jueves, 30 de septiembre de 2021

Manga y mundo clásico: vencer a los monstruos

Hace unos meses, os dije que Gô Nagai, su famosísimo robot Mazinger Z y laAntigüedad grecolatina tenían bastante relación, más de la que parece a simple vista. Pero no solo en la historia original, en la que la civilización micénica posee una tecnología muy avanzada que le permite crear gigantes mecánicos. En Z Mazinger, publicado en España por RBA, Nagai reimagina su propio universo para vincularlo no con el pasado de los griegos, sino con la mitología clásica. Esta vez, no es en Micenas donde surgen esos gigantescos robots: son los cuerpos mecánicos de unos dioses que en Occidente conocemos bastante bien. Zeus, Afrodita, Poseidón, Hades… Todos ellos aparecen con un aspecto muy distinto al que tenemos en mente. De hecho, Z Mazinger, el robot pilotado por Koji Kabuto en esta nueva aventura, tiene su origen en el cuerpo de Zeus.

© Gô Nagai 1999.

¿Y qué sucede en esta ocasión? Algunos de esos dioses —que, por cierto, tienen su Olimpo particular en el espacio exterior— quieren acabar con la Tierra; otros desean protegerla. Zeus y Afrodita están en el segundo bando; el resto, en el primero. Y así, poco a poco, va transcurriendo la historia del manga: tras el descubrimiento en Japón de unas ruinas que parecen griegas —donde se encuentra el cuerpo de Zeus, que, una vez modificado, se convierte en Z Mazinger—, Koji Kabuto se propone proteger a la humanidad con ayuda de Afrodita, mientras el resto de los dioses hacen todo lo posible por sembrar el caos y la destrucción en el planeta Tierra. Son muchos los personajes de la mitología grecolatina que aparecen en el manga, reinterpretados por Gô Nagai para hacer más emocionante su historia, y hay bastante que destacar sobre ellos. Pero hoy me voy a centrar en un episodio concreto: el de la hidra de Lerna, ahora un monstruo mecánico que aparece de repente en Japón. En él se ve, una vez más, cómo los mangakas son capaces de ofrecernos una nueva lectura sobre nuestros clásicos sin dejar a un lado su propia forma de ver el mundo. Como siempre, una advertencia: hay spoilers de la trama, así que, si no habéis leído Z Mazinger y tenéis intención de hacerlo, podéis volver cuando hayáis terminado. 😊

Un monstruo casi invencible

Hércules y la hidra de Lerna, de
Gustave Moreau (1876).

Comencemos hablando de la hidra de Lerna, que nació de la unión entre Tifón y Equidna. El primero era mitad hombre y mitad fiera, tenía un enorme tamaño y causó muchos problemas a los dioses olímpicos. La segunda, por otro lado, tenía parte de mujer y parte de serpiente. Dos padres monstruosos para una criatura terrible, una de las más famosas dentro de la mitología grecolatina. Esta serpiente gigante tenía varias cabezas —cuyo número depende de la versión que se consulte: unos autores afirman que eran cinco o seis, mientras que otros la imaginan con cientos de ellas— con una característica que hacía a la hidra prácticamente invencible: cuando se cortaban, de la herida surgían otras nuevas, se multiplicaban. Además, su aliento era especialmente venenoso, mortal para quien se acercase demasiado a ella.

Fue Hera quien crio a esta terrible criatura que tanto daño causaba —destruía cosechas, aniquilaba ganados—. Y lo hizo por una razón muy simple: celos. E ira. Había un héroe al que ella odiaba especialmente y al que sometió a prueba desde su nacimiento: Heracles/Hércules. Era hijo de Zeus y de Alcmena, una mortal, algo que Hera no podía soportar —recordad que su esposo la engañaba continuamente—. La diosa no solo intentó acabar con la vida de Hércules poco después de su nacimiento mandándole un par de serpientes a la cuna, también lo enloqueció. Esa locura lo llevó a matar a su esposa Mégara y a sus hijos. Aunque no lo hizo voluntariamente, se vio obligado a purificar sus crímenes: fue entonces cuando, siguiendo el mandato del oráculo de Delfos, el rey Euristeo le impuso sus famosos doce trabajos. La hidra de Lerna debía servir como prueba para ese héroe al que Hera tanto detestaba —de hecho, fue su segundo trabajo—. Y, contra todo pronóstico, la derrotó.

