sábado, 30 de abril de 2022

Reseña: Los artistas no pisan las flores

Como he comentado en alguna ocasión, me encanta leer tomos únicos. Hay ocasiones en las que seguir una serie larga me cuesta más, sobre todo por una cuestión de tiempo: si, de pronto, tengo muchas cosas que hacer, prefiero dedicar mis ratos libres a historias más breves. Mi cabeza me lo pide, pero, además, corro el riesgo de engancharme y no poder leer todo lo que me gustaría, aunque me muera de ganas por saber cómo continúa una serie. Así que, para esos momentos, me decanto por obras de un único volumen, entre las que podemos encontrar verdaderas joyas. Os he hablado de varias de ellas en el blog, y hoy quiero hacerle un hueco a una más, una de mis últimas lecturas: Los artistas no pisan las flores, de Marco Kohinata, publicada por Milky Way Ediciones. Su licencia se anunció en el pasado Manga Barcelona, ya que la autora participaba en alguna actividad, pero faltaba saber qué editorial se había hecho con ella. El misterio se desveló en febrero.

A decir verdad, Los artistas no pisan las flores me llamó la atención desde el principio tanto por la ambientación como por el tipo de historia que era. Parecía que iba a gustarme bastante y así fue: mi intuición raras veces se equivoca. La obra de Marco Kohinata ha sido uno de los tomos que me ha acompañado en un mes de abril bastante ajetreado en el que he tenido pocos ratos libres y, cuanto más avanzaba en la lectura, más la disfrutaba. Hoy quiero contaros por qué. 😊

Cuando el horror termina

© Marco Kohinata 2019

La Primera Guerra Mundial por fin ha terminado y, poco a poco, la «normalidad» va instalándose de nuevo en Europa. Sin embargo, hay muchos lugares a los que les cuesta resurgir de sus cenizas y borrar las huellas que los combates y las bombas dejaron en ellos. Eso es lo que sucede en el hogar de Momo, Lille, Jean y otras muchas personas, un pueblecito francés ubicado cerca de la frontera con Alemania. Hace años que una tranquilidad más o menos tensa se instaló entre ellos, pero el horror no se olvida. Y menos cuando aún hay edificios en ruinas, la crisis económica se cierne sobre el pueblo y el dolor por la pérdida persiste en los corazones. Pese a todo, la gente intenta seguir adelante, con una sonrisa y la esperanza de que se puede construir un mundo mejor. 

Los artistas no pisan las flores es un conmovedor tomo único en el que Marco Kohinata nos muestra breves retazos de la vida en el pueblo, unidos entre sí a través de los personajes que se dan cita en cada uno. Aunque a veces aparece reflejado el mundo de los adultos —marcado por los problemas económicos, el trabajo o el dolor por todo lo que vivieron en la guerra—, la mayoría de los capítulos están protagonizados por los niños, que, en muchos casos, animan a los demás a cambiar, a caminar hacia un futuro más alegre en el que todos se sientan parte del pueblo.

Vivir en la incertidumbre

© Marco Kohinata 2019

Son muchos los temas que Marco Kohinata aborda en sus páginas: la desesperación por un futuro incierto, los prejuicios y el odio hacia el diferente, los efectos que los avances tecnológicos tienen en la sociedad, las rencillas que pueden surgir por cualquier pequeñez, la facilidad con la que desechamos nuestras cosas cuando tenemos de todo, la necesidad de recordar a quienes ya no están para continuar con nuestra vida y aprender, la despoblación de las zonas rurales cuando acecha una crisis y parece que uno solo puede encontrar un buen porvenir en las ciudades… En cada uno de los capítulos autoconclusivos, la autora parte de uno de ellos para contarnos una breve historia en la que, como comentaba antes, siempre hay un pequeño atisbo de esperanza, pese a las complicaciones en las que se vean inmersos los personajes. Los artistas no pisan las flores nos muestra que no todo está perdido y se pueden encontrar soluciones cuando atravesamos una situación complicada. Por supuesto, puede que resolverla no esté totalmente en nuestra mano, pero sí podemos afrontarla de una manera distinta.

© Marco Kohinata 2019

Muchos de los relatos del manga siguen un esquema similar: uno de los personajes se encuentra en unas circunstancias concretas frente a las que tiene que reaccionar y que le permitirán aprender algo o darse cuenta del camino que tiene que seguir para alcanzar la felicidad —o algo que, más o menos, se le parezca—. Es cierto que la mayoría de ellos se ubican en el presente de los protagonistas, pero Kohinata nos permite, de vez en cuando, asomarnos al pasado para ver de primera mano algunos de los horrores de la guerra o profundizar en los personajes, en cómo son y por qué actúan como actúan. De esa forma, la autora construye unos relatos más redondos, que no por centrarse en la sencillez del día a día o en los sentimientos son menos interesantes.

© Marco Kohinata 2019

Otra de las cosas que más me han gustado de Los artistas no pisan las flores es la mirada tan limpia con la que muchos de sus personajes, sobre todo los niños, se acercan a su realidad. Aunque ellos no han vivido el conflicto de primera mano, son conscientes del daño que les ha hecho a los habitantes del pueblo y, aun así, se esfuerzan todo lo que pueden por labrarse un porvenir. En ellos también se reflejan algunos de los mensajes más bonitos del manga, como la necesidad de tender puentes entre nosotros y de comprender al otro, por diferente que sea: unidos, quienes viven en la aldea son más fuertes. Los adultos se dejan llevar bastantes veces por sus prejuicios y sus pequeñas desavenencias; son los niños los que se dedican a derribar esas barreras. Y, si juzgan a los demás o cometen errores a causa de dichos prejuicios, reflexionan al respecto.

El mundo tras la guerra: el dibujo de Marco Kohinata

Los artistas no pisan las flores es también un tomo único precioso por el estilo de dibujo. Los trazos de Marco Kohinata están llenos de expresividad, tanta que muchas veces no necesita bocadillos para transmitir sensaciones. Hay algunos capítulos del manga que se desarrollan, en mayor o menor parte, mediante imágenes mudas o con poco texto en las que la autora refleja con gran sensibilidad las emociones de sus personajes, sus circunstancias. Y le basta con eso para transmitirnos su mensaje.

Por otro lado, su estilo es bastante detallado. Enseguida nos sumergimos en la ambientación del manga, viajamos a ese pueblecito francés en compañía de sus personajes y paseamos por sus calles. En ocasiones, por las técnicas que utiliza en sus viñetas, tenemos la sensación de que estamos ante un cuaderno de dibujos y bocetos, lo que les confiere un encanto especial.

 

Con esto, termino la reseña de hoy. 😊 Os animo a leer Los artistas no pisan las flores; me ha parecido una obra muy bonita. Dicho esto, os espero dentro de unos días con una nueva entrada sobre manganime y mundo clásico —a ver si estas semanas tengo un poquito más de tiempo para dedicárselo al blog…—. ¡Hasta entonces! 🤗


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