Ya iba
tocando hablar de Gô Nagai en el blog, ¿verdad? 😊 Se trata de un mangaka muy relevante
en la historia del cómic japonés, creador de importantes iconos de la cultura
popular japonesa. Cutie Honey. Devilman. Y, por supuesto, un robot que todos
conocemos muy bien: Mazinger Z, cuyo anime fue todo un fenómeno en España. Pero
son muchos más los personajes a los que dio vida y que permanecen en la memoria
de cientos de lectores alrededor de todo el mundo. En nuestro idioma, podemos
leer varias de sus obras: Devilman, publicada por Panini; Dororon Enma-kun
y Cutie Honey, que nos ha traído Ooso Cómics… Esta editorial, además, se
está encargando de recuperar muchas de las obras del universo de Mazinger, dibujadas
por otros autores que colaboran con Nagai o retoman sus ideas. También Ivrea se
ha atrevido con la publicación de Shin Mazinger Zero.
Y
precisamente sobre este robot os voy a hablar en el artículo de hoy. No voy a
centrarme en el anime —al que le dedicaré algún artículo en el futuro—, sino en
el manga. Y, más concretamente, en la primera parte de la saga, Mazinger Z,
y en la leyenda sobre los robots que el doctor Infierno encuentra y utiliza
para sus propósitos. Este título nos llegó a España en dos ediciones: la de
Selecta y la de Norma.
Son
muchas las cosas que se pueden decir sobre Koji Kabuto y su robot gigante, así
que me reservo para otra ocasión sus secuelas, como Great Mazinger, y algunas
de sus otras versiones, como Z Mazinger. También dejo para otro momento hablar
más en profundidad de los personajes; por ejemplo, de ciertos enemigos. Así que
no os preocupéis, que tendrán su espacio en el blog en el futuro. 😊 Dicho
esto, ¡empezamos!
Los
albores de la civilización griega: Micenas
Para
hablar de Micenas, tenemos que trasladarnos a finales de la Edad de Bronce,
concretamente, a los años 1600-1500 a.C. Fue entonces cuando empezó a
desarrollarse en Grecia esta cultura, diferente al pasado esplendoroso y lejano
que aparece reflejado, por ejemplo, en los poemas homéricos. Alcanzó su apogeo
entre los años 1500 y 1400 a.C. para terminar desvaneciéndose de una forma
bastante misteriosa siglos después. Algunos palacios vieron su fin antes, otros
parecieron experimentar una pequeña recuperación, pero todos desaparecieron por
completo alrededor del 1100-1050 a.C. Hay muchas teorías sobre su final, nada
definitivo: algunos sostienen que fueron atacados por unos enemigos cuya
identidad se desconoce, otros sugieren que ciertas revueltas internas tuvieron
un papel decisivo.
Micenas
era una sociedad guerrera, cercana en muchas cosas a las culturas orientales de
Oriente Próximo, de la que sabemos lo que nos muestran sus ruinas y lo que nos
cuentan las tablillas que hemos conservado en lineal B, el silabario que
utilizaban para escribir sus documentos y que representaba el griego hablado
entonces. ¿Y qué nos cuentan los textos? Que la civilización micénica se
caracterizaba por una administración de palacio. Son varios los cargos administrativos
que aparecen en las tablillas que hemos encontrado. Un wanax que parece
ser el primero en la jerarquía y que se encargaba de controlar gran parte de la
tierra adscrita a los palacios. Jefes militares llamados lawagetas.
Posibles gobernadores de provincias que recibían el nombre de damokoro.
De todas formas, lo que nos muestran los textos en lineal B es, muchas veces,
un misterio para nosotros: se trata de registros de personas, objetos, producción
agrícola y ganadera, repartos de trigo. Hay tantas cosas que se dan por
supuestas que es complicado interpretarlas; al fin y al cabo, se trata de
anotaciones breves sobre cuestiones económicas y administrativas.
