Hace
mucho desde la última vez que me pasé por aquí, ¿verdad? No sabéis las ganas
que tenía de escribir, de revisitar los clásicos y los mangas para continuar
indagando en la forma en que la Antigüedad grecolatina queda representada en el
cómic japonés. Sin embargo, han sido meses muy ajetreados, por motivos
laborales y personales, y las obligaciones apenas me han dejado tiempo para
dedicárselo al blog, por desgracia… Pero ya estoy aquí. Y espero no volver a
ausentarme tanto tiempo. 😊
Eso sí,
pese a no poder escribir, mi cabeza no ha dejado de darle vueltas al contenido
del blog, a los temas que me apetecía tratar en las siguientes entradas. Y hoy
voy a saldar una deuda con una obra sobre la que iba a escribir hace unos meses
—hubo ciertas complicaciones y, al final, no pude hacerlo—: Umi no Triton,
de Osamu Tezuka, que todavía no podemos leer en español, pero sí en inglés —esta
es la edición que tengo yo—. Serializado originalmente entre 1969 y 1971, en este
título —que contó con una adaptación al anime—, el dios del manga nos cuenta la
historia de Tritón, un habitante del mar que, por diversas circunstancias, es
criado por una familia japonesa. Lo que no sabe es que en sus manos está el
destino de todo su clan, masacrado por el temible Poseidón, al que los humanos
llegaron a adorar como divinidad marina… y que quiere acabar con el muchacho
porque, según piensa, es el único superviviente de su familia. A partir de
entonces, Tritón tendrá que luchar por sobrevivir y enfrentarse a un enemigo
formidable, a la vez que busca venganza por el asesinato de los suyos.
En la
entrada de hoy, quiero centrarme en los personajes de Poseidón y Tritón de la
mitología clásica y ver de qué forma Osamu Tezuka los ha empleado para
contarnos una historia de aventuras en la que también reconocemos algunos de
los temas que preocupaban al autor, como el cuidado del medioambiente. Como
siempre, una advertencia: hay spoilers de la trama, así
que, si tenéis interés en leer la obra antes de que os destripe nada, podéis
volver cuando lo hayáis hecho. 😊
El dios
de los mares…
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Neptuno y Anfitrite, de Frans Francken II (principios del siglo XVII) |
En
primer lugar, antes de centrarme en el manga, quiero hablaros un poco de
Poseidón. Son muchas cosas las que podrían decirse del dios del mar, muchas las
historias que podrían contarse, pero voy a fijarme en algunos aspectos
importantes para el contexto de Umi no Triton y la imagen que Tezuka nos
ofrece de esta divinidad: su carácter, sus dominios, sus amantes y su linaje.
Todo ello aparece, de una forma u otra, en el manga, como veremos más adelante.
El
primer aspecto que me parece importante destacar es, precisamente, el ámbito
sobre el que gobierna: el mar. Poseidón lo obtuvo después de que su hermano
Zeus obligara al padre de ambos, Cronos, a vomitar a todos los hijos a los que
había devorado y estos reemplazaran a los antiguos dioses. En el caso de
Poseidón, hubo antes otras divinidades primigenias, como Nereo, que dominaban
las aguas, pero él se las quedó una vez que los dioses olímpicos derrotaron a
los titanes. Os hablé de esta historia en una de las entradas sobre Appleseed.
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Poseidón con su tridente en una placa de cerámica corintia |
De todas
formas, no podría haber conseguido un dominio más acorde con él: su carácter,
hosco, malhumorado y terrible, es el mismo que el del mar revuelto, el del
oleaje que hunde los barcos hasta el fondo. Poseidón hace gala de él en
numerosos mitos de la Antigüedad grecolatina: provoca terremotos —no en vano,
uno de sus epítetos es «el que sacude la tierra»—, causa inundaciones, hace
naufragar barcos, envía a violentas criaturas marinas para castigar a los
humanos. Puede ser un dios benévolo que ayuda a las naves a continuar con su
travesía, pero también una divinidad atroz cuya ira es mejor no despertar.
Son
muchos los mortales que la sufrieron. Por ejemplo, el rey troyano Laomedonte,
padre de Príamo —uno de los personajes más importantes de la guerra de Troya—,
con quien se encolerizó tras construir las murallas de su ciudad. Zeus los
había castigado a él y a Apolo a bajar a la tierra y servir a un mortal durante
un tiempo determinado, así que ambos se ocuparon de alzar los muros de Troya a
cambio de un salario que nunca recibieron. Poseidón, entonces, envió un
monstruo marino, al que debían ofrecerle sacrificios para aplacarlo.
