Por fin
ha llegado el 27 de noviembre y, con él, el evento #AnimeRetroTV, organizado
por Estantería Otaku y en el que también participan Ninguna Parte, BlogVisual y
AnimeFagos. 😊 Un día
para la nostalgia, para el recuerdo, para la emoción: en definitiva, para
recuperar a esos niños y adolescentes que fuimos y que veían anime en la tele.
Cuando me propusieron participar, no me lo pensé dos veces: me hacía muchísima
ilusión compartir con mis compañeros y con los lectores esas tardes que atesoro
con tanto cariño, esas experiencias que, sin que yo fuera consciente, pusieron
las bases de una afición que me ha traído hasta Afrodita L. 🤗
Crecí
viendo anime. En casa, tenía una colección de películas infantiles entre las
que se encontraba Unico, de Osamu Tezuka, que se convirtió en uno de mis
filmes favoritos por aquel entonces. También fueron muchas las series japonesas
que vi durante mi infancia: Doraemon, Oliver y Benji, Shin
chan, Pokémon… Y algunas de ellas me marcaron especialmente. En la entrada de hoy,
como parte de #AnimeRetroTV, quiero hablaros de ellas y de por qué significaron
tanto para mí.
¡A la
aventura!: Slayers. Reena y Gaudy
Empiezo
con el primer anime que vi en televisión: Slayers, conocido en España
como Reena y Gaudy. Años después, no ha perdido la magia que lo
caracterizaba entonces, en los noventa: he vuelto a verlo de mayor y me sigue
encantando. No solo por la nostalgia, que supongo que también influye, sino
porque es una muy buena historia de aventuras, con unos personajes carismáticos
y entrañables con los que conectas enseguida. Mi favorita es Amelia —me siento
identificada con ella en muchas cosas, sobre todo en la torpeza—, pero todos
los demás la siguen de cerca: Reena, por supuesto, Gaudy, Zelgadis, Zeros,
Sylphiel… Y aquellos a los que he descubierto más tarde, como Naga, que solo
sale en las películas.
Era muy
pequeña cuando comencé a ver Slayers. De hecho, mi madre siempre nos
preguntaba a mi hermana y a mí si no teníamos pesadillas por su culpa. Y siempre
se lo negábamos —con mucha insistencia— porque nos encantaba. Es cierto que en
algunas escenas es bastante oscura —al menos, para unas niñas de cuatro o cinco
años—, pero en ese momento nos daba igual. Queríamos saber más sobre Reena,
Gaudy, Amelia, Zelgadis y sus aventuras. Nos reíamos con sus despistes y sus
discusiones. Nos emocionábamos cuando les tocaba sufrir alguna adversidad.
Cantábamos el opening, aunque no supiéramos lo que decía. Jugábamos a
imaginar nuevas historias para ellos. De pequeña apuntaba maneras y sentía ya
predilección por la fantasía, uno de mis géneros favoritos en la actualidad.
Cuando mi
hermana y yo nos hicimos mayores, descubrimos que había mangas y, aunque no siempre contaran lo mismo que la serie, empezamos a coleccionarlos. Regresamos al anime
muchos años después, volvimos a disfrutarlo, lo redescubrimos. También vimos
las nuevas temporadas: fue genial descubrir que Reena y Gaudy seguían dando
guerra años después y que podíamos vivir nuevas aventuras en su compañía. A día
de hoy, y aunque es muy difícil escoger solo uno, cuando me preguntan cuál es
mi anime favorito Slayers suele ser el primero que me viene a la cabeza.
Digimon:
bienvenidos al mundo digital
He de
confesarlo: mi relación con Digimon no empezó muy bien. Estaba en casa
de mis abuelos, viendo los dibujos de la 2 y esperando impacientemente a que
pusieran una serie que me encantaba. «Es genial», le estaba diciendo a mi
abuela, «me gusta muchísimo». Creo recordar que la serie de la que hablaba con
tanta emoción era Los Rugrats. Ahora que estoy haciendo memoria de todo
lo que ponían en la tele cuando era pequeña me doy cuenta, una vez más, de los
dibujos animados tan divertidos que había.
Pero
vuelvo a Digimon. No fueron Tommy, Chucky, Phil, Lil y Angélica los que
aparecieron en pantalla ese día… sino unos niños que, de repente, viajaban a un
extraño mundo lleno de criaturas muy variopintas. Y me enfadé, porque yo quería
ver Los Rugrats —o lo que fuera— y los habían quitado de la televisión.
Os adelanto que el disgusto no me duró demasiado. La siguiente vez que visité a
mis abuelos y pusimos la 2 y Digimon, les dije: «No pasa nada, esta
serie ya me gusta». Y es que era imposible no ceder ante la historia de los
niños elegidos y sus monstruos digitales: no tardé en cogerles cariño a los
protagonistas y divertirme con sus aventuras. A partir de entonces, me ponía
triste cuando la sustituían por cualquier otra serie —no me importaba volver a
ver la temporada completa, una y otra vez, las que hicieran falta— y me
alegraba cuando la reponían o estrenaban las nuevas aventuras de los niños
elegidos. Por supuesto, cuando anunciaron que iban a poner la película en el
cine, allí estábamos mi hermana y yo para disfrutarla con toda la ilusión de nuestros
ocho o nueve años.