Hesíodo, en su Teogonía, nos habla de la hidra, su nacimiento y su final cuando se refiere a la descendencia de Tifón y Equidna:

 

τ τρίτον δρην ατις γείνατο λυγρ [δυαν

Λερναίην, ν θρέψε θε λευκώλενος ρη

πλητον κοτέουσα βί ρακληεί.

κα τν μν Δις υἱὸς νήρατο νηλέι χαλκ

μφιτρυωνιάδης σν ρηιφίλ ολά

Ηρακλέης βουλσιν θηναίης γελείης.

 

(Hes. Th. 313-318).

 

 

En tercer lugar, a su vez engendró a la perversa hidra de Lerna, a la que alimentó la diosa Hera, de blancos brazos, increíblemente irritada con el robusto Heracles. Y a esta el hijo de Zeus, Heracles el Anfitriónida, la mató con su implacable bronce, con la ayuda del guerrero Yolao, según la voluntad de Atenea, que ama los botines.

 

Y Ovidio, en sus Metamorfosis, permite que sea el propio Hércules quien se vanaglorie de su hazaña. Al principio del libro IX, el héroe se enfrenta con el río Aqueloo por la mano de Deyanira, quien terminó convirtiéndose en su esposa. Aqueloo podía transformarse, pero eso no fue un impedimento para que el héroe lo venciese. En este pasaje, Hércules se burla de él por haberse convertido en una serpiente, criatura a la que él puede derrotar con facilidad porque se ha enfrentado a la más poderosa de todas: la hidra de Lerna.

 

«cunarum labor est angues superare [mearum»,

dixit, «et ut vincas alios, Acheloe, dracones,

pars quota Lernaeae serpens eris unus [echidnae?

Vulneribus fecunda suis erat illa, nec ullum

de centum numero caput est inpune [recisum,

quin gemino cervix herede valentior esset.

Hanc ego ramosam natis e caede colubris

crescentemque malo domui domitamque [perussi.

Quid fore te credas, falsum qui versus in [anguem

arma aliena moves, quem forma precaria [celat?».

 

(Ov. Met. IX, 67-76).

 

 

«Es mi tarea desde la cuna vencer a serpientes», dijo, «y, aunque derrotes, Aqueloo, a otros dragones, ¿qué parte serás tú, una única serpiente, de la hidra de Lerna? Fecunda por sus heridas era aquella, y ni una cabeza de las innumerables que tenía le fue cortada impunemente; es más, su cuello se hacía más fuerte, pues le salían dos sucesoras. A esta yo, aunque le nacían culebras como ramas tras cortarlas y se fortalecía con su mal, la derroté y, derrotada, la quemé. ¿Qué crees que será de ti, que, transformado en una falsa serpiente, empleas armas ajenas y te oculta una forma precaria?».

 

 

Heracles y la hidra de Lerna.
© The J. Paul Getty Museum.

Eso sí, por mucho que se enorgulleciera de su hazaña, la lucha contra el monstruo no fue nada fácil. De hecho, Euristeo ni siquiera lo consideró un trabajo válido porque había contado con la ayuda de su sobrino Yolao, quien lo acompañó en otras muchas de sus hazañas. Como cada vez que le cortaba una cabeza estas le volvían a crecer, le pidió al joven que cauterizara las heridas del monstruo. Fue así como logró salir victorioso. Pero no fue esa la única dificultad a la que tuvo que hacer frente el héroe. Según algunas versiones, Hera, no contenta con haber criado a la hidra, le envió un cangrejo gigante para que lo atacara y Hércules muriera en batalla. Por supuesto, también lo venció. Posteriormente, el animal fue transformado en la constelación de Cáncer.

