viernes, 2 de octubre de 2020

Manga y mundo clásico: Platón en la corte inglesa

Una de las cosas que me fascinan del manga es la capacidad que tienen los japoneses para encontrar inspiración en la historia y la cultura de otros países, por muy lejanos que estén, reinterpretar esos elementos e integrarlos en su propia visión del mundo. Eso es lo que consigue Aya Kanno, con mucho acierto, en Réquiem por el rey de la rosa, obra publicada en España por la editorial Tomodomo que nos cuenta la historia del enfrentamiento entre las casas de York y Lancaster por el trono de Inglaterra. Para conseguirlo, lucharon en terribles batallas durante lo que después se llamó la Guerra de las Rosas. En las páginas del manga, seguimos a Richard, el hijo más joven de la casa de York, y a otros muchos personajes de la corte, todos inmersos en intrigas, contiendas y alianzas que siempre derivan en dolor y sufrimiento.

Para documentarse y entretejer su historia, Aya Kanno se valió de muchas fuentes. Entre ellas, destacan, sin duda, dos obras de Shakespeare, Enrique VI y Ricardo III, que la autora aderezó con detalles históricos reales y elementos de su propia cosecha. Pero no son los únicos textos que sirvieron de base para Réquiem por el rey de la rosa. En varias entrevistas, Aya Kanno ha afirmado que, a la hora de construir el personaje de Richard, tuvo también en mente El banquete, uno de los diálogos más célebres de Platón, y, en concreto, la figura del andrógino que en él aparece. Shakespeare nos muestra al personaje de Ricardo III como un jorobado deforme, un hombre cuya fealdad exterior es reflejo de su fealdad interior. Sin embargo, Aya Kanno optó por que Richard fuera un andrógino. El mito que Aristófanes relata en El banquete le recordó al personaje, ya que, según la autora, los andróginos, pese a su aspecto, eran inteligentes, al igual que Richard.

Y de eso voy a hablaros en la entrada de hoy, de cómo Aya Kanno utiliza el texto de Platón en su manga y de cómo, en mi opinión, este influye en la trama del manga y la enriquece. Os adelanto ya que hay spoilers de la trama hasta el tomo 11, así que, si no habéis leído aún el manga y tenéis intención de hacerlo, deteneos aquí y volved cuando lo hayáis hecho. 😉 ¡Vamos allá! 😊

Aristófanes y El banquete: el origen del amor

El banquete es uno de los diálogos más famosos de Platón y además, según muchos expertos, se trata de una de sus mejores obras. En ella, varios personajes pronuncian diversos discursos sobre un tema curioso dentro de la producción del filósofo, el amor. En boca de cada uno de ellos, Platón pone una serie de ideas que, finalmente, son refutadas durante la intervención de Sócrates, quien expone la teoría platónica sobre el amor explicando el diálogo que mantuvo con una sabia mujer, Diotima.

Aya Kanno escoge el pasaje más célebre de El banquete para utilizarlo como base del personaje de Richard: el discurso de Aristófanes. Platón hace que, en su texto, el famoso autor de comedias hable sobre los orígenes del amor mediante un mito que, hoy en día, mucha gente conoce, aunque sea de oídas.

De acuerdo con el mito, el ser humano tuvo una forma primigenia antes de adoptar la que posee actualmente. De estas primeras criaturas, se nos dice lo siguiente:


[…] ἔπειτα λον ν κάστου το νθρώπου τ εδος στρογγύλον, ντον κα πλευρς κύκλ χον, χερας δ τέτταρας εχε, κα σκέλη τ σα τας χερσίν, κα πρόσωπα δύ π αχένι κυκλοτερε, μοια πάντ: κεφαλν δ π μφοτέροις τος προσώποις ναντίοις κειμένοις μίαν, κα τα τέτταρα, κα αδοα δύο, κα τλλα πάντα ς π τούτων ν τις εκάσειεν. […]

 

(Pl. Smp. 189ε-190α)


