Hace
unos días, en un ratito libre que me dejaron las muchas tareas que se me han
acumulado en junio, me puse a revisar las entradas que tengo pensadas para los
próximos meses. Por lo general, organizo más o menos lo que voy a escribir para
hacerme una idea, pero, de vez en cuando, me salto mi plan y decido ponerme con
otros textos. Siento un pálpito, algo me dice que esa es la entrada que debo
escribir. Y con la que os traigo hoy me pasó eso. De todos los mitos y
personajes que aparecían en la libreta donde organizo mi calendario, Adonis era
el que más me pedía un hueco en Afrodita L. Había dejado una cuenta
pendiente con él cuando escribí la entrada sobre la hidra en Z Mazinger,
de Gô Nagai, así que tocaba retomar el episodio para concederle un poco más de
protagonismo.
Hoy, por
tanto, regreso a ese manga en el que Nagai reinterpreta a sus propios
personajes para ligarlos a la mitología grecolatina. Los dioses del Olimpo se
han dividido en dos bandos: los que quieren acabar con la Tierra y los que van
a protegerla de todo mal. Es ahí donde entra Z Mazinger, el cuerpo de Zeus,
padre de los dioses, modificado para salvar a la humanidad, y también Afrodita,
que se une a él en su causa. Los cinco volúmenes de los que se compone la
historia nos muestran esa rivalidad que parece no tener fin: intrigas, peleas,
monstruos… En la entrada de hoy, vuelvo al episodio del que os hablé hace unos meses para completarlo. Como siempre, os advierto que hay spoilers
de la trama. Si no habéis leído Z Mazinger y os apetece hacerlo,
podéis volver más adelante. 😊 Sin más dilación, ¡empezamos!
El muchacho que encandiló a los dioses
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El nacimiento de Adonis, de Marcantonio Franceschini (ca. 1685) |
La historia de Adonis, personaje asociado en la Antigüedad con la vegetación, la muerte y el renacer, comienza con un amor prohibido, incestuoso. La hija del rey de Siria, Mirra —o Esmirna— se enamoró de su padre. ¿La culpable? Afrodita —aunque hay ciertos autores que culpan a las furias—. Según algunas versiones, la madre de la joven cometió esa falta tan terrible que es la hýbris, como ya hemos visto en muchas ocasiones, y afirmó que su hija era más bella que la diosa. Por supuesto, ella no podía dejar las cosas así. La pobre Mirra intentó ignorar los sentimientos que habían aflorado en su interior, pero no pudo. Ovidio, en el libro x de sus Metamorfosis, nos muestra su desesperación:
Ultra autem spectare aliquid potes,
impia [virgo? Et quot confundas et iura et nomina,
sentis! Tune eris et matris paelex et adultera
patris? Tune soror nati genetrixque vocabere [fratris? Nec metues atro crinitas angue sorores, quas facibus saevis oculos atque ora
petentes noxia corda vident? At tu, dum corpore
non [es passa nefas, animo ne concipe, neve [potentis concubitu vetito naturae pollue foedus. Velle puta: res ipsa vetat. Pius ille [memorque est moris
— et o vellem similis furor esset in [illo! (Ov. Met. X, 345-355) |
¿Es que puedes proponerte algo más allá,
impía muchacha? ¿Te percatas de cuántas leyes y nombres confundes? ¿Acaso tú
serás la rival de tu madre y la concubina de tu padre? ¿Acaso tú te llamarás
hermana de tu hijo y madre de tu hermano? ¿No temerás a las hermanas de
cabellera de negras serpientes, sobre las que los corazones criminales ven que
atacan sus ojos y rostros con crueles antorchas? Pero tú, mientras en tu cuerpo
no haya ocurrido esta impiedad, no la concibas en tu ánimo ni mancilles con
una unión prohibida el pacto de la poderosa naturaleza. Piensa qué quieres:
la propia realidad te lo prohíbe. Él es piadoso y atiende a la costumbre.
¡Oh, querría que hubiera en él una locura parecida a la mía! |
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Mirra en el Infierno de Dante, de Gustavo Doré (siglo XIX) |
La
desdichada joven incluso intentó quitarse la vida, pero su nodriza no se lo
permitió. Así lo vemos en algunas versiones, entre otras, la del propio Ovidio.
En lugar de eso, la ayudó a consumar ese amor que la quemaba por dentro. Ambas
urdieron un plan para engañar a su padre y la joven por fin pudo cumplir
su anhelo más profundo: unirse con él. Pero el hombre terminó enterándose del
engaño y, enfurecido, decidió acabar con su hija. La joven trató de huir e
imploró a los dioses que la ayudaran. Estos la transformaron en un árbol, del
que, unos meses después, nació un precioso niño: Adonis. Afrodita, que había
causado la desgracia de su madre, lo acogió, conmovida, y terminó enamorándose
de él.