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Andrómeda, de Juan Antonio de Frías y Escalante (siglo XVII) |
¿Y qué
hay de Andrómeda, la princesa de Etiopía? Su madre había presumido de su
belleza y había afirmado que incluso superaba la de las nereidas, divinidades
marinas que, ofendidas, le pidieron ayuda a su soberano. De nuevo, el dios
castigó a los mortales con una bestia marina. A fin de restaurar la paz, los
reyes de Etiopía debían sacrificar a su hija; por suerte, un héroe apareció en
el momento oportuno para rescatarla de su destino fatal: Perseo.
Otro
ejemplo muy famoso de la cólera de Poseidón es, precisamente, el de Ulises y sus compañeros. El dios del mar, enfurecido porque el héroe griego había cegado
a su hijo Polifemo, uno de los cíclopes, decidió torturarlo a él y a sus
compañeros. Tal y como se aprecia en la Odisea, los pobres son víctimas
de numerosas tormentas que los hacen naufragar y los alejan de su destino:
Ítaca, el hogar al que desean regresar después de años y años de guerra en
Troya.
Pero no fueron solo los mortales los que suscitaron su ira, también los dioses —aunque, por supuesto, con ellos no podía resolver sus diferencias de la misma forma que con los humanos—. Y es que Poseidón quiso hacerse con el patrocinio de ciertas ciudades griegas, para lo que tuvo que medirse con otras divinidades… y la verdad es que las cosas no le fueron demasiado bien. Algunas de las ciudades que no consiguió pagaron las consecuencias de su furia.
El ejemplo más famoso es su intento por conseguir Atenas. En ese momento, se enfrentó a Atenea y, pese a sus esfuerzos, perdió contra su sobrina: él hizo brotar un pequeño mar en la parte alta de la ciudad para reclamarla, pero Atenea, siempre tan astuta, plantó un olivo y se ocupó de que Cécrope, el primer rey de Atenas, lo viera y se convirtiera en su testigo. Os hablé de este mito aquí. La rivalidad entre Poseidón y Atenea se aprecia, por ejemplo, en la Odisea.
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Odiseo en la cueva de Polifemo, de Jacob Jordaens (primera mitad del siglo XVII) |
El último
punto que quiero tratar es el de su descendencia, muy importante para Umi no
Triton. Al igual que muchos de los dioses de la mitología grecolatina,
Poseidón tuvo diversas amantes —además de su esposa, Anfítrite, y de los
hombres por los que se sintió atraído—: Clito, Medusa, Amimone… Y con ellas engendró
infinidad de hijos, algunos de ellos bastante célebres, como Pegaso, que nació de la cabeza de Medusa cuando el héroe Perseo se la cercenó. Varios tenían un
aspecto monstruoso y eran terribles; si no, que se lo digan a Ulises cuando
tuvo que enfrentarse a Polifemo.
…y su
linaje
El
segundo personaje de la mitología clásica que Tezuka toma para su obra es,
precisamente, el que le da nombre: Tritón, una divinidad marina menor. Según
algunos testimonios, es el hijo de Poseidón y su esposa, Anfítrite. Así nos lo
encontramos, por ejemplo, en la Teogonía, de Hesíodo:
Ἐκ δ᾽ Ἀμφιτρίτης καὶ ἐρικτύπου Ἐννοσιγαίου Τρίτων
εὐρυβίης γένετο μέγας, ὅστε θαλάσσης πυθμέν᾽ ἔχων παρὰ μητρὶ φίλῃ καὶ πατρὶ [ἄνακτι ναίει χρύσεα δῶ, δεινὸς θεός. (Hes. Th.
930-146) |
De Anfítrite y el resonante Sacudidor de
la Tierra nació el poderoso y gran Tritón, que, poseyendo el fondo del mar,
junto con su madre y su soberano padre vive en una morada de oro, terrible
dios. |
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Triunfo de Neptuno, de Vittorio Maria Bigari (ca. 1765) |
No
obstante, esta denominación sirve también para identificar a una serie de
criaturas que forman parte del séquito de Poseidón, mitad hombre y mitad pez, a
quienes solemos ver representados soplando conchas. De todas formas, sea quien
sea Tritón, apreciamos que se trata de un ser vinculado estrechamente con
Poseidón, ya sea porque proviene de su linaje, ya sea porque lo acompaña y
aparece junto a él en las representaciones. Ahora bien, ¿cómo lo transforma
Tezuka en Umi no Triton? Ahora lo veremos.