[…] Por otro lado, la forma de cada ser humano era completamente redonda, con la espalda y los costados en forma de círculo; tenían cuatro manos y piernas iguales en número a las manos, y dos rostros sobre un cuello circular, iguales en todo. Y una única cabeza sobre uno y otro rostro, colocados en direcciones contrarias, y cuatro orejas, y dos órganos sexuales, y todas las demás cosas como alguien podría figurarse a partir de esto. […]


Y, además, había tres sexos:


[…] γρ τρία ν τ γένη τ τν νθρώπων […]

 

(Pl. Smp. 189δ)


[…] pues tres eran los sexos de los seres humanos […]

El tercero, en efecto, es el del andrógino, con características masculinas y femeninas. 

El banquete de Platón (1648), de Pietro Testa.

El problema es que estas criaturas, debido a su increíble fuerza, se volvieron orgullosas y se alzaron en contra de los dioses. Como no podía ser de otro modo, las divinidades no lo dejaron pasar y, después de muchas deliberaciones, optaron por castigarlos. Si los aniquilaban, se quedarían sin ofrendas, por lo que la solución al problema debía ser menos drástica. Zeus expuso su parecer: los dioses dividirían en dos a los seres humanos, de modo que ya no caminarían con cuatro piernas, sino con dos. Además, si no cejaban en su empeño, siempre podían volver a dividirlos; de esa forma, garantizaban su εσέβεια (‘eusébeia’), es decir, el temor respetuoso hacia la divinidad. El ombligo, donde se juntaba la piel que quedaba después del corte, se convirtió en un recuerdo del castigo. Al principio, los nuevos seres humanos ansiaban unirse con su otra mitad y morían por no comer ni actuar separados. Zeus se compadeció de ellos e hizo que sus órganos sexuales quedaran en la parte delantera para que pudieran unirse de algún modo. Además, de esa forma permitió que los seres humanos se perpetuaran.

Así, según el discurso de Aristófanes, el amor surgió como consecuencia de este castigo. Cuando uno se encuentra con su otra mitad —algo que, por cierto, está reservado solo para unos pocos—, se queda maravillado y ya no desea alejarse de ella. Es una unión duradera que no se limita a la atracción física y se basa en un sentimiento difícil de explicar: la añoranza del otro, ese anhelo que, al principio, causaba la muerte de los seres humanos primigenios tras su división. Si os apetece una versión más actual del mito narrado por Aristófanes, podéis ver la película Hedwig and the angry inch. La canción The origin of love lo retoma, ¡y está muy bien!

Esta es la historia que Aya Kanno emplea en Réquiem por el rey de la rosa. Pero hay varios aspectos que subvierte para encajarlos en la trama de la Guerra de las Rosas y en lo que quiere contar. 

Un andrógino infeliz

Lo primero que destaca del personaje de Richard es su sufrimiento. Ese dolor que debe soportar continuamente se debe a una cosa: la falta de afecto, ya sea porque los demás lo rechazan, ya porque él mismo se niega la posibilidad de querer a otro, aunque algunos intenten demostrarle cariño y amor. Por su condición de andrógino, la realidad en la que vive, incapaz de comprenderlo y aceptarlo como uno más, lo ha condenado a la soledad y al tormento. 

Desde los primeros tomos vemos lo que Richard tiene que soportar simplemente por haber nacido. Su madre lo considera un ser demoníaco que traerá la destrucción a la familia de los York y lo carga con la culpa de todas las desgracias que suceden. Por supuesto, no todos los personajes están al tanto de su secreto, pero quienes se enteran, por lo general, sienten repugnancia. El propio Richard teme el rechazo de las personas más cercanas a él si lo descubren. Su sufrimiento lo marca profundamente y, por supuesto, tiene mucho que ver con su evolución a lo largo del manga. 

© Aya Kanno 2014.

