. Además, le ofrece a cambio de su ayuda una recompensa que el señor de los
vientos no puede rechazar:
«Aeole,
namque tibi divom pater atque [hominum rex et
mulcere dedit fluctus et tollere vento, gens
inimica mihi Tyrrhenum navigat [aequor, Ilium
in Italiam portans victosque Penates: incute
vim ventis submersasque obrue [puppes, aut
age diversos et disiice corpora ponto. Sunt
mihi bis septem praestanti corpore [nymphae, quarum quae forma pulcherrima Deiopea, conubio iungam stabili propriamque [dicabo, omnis
ut tecum meritis pro talibus annos exigat, et pulchra faciat te prole parentem». (Verg.
Aen. I, 65-75) |
«Eolo, pues a ti el padre de los dioses
y el rey de los hombres te concedió calmar el oleaje y agitarlo con el
viento: una raza enemiga para mí navega por el mar Tirreno llevando a Italia
los penates vencidos de Ilión. Aviva la fuerza del viento y sumerge sus naves
hasta hundirlas, o sepáralos y dispersa sus cuerpos por el mar. Tengo catorce
ninfas de distinguida belleza, de las cuales la más hermosa es Deyopea: la
uniré a ti en firme matrimonio y la consagraré como tuya para que, por tales
servicios, contigo pase los años y te haga padre de una hermosa prole». |
Así, Eolo libera a los vientos y
los lanza contra Eneas. Se desata una violenta tempestad que los aleja del
Lacio; también hunde algunos de sus barcos. Por suerte, Poseidón/Neptuno
interviene: tras reprender a los vientos por lo sucedido, calma el oleaje. De
esa manera, el héroe troyano y los suyos pueden llegar a tierra firme. Pero eso
es otra historia.
Un
peligroso juego
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© DiC Entertainment y Tokyo Movie Shinsha (TMS) 1981 |
El Eolo
que aparece en Ulises 31 comparte algunos rasgos con el señor de los
vientos de la mitología, pero también se diferencia de él en bastantes cosas. Y
es que no es tan amable como el rey de Eolia, ni mucho menos.
Voy a
refrescaros la memoria sobre el argumento del capítulo. En su viaje por el
espacio, la nave de Ulises sufre una avería repentina. No obstante, el héroe,
su hijo Telémaco, Nono y Thais logran adentrarse en una misteriosa estructura, de
la que de repente surgen una especie de brazos de viento que agarran la nave y
la llevan ante Eolo. Al igual que en la mitología, se trata del rey de los
vientos —y también de las corrientes cósmicas—, pero sus intenciones no son
acoger a Ulises ni ayudarlo en su regreso: tras capturar a los integrantes de
la nave Odysseus, le dice al héroe que está obligado a participar en un juego
para celebrar el cumpleaños de Eolia, su hija, quien no se muestra de acuerdo
con los planes de su padre. A Ulises no le queda otra que aceptar, así que se
somete a una serie de pruebas. En caso de que las supere, Eolo liberará a Thais
y a Telémaco, y, además, le otorgará un cofre mágico que le permitirá salir del
Olimpo.
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© DiC Entertainment y Tokyo Movie Shinsha (TMS) 1981 |
El hogar
de Eolo y su familia se parece a la descripción que encontramos de la isla
Eolia en la Odisea: el «palacio» sideral no está rodeado por una muralla
indestructible, pero sí por una serie de agujeros con una especie de cuchillas
gigantescas que trituran todo lo que pasa por allí. Este es el primer obstáculo
con el que Ulises y sus compañeros se encuentran cuando su nave se acerca al
hogar del señor de los vientos, aunque, por suerte para ellos, consiguen salvarlo
—por los pelos, eso sí—. Por otra parte,
alrededor de Eolo se encuentra toda su familia y, pese a que no tiene tantos
hijos como en el texto homérico —Eolia, quien lleva el nombre de la isla
original de la mitología, parece ser la única—, verlos reunidos nos produce una
sensación similar a la del texto: todos asisten a la celebración del cumpleaños
de Eolia, todos están pendientes del juego en el que Ulises se ve obligado a
participar.