Labitur occulte fallitque volatilis
aetas, et
nihil est annis velocius. Ille sorore natus
avoque suo, qui conditus arbore [nuper, nuper
erat genitus, modo formosissimus [infans, iam
iuvenis, iam vir, iam se formosior ipso [est: iam
placet et Veneri matrisque ulciscitur [ignes. (Ov. Met. X, 519-524) |
Se desliza ocultamente y engaña la edad
alada, y nada es más veloz que los años. El nacido de su hermana y de su
abuelo, que hace poco estaba escondido en un árbol y había nacido, ahora es
un hermosísimo niño, ya un joven, ya un hombre, ya es más hermoso que él
mismo, ya incluso agrada a Venus y venga el fuego de su madre. |
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El despertar de Adonis, de John William Waterhouse (1899-1900) |
Pero no fue la única que se dejó cautivar por el muchacho: también Perséfone, la esposa de Hades, cayó en sus redes. Afrodita le confió a Adonis para que lo cuidara durante un tiempo, pero ella se negó a devolvérselo. El problema no parecía tener solución, así que Zeus intervino y determinó que el joven debería pasar un tiempo con cada una. Apolodoro nos lo cuenta en su Biblioteca:
δεκαμηνιαίῳ δὲ ὕστερον χρόνῳ τοῦ δένδρου ῥαγέντος γεννηθῆναι τὸν λεγόμενον Ἄδωνιν,
ὃν Ἀφροδίτη διὰ κάλλος ἔτι νήπιον κρύφα θεῶν εἰς λάρνακα κρύψασα Περσεφόνῃ παρίστατο.
ἐκείνη δὲ ὡς
ἐθεάσατο, οὐκ ἀπεδίδου. κρίσεως δὲ ἐπὶ Διὸς γενομένης εἰς τρεῖς μοίρας διῃρέθη ὁ ἐνιαυτός,
καὶ μίαν
μὲν
παρ᾽ ἑαυτῷ μένειν τὸν Ἄδωνιν, μίαν
δὲ παρὰ Περσεφόνῃ προσέταξε, τὴν δὲ ἑτέραν
παρ᾽ Ἀφροδίτῃ: ὁ δὲ Ἄδωνις
ταύτῃ προσένειμε καὶ τὴν ἰδίαν μοῖραν. (Apollod. Bibliotheca, III, 14.4) |
Transcurridos diez meses, una vez se
quebró el árbol, nació el llamado Adonis, al que Afrodita, por su belleza,
escondió de los dioses en una caja, aún niño, y, después de ocultarlo, se lo
llevó a Perséfone. Ella, cuando lo vio, no se lo devolvió. Al quedar la
decisión en manos de Zeus, dividió el año en tres partes y ordenó que, en la
primera, Adonis estaría por su cuenta; otra la pasaría con Perséfone; otra,
con Afrodita. Pero Adonis le concedió a ella también su propia parte. |
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Venus, Adonis y Cupido, de Annibale Carracci (ca.1590) |
Como acabáis de leer, sin embargo, Adonis le ofreció a Afrodita todo el tiempo que pudo. Surgió entre los dos un amor tan intenso que la diosa dejó de visitar los lugares sobre los que gobernaba y el Olimpo para estar junto al muchacho, que había encontrado en la caza una gran afición. La diosa siempre lo acompañaba, aunque con cierta inquietud. Adonis debía tener cuidado si no quería terminar mal. En las Metamorfosis, a modo de premonición, le habla de esta forma:
Te quoque, ut hos timeas, siquid
prodesse [monendo possit, Adoni, monet, «fortis» que [«fugacibus
esto» inquit «in audaces non est audacia tuta. Parce meo, iuvenis, temerarius esse
periclo, neve feras, quibus arma dedit natura, [lacesse, stet mihi ne magno tua gloria. Non movet
[aetas nec facies nec quae Venerem movere, [leones saetigerosque sues oculosque animosque [ferarum. Fulmen
habent acres in aduncis dentibus [apri, impetus est fulvis et vasta leonibus
ira, invisumque mihi genus est». (Ov. Met. X, 542-552) |
A ti también te advierte para que los
temas, Adonis, si advertirte pudiera servirte de algo. «Sé valiente con los
que huyen —dice—, contra los audaces la audacia no es segura. Deja de ser temerario,
joven, para mi peligro, y no irrites a las fieras, a las que la naturaleza dio
armas, que no me cueste demasiado tu gloria. No conmueven la edad ni la
belleza ni lo que a Venus ha conmovido a los leones ni a los hirsutos
jabalíes ni a los ojos y almas de las fieras. Tienen un rayo en sus curvos
colmillos los impetuosos jabalíes, la violencia y la vasta ira son de los
leones, una raza odiosa para mí». |
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La muerte de Adonis, de Juan Bautista Martínez del Mazo (siglo XVII) |
Sus predicciones terminaron cumpliéndose. Cierto día, mientras Adonis cazaba, un jabalí lo atacó y le clavó sus terribles colmillos. Según algunas versiones, Ártemis lo había puesto en su camino, furiosa porque Afrodita había tenido mucho que ver en la muerte de uno de sus discípulos, Hipólito. De acuerdo con otras, fue Apolo quien quiso consumar su venganza, ya que la diosa del amor había cegado a uno de sus hijos, Erimanto, porque la había visto desnuda. También pudo ser Ares, celoso de que Afrodita amara al muchacho. El caso es que el desgraciado Adonis no sobrevivió y Afrodita se sumió en una pena muy profunda. Se dice que las rosas se volvieron rojas cuando ella, que acudía en auxilio del joven cazador, se clavó una espina en el pie y su sangre manchó la blancura de las flores.