Esa es la primera diferencia que vemos entre Richard y el andrógino original —además, claro, del aspecto físico de los seres humanos esféricos—. En el mito narrado por Aristófanes, el ser humano primigenio está completo, es feliz. Su separación supone un castigo, una “degradación” que el ser humano sufre a partir de un estado superior, concepto presente en otros mitos de la Antigüedad grecolatina, como el de las Edades. El andrógino no tiene las carencias de Richard y, desde luego, su aspecto o su condición no lo vuelven un ser “demoníaco”, aunque su figura se nos antoje curiosa. 

© Aya Kanno 2018. 

Richard es un andrógino “desvinculado” del otro, alguien que se encuentra completamente solo entre miles de personas que poseen un único sexo. Su separación de los demás no es fruto de un castigo impuesto por su orgullo, sino que viene con su condición. Ha nacido en una sociedad que no lo acepta por ser diferente y debe cargar con ese peso incluso antes de haber cometido ninguna falta. Además, la falta de afecto que sufre no se refiere solo al amor romántico, sino a muchos otros ámbitos: su madre es incapaz de quererlo, apenas tiene amigos o gente en la que confiar, muchas veces es una marioneta en manos de su familia. Richard es un andrógino atípico desde el punto de vista del mito original porque su entorno le arrebata esa felicidad, esa unión tan estrecha que tenían los seres humanos primigenios. Y, como tiene carencias en muchos ámbitos, también se relaciona con diferentes “mitades”. Hablaré de esto enseguida.

Por otro lado, como ya he comentado, tanto los andróginos como el resto de seres humanos primigenios son condenados por su orgullo, un orgullo que los lleva a desafiar a los dioses. El deseo de hacerse con el trono para sí no está en Richard desde su infancia, aunque haga lo posible por que quede en manos de su familia: va alimentándose a medida que sus enemigos le arrebatan lo poco que tiene y que las intrigas en palacio van sucediéndose. Aquí, el andrógino, que sufre ya desde el principio, se atreve a rebasar ciertos límites según ese sufrimiento va aumentando por distintas razones.

Las “mitades” de Richard

Pese al rechazo que muchos sienten, también hay personajes que aceptan a Richard tal y como es o que tratan de establecer un vínculo con él. Así, a diferencia de los seres humanos primigenios, que solo contaban con una mitad, en el caso de Richard hay varias personas que le ofrecen —o en las que busca— afecto y apoyo, que lo “completan” en diversos ámbitos: la familia, el amor, la política… Aunque luego se niegue a sí mismo el disfrute de la felicidad o las circunstancias se interpongan en su camino. Catesby, su leal escudero; Anne, su esposa; Henry, un rey que no quiere reinar entre tanto dolor… Richard tiene muchas carencias y, por tanto, muchas “mitades” que le ofrecen cosas diferentes: afecto, amor, ayuda, apoyo.

© Aya Kanno 2014. 

Voy a empezar hablando de su padre, con quien Richard tiene una relación muy especial. Al contrario que su madre, lo acepta tal y como es. Richard hereda de él su nombre: su padre siempre le menciona la importancia de salvaguardarlo, ya que es “nombre de rey”. Pero no solo eso, también la responsabilidad de cuidar de la casa de York por encima de todo lo demás, de conseguir que la corona permanezca en sus manos. Además, hay un detalle que me recuerda especialmente al texto de Platón: el momento en que el padre de Richard le dice que es parte de él, que vive en su interior. Es como si ambos conformaran ese todo del que hablaba Aristófanes. Lamentablemente, la lucha entre los York y los Lancaster le arrebata su amor a Richard.

¿Y qué hay de Henry? Desde que ambos se encuentran por primera vez, sus vidas vuelven a cruzarse sin cesar, como si fuera cosa del destino. Lo que le ofrecen a Richard estos encuentros es una tranquilidad alejada de las intrigas de la corte y un sincero afecto. Eso hace que termine enamorándose de Henry, aunque se resista a amar por sus circunstancias. Además, al igual que en el caso de su padre, también hay detalles que evocan el texto de Platón. Esos “te he echado de menos” continuos de Henry. La necesidad que tienen ambos de verse, de estar juntos en esa pequeña burbuja de paz. Parecen los sentimientos de añoranza de los seres humanos primigenios tras ser separados, ¿verdad?