La crueldad
de Poseidón, la bondad de Tritón
Para
crear su mundo submarino, con una rivalidad ancestral, Tezuka se vale de dos
grupos rivales: el de Tritón y los suyos, por un lado, y el de Poseidón, sus
hijos y sus sirvientes, por otro. En este caso, el mangaka elimina
cualquier vínculo de familia entre ambos. Aquí Tritón no es hijo del dios del
mar, pero sí se encuentra bajo su dominio, contra el que se rebela, tanto él
como sus ancestros —ese es el motivo, precisamente, por el que son asesinados—.
Así, la divinidad marina más importante de la mitología grecolatina se muestra
también poderosa e implacable en Umi no Triton; sin embargo, el que era
un dios secundario se alza aquí como un rival difícil de batir. En ese sentido,
Tezuka se vale de una figura más desconocida y le otorga un papel más
importante que el que tenía en la mitología clásica: se convierte en el liberador contra la opresión del tirano.
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© Osamu Tezuka, 1969-1971 |
Aparte
de eso, Tritón encarna ciertos valores que Tezuka defiende en su manga. No
siempre acierta, eso es verdad, y en ocasiones se deja llevar por impulsos
negativos, por ese deseo de venganza que nace en él cuando se entera de quién
es su verdadera familia y de lo que sucedió en el pasado. No obstante, la
mayoría de las veces se da cuenta de sus errores, recapacita, intenta solucionar
el conflicto de otra forma. No son pocos los momentos en los que pretende
resolver su situación con Poseidón mediante el diálogo, intentando pactar con
él y los suyos para alcanzar una convivencia más o menos pacífica. Esa es,
precisamente, una de las ideas que permean la historia: la violencia no es la
solución. Hay otras maneras de afrontar un problema, una rivalidad.
Lo mismo
sucede en el caso de los humanos. En Umi no Triton, se aborda el tema de
la contaminación del mar y el medioambiente. Las personas parecen haber nacido
para destruir su entorno, de ahí que uno de los objetivos de Poseidón sea
acabar con ellas. Por supuesto, a Tritón tampoco le gusta lo que están
haciéndole a la naturaleza, pero la manera que ambos tienen de enfrentarse a
esta cuestión es distinta: mientras que Poseidón construye una base —utilizando
esclavos— para aniquilar a la humanidad, Tritón no lo considera un plan válido.
Los dos personajes tienen un objetivo común, salvar el mar, pero sus ideas al
respecto son muy diferentes y reflejan los valores que cada uno encarna.
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© Osamu Tezuka, 1969-1971 |
Porque
Poseidón, en Umi no Triton, se caracteriza por su crueldad. Al igual que
el dios de la mitología griega, es malhumorado y terrible: causa maremotos para
castigar a los humanos por ayudar a los miembros del clan de Tritón, impone su
poder por la fuerza… Eso sí, mientras que el Poseidón original tenía un lado
benévolo, el de Tezuka lleva su maldad al extremo. También cuando se muestra
más «amable» esconde terribles intenciones y uno nunca sabe si está actuando de
buena voluntad o pretende seguir con sus engaños. Incluso está dispuesto a
sacrificar a todos sus hijos para matar a su enemigo acérrimo, a esclavizar a
miles de personas, sin preocuparse por su suerte, para construir la base
submarina que acabará con la humanidad.
El
Poseidón de Tezuka conserva también otros de los rasgos que observamos en los
mitos clásicos. Por ejemplo, en un momento determinado afirma que ha tenido
muchas esposas, con las que ha engendrado a sus numerosos hijos —para él, como
ya hemos dicho, una mera herramienta—. El método para conseguirlas —al menos en
el caso de Pippy, la sirena del clan de Tritón que sobrevivió a la masacre y está
destinada a casarse con el protagonista del manga— es muy similar al que
observamos en la mitología grecolatina, no solo en el caso del dios del mar,
sino de otras divinidades: la secuestra. Por otra parte, muchos de sus vástagos
son monstruosos, en especial el que tiene con una esponja a la que confunde con
Pippy: una bestia enorme, con un hambre insaciable, que devora y aniquila todo
lo que encuentra en su camino. Estas características sirven para acentuar su
maldad, esa maldad detestable a la que nadie debería llegar nunca. El hecho de
que, además, tenga dificultades para comunicarse —en sus bocadillos apenas
aparecen palabras, solo unas rayas incomprensibles— acentúan esa idea de que no
está dispuesto a dialogar, sino a destruir y matar, el único lenguaje que
conoce.