Heracles y la hidra de Lerna. 
© The Trustees of the British Museum
.

Pese a que la muerte de la terrible hidra de Lerna no se tuvo en cuenta para la purificación de Hércules, fue un trabajo determinante en su futuro. Una vez muerto el monstruo, empapó sus flechas en ese veneno que con tantos había acabado. Estas le sirvieron para matar a algunos de sus enemigos, pero también fueron la causa de su muerte… Un día que Hércules y su esposa Deyanira debían atravesar un río, el héroe se la encargó a Neso, un centauro, para que la ayudara a cruzar mientras él lo hacía a nado. Sin embargo, este intentó violar a la joven. Hércules lo mató con una de sus flechas envenenadas. Neso, antes de morir, le dijo a Deyanira que guardara un poco de su sangre, pues podía emplearse como un poderoso filtro amoroso, y que la utilizara cuando sintiese que el amor de Hércules por ella se debilitaba. Así sucedió cuando el héroe se encaprichó de Yole. Deyanira siguió los consejos del centauro, sin saber que su sangre envenenada le causaría tal sufrimiento a su esposo que este pediría que lo quemasen en una pira y, de esa forma, terminar con su agonía.

La hidra japonesa: Susanoo y Yamata-no-Orochi

Como ya he adelantado al principio, Hércules y la hidra no son los únicos presentes en el episodio de Z Mazinger que voy a comentar hoy: también se menciona un mito de la cultura japonesa. Concretamente, un episodio protagonizado por el terrible Susanoo, del que ya os hablé en la entrada que le dediqué al mito de Apolo y Dafne en Olympus no Pollon. La historia que os voy a contar ahora también aparece recogida en el Kojiki, la primera obra literaria de Japón.

Susanoo, después de ser expulsado del cielo, bajó a la tierra, concretamente a Torikami, un lugar bañado por las aguas del río Hi, en la provincia de Izumo. El dios se percató de que allí vivía alguien porque logró atisbar unos palillos que arrastraba la corriente, así que se dirigió río arriba para encontrar a los habitantes de aquel sitio. Desde luego, no esperaba encontrarse a una pareja de ancianos y a una joven que lloraban a mares, un dios terrenal y su familia, que vivían en la desgracia por culpa de una terrible serpiente de ocho cabezas: Yamata-no-Orochi. La criatura había ido arrebatándole al dios a varias de sus hijas, una cada año. La joven que lloraba a su lado era la última de ellas, y temían que Orochi volviese a por ella para devorarla.

Susanoo y Yamata-no-Orochi, de Toyohara Chikanobu (ca. 1870).

Susanoo aceptó ayudarlos a cambio de que le permitieran casarse con la muchacha. Una vez llegaron a un acuerdo, les dio una serie de instrucciones para poder vencer al monstruo: debían preparar un aguardiente que hubiera fermentado durante ocho días y llenar con él ocho barriles. Después, tenían que levantar un vallado circular con ocho puertas, en las que habrían de colocar los barriles. El dios terrenal y su familia obedecieron sin rechistar.

Poco después, apareció Orochi, dispuesta a llevarse consigo a la muchacha. Sin embargo, no lo logró gracias al plan de Susanoo: nada más llegar al vallado, se bebió todo el aguardiente que habían preparado, se emborrachó, se dejó vencer por el sueño. Y fue entonces cuando Susanoo aprovechó para descuartizarla. Sin embargo, cuando estaba cortando su tronco, se le rompió la espada: en su interior, Orochi guardaba otra aún más increíble, la gran espada Kusanagi, que el dios Susanoo rescató de sus entrañas para ofrecérsela a su hermana Amaterasu en señal de respeto.

Zeus y Afrodita al rescate

© Gô Nagai 1999.