© Aya Kanno 2014. 

Anne también le ofrece tranquilidad a Richard durante el tiempo que este pasa en su residencia. Sin embargo, termina pensando que su afecto es fruto del mero interés, de la carga que la sociedad le impone como mujer noble. Debe casarse y un enlace con Richard podría proporcionarle beneficios. Aun así, el amor de Anne es sincero.

Voy a referirme, por último, a Buckingham y Catesby. El segundo, conocedor del secreto de Richard, es su fiel escudero. A lo largo del manga, pasa a servir a otros nobles, pero siempre está ahí para Richard cuando más lo necesita. Es esa mitad que aparece en los peores momentos para salvarlo, protegerlo y ayudarlo en sus planes, sin cuestionar nada, con lealtad, queriéndolo incondicionalmente. En cuanto a Buckingham, se ofrece desde un primer momento para convertir a Richard en rey. Es su mitad en la política, en el mundo de sangre y horror que representa la lucha por el trono. Es quien complementa al lado más oscuro de Richard, el ambicioso, el que está dispuesto a todo para conseguir sus deseos. Lo único que le pide a cambio es que le ofrezca solo a él esa parte que los demás desconocen, su parte de mujer. Y Richard accede. De ese modo, se produce esa unión entre estas dos mitades.

© Aya Kanno 2018. 

Es curiosa además la pequeña rivalidad que parece haber, en determinados momentos, entre Buckingham y Catesby. Hay veces en las que el primero afirma haberse convertido en la “mitad del demonio” y le pregunta al segundo si él sería capaz de lograrlo. Es como si, al igual que en el caso de los seres humanos primigenios, solo pudiera haber un elegido para caminar al lado de Richard. 

 

Y con esto termino mi lectura sobre el mito del andrógino en Réquiem por el rey de la rosa. 😊 Me he dejado algunas cosas en el tintero, ¡pero para otra ocasión! Espero que os haya gustado y os espero dentro de unos días con una nueva entrada.

domingo, 27 de septiembre de 2020

Reseña: GoGo Monster

GoGo Monster ha sido una de mis eternas lecturas pendientes. Me lo regalaron cuando salió porque tenía muchas ganas de leerlo, pero al final quedó relegado para un momento que no parecía llegar nunca. Ese es el problema de tener tantos títulos en la lista: al final, una termina aplazando muchos de ellos y pueden pasar meses o años hasta que se adentra en sus páginas.

En el caso de GoGo Monster, me arrepentí mucho. ¡Tendría que haberle dado una oportunidad antes! Taiyô Matsumoto es un autor que me fascina, no importa lo que lea. Tekkon Kinkreet me descubrió a un mangaka diferente cuyo estilo e historias me cautivaron. Por eso sabía que GoGo Monster iba a gustarme, pero no tenía ni idea de hasta qué punto. Yuki, Makoto, IQ y los misteriosos seres invisibles que pueblan su colegio me atraparon y no pude parar de leer hasta que terminé el tomo. 

El misterio de la cuarta planta

Yuki Tachibana no es un niño como los demás. Mientras sus compañeros de clase viven una vida despreocupada de deberes, exámenes y salidas con los amigos, él no puede relajarse. En el cuarto piso de su escuela, cuyo acceso está vedado a los estudiantes, habitan unas criaturas invisibles amigas de Yuki que, sin embargo, se ven amenazadas por unos terribles enemigos. Esos enemigos, los “otros”, han empezado a cambiar su escuela: los cristales se rompen solos, las plantas florecen fuera de fecha… Y lo peor es que a nadie parece preocuparle, salvo, quizá, a Ganz, el conserje, el único que cree en sus palabras.

