Hace
unos años, se cruzó en mi camino un manga titulado Las flores del mal.
Me llamó la atención sobre todo por el título —Baudelaire es uno de mis poetas
favoritos, así que me intrigaba la relación que podía tener con él— y, cuando
por fin lo leí, quedé cautivada por una historia oscura, perturbadora. Ese fue
mi primer contacto con Shûzô Oshimi, un autor que me parece especialmente
interesante por la manera que tiene de ahondar en lo más sombrío de la esencia
humana, con títulos incómodos dibujados con un estilo que siempre busca jugar
con la narrativa de las viñetas. A partir de entonces, he ido leyendo muchas de
sus obras, a cuál más espeluznante —qué decir, por ejemplo, de Rastros de
sangre, que trata sobre una madre demasiado sobreprotectora y su hijo,
atados por un vínculo asfixiante… y hasta aquí puedo leer—.
Una de
las últimas ha sido Happiness. La empecé cuando Milky Way Ediciones comenzó
a publicarla, pero, al final, decidí esperar a que estuviese completa para
leerla del tirón: los tomos de Oshimi se hacen muy cortos y, cuando los
terminas, te quedas con ganas de más. Fue una buena decisión; Happiness
me enganchó y no la solté hasta que llegué al final de la historia. Y es que su
autor plantea muchas cosas interesantísimas en sus páginas a raíz de sus
protagonistas y las vivencias que perturban su normalidad. Hoy quiero hablaros
de esta historia de vampiros. 😊
El mundo
de la noche
© Shûzô Oshimi, 2015 |
Makoto
Okazaki lleva una vida bastante anodina. Acaba de empezar secundaria, pero no
lo ha hecho con buen pie: apenas tiene amigos en el instituto y, por si fuera
poco, se ve obligado a hacer todo lo que algunos de sus compañeros, liderados
por el carismático Yûki, le piden. Su día a día es siempre igual hasta que una
noche decide salir de casa para devolver un DVD en el videoclub. Entonces, una
chica muy extraña se abalanza sobre él y, para su sorpresa, le chupa la sangre.
Pero no solo eso, también le hace una pregunta: ¿desea morir o prefiere ser
como ella? Okazaki no se lo piensa dos veces y elige vivir. A partir de ese
momento, todo cambia para el chico: tras despertarse en el hospital, se da
cuenta de que le molesta la luz del sol, apenas tiene apetito… y se muere por
beber sangre. Por suerte, no está solo: Gosho, una chica de otra clase, se
ofrece a ayudarlo, aunque no termine de entender lo que le ocurre. Eso sí,
¿podrá controlarse eternamente? ¿Cómo logrará salir adelante?
© Shûzô Oshimi, 2015 |
En Happiness,
Shûzô Oshimi nos ofrece su particular visión sobre los vampiros contándonos una
historia sobre la oscuridad que se agazapa en nuestro interior y cómo
intentamos hacerle frente, aunque no siempre sea fácil. Los diez tomos
constituyen un viaje para los personajes en el que deberán tomar decisiones —complicadas
la mayoría de las veces— y, si pueden, elegir qué quieren ser teniendo en cuenta sus circunstancias y su condición.
Dejarse
arrastrar por los instintos… o no
Aunque
Happiness no es la obra más retorcida del autor, se trata de un
título oscuro, cada vez más según avanza la historia y los protagonistas se van
adentrando en un lado desconocido de su realidad: el de las criaturas de la
noche. Okazaki, Yûki, Gosho y Nao van evolucionando según lo hacen sus
experiencias, que muchas veces son incómodas, terribles, de pesadilla. Cada uno
de ellos tiene su propio camino. Mientras que unos terminan convertidos en
vampiros, otros sufren las consecuencias de dicha transformación, de diversas
formas. Y todos sufren. No solo la sed de sangre es atroz, también la manera en
que esta afecta a los seres queridos de los protagonistas.
© Shûzô Oshimi, 2015 |
En este
sentido, Oshimi plasma muy bien en el papel los sentimientos de los personajes,
no solo de los adolescentes que se encuentran por primera vez con una situación
que, hasta entonces, había pertenecido al terreno de la fantasía, sino también
de quienes llevan ya mucho tiempo siendo vampiros y han asumido —o no— lo que
esa nueva vida implica, como Nora, la chica que muerde al protagonista. Un buen ejemplo de ello es el propio Okazaki. En su caso, las luchas son
constantes: en su interior late un instinto irracional, de depredador, que
quiere reprimir con todas sus fuerzas porque, aunque su vida haya dado un vuelco,
desea mantener su humanidad. Por supuesto, él no es el único con una carga a
sus espaldas: todos los personajes de Oshimi tienen la suya. Traumas,
desesperación, incomprensión, dificultades para luchar y salir adelante… Y,
según vamos pasando las páginas, algunas de ellas se vuelven más pesadas.
Pero, aparte de todo lo que tiene que ver con los vampiros, Happiness nos enseña hasta qué punto nosotros mismos podemos convertirnos en bestias sin que nadie beba nuestra sangre. El ser humano también posee un lado oscuro que lo consume. Nuestras obsesiones, creencias y deseos pueden llevarnos a unos extremos tales que la línea que nos separa de esas criaturas de la noche, esclavas de su sed y sus instintos, se vuelve muy fina. Hay monstruos en ambos bandos.
Retratar
la sed: el dibujo de Shûzô Oshimi
© Shûzô Oshimi, 2015 |
Los
trazos de Shûzô Oshimi son muy especiales. En sus títulos, juega con todo lo
que el dibujo le ofrece, y en ese sentido Happiness no es una excepción.
Lo más destacable es la forma que tiene de representar los sentimientos de sus
personajes, en especial de quienes, como Okazaki, sufren los terribles efectos
de la sed de sangre. Para mostrárnoslos, deforma lo que se ve en las viñetas,
emplea diferentes técnicas de dibujo, nos ofrece imágenes de expresión más
sencilla en el trazo pero, a la vez, más impactante, aprovecha las páginas
completas y las dobles páginas, juega con el color negro y las sombras… Gracias a
ello, somos capaces de entender, muchas veces sin necesidad de palabras, el
sufrimiento que domina la vida de los vampiros, especialmente de los que acaban
de convertirse, acuciados por una necesidad imperiosa que les impide vivir con
normalidad si no llegan a controlarla. Además, de vez en cuando, nos
encontramos con ilustraciones a color, de lápiz y acuarela.
Con
todos estos recursos, Shûzô Oshimi establece un contraste entre la vida
cotidiana de Okazaki y los demás, esos momentos en los que creen posible la
normalidad o el nivel de peligro es menor, y los instantes de locura más
extrema. Esta dicotomía funciona muy bien en la narrativa del manga.
Con esto
termino la reseña de hoy. 😊 ¡Espero que os animéis a leer Happiness
si no lo habéis hecho! Os espero dentro de unos días, ya para la celebración
del evento #AnimeRetroMFT. Os recuerdo que tendrá lugar el 10 de septiembre y
que vosotros también podéis participar compartiendo recuerdos de las series de
animación japonesas que veíais en la tele —es más, ¡los compañeros que también
participan y yo os animamos a que lo hagáis!—. ¡Hasta entonces! 😊
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