Ahora, por fin, voy a centrarme en el manga de Gô Nagai. Y es que podría decirse que en Z Mazinger se revisita ese segundo trabajo de Hércules de una forma muy particular: integrándolo en una trama llena de acción y robots gigantes, modificando determinados aspectos del mito y mezclándolo con ciertos elementos de la cultura japonesa. 

Comencemos por la propia hidra. En Z Mazinger, no pertenece al linaje de Tifón y Equidna: es un monstruo mecánico integrado en el ejército de Poseidón. Así, es el propio dios del mar quien la envía a Japón. Hera ni siquiera aparece. Como acabamos de ver, la hidra no tiene demasiada relación con Poseidón, pese a ser una criatura vinculada con el agua —vivía en el lago de Lerna—. Sin embargo, el dios del mar era bastante dado a enviar monstruos marinos cuando quería vengarse o castigar a los mortales. Si no, que se lo digan a Andrómeda, hija de los reyes de Etiopía, a la que estuvo a punto de matar una de esas bestias porque su madre había osado comparar su belleza con la de las nereidas. O a Laomedonte, rey de Troya, a quien Poseidón le mandó una terrible criatura como castigo por no haberle pagado el salario que les correspondía a él y Apolo cuando construyeron las murallas de la ciudad. En el manga, Poseidón también quiere vengarse de alguien: Afrodita, a la que Gô Nagai convierte en su hija.

© Gô Nagai 1999.

La hidra mecánica de Z Mazinger es, al igual que la griega, un monstruo terrible. Afrodita alude a su fuerza y deja bien claro que es muy difícil vencerla, casi imposible. En el mito original, es Hércules el encargado de acabar con ella, un héroe con una fuerza sobrehumana; en el manga de Gô Nagai, son dos los dioses mecánicos que le hacen frente: Z Mazinger y la propia Afrodita, que al principio desea ir sola para terminar con la bestia. Un sacrificio que puede recordar vagamente al de doncellas como Andrómeda, a la que acabo de mencionar: era su muerte la que podía aplacar a los monstruos de Poseidón, salvo que un héroe acudiese en su rescate. En el caso de Andrómeda, fue Perseo, que petrificó a la bestia marina utilizando la cabeza de Medusa. De todas formas, lo importante aquí es que, al igual que no es una persona cualquiera la que vence a la hidra, no basta con un único dios mecánico para derrotarla.

¿Qué más tienen en común el mito original y la versión de Gô Nagai? Que los héroes no están solos en su tarea. Hércules contaba con Yolao, alguien bastante cercano a él. Y lo mismo sucede con Z Mazinger y Afrodita, solo que, en su caso, no se trata de un familiar: quien acude en su ayuda es Adonis, enamorado de la diosa y capaz de hacer cualquier cosa por ella. Hay bastante que decir sobre la forma en que se traslada el mito de este personaje a Z Mazinger, pero me lo reservo para otro día. De momento, solo os digo que Adonis es uno de los amantes mortales de Afrodita más famosos y que su historia termina en la muerte; sucede lo mismo en el manga de Gô Nagai. 

Grecia y Japón: contra el Olimpo espacial

© Gô Nagai 1999.

Pero Z Mazinger y Afrodita no solo reciben la ayuda de Adonis para vencer a la hidra mecánica. También Japón se une a ellos para derrotar, una vez más, a ese Olimpo espacial que pretende acabar con los seres humanos. Y lo hace tomando como referencia su propia cultura y utilizando, a la vez, las armas de los dioses mecánicos contra ellos. El padre de Sayaka y sus científicos, después de estudiar a la Afrodita mecánica y a otros muchos monstruos enviados por el Olimpo a la Tierra, logran construir un acorazado capaz de luchar tanto bajo el mar como en la superficie. ¿Y qué nombre le ponen? El de Susanoo, el dios que terminó con la terrible Orochi. La hidra mecánica es una amenaza muy grave, al igual que la serpiente de ocho cabezas del mito nipón. 