Pero Yuki no solo tiene que enfrentarse a los “otros”, sino también a las burlas e incomprensión de sus compañeros. Para ellos es tan solo un bicho raro del que reírse. Cuando a la escuela llegan varios estudiantes nuevos, Yuki encontrará a un compañero con el que pasar buenos ratos: Makoto Suzuki, un niño que, pese a los consejos de los demás, intenta acercarse a él. 

La imaginación como huida

© Taiyô Matsumoto 2000.

GoGo Monster no es solo una historia fantástica. No trata solo sobre los seres invisibles de la cuarta planta ni de los planes que tienen para hacerse notar. Taiyô Matsumoto quiere hablarnos de algo mucho más importante: la sensación de no encajar en tu entorno, por diversas razones.

Yuki, el protagonista, es un niño especial. Tiene una imaginación desbordante y concibe el mundo de una manera distinta, de ahí que sus compañeros crean que le falta un tornillo y se rían de él. Algo similar ocurre con IQ, un misterioso alumno que oculta su rostro con una caja de cartón. Su apariencia inquietante y su peculiar forma de ser hacen que los demás estudiantes se alejen de su lado. Ninguno de ellos tiene amigos —salvo el señor Ganz en el caso de Yuki y los conejos del corral del colegio en el de IQ—; nadie hace un esfuerzo por comprenderlos. Por eso, ambos pasan los días en soledad y cada uno tiene su propia manera de afrontar su situación. Yuki se centra en la jardinería y la botánica; IQ se encarga de cuidar a los animales de la escuela. 

© Taiyô Matsumoto 2000.

De todos modos, el colegio no es el único mundo en el que los personajes no encajan. Hay otro en el que Yuki tampoco desea entrar, por diversas razones: el de los adultos. Así lo expresa a lo largo del manga: no quiere crecer porque, si lo hace, entonces se le pudrirá el cerebro. GoGo Monster también nos habla de las dudas y el miedo que nos asaltan cuando dejamos la infancia atrás. Volverse adulto supone asumir nuevas responsabilidades, preocuparse por nuevos asuntos. Y Yuki no está preparado para hacerlo.

La situación en la que se encuentran Yuki e IQ es la que los lleva a adentrarse en la cuarta planta del colegio, un viaje del que no saben si podrán regresar. Taiyô Matsumoto plasma sus sentimientos en una historia compleja y exigente con el lector, llena de metáforas y símbolos, en la que la imaginación supone una válvula de escape ante una realidad que asusta y genera rechazo a partes iguales.

© Taiyô Matsumoto 2000.

Pero lo que me gusta de GoGo Monster no es solo los temas que trata ni la forma en que lo hace, sino el mensaje final que, en mi opinión, se extrae de la historia. Puede que muchas veces nos sintamos fuera de lugar en el mundo en el que vivimos, puede que tengamos que enfrentarnos a situaciones complicadas. Pese a todo, siempre podemos a encontrar a alguien que nos saque de la oscuridad, que haga lo imposible por entendernos y permanecer a nuestro lado. Así lo vemos en el personaje de Makoto, que, a pesar de las habladurías y las burlas, se esfuerza por entender a Yuki y consigue ganarse su confianza. Es esa amistad la que permite que Yuki supere sus miedos y encuentre un poco de comprensión entre tantas burlas e indiferencia.

Taiyô Matsumoto: plasmar lo imposible en el papel

Taiyô Matsumoto tiene un estilo único. Basta con ver una de sus viñetas para reconocer la mano del mangaka. Pero no es solo eso lo que lo hace un autor imprescindible: los universos que crea y los personajes a los que da vida son memorables. En GoGo Monster demuestra, una vez más, que es capaz de plasmar sobre el papel todo lo que se le pase por la cabeza, aunque sea una locura.

© Taiyô Matsumoto 2000.