Por
mucho que llorase, nada podía devolverle a su amado. Bión, poeta del periodo
helenístico que se caracteriza por sus composiciones bucólicas, nos muestra su
angustia en el Canto fúnebre por Adonis. Hay varios textos de otros
autores de la época en los que se habla de la relación entre Afrodita y el
joven, pero este me ha parecido interesante porque parece que, de alguna forma,
se cierra un círculo: Afrodita se quedó con el amor del muchacho mientras
vivía, pero ahora este debe ir al Hades… y, por tanto, regresar junto a
Perséfone.
[…] φίλημα δὲ τοῦτο φυλάξω ὡς αὐτὸν τὸν Ἄδωνιν, ἐπεὶ σύ με
δύσμορε [φεύγεις, φεύγεις
μακρὸν Ἄδωνι, καὶ ἔρχεαι εἰς [Ἀχέροντα πὰρ στυγνὸν βασιλῆα καὶ ἄγριον, ἁ δὲ [τάλαινα ζώω
καὶ θεὸς ἐμμὶ καὶ οὐ δύναμαί σε διώκειν. λάμβανε
Περσεφόνα τὸν ἐμὸν πόσιν: ἐσσὶ [γὰρ αὐτὰ πολλὸν ἐμεῦ κρέσσων, τὸ δὲ πᾶν καλὸν ἐς σὲ [καταρρεῖ: (Bio Fr.) |
[…] Guardaré este beso como si fuera el
propio Adonis, porque tú, desdichado, huyes de mí, huyes lejos, Adonis, y te
diriges al Aqueronte, junto al odioso y cruel rey, mientras que yo,
desgraciada, vivo y soy una diosa y no puedo seguirte. Perséfone, toma a mi
esposo, pues eres más poderosa que yo. Todo lo bello hacia ti desciende. |
Un amor sin límites
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© Gô Nagai 1999 |
Antes de
centrarme en cómo se adapta el mito de Adonis, os pongo en situación. Poseidón,
enfurecido porque Afrodita es aliada de los humanos, decide matarla y, para
ello, le envía un terrible monstruo: la hidra, una criatura casi imposible de
vencer por su extraordinaria fuerza. Sin embargo, la diosa no está sola.
Cuenta, por supuesto, con la ayuda de Z Mazinger y Koji Kabuto, pero también de
los científicos que están a las órdenes del padre de Sayaka, quienes construyen
un acorazado para la lucha. Y, por supuesto, también acude Adonis —que aquí es
un dios—, llevado por el amor que siente hacia Afrodita. Esa adoración le
impide quedarse de brazos cruzados: se presenta en la contienda a lomos de
Pegaso, dispuesto a cualquier cosa con tal de salvar a su amada.
Hay
varias cosas del mito que permanecen en la versión de Gô Nagai. Para empezar, ese
amor tan intenso, que lleva a Adonis a enfrentarse a una de las bestias
mecánicas más poderosas —Afrodita, de hecho, menciona que lo que le gusta de
los humanos es, precisamente, que no han perdido la capacidad de amar de verdad—.
Pero también su belleza, que, al igual que en la historia original, cautiva a
varios dioses, solo que esta vez no encandila a Perséfone… sino a Ares, el
temible dios de la guerra. En este caso, se produce cierta inversión con
respecto al mito: el objeto de amor de esta divinidad no es Afrodita, sino
Adonis. No siente celos del chico, sino de la diosa, que se lo ha robado. Por
un lado, su papel es contrario al que tiene en la mitología; por otro, parece mantenerse
en él la pasión que el joven cazador despertó en Perséfone.