Otro
elemento que tienen en común la serie animada y la historia original es el
papel de los vientos. Si bien es cierto que en la Odisea Céfiro quedaba
libre para ayudar al héroe, el resto habían sido encerrados en el odre porque
constituían un obstáculo, como luego se demuestra. En Ulises 31, todos
los vientos —a Céfiro añadimos Noto, Bóreas y Euro— aparecen personificados y
en ningún caso le sirven de apoyo al protagonista, sino que siempre son una
dificultad añadida. En este caso, no influyen directamente en el viaje de
regreso, pero sí en la posibilidad de que Ulises escape de las garras de Eolo:
a lo largo de las pruebas, aparecen para impedir que las supere. En la primera,
le disparan con unas pistolas de rayos cada vez que una diana aparece sobre el
héroe; en la tercera, lo encierran en una máquina de pinball —vemos aquí
la influencia de la cultura popular de la época en la que se hizo la serie— y
se divierten a su costa. También Céfiro. Todos los vientos están a las órdenes
de Eolo, así que no se salen de su papel.
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© DiC Entertainment y Tokyo Movie Shinsha (TMS) 1981 |
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© DiC Entertainment y Tokyo Movie Shinsha (TMS) 1981 |
Voy a
centrarme, por último, en el propio Eolo. Si nos fijamos, el señor de los
vientos amable y compasivo de la Odisea no está presente en el anime.
Salvando las distancias, cumple más el papel de la Eneida, ya que interviene
directamente en la desdicha del héroe: no hay una divinidad que vaya a
recompensarlo, pero él queda satisfecho al divertirse con sus desventuras
durante el juego. Hay cierta inversión del carácter del personaje y se intensifica
su papel como obstáculo, todo con un sentido: que se dé cuenta de su enorme
crueldad y de que el amor de su hija es mucho más importante. Su posible ayuda
queda condicionada a las normas que él mismo impone y, además, nada le asegura
a Ulises que vaya a cumplir con lo prometido.
Dicho
todo esto, ¿a qué pueden obedecer los cambios en el mito original? Como sucedía
en el episodio de los cíclopes, me parece que transformar a Eolo en un villano refuerza
lo difícil de la travesía espacial del héroe. En esta nueva versión de la
historia, ni siquiera los personajes que en la Odisea estaban más o
menos dispuestos a ayudarlo le ofrecen auxilio. Se han convertido en un enemigo
más, en otra barrera. Consigue superar los problemas, primero, por sus muchas
cualidades; por otro lado, también cuenta con la inestimable ayuda de su hijo
Telémaco, un apoyo fundamental para él en determinados episodios de la Odisea,
ya en el tramo final de la obra. Asimismo, creo que la figura de Eolo se ha
ajustado al tópico del antagonista que no necesita motivos concretos para hacer
el mal, sino que su propia esencia lo empuja a actuar de esa forma. Se trata de
una lucha tradicional entre el bien y el mal: en este caso, el primero sale
victorioso gracias, en parte, a la inocencia de la propia Eolia.
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© DiC Entertainment y Tokyo Movie Shinsha (TMS) 1981 |
Con esto
termino la entrada de hoy. 😊 ¡Espero que os haya gustado! En los meses
que viene, seguiré hablando de vez en cuando de Ulises 31. ¡Aún hay
mucho que decir al respecto! Por mi parte, os espero dentro de unos días con
una nueva reseña. ¡Hasta entonces! 🤗
Bibliografía
Como
siempre, aquí va una lista de las referencias que he utilizado para escribir la
entrada. 😊
Grimal, Pierre
(1981). Diccionario de mitología griega y romana (trad. de Francisco
Payarols), Barcelona: Paidós.