No es fácil ponerse en la piel de Yuki para mostrarnos el mundo a través de sus ojos. Aun así, Matsumoto se las arregla para hacer de su manga un regalo visual para el lector. El peso de la historia no lo tienen tanto los diálogos como las imágenes, en las que se entremezclan el mundo real y el de la imaginación, lo que Yuki percibe y lo que los demás le dicen que es verdadero. Para trasladarnos a ese universo, Matsumoto se vale de infinidad de técnicas, y las utiliza con mucho acierto. Planos impactantes de los personajes, juegos de luces y sombras, distorsiones de los escenarios… y esas magníficas escenas, muchas veces inquietantes, en las realidad e ilusión se fusionan. Las viñetas de Matsumoto maravillan y nos ayudan a adentrarnos en esta historia tan compleja y oscura.

 

¡Hasta aquí la reseña de hoy! 😊 Si no habéis leído GoGo Monster, espero que le deis una oportunidad. El miércoles que viene publicaré la última entrada del mes, sobre manga y mundo clásico. ¡Espero que os guste, estoy deseando ponerme con ella!

Aprovecho para decir que, a partir de octubre, tendré un poco más de tiempo para dedicarle al blog y podré hacer un calendario aproximado de las entradas. Así no volverá a pasarme lo de este mes, que, al final, las dos últimas publicaciones van a salir poco espaciadas entre sí.

¡Os espero la semana que viene! ¡Hasta entonces!

martes, 15 de septiembre de 2020

Manga y mundo clásico: la lucha contra los mitos

El nombre de Kentaro Miura seguro que os trae a la cabeza Berserk. Y no es para menos, ya que no es solo su obra más importante, sino uno de los mangas más famosos a nivel mundial. La historia de Guts ha cautivado a muchos lectores y se ha convertido en un título de culto. Pero hoy no voy a hablaros de Berserk, no. En esta entrada voy a centrarme en un manga de Miura menos conocido que Panini publicó el año pasado en España: Gigantomaquia

Gigantomaquia nos cuenta la historia de Delos y Prome, una pareja un tanto curiosa que deambula por un mundo postapocalíptico lleno de peligros. Pero no solo por las condiciones que lo hacen inhabitable ni por las bestias. El imperio se expande y lo arrasa todo a su paso. Delos y Prome tendrán que hacerle frente para devolver un poco de tranquilidad a su mundo.  

En Gigantomaquia se dan cita muchos elementos que lo hacen un manga muy disfrutable: una trama sencilla pero emocionante y con un mensaje profundo, el impresionante estilo de Miura… Y, además, tiene relación con la cultura grecolatina, motivo por el que protagoniza la entrada de hoy. 😊 ¡Empezamos!

El día en que dioses y gigantes se enfrentaron

Encélado bajo el Etna,de Bernard Picart. 
Atenea derrotó a este gigante y lo enterró bajo el Etna.
Otras versiones afirman que la diosa
le lanzó la isla de Sicilia.

Los gigantes, hijos de Gea, la tierra, tienen un lugar especial en la mitología griega. Nacieron, según nos cuenta Hesíodo en la Teogonía —obra en la que el poeta griego nos habla de los orígenes del cosmos y los dioses— cuando la diosa, harta de que Urano, el cielo, retuviera a los hijos de ambos en su vientre, suplicó ayuda. Fue Cronos el único de sus otros hijos que se atrevió a desafiar la ira de su padre. Armado con una hoz que le había proporcionado su madre, castró al dios. Gea recogió las gotas de sangre que se derramaron sobre la tierra, y de ellas nacieron, entre otras criaturas, los gigantes. Sobre su aspecto, Hesíodo apenas dice nada: se refiere a su gran tamaño y a que están armados.

 

[…] μεγάλους τε Γίγαντας,

τεύχεσι λαμπομένους, δολίχ γχεα χερσν [χοντας […].

 

(Hes. Th. 185-186)

 

 

“[…] y a los grandes gigantes de armas resplandecientes, que llevan largas lanzas en sus manos […]”.