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© Gô Nagai 1999 |
Sin
embargo, no es el único elemento que se invierte. En el caso de Z Mazinger,
Adonis no es el blanco de la ira de ningún dios, sino Afrodita. Es a ella a
quien le mandan una bestia —marina en este caso; no hay rastro del jabalí— para
acabar con su vida. Y es el muchacho el que quiere salvarla, por imposible que
parezca la tarea. Eso sí, la historia tiene un final tan triste como el del
mito: Adonis muere doblegado por el monstruo y Afrodita lo llora. Pero no solo
ella; también lo hace Ares, que, furioso, se dirige al planeta de Hades para pedirle
ayuda en su venganza. Da la impresión de que todo lo que tiene que ver con el
dios de la guerra se ha modificado para hacer que la historia continúe: su rabia
es el punto de partida para los siguientes peligros a los que se enfrentan
Koji, Z Mazinger, Afrodita y los demás. Por cierto, al final del eposiodio
podemos ver, en cierta manera, a Perséfone: las legiones de Hades se unen a
Ares contra Afrodita. La diosa del amor está enfrentada con el inframundo a
causa de Adonis, solo que el motivo es un poquito diferente. La rivalidad se
produce a posteriori, cuando el joven ya ha muerto y Ares quiere
resarcirse, y quien está enamorado de él es el propio dios de la guerra, como
ya hemos mencionado. La esposa del dios de la muerte no aparece en el manga.
De
héroes y caballos alados, de dioses y samuráis
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© Gô Nagai 1999 |
Al
margen de la historia de Adonis y Afrodita —sobre la que, como veis, había
bastante que decir—, me gustaría comentar algunos aspectos más sobre la forma
en la que Gô Nagai utiliza los mitos griegos. Ya hemos visto varias veces en el
blog que, por lo general, en muchos mangas los autores mezclan varios mitos,
algo bastante habitual en la cultura popular. Pues bien: este capítulo de Z
Mazinger no es una excepción. No solo por el hecho de que la hidra,
Afrodita y Adonis aparezcan en un mismo episodio —que también—, sino porque en
el hermoso joven conviven diferentes historias de la mitología. Cuando Adonis
aparece para ayudar a su amada, lo hace a lomos de un caballo muy célebre:
Pegaso, que, con sus alas, surca el cielo y le permite atacar al monstruo desde
el aire. Pero su corcel no tiene nada que ver con el cazador original, no
aparece en su historia. Sin embargo, en Z Mazinger Adonis no es solo un
muchacho muy bello que disfruta de la caza y los amores de Afrodita, sino una
suerte de héroe que se dispone a acabar con una terrible bestia —o, al menos, a
participar en la hazaña—. En este sentido, puede recordarnos a otro héroe que
sí combatió a lomos de Pegaso: Belerofonte. Fue el héroe que acabó con la
quimera, y lo hizo con la ayuda del caballo alado. Os hablé de su historia
aquí. En ocasiones, también se asocia con él a Perseo, quien venció a Medusa:
cuando el héroe decapitó a la gorgona, Pegaso nació del cuello de esta. Hay bastantes
obras de arte en las que se ve a Perseo montado en el caballo y salvando a
Andrómeda, su futura esposa, de una bestia marina, aunque en muchas fuentes
clásicas se dice que huyó de la guarida de Medusa utilizando las sandalias
aladas que le había concedido Hermes. Lo que está claro es que muchos personajes
se asocian con Pegaso y la lucha contra terribles bestias, sean marinas o no.
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Andrómeda y Perseo, de Pierre Mignard (1679) |
Por otra parte, Gô Nagai no solo mezcla diversas historias de la mitología grecolatina, también hace algo muy frecuente en los mangas: unir en las viñetas nuestra cultura clásica y la del país del sol naciente. Hace un tiempo, en la entrada sobre la hidra, comenté las referencias que había a la gesta de Susanoo, el dios que acabó con la terrible serpiente de ocho cabezas Yamata-no-Orochi. No obstante, aparte de eso quiero fijarme en la apariencia de algunos de los dioses mecánicos que aparecen en el episodio, especialmente en Ares, enfurecido por el final de Adonis. Da la impresión de que lleva una armadura samurái, y su rostro puede recordarnos al de ciertas criaturas del folclore japonés, como los oni, una especie de ogros o demonios.
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© Gô Nagai 1999 |
Con esto termino la entrada de hoy. 😊 ¡Espero que os haya gustado! Aún me quedan cosas que decir sobre Z Mazinger y Gô Nagai, así que en el futuro les dedicaré más entradas. Por otra parte, siento haber tardado tanto en aparecer por aquí, pero junio está siendo un mes bastante ajetreado, para variar. 😅 Por suerte, estoy terminando ya varias cosas que tenía pendientes y espero poder dedicarle un poco más de tiempo al blog. Dicho esto, os espero dentro de unos días con una nueva reseña. ¡Hasta entonces!
Bibliografía
Aquí os
dejo una lista de las referencias que me han servido para escribir la entrada. 😊
Grimal, Pierre
(1981). Diccionario de mitología griega y romana (trad. de Francisco
Payarols), Barcelona: Paidós.
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