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© Osamu Tezuka, 1969-1971 |
Su
crueldad se ve, además, en su afán por conservar su poder, sin admitir
réplicas. La rivalidad que mantiene con Tritón está presente en el Poseidón
original: recordemos que intentó hacerse con el patrocinio de diversas
ciudades; además, tanto él como los otros dioses se enfrentaron contra los
titanes en una terrible guerra por la soberanía del mundo. Sin embargo, en el
caso de Umi no Triton, no es Poseidón el que se impone, sino el que ve
amenazada su posición continuamente por un personaje que encierra unos valores
de los que él carece y que deberían prevalecer.
Un
último apunte que me parece curioso: en el manga de Tezuka, Poseidón no es
exactamente el dios del mar, sino el descendiente de un antiguo linaje de terribles
criaturas que se hicieron con el dominio de las aguas y a las que la humanidad
empezó a adorar como si fueran divinidades. Al igual que sucede en otros
títulos, como Olympos, se contrapone la idea de lo que es real y lo que
los mortales piensan que es real
El mundo
marino: Grecia y Japón
Antes de
terminar, me gustaría comentar un último aspecto de Umi no Triton, algo
muy frecuente en la cultura popular y de lo que ya he hablado en otras
entradas: la mezcla entre la Antigüedad grecolatina, la cultura japonesa y
otros elementos para conformar una unidad. Son varios los elementos del manga
que difieren con respecto a su base clásica.
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Cartel de Godzilla (1954) y monstruo de Umi no Triton (Osamu Tezuka, 1969-1971) |
El
primero de ellos es la apariencia de los personajes. El propio Poseidón, de
hecho, se aleja bastante de la iconografía grecolatina —el dios del mar aparecía
representado como un hombre maduro, con barba y un tridente—. El único elemento
que conserva es, precisamente, dicho tridente; por lo demás, su aspecto es
monstruoso: cuernos, hocico de animal, colmillos… Hay quien lo ha relacionado
con los onis, ogros o demonios nipones, enlazando así la cultura
grecolatina y la del país del sol naciente. Por otro lado, sus vástagos —cuyos
nombres, por cierto, tienen un aire griego en varias ocasiones— parecen sacados
de una obra de ciencia ficción y se alejan de los cíclopes y las bestias de los
mitos originales, aunque algunos mantengan una apariencia monstruosa. Cabe
destacar la del hijo que tiene con la esponja, que nos recuerda a los kaijûs
japoneses, como Godzilla.
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© Osamu Tezuka, 1969-1971 |
Las
sirenas, por otro lado, no son las criaturas marinas mitad ave mitad mujer de
las que nos hablan autores como Homero u Ovidio: tienen cola de pez y torso
humano, representación que no llegó hasta finales de la Antigüedad. En lo que
respecta a Tritón, su aspecto es completamente humano: lo único que lo
diferencia son sus pies, carentes de dedos, que le permiten nadar mejor. Eso
sí, su vestimenta sí recuerda a la cultura griega: la túnica que se pone para
enfrentarse a Poseidón y «asumir» su papel como salvador nos remite de
inmediato a la Antigüedad clásica.
Con esto
termino la entrada de hoy. 😊 ¡Espero que os haya gustado! Y, de nuevo,
disculpad la tardanza. Por mi parte, os espero dentro de unos días con una
nueva reseña. ¡Hasta entonces!
Bibliografía
Como
siempre, os dejo aquí una lista de referencias por si queréis consultarlas. 😊
Castello, Maria G. & Scilabra, Carla (2015). “Theoi becoming
Kami: Classical mythology in the anime world”, en Carlà, Filippo & Berti,
Irene (eds.). (2015). Ancient Magic and
the Supernatural in the Modern Visual and Performing Arts, Londres:
Bloomsbury, pp. 177-196.
Grimal, Pierre
(1981). Diccionario de mitología griega y romana (trad. de Francisco
Payarols), Barcelona: Paidós.
Scilabra, Carla (2018). “When Apollo tasted sushi for the first time. Early examples of the reception of Classics in Japanese comics”, en Bièvre-Perrin, Fabien & Pampanay, Élise (eds.), Antiquipop: La référence à l’Antiquité dans la culture populaire contemporaine, Lyon: MOM Éditions, pp. 253-266. Disponible en: <https://books.openedition.org/momeditions/3371>.