 


En la Biblioteca de Apolodoro, sin embargo, los gigantes son fruto de la furia. Y, además, se los relaciona desde el principio con el episodio mitológico que nos ocupa hoy: la gigantomaquia, la lucha entre estas criaturas y los dioses. ¿Dónde tuvo su origen? Precisamente, en la ira de Gea. Zeus y los demás dioses habían encerrado a los titanes, también hijos de la diosa, en el Tártaro, un lugar donde sufrirían un castigo eterno. Por ello, Gea engendró a los gigantes, con la esperanza de que pudieran hacer frente a Zeus y los suyos, y así resarcir la ofensa. 

En efecto, los gigantes parecían unos rivales dignos de tener en consideración. Apolodoro vuelve a hacer referencia a su gran tamaño, pero no solo eso: también nos habla de su increíble fuerza y de su aspecto inquietante.

 

[…] μεγθει μν σωμτων νυπερβλτους, δυνμει δ καταγωνστους, ο φοβερο μν τας ψεσι κατεφανοντο, καθειμνοι βαθεαν κμην κ κεφαλς κα γενεων, εχον δ τς βσεις φολδας δρακντων. […]

 

(Apollod. Bibliotheca, I.6)

 

 

“[…] insuperables por el tamaño de su cuerpo, por su fuerza invencibles; aparecían temibles ante la mirada, recubiertos con una espesa cabellera en la cabeza y el mentón. Tenían por pies las escamas de un dragón […]”.  

Los dioses no las tenían todas consigo. Por si fuera poco, un oráculo había vaticinado que no podrían vencer sin la ayuda de un mortal. El tiempo corría en su contra. Gea, al enterarse, empezó a buscar una manera de conseguir que los gigantes se volvieran del todo inmortales. Por suerte para los dioses, Zeus fue más rápido: logró que Eos, la aurora, Selene, la luna, y Helios, el sol, se mantuvieran ocultos. Eso le permitió destruir la sustancia que buscaba Gea y, por supuesto, suplicar la ayuda de un mortal. ¿Y quién mejor que Heracles/Hércules, uno de los héroes más famosos, para combatir a su lado? Gracias a la colaboración entre las divinidades y el guerrero, los gigantes fueron derrotados y la amenaza desapareció.

La colaboración para vencer a los mitos

© Kentaro Miura 2014.

Es precisamente esta lucha, como puede deducirse a partir del título, la que le sirve a Kentaro Miura como base para su manga Gigantomaquia. En el mundo de Delos y Prome —un humano y una criatura con habilidades increíbles denominada khaa—, los gigantes están más vivos que nunca. Son mitos hechos realidad de los que se sirve el imperio para conquistar nuevas regiones y acabar con sus habitantes.

Cuando Delos y Prome terminan, por casualidad, en el territorio de los scarabe, los hombres-insecto, se ven inmersos en la lucha por la libertad que gran cantidad de pueblos mantienen con el imperio todos los días. De pronto, hay una alerta: el enemigo se está acercando y, como siempre, viene acompañado de su herramienta más poderosa. Los gigantes. Esos gigantes que se han transformado en una pesadilla. Los scarabe están dispuestos a luchar, aunque no pueden vencerlos solos. El imperio es implacable. Pero Delos y Prome no se quedan de brazos cruzados y son ellos quienes asumen el papel principal en la batalla.

Hay algunos aspectos en los que la trama de Gigantomaquia se parece al mito original, ¿verdad? El enemigo temible al que aparentemente no se puede vencer, la imposibilidad de salir adelante sin la cooperación de alguien ajeno. Incluso los gigantes proceden de Gaia —otro de los nombres para Gea—, a la que, en el manga, se identifica con la naturaleza. La propia Prome afirma que son “parte carnal” de ella y, además, en los lugares en los que muere un gigante la tierra reverdece y florece de nuevo. El vínculo original entre la diosa y sus hijos se mantiene.

© Kentaro Miura 2014.

