Alegría,
nervios, tristeza, diversión… Son muchos los sentimientos que despertaron en
nosotros los animes que vimos en televisión cuando éramos pequeños. Me recuerdo
a la hora de la comida o de la merienda, esperando con ilusión a que empezaran
mis series favoritas para viajar con sus personajes a otros mundos y vivir aventuras
con ellos. Hoy, 10 de septiembre, en el marco del evento #AnimeRetroMFT
organizado por Estantería Otaku, vuelvo a esas tardes llenas de emoción junto
con otros muchos compañeros: BlogVisual, AnimeFagos, Ninguna Parte, Animación para adultos, Detective Conan Legal España, Digimon World Spain, MangAnimeList, One Piece en Castellano, Sergio Jamón y Tu Web Anime. Esta vez, de entre todas esas series, queremos
centrarnos en la magia y la tecnología, en esos animes con toques de fantasía o ciencia ficción que nos trasladaron a otras realidades.
La fantasía
y la ciencia ficción son dos de mis géneros favoritos, desde siempre. Y algunos
de esos animes que veía en la tele, precisamente, pertenecían a uno de ellos o
tenían ciertos tintes, desde las películas de Unico —que tenía en VHS y
se convirtieron en mis favoritas— hasta las series que ponían en la 2 de
Televisión Española. En la entrada de hoy, quiero regresar a ellas. De algunas
ya os hablé en la anterior entrada que le dediqué al primer #AnimeRetroTV, que
celebramos el 27 de noviembre del año pasado, pero ahora quiero acercarme a
ellas de nuevo y recordar otras cosas sobre ellas. 🤗
Las
muchas caras de la magia
Y, como no podía ser de otra forma, empiezo con el anime que probablemente fue el más importante para mí: Slayers, o Reena y Gaudy. ¿Qué mejor manera de hacerlo que con un anime de fantasía, lleno de aventuras? Reena, Gaudy, Zelgadis, Amelia y los demás nos mostraron en él las muchas facetas de la magia, que puede ser increíblemente destructiva o utilizarse para ayudar a los demás. Cada uno de ellos tenía sus propios conjuros y su propia manera de servirse de sus poderes para conseguir sus objetivos. Amelia, siempre dispuesta a luchar por la justicia con su magia blanca. Zelgadis, condenado a ser una quimera por un conjuro. Sylphiel y sus hechizos sanadores, tan útiles cuando las cosas se ponían feas. Zeros y sus muchos enigmas. Y no hay que olvidar, por supuesto, a Reena, una poderosa hechicera que, muchas veces, sembraba el caos por donde pasaba con su magia negra —aunque también, por supuesto, salvaba el mundo—. Fue ella la que nos enseñó uno de los conjuros más icónicos de los animes de los noventa. Seguro que quienes visteis la serie os acordáis: «Más negro que la oscuridad, más rojo que la sangre que fluye, enterrado en la corriente del tiempo...».
Por
supuesto, no solo los protagonistas tenían poderes increíbles; también sus
enemigos, que son muchos y bastante terribles: el monje rojo, Rezo; los
demonios que amenazaban con asolar el mundo. Todos ellos se interponían siempre
en el camino de Reena y los demás para llevarlos al límite, pero también para mostrarnos
hasta dónde es capaz de llegar alguien por su ambición y su deseo de poder. Por
suerte, nuestros héroes siempre estaban ahí para pararles los pies.
Creo que
Slayers tiene la culpa, en parte, de que me gusten tanto las historias
de fantasía —sobre todo si tienen que ver con magos y hechiceros—. Era muy pequeña
cuando la vi y me marcó mucho durante mi infancia.
Criaturas
de otros mundos
Los
animes que vimos en televisión en los años noventa y dos mil estaban llenos de
criaturas que no existían en nuestra realidad y que podían convertirse en
compañeros inseparables. Con la tecnología, podíamos capturar algunas para
llevarlas en el bolsillo y convertirnos en entrenadores, siempre dispuestos a
probar nuestras habilidades con otros. Otras estaban hechas de píxeles y se
llegaba a ellas tras un viaje al mundo digital, cuyo equilibrio siempre estaba
amenazado. En ese entorno, las criaturas cambiaban, se hacían más grandes, más
fuertes. Solo así podía restaurarse la paz: los niños elegidos forjaban un
vínculo muy estrecho con los monstruos digitales y se ayudaban mutuamente a
crecer en muchos sentidos. Con el tiempo, esa tecnología permitió que incluso
los propios niños se transformaran —ya en Digimon frontier, la cuarta
temporada de la serie—.
Pokémon y Digimon
me gustaban, pero, si tuviera que quedarme con uno de los dos animes, elegiría
el segundo. ¡Incluso llegué a tener un digivice! Con él, de algún modo, tenías
la sensación de que el mundo digital estaba un poco más cerca.
Tecnología para la vida diaria
Termino
con una serie que disfruté muchísimo: Doraemon. Las aventuras y
desventuras del gato cósmico y Nobita, el estudiante que estaba a su cargo, me hicieron pasar muy buenos ratos. Y es que este no dejaba de meterse en líos,
para los que su amigo siempre tenía una solución, más o menos acertada. Eso sí,
¿quién no querría un bolsillo mágico como el suyo, con toda clase de objetos
para sobrellevar mejor los problemas de nuestra vida cotidiana? A mí, desde
luego, me habría encantado. No dejaba de sorprenderme con la cantidad de cosas
que Doraemon llevaba consigo.
Me
gustaba tanto la serie que, cuando mis tíos fueron de viaje a Japón, me
trajeron un manga original. Por aquel entonces, no podía leerlo, pero no me
importó. Me bastaba con tener entre las manos algunas de las aventuras del gato
cósmico, Nobita y sus amigos.
¡Con
esto termino la entrada de hoy! 😊 Y justo acaba de comenzar el turno de tarde
del evento #AnimeRetroMFT. Os animo a que lo sigáis por redes sociales, a que
visitéis los perfiles y las webs y blogs del resto de compañeros y a que
compartáis con nosotros todo lo que queráis sobre esos animes que tanto nos
hicieron disfrutar.
Por mi
parte, espero publicar la semana que viene una nueva entrada sobre manganime y
mundo clásico —si el tiempo no se me echa encima, que septiembre ha empezado
fuerte por varias razones…—. ¡Os espero dentro de unos días! ¡Hasta entonces! 🤗
No hay comentarios:
Publicar un comentario