Si hay
algo por lo que se caracteriza la civilización micénica es por su artesanía —especialmente
el trabajo del oro— y por sus palacios. En cuanto a la primera, seguro que os
suena la conocida como máscara de Agamenón. Las élites de Micenas se enterraban
de forma monumental, y en las tumbas se han encontrado numerosos objetos de
lujo. Los segundos, por su parte, ponen de manifiesto el carácter guerrero de
esta cultura: se construían en alto, se fortificaban con murallas de grandes
piedras, esos muros ciclópeos tan característicos con puertas monumentales como
la famosa Puerta de los Leones. Aunque el primer palacio que se encontró es el
de Micenas, hubo otros en muchos lugares del Peloponeso y la Grecia central:
Pilos, Tirinto, Tebas, Atenas…
A decir
verdad, ¡podríamos contar bastantes cosas más sobre la civilización micénica! 😊 Pero
¿qué papel tiene en Mazinger Z? ¿Cómo la utiliza Gô Nagai?
Robots
en Micenas: el secreto de la isla de Bardos
© Gô Nagai, 1972, 2002. |
Si sois
fans del anime o habéis leído el manga, sabréis que la civilización micénica constituye
un pilar fundamental en la historia de Nagai: o bien se utilizan sus avances o
bien se trata de un enemigo poderoso al que los protagonistas deben enfrentarse
—como en el caso del duque Gorgon, del que os hablaré en más profundidad cuando
me centre en el anime y en Great Mazinger—. Como ya he dicho antes, en
el artículo de hoy únicamente voy a centrarme en el manga de Mazinger Z,
y en él se nos dice lo siguiente sobre Micenas —ミケーネ, ‘mikene’, en japonés—.
El
doctor Infierno, cuyo deseo es dominar el mundo, se enteró de la existencia de
una isla en el mar Egeo llamada Bardos —aunque su nombre se tradujo, en
ocasiones, como ‘Rodas’—. Se trataba del hogar de los antepasados de los
griegos, quienes contaban con una tecnología bastante avanzada que les permitió
defenderse de sus enemigos: unos monstruos mecánicos gigantes que expulsaban
fuego del pecho. El doctor Infierno, al descubrir estos robots, los consideró
la herramienta perfecta para llevar a cabo su plan y decidió emplearlos en su
beneficio.
Realmente,
a lo largo del manga de Mazinger Z apenas hay alusiones a la cultura micénica
real más allá del nombre, y la que Nagai nos muestra está bastante alejada de ella.
Es cierto que el templo en el que el doctor Infierno cuenta la historia tiene
una estética griega —diferente, eso sí, de la de los palacios micénicos y sus
muros ciclópeos— y que algunos de los robots recuerdan a guerreros helenos —es
el caso, por ejemplo, de Goqun U5—. También se deduce que la civilización
micénica era un pueblo guerrero; si no, no habría desarrollado unas armas tan
peligrosas como los gigantes automáticos. Pero eso es lo principal. Por poner
un ejemplo, la mayoría de los robots tienen forma de monstruo o se acercan más
a la cultura japonesa que a nuestros clásicos. Lo que hace Gô Nagai es tomar nuestra
Antigüedad y ciertas referencias para crear su propia civilización y darle
forma a una tecnología milenaria fundamental para que la trama se desarrolle. Y
es que ¿qué sería de Koji Kabuto y Mazinger Z sin los muchos monstruos
mecánicos que pretenden acabar con ellos?
© Gô Nagai, 1972, 2002. |
¿Destruir
o salvar el mundo?
© Gô Nagai, 1972, 2002. |
Son
muchos los estudiosos que se han preguntado por qué se ha utilizado la
civilización micénica en el manga de Mazinger Z, cuál es exactamente su
papel. Y son varias también las interpretaciones que se le han dado desde
Occidente a este hecho. Hay quien quiere ver en el enfrentamiento entre Koji
Kabuto y los robots gigantes de Micenas la oposición entre un Occidente cuyos
valores se han corrompido y deshumanizado y un Japón que desea, por encima de
todo, conservar su paz. Dicha deshumanización vendría a partir del desarrollo
de una tecnología que conduce a la agresividad, al dominio; la civilización
habría experimentado un declive desde su pasado ancestral hasta el momento
actual, en el que la tecnología se emplea con fines poco nobles. Quienes
defienden esta posición relacionan esta idea con el contexto del Japón de los
años setenta, un Japón que, tras la Segunda Guerra Mundial y las bombas
atómicas, aún tenía cicatrices que cerrar y había adoptado una política pacifista.