Sin embargo, Kentaro Miura le da una vuelta de tuerca al mito para contarnos una historia con mensaje. Aquí quienes han de enfrentarse a los gigantes no son dioses, ni mucho menos: es un pobre pueblo al que el imperio amenaza y que está más bien indefenso. Los dioses son poderosos, los scarabe no. El más fuerte pretende abusar del más débil y arrebatarle todo lo que tiene.

Pero hay una vía de escape: la colaboración. Con ayuda todo puede conseguirse, incluso derrotar al enemigo más temible. Y eso es lo que demuestran Delos y Prome cuando se unen a la causa de los scarabe. Aunque son solo ellos dos quienes luchan contra los gigantes del imperio, la idea de la cooperación se mantiene. Prome, mediante sus habilidades de hkaa, logra convertir temporalmente a Delos en un poderoso gigante. Si ambos no hubieran unido fuerzas, no habrían conseguido nada.

Al igual que en el mito original, son criaturas totalmente diferentes las que se ayudan. Los scarabe y su apariencia de insecto no tienen nada que ver con Delos, y este es muy distinto a Prome, aunque la chica tenga aspecto humano. De esa forma, Miura nos demuestra que no importa lo que nos separa cuando se trata de hacer frente a una dificultad. ¡Y menos cuando la libertad y el bienestar están en juego!

De todas formas, Delos es un protagonista que no solo se caracteriza por su fuerza. Tiene también un lado humano y compasivo que lo aleja de un héroe implacable y frío. Pese a que su enemigo ha perpetrado crímenes y ha subyugado por la fuerza a miles de pueblos, es capaz de perdonar. En su mundo postapocalíptico también hay lugar para la bondad y la esperanza. Los gigantes del imperio son aniquilados, pero no el enemigo que los controla. En el mito que Apolodoro recoge en su Biblioteca, la amenaza desaparece por completo.

El imperio… ¿romano?

© Kentaro Miura 2014.


La gigantomaquia es la base del manga de Miura, sí, aunque no es el único elemento grecolatino que aparece en él. Los nombres de Delos y Prome tienen una resonancia clásica y, además, se menciona el Olimpo, aunque no se nos dan muchos datos sobre él. Pero, además, el propio Delos y el imperio pertenecen a otro mundo, uno que tiene su origen en Roma, una de las mayores potencias de la Antigüedad y que, como sabéis, logró expandir sus límites más allá de lo imaginable.

Delos es un gladiador, un esclavo condenado a luchar en coliseos sin descanso. Matar o morir, esas son las directrices por la que se ha regido su vida hasta que consigue alcanzar la libertad. De hecho, en Gigantomaquia incluso podemos ver una lucha en una especie de anfiteatro: antes de que Delos y los scarabe se entiendan, uno de sus campeones desafía al protagonista. Los hombres-insecto lo consideran una amenaza, tal vez un agente del imperio. Pero Delos demuestra ser todo lo contrario. Y, además, lucha con ese honor y esa templanza que lo caracterizan.

Creo que el hecho de que Delos sea un esclavo y un gladiador contribuye, en cierto modo, a engrandecerlo. Hércules es un héroe formidable, un semidiós; Delos pertenece a un grupo marginado, pese a su fuerza y su condición de guerrero. Aun así, logra derrotar a los gigantes con la ayuda de su compañera, que posee unos poderes increíbles y a la que el propio guerrero llama “diosa” en alguna ocasión. Prome es el elemento “divino” de la pareja.

© Kentaro Miura 2014.


Por otro lado, ese imperio tan temible tiene una estética totalmente romana. Sus armaduras son muy parecidas a las de los legionarios. Y, además, su afán de dominación —visto de forma negativa, por supuesto— recuerda también al del imperio romano.

 

Hasta aquí la entrada de hoy. ¡Espero que os haya gustado y que le deis una oportunidad a Gigantomaquia si no lo habéis leído ya! 😊 Os espero dentro de unos días. ¡Hasta entonces!