Y los misiles de Susanoo son tan efectivos como el plan que se narra en el Kojiki. De hecho, son estos artefactos los que inutilizan el mecanismo que permite la regeneración de la hidra. Aunque Adonis haya acudido en ayuda de Z Mazinger y Afrodita, en realidad es el acorazado el que cumple con el papel de Yolao, tan importante para que Hércules saliera victorioso. Recordemos que fue el joven el que se encargó de cauterizar las heridas de la criatura.

© Gô Nagai 1999.

Japón y parte de la mitología griega —¡el padre de los dioses, ni más ni menos, además de una de las diosas más importantes!— se unen para acabar con un otro amenazante y demasiado cruel. En este sentido, creo que se le pueden aplicar a Z Mazinger algunas de las interpretaciones que ciertos estudiosos habían hecho de Mazinger Z —podéis leer el artículo aquí—. La propia Afrodita afirma que, en tiempos antiguos, el Olimpo era un lugar pacífico y lleno de amor. Sin embargo, las guerras lo corrompieron. Para poder sobresalir en batalla, los dioses fueron desarrollando cuerpos mecánicos, es decir, emplearon la tecnología para hacer daño. Así, me parece que se puede ver en esta historia ese planteamiento sobre el progreso que algunos creían leer en Mazinger Z: ¿para qué sirven los avances tecnológicos? ¿Cómo debemos emplear la tecnología? De nuevo, Z Mazinger y Koji, a los que se une Afrodita, optan por proteger a la humanidad y salvar la Tierra, un planeta en el que aún puede encontrarse ese amor que el Olimpo ha perdido. Por su parte, el resto de los dioses están ciegos de odio y emplean su poder para destruir. De esta forma, nuestros clásicos servirían como base para hacer una reflexión sobre nosotros mismos, nuestras ambiciones y nuestra manera de avanzar hacia el futuro.

Al ser Z Mazinger una nueva versión de la historia, es posible que esas interpretaciones que se hicieron de la obra original de Gô Nagai permanezcan en esta. De todas formas, sin importar la lectura que extraigamos del manga, lo que sí puede afirmarse con total seguridad es que Nagai emplea de nuevo la cultura grecolatina —concretamente, la mitología— para darle forma a su propio universo, ofrecernos otra versión de su famoso robot y contarnos una historia llena de acción y aventuras.

 

Con esto termino la entrada de hoy. 😊 ¡Espero que os haya gustado! Volveré en el futuro a Z Mazinger: me he dejado muchas cosas en el tintero y todavía hay bastante que decir sobre la forma en que Gô Nagai reinterpreta la mitología griega para escribir y dibujar su manga. Dicho esto, os espero dentro de muy poco con una entrada especial con motivo del #LeoAutorasOct, una iniciativa que busca reivindicar el trabajo de las escritoras y que propone leer, durante el mes de octubre, obras escritas por mujeres y personas de género no binario. ¡Hasta entonces! 😊

 

Bibliografía

Como siempre, aquí tenéis una lista de las referencias que me han servido para escribir la entrada, por si las queréis consultar. 😊

Grimal, Pierre (1981). Diccionario de mitología griega y romana (trad. de Francisco Payarols), Barcelona: Paidós.

Rubio, Carlos & Tani Moratalla, Rumi (trads.) (20183). Kojiki. Crónicas de antiguos hechos de Japón, Madrid: Trotta (primera ed., 2008).


2 comentarios:

  1. No hemos tenido la oportunidad de leer esta reinterpretación del clásico Mazinger Z, enlazando sus robots gigantes con los mitos griegos.

    Si bien, está claro que su presencia dentro del universo artístico del manga se presenta como un firme candidato en pos de convertirse en uno de los vehículos más factibles para reinventar mitologías como la que nos ocupa. Y que lo haga en series que han influido en la infancia de varias generaciones tiene mucho mérito.

    Un saludo y buen texto ^^

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias por vuestras palabras y por pasaros por aquí! :) La verdad es que tenéis razón con respecto a Gô Nagai. Desde luego, en «Z Mazinger» demuestra que tiene una gran capacidad para reinventar. :)

      Eliminar