Otros
han leído Mazinger Z, simplemente, como una reflexión sobre el progreso
y el uso que hacemos de la tecnología que tenemos en nuestras manos. ¿Para qué debe
utilizarse: para destruir el mundo o para salvarlo? Ese es el dilema que se le
plantea a Koji en los primeros capítulos del manga, cuando su abuelo le cuenta
que ha construido un robot, Mazinger, poco antes de morir. Le confiesa que el
gigante mecánico lo hará increíblemente poderoso, pero está en su mano escoger.
Puede convertirse en un salvador, puede transformarse en un demonio. Lo que
diferencia a Koji Kabuto del doctor Infierno es, precisamente, esta decisión.
El segundo hace uso de una tecnología tomada de un pasado lejano —y, aun así,
muy avanzada— para perseguir sus ambiciones y su deseo de dominación. El primero,
sin embargo, opta por ayudar a los demás y defender Japón de las amenazas que
se le van presentando.
© Gô Nagai, 1972, 2002. |
Interpretemos
el manga como lo interpretemos, lo que está claro es que Gô Nagai nos ofrece una
historia de acción que esconde mucho más que eso. Y que Mazinger Z aún
está muy vivo y da que hablar. De los peligros a los que se enfrentan Koji,
Mazinger y sus compañeros pueden surgir lecturas muy interesantes. Los robots
de Micenas representan un pasado ajeno y lejano tanto en el espacio como en el
tiempo que, de pronto, se vuelve una amenaza, ya sea por las decisiones que
toman ciertos personajes, ya sea porque los propios enemigos proceden de este
pueblo —como ya he dicho, me centraré en este tema en otros artículos—. ¡Hay
bastante sobre lo que pensar!
Con
esto, termino la entrada de hoy. 😊 ¡Espero que os haya gustado! Por mi parte,
os espero este fin de semana con la última reseña del mes sobre un título muy
especial. ¡Hasta entonces! 😃
Bibliografía
Como
siempre, os dejo una lista de las referencias que he consultado. También he
incluido algunas que pueden seros de interés si queréis profundizar en el
análisis que se ha hecho de Mazinger Z en los estudios académicos
occidentales. 😊
Di Fratta,
GianLuca (2013). “Nagai Gō e l’ortodossia robotica. Dall’incorporazione alla
possessione meccanica”, en Coci,
Gianluca (ed.) (2013). Japan Pop. Parole, immagini, suoni dal Giappone contemporáneo,
Roma: Aracne Editrice, pp. 221-238.
Pelliteri, Marco
(2008). Il Drago e la Saetta. Modelli, strategie e identità dell’immaginario
giapponese, Latina: Tunué.
Scilabra,
Carla (2015). “Vivono fra noi. L’uso del classico come espressione di alterità nella
produzione fumettistica giapponese”, Status
Quaestionis, 1(8), pp. 92-109.
Scilabra, Carla (2018). “When Apollo tasted sushi for the
first time. Early examples of the reception of Classics in Japanese comics”, en
BIÈVRE-PERRIN, Fabien & PAMPANAY, Élise (eds.), Antiquipop: La référence à
l’Antiquité dans la culture populaire contemporaine, Lyon: MOM Éditions, pp.
253-266. Disponible en: <https://books.openedition.org/momeditions/3371>.
Scilabra, Carla (2019).
“Back to the future: reviving classical figures in Japanese comics”, en Renger, Almut-Barbara & Fan, Xin (eds.) (2019). Receptions of Greek and Roman antiquity in
East Asia, Leiden: BRILL, pp. 287-309.
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