Aunque
la primera temporada de Digimon es la más especial de todas para mí,
disfruté mucho de las que vinieron después: Digimon Adventure 02, Digimon
Tamers y Digimon Frontier. De hecho, algunos de mis personajes y
digimon favoritos —a excepción, por supuesto, de los primeros niños elegidos y
sus monstruos digitales— salen en ellas. Wormmon y Ken
Ichijôji. Rika y Renamon. Impmon. Zoe. Lanamon. Pero, si tuviera que elegir de
entre todas las temporadas a un niño elegido y su compañero, me quedaría sin
duda con Mimi y Palmon.
Con el
paso del tiempo, Digimon ha seguido siendo muy importante para mí. Me
emociono cada vez que escucho su opening, sigo comprando alguna figurita
que me guste, he visto algunas de las nuevas temporadas, sobre todo si salen
los niños elegidos originales. Y disfruté muchísimo cuando se estrenó en el
cine la película Digimon adventure: last evolution kizuna, hecha especialmente
para quienes crecimos con Tai, Agumon y los demás. De hecho, le dediqué una entrada hace unos meses. Ha sido, hasta la fecha, una de las que mas me ha
emocionado escribir. ¡Y no va a ser la única vez que hable de Digimon en
Afrodita L! Pero para eso hay que esperar un poco. 😉
Un
cuaderno para cambiar el mundo: Death note
Termino
con un anime que fue muy importante para mí. Ya era bastante más mayor que
cuando veía Digimon y Slayers y probablemente no sea tan «retro»
como el resto de títulos de los que he hablado, pero tuve la suerte de verlo en
la tele a finales de la primera década de los dos mil. Me apetecía recogerlo al
final de la entrada porque creo que, sin Death note, habría llegado más
tarde al mundo del manga y tal vez este blog no existiría.
Descubrí
Death note cuando estaba en el instituto. Un par de amigas me lo
recomendaron muy encarecidamente. Me dijeron que me iba a gustar un montón, que
estaba genial. Pero yo no sabía cómo ni dónde verlo, así que se quedó en mi
lista de cosas pendientes. La casualidad quiso que, poco después, tuviera la
oportunidad de hacerlo. Una noche, estaba haciendo zapping con mi
hermana después de ver una película y, de repente, encontramos en la televisión
autonómica de Castilla y León una serie que parecía interesante… y que enseguida
reconocí como Death note, ese anime del que tan bien me habían hablado.
¡Me puse muy contenta! A partir de entonces, todos los viernes a medianoche —lo
ponían tardísimo—, mi hermana y yo seguíamos a Light Yagami y Ryuk en su lucha
para conseguir un mundo sin criminales. Era uno de mis momentos favoritos de la
semana. Pero no fui la única a la que le encantó el anime: poco después, en mi
instituto hubo una fiebre de Death note.
Como os
he adelantado antes, la adaptación animada de la obra de Tsugumi Ohba y Takeshi
Obata me hizo interesarme por el manga. Me había gustado tanto la historia de
Light, Ryuk, L y los demás que me apetecía revivirla en papel. Fue la primera serie
que compré —seguida poco después por los tomos de Slayers: knight of
Aqualord y D. Gray-man, que me llevó a coleccionar manga más en
serio— y la culpable de que ahora tenga problemas de espacio en mi habitación.
Ya era una compradora bastante habitual de libros, y desde entonces mi
biblioteca se tiene que repartir las estanterías con mi mangateca.
Os cuento una última curiosidad: cuando mis padres y mi hermana me regalaron un ex libris en mi dieciocho cumpleaños, utilizaron la «l» de L para el diseño, aprovechando que también es la inicial de mi nombre —¡y que L era mi personaje favorito!—. 😊
¡Con
esto termino la entrada de hoy! 😊 Pero aún queda mucho evento por delante. Os
animo a que visitéis las redes sociales y plataformas de todas las webs y blogs
que participan en este #AnimeRetroTV: Estantería Otaku, Ninguna Parte,
BlogVisual y AnimeFagos. ¡Y, por supuesto, a que compartáis con nosotros
vuestros recuerdos sobre los animes que veíais en la tele! 🤗
Por mi
parte, si todo va bien, os espero el martes con una nueva entrada sobre
manganime y mundo clásico. ¡Hasta entonces! 😊
Estupenda entrada rememorando varios animes de la infancia. Aunque algunos en mi caso ya me pillaron algo creciditos, como Death Note, pero seguro que se disfrutó por igual :)
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias! :D Sí, se disfrutan mucho también, de diferente manera. :)
EliminarEstupendos también tus hilos de Twitter, por cierto. :)
¡Slayers es lo máximo! Es uno de los animés que más me ha hecho reír en la vida. Recuerdo haberlo comenzado a ver en su estreno (en mi país) allá por el 97/98', y lo primero que recuerdo es haber visto a una chica gritona, glotona y codiciosa luchando contra un dragón y destruyendo todo un poblado "por accidentes de la vida"...jajaja
ResponderEliminarDesde ahí que no he dejado de seguir sus aventuras en animé, manga, videojuegos oficiales y las novelas originales.
Un muy lindo recuerdo y excelente entrada, Laura.
Muchos saludos.
Oh, muchas gracias por pasarte por aquí, Ricardo. :3 Qué ilusión. :D Y sí, ¡es genial!
Eliminar¡Muchos saludos para ti también y a seguir disfrutando de